31.07.14

AD MAIOREM DEI GLORIAM. Con gratitud a los jesuitas...

A.M.D.G.
En agradecimiento a tantos buenos jesuitas
Dios quiso suscitar en la Iglesia a San Ignacio de Loyola para propagar más y más la gloria de su Nombre. Para Ignacio y una multitud innumerable de jesuitas la divisa ha sido siempre Ad maiorem Dei gloriam. Hoy, memoria de San Ignacio de Loyola, quiero testimoniar mi sincera gratitud a tantos excelentes jesuitas que Dios ha puesto en el camino de mi vida. Hombres de Dios, servidores incondicionales de la Iglesia y el Papa. Quiero evocar la tarea de aquellos excelentes maestros que conocí en Sant Cugat del Vallés y más tarde en Roma: filósofos egregios como los PP. Colomer, Roig Gironella, Pegueroles… Teólogos sabios y santos como el P, Alfaro, Latourelle, Orbe, Solá, Cuyás, O,Callagan… Y muy especialmente mi gran maestro el P. Jean Galot que durante décadas enseñó buena y sana teología en la Gregoriana. Recuerdo que a veces acudía a la habitación-despacho de estos varones santos y sabios y quedaba edificado por su pobreza y sencillez. Montañas de libros, un pobre camastro, una sencilla mesa y, como no, un incómodo reclinatorio, pues aquellos religiosos sí que hacían “teología de rodillas". Se pasaban la vida estudiando, enseñando, dirigiendo almas y todo para mayor gloria de Dios. Nunca en estos jesuitas encontré la menor crítica a las enseñanzas de la Iglesia y especialmente del Papa. Es verdad que también me encontré con otros jesuitas muy diferentes y de los cuales me dijo en una ocasión un ilustre hijo de San Ignacio decano de una facultad de la Gregoriana: no representan en absoluto la Compañía de Jesús… Estos venerables padres jesuitas que hoy evoco con respeto y gratitud sufrieron lo indecible viendo la trayectoria de la Compañía en los años más oscuros del posconcilio. Recuerdo que en una ocasión y en el transcurso de una comida, le pregunté al P. Galot como veía la situación de su orden. Recuerdo su tristeza en el rostro cuando me dijo que gran parte de la Compañía poco tenía que ver con la que le acogió hacía ya más de cincuenta años. Yo le dije: estoy convencido que la Compañía de Jesús resurgirá de la crisis. Algunos dicen que no. Recuerdo que Don Bosco, en sus proféticos sueños, vio una gran crisis en los salesianos pero también vio su resurgimiento. Yo sigo teniendo el convencimiento que Dios no dejara que se hunda aquella formidable empresa que Ignacio puso en marcha para mayor gloria de Dios y que tantos frutos de santidad, apostolado y ciencia ha dado en la iglesia a lo largo de los siglos. Eso sí, el resurgimiento de la Compañía sólo se podrá realizar retornando fielmente al carisma fundacional de San Ignacio y a la obediencia perfecta a la Iglesia y al Romano Pontífice. Tal vez, el momento presente, con un hijo de San Ignacio como sucesor de Pedro, sea un verdadero “kairós” (tiempo de gracia, propicio y oportuno) para la Compañía y para toda la Iglesia.

18.06.14

Va de funerales...

En mi sección del Consultorio en Cataluña Cristiana recibo muchas consultas sobre temas litúrgicos y concretamente sobre cosas “raras” que pasan en algunos funerales. Hoy presento a los lectores de mi blog unade las últimas consultas con su respuesta sobre este tema. Tal vez sea de interés para muchos…

FUNERALES

Hace poco tiempo he pasado por la pena de asistir a un funeral de una prima mía, muy joven. Algunas cosas de la celebración me sorprendieron mucho, concretamente, dos: El sacerdote empezó su sermón diciendo “N. no sé donde estarás en este momento”. Me pareció de mal gusto. En segundo lugar, a la hora de comulgar, nos invitó a acercarnos a todos, diciendo que era un banquete y que todos estábamos invitados. Sé que algún participante en el funeral no estaba bautizado y a uno que yo conocía, cuando se disponía a ir a comulgar yo le dije que no podía ir. Se molestó y me dijo que a ver si yo sabía más que el cura. Al final no fue pero todo me resultó muy desagradable…

