InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: ........ - Méjico

7.09.09

Eduardo Verástegui y la gracia de ser apartado de la gente


Hay momentos en que ayuda mucho comunicarse con alguien en privado en vez de hacerlo en público. El Señor hizo eso con el sordomudo del Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario: “apartándolo de la gente a un lado” (Mc. 7, 33) para abrirle los oídos y desatarle la lengua.

Algo parecido le ocurrió al actor y cantante José Eduardo Verástegui a los 28 años, como explicó cinco años después en una entrevista en “Nuestra fe en vivo” (EWTN) antes de estrenarse la película “Bella”. En estos dos vídeos (de 6) de la entrevista, describe el fracaso que supuso para él correr la misma carrera vacía que muchos otros. También se queda sin habla recordando su experiencia de conversión, de cómo el Señor le apartó de la gente tocando su corazón de tal forma que en la soledad humana encontró a Dios:

Leer más... »

5.02.09

La patrona de las enfermeras y el primer mártir de Méjico (Mc. 1, 24)

Oímos en el Evangelio del 4o. domingo de Tiempo Ordinario que un hombre endemoniado gritó atemorrizado a Jesús: “Sé quién eres” (Mc. 1, 24). Conociendo al Señor quiso apartarse de Él porque, nos explica S. León: “Nunca una vida manchada podrá contemplar el esplendor de la luz verdadera, pues aquello mismo que constituirá el gozo de las almas limpias será el castigo de las que estén manchadas.” Por eso nos dice S. Agustín que a los demonios el Señor

“se dio a conocer según quiso, y quiso cuanto convino. No se dio a conocer como a los santos ángeles que, participando de su eternidad, gozan de El como Verbo que es. Se dio a conocer como debía para aterrarlos y librar de su tiránico poder a los predestinados.”

Como observó Noby en un comentario la semana pasada: “La luz del Señor desconcierta, y vacía de la vieja luz, que no es más que tiniebla”.

Los santos de hoy, al contrario que los demonios, al conocer al Señor en esta vida hicieron todo lo posible para poder verle en la siguiente.
“El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios. Por eso el amor que ansia ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente de encontrarse con el.” (S. Pedro Crisólogo) Por eso, contra toda expectativa, aceptaron el martirio con alegría en su juventud.

Leer más... »

12.12.08

La ciencia no lo entiende, la fe sí (Mc. 1, 1)

Las apariciones marianas no son dogmas de fe que tienen que creer los fieles católicos. En cambio, sí es dogma que María es Madre de “Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc. 1, 1), llamado Él así por S. Marcos al comienzo del Evangelio del Segundo domingo de Adviento. Pero, la Iglesia Católica ha aprobado ciertas apariciones para la devoción pública, como la de Ntra. Sra. De Guadalupe ("la que aplasta la serpiente"), Patrona de Méjico y de las Américas, que se apareció en Méjico a S. Juan Diego en 1531.

Dijo la Virgen en náhuatl que era “madre del verdaderísimo Dios” y pidió un templo para dedicárselo a Dios y al cuidado de sus hijos. La imagen sobre el manto del santo continúa a desafiar las investigaciones científicas y es admirada por el códice pictórico que representa según la cultura indígena, (temas tratados en la película Guadalupe que se estrena hoy en España.) A pesar de no ser dogma de fe creer en las apariciones, millones de fieles van cada año al santuario de Guadalupe, haciéndolo el santuario mariano más visitado del mundo.

Enlaces sobre los misterios de la imagen:

1)
Sitio oficial con el relato del “Nican Mopohua y estudios sobre las apariciones.

Leer más... »

9.12.08

Converso vidente a los 57 años (Mc. 1, 7)

Como indica el nombre náhuatl de San Juan Diego (1474-1548), “Cuauhtlatoatzin” (“Águila que habla”), la vida humilde de este santo con un papel principal en el Acontecimiento Guadalupano (las apariciones de Ntra. Sra. de Guadalupe) tiene mucho que decirnos. Desde su bautizo con su mujer en 1524 por uno de los primeros franciscanos en México, andaba una distancia de 20km para asistir a Misa y a clases de catecismo. Cuando falleció su mujer se mudó a la casa de su tío, a 14km de la iglesia (tres horas y media a pie). Iba descalzo, como los pobres de su época. Yendo a la iglesia una mañana por la colina del Tepeyac, vió a Nuestra Señora que le habló en náhuatl y le llamó “Juanito, Juan Dieguito”, encargándole que le pidiera al obispo la construcción de un templo en ese lugar. Quizás le llamó así porque a pesar de su edad todavía tenía alma y corazón de niño.

S. Juan Diego cumplió su encargo, pero al no hacerle caso el obispo (puesto que en esa época se reportaban muchos falsos milagros), le pidió a la Virgen que enviara a alguien más importante. Pero, “Dios ha elegido a los insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios” (1Co 1,28.29) S. Juan Bautista dijo: “no merezco agacharme para desatarle las sandalias [al Señor]” (Mc. 1, 7) y S. Juan Diego mostró la misma humildad al decirle a la Virgen: “soy sólo un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda”. Así mereció que ella le llamara con cariño “el más pequeño de mis hijos”. Como dice S. Gregorio Magno: “[El santo] se alegra de ser considerado poco por los demás, porque ve confirmado en esa baja reputación lo que él pensaba de sí mismo” (Diatesseron, 1).

Leer más... »