Resumo su larga carta-consulta. Si todo lo que me dice corresponde a la realidad yo también comparto su irritación y lamento la falta de competencia y de responsabilidad del sacerdote. Respecto a todo esto que comenta yo creo que lo primero que debe hacer usted es enterarse de quien fue el oficiante y hacerle una visita, comentándole todo esto que me dice. Este es el primer paso de una corrección fraterna. Luego, según vaya la entrevista, escriba al Obispo, pues él es el primer responsable de la liturgia de la Diócesis. Respecto a que el celebrante afirmo no saber dónde estaba la difunta, si bien es muy inapropiado, al menos es honesto y no hizo una canonización declarando que ya estaba en el cielo. Efectivamente no sabemos, pero confiamos en la salvación y en la misericordia de Dios y por esto rezamos y ofrecemos sufragios por los difuntos. Si yo supiera que un difunto ya está en el cielo no rezaría por él puesto que no lo necesita y, del mismo modo, si supera con certeza que esta condenado tampoco podría rezar por él. En cuanto a lo de la comunión me parece muy grave e imprudente. Personalmente yo procedo de modo muy diferente. Como sé que a los funerales viene mucho público que no es practicante y algunos, como usted dice, ni siquiera forman parte de la Iglesia, les invito a sentarse en el momento de la comunión. Así sólo vienen a comulgar los que habitualmente lo hacen. El caso particular que usted menciona pone en evidencia el erróneo modo de proceder del sacerdote oficiante. El debería saber muy bien que sólo deben acercarse a la comunión los bautizados y que se encuentren en las debidas disposiciones. Por ejemplo, nadie debe comulgar en estado de pecado grave sin haberse acercado previamente a la confesión. Son cosas muy obvias que todos deberían conocer. Usted hizo muy bien al decirle que no debía comulgar.

19.03.14

José, ¡Salva la familia!

Hoy día de San José, ofrezo este breve artículo que se publicará en la recista Cristiandad de Barcelona.

José, ¡salva la familia!

Son innumerables los aspectos de nuestra vida de fe que puede iluminar San José: el varón justo y discreto que obedece con prontitud los designios de Dios, el custodio de María y del Redentor… En este año en que la Iglesia fija su atención de modo especial sobre la realidad de la familia quisiera detenerme a considerar una particular dimensión de la identidad y misión del Santo Patriarca. Me refiero, concretamente a su dimensión de cabeza de familia y protector del sagrado hogar de Nazaret.
Me inspira especialmente el conocido episodio del Nuevo Testamento cuando José recibe una urgente y delicada admonición divina en vistas a proteger la vida del niño Jesús: “José, toma el niño y su madre y vete a Egipto, pues Herodes quiere acabar con la vida del pequeño”.

José, ejerciendo su responsabilidad, emprende aquella dolorosa huida. Abandona su casa, su trabajo, sus relaciones vecinales y tantas cosas que ama. Esta en juego un bien supremo: la vida de Jesús.

Creo que este episodio puede resultar iluminador y determinante en nuestras circunstancias actuales. Efectivamente, no faltan dignos sucesores de Herodes que se proponen acabar con la familia y la vida tal como deben ser entendidas según los designios de Dios asimilados en la fe y en la recta razón. José nos alienta a tomar decisiones efectivas para salvar la familia.

En un nivel teórico, José alienta la Iglesia de que es protector, a no cesar en su defensa contra viento y marea de lo que Juan Pablo II llamaba “el Evangelio de la familia y de la vida”. Herodes, el poder mundano, es poderoso, pero Dios sigue instando a su Iglesia a salvar la familia. Tal vez, para ello, haya que huir a Egipto, abandonar comodidades y fáciles compromisos con el poder mundano e instalarse en una dificultosa inestabilidad que, paradójicamente, es sumamente estable, pues se fundamenta en el poder y providencia de Dios que nunca abandona a los que ponen en Él toda su confianza.

En un nivel más práctico, José ilumina la misión de tantos padres y madres de familia que quieren vivir según la voluntad de Dios Creador y Redentor. Hoy, en el difícil y adverso contexto en que nos movemos, un padre y una madre de familia cristianos, han de tomar necesariamente decisiones difíciles en vistas a salvar la familia. Tendrán que nadar contracorriente y, como la Sagrada familia, emprender difíciles huidas, para salvar el bien más preciado. Quedarse en la tranquilidad de lo políticamente correcto cuando Herodes acecha, puede resultar mortal. Las concreciones de esta determinación santa pueden ser muchas: la elección de la educación apropiada para los hijos, el seguimiento de sus compañías, la organización del trabajo y de las vacaciones, el acompañamiento en la fe de la prole…

Sam José enseña también hoy a los padres y madres de familia a ser realistas y valientes y a tomar, a la luz de la fe, las decisiones pertinentes para salvar la familia.

En la familia, enseñaba Juan Pablo II, se juega el futuro de la Iglesia del mundo. Es un terreno donde no caben facilonas componendas o compromisos ingenuos.

La llamada a la que respondió el Varón justo de Nazaret, “José, salva la familia”, resuena de modo grave y urgente hoy para los pastores de la Iglesia, padres y madres de familia, educadores y políticos cristianos.

Se trata, ni más ni menos, de salvar la familia, esperanza de la humanidad.

Dr. Juan Antonio Mateo García
Delegado Diocesano de Familia y Vida
Diócesis de Urgell

20.01.14

Comprensión selectiva… Respuesta a Carme Chacón

Comprensión selectiva…
Respuesta a Carme Chacón

Lo que está sucediendo en nuestro país estos días a propósito de la reforma de la ley del aborto es sencillamente alucinante. A un observador superficial podría sorprenderle la increíble movilización contra la tímida reforma que parece querer llevar a cabo el Gobierno de España. Digo “parece” porque ya veremos qué saldrá al final. Pero una conciencia formada ( y valga la redundancia por que “conciencia” equivale a “con ciencia”) se da cuenta de lo que se oculta en todo este maremágnum: superar o mantenerse en una antropología que supone la demolición de las conciencias y de nuestra misma civilización.

Hace pocos días, concretamente el sábado 18 de enero, Carme Chacón, Profesora en Residencia en el Miami DadeCollege, publicaba en La Vanguardia una larga reflexión sobre el aborto en una sección de Tribuna. Iniciaba bien su periplo al confesar que “Lo que quiero es comprender”, sabiendo que “comprender implica escuchar, dialogar, ponerse en el lugar del otro”. Yo añadiría que también implica buscar sinceramente la verdad.

A Carme Chacón le cuesta comprender una reforma “que es rechazada por una abrumadora mayoría social”. En el fondo porque cree que el consenso crea verdad, legitimidad, moralidad. ¿Se sorprendería nuestra pensadora del poco consenso que suscitaría, por ejemplo, la abolición de la esclavitud en una sociedad mayoritariamente esclavista? ¿O una ley que aboliera la antropofagia en un colectivo adicto al canibalismo?

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7.01.14

Familia: El futuro en juego

En la familia se juega el futuro
Perspectivas y expectativas ante el Sínodo de los Obispos

“Haced un hogar del mundo, haced de cada hogar un Nazaret” (San José Mañanet, Hijo de Tremp, Profeta y Apóstol de la Familia”

En los años 2014 y 2015 tendrá lugar la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos para tratar el tema de la familia. Concretamente, como se ha explicitado muy bien, se tratará de la pastoral familiar, es decir, del adecuado acompañamiento por parte de los pastores de la Iglesia de la realidad concreta de las familias en las varias circunstancias y vicisitudes que atraviesa en nuestro momento histórico.
El Papa Francisco ha convocado el Sínodo de los Obispos en sesión extraordinaria y con el objetivo de anunciar el Evangelio en los actuales retos pastorales con relación a la familia. Me parece oportuno recordarlo porque esto, de por sí, ya clarifica muchas perspectivas. No será un Sínodo de temática doctrinal sino pastoral. La Iglesia, bebiendo en las aguas de la Revelación, tiene una doctrina muy rica sobre la familia. Se trata de ayudar a que sea conocida y vivida en la mayor plenitud.
No me parece ajena la decisión del Papa sobre la temática del Sínodo con la elección que también hizo en su momento la ONU al escoger el año 2014 como “año internacional de la familia”. No hace falta recordar la perspectiva que desde hace unos años ha adoptado la ONU en clara contradicción con la antropología cristiana y la sana razón. Y sus lamentables resultados en tantas legislaciones de muchos países.

En la concepción de la familia y su concreción en nuestras sociedades, culturas y legislaciones anda mucho en juego. Juan Pablo II no dudaba en afirmar que “el futuro de la Iglesia y del mundo pasa por la familia” y nos decía también que “la pastoral familiar es la quintaesencia de toda pastoral”.

Es cierto que algunos medios de comunicación han creado falsas expectativas con una inadecuada información según la cual la Iglesia católica estaría haciendo como una especie de plebiscito o referéndum respecto a algunas cuestiones delicadas. Tan cierto que el mismo Secretario General del Sínodo ha hablado explícitamente del tema que me consulta. Concretamente, preguntado por si el cuestionario enviado a los Obispos constituía una especie de referéndum a los fieles, ha dicho: “No, no lo es y hay que insistir en ello. No es un sondeo, tal y como se concibe hoy en día, y mucho menos un referéndum. Es la voluntad de conocer directamente cuál es la experiencia de las personas, no solo individual sino también de grupo, para reunir datos estadísticos, reflexiones, elaboraciones. Así, los obispos del Sínodo sabrán cuál es el pulso de la situación sin tener que recurrir a libros o estudios sociológicos…”. Se trata de hacer un buen diagnóstico para tomar las decisiones oportunas. Fundamentalmente se trata de anunciar hoy “el evangelio de la familia y de la vida” como decía proféticamente Juan Pablo II en su carta apostólica Tertio milenio ineunte. Proyectar la luz del Evangelio sobre este ámbito humano fundamental que es la familia. Anunciar la verdad de la familia según el designio creador y redentor de Dios.

Un tema que está generado especial expectativa es la cuestión de los divorciados que luego han contraído matrimonio civil y su situación eclesial que les incapacita para la recepción de los sacramentos. Efectivamente, el Sínodo, en la perspectiva pastoral que lo va a caracterizar, tratará sobre el tema.

A mi parecer, habría que hacer algunas precisiones previas. Por el tratamiento que dan ciertos medios podría dar la impresión que éste es el problema número uno. Me parecería muy grave aceptar esto. A mi, me preocupa mucho más la pérdida de la identidad familiar en gran parte de nuestra sociedad, fruto de una campaña al más alto nivel que no es improvisada, la incapacidad por parte de muchos de asumir compromisos de por vida, la facilidad y banalidad con que se rompen los matrimonios, la aberrante posición de gran parte de nuestra sociedad ante un atentado tan grave contra la vida humana como es el aborto y cuestiones por el estilo.

Sin minimizar en absoluto el sufrimiento de personas que sin culpa propia han sido abandonadas en su matrimonio y luego han intentado recomponer su vida, me parece, al menos por mi experiencia pastoral, que el sufrimiento de estas personas por no poder acceder a los sacramentos no constituye el principal problema a tratar. De hecho, la Iglesia ha tratado a menudo el tema con mucha seriedad y sensibilidad. Por ejemplo, el Papa Benedicto XVI en el último encuentro mundial de las familias cuando les animó a sentirse plenamente Iglesia y a participar activamente en la vida de la comunidad aún sin acceder a los sacramentos. La Iglesia, en el próximo Sínodo, no va a cambiar la doctrina sobre el matrimonio y la familia. Lo ha recordado recientemente el Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe en un largo artículo que resumía muy bien la doctrina que la Iglesia ha recibido de Jesús. No olvidemos que Jesús, al oponerse al divorcio, se oponía al pensamiento dominante en la sociedad de su época.

Sí que pueden esperarse, sin embargo, nuevas perspectivas pastorales de una acercamiento más misericordioso, si cabe, a estas personas y otras que pasan situaciones difíciles, pero siempre desde el respeto más profundo a la verdad. La fidelidad a la doctrina de Jesús excluye un segundo matrimonio. Yo estoy por la posición de Müller: hay muchos matrimonios que son en realidad nulos porque los contrayentes no han asumido los requisitos fundamentales y constitutivos del matrimonio y hay que ayudar a que en estos casos prosperen los procesos de nulidad, pero, si nos quedamos en esto y no capacitamos a los cristianos para contraer verdadero matrimonio sólo será una solución chapucera.

Y aquí esta la clave: hay que activar todos los recursos disponibles para educar y formar a las nuevas generaciones para que lleguen a constituir verdaderas familias edificadas sobre el matrimonio uno, indisoluble y abierto al don de la vida. En ello anda en juego el futuro de la sociedad y de la misma Iglesia.

Dr. Joan Antoni Mateo García
Delegado Diocesano de Familia y Vida de Urgell.