«¡Llegan las Fiestas!» La sustitución del Cristianismo
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«¡Llegan las Fiestas!» La sustitución del Cristianismo

La gruta con el Niño, María, y José era el foco central. La costumbre indicaba que al Niño se lo ponía en su sitio la Nochebuena. «Nochebuena», otro nombre que ha desaparecido. Es terrible: «Las Fiestas» la han devorado.

El Adviento carece, en la mayor parte de los fieles, de la misma intensidad espiritual de la Cuaresma. No tiene proyección alguna sobre la cultura. Esto es lo que yo observo en este lejano Sur, en el orden cultural, bien distante de los centros en los cuales floreció otrora la cultura cristiana. Pero no se puede negar que, en América, en las colonias, el Cristianismo se implantó en un envase que lo tornaba presente en las costumbres del pueblo, y en la incipiente organización de los Estados. Quiero decir que la difusión de la Fe iba proyectándose en la vida social; se plasmaba una cultura cristiana. «Envase» he escrito; de Europa recibimos la predicación misionera, y una Tradición que era un eco de la larguísima y fecunda historia de la cultura cristiana. Podríamos preguntarnos qué resta hoy día de todo eso.

Este esbozo de reflexión surge de una experiencia de la inexistente presencia del Adviento en los medios masivos de comunicación, y en las redes sociales. A la altura de la segunda semana de ese tiempo litúrgico, antes de la mitad de diciembre, ya aparecen las consabidas ofertas que aprovechan el espectro de la Navidad para incitar al consumo en el período final del año, hasta el primer día del siguiente. En este Hemisferio Sur hace calor; así se insinúa el verano, que incluye las largas vacaciones. Pero, para nosotros, éstas se anticipan en el período que, en general, se conoce como «las Fiestas». La invitación al consumo asume, en las publicidades comerciales –e invariablemente- la expresión «¡Llegan las Fiestas!», a lo que se añade: «¡Celebremos!».

La Navidad ha desaparecido; el nombre mismo ya no resuena más. Los símbolos que ahora se imponen son el arbolito, y Papá Noel. El árbol, cargado de adornos, y a cuyo pie se colocan los regalos, es una figura auténtica y tradicional en los países del norte de Europa. Su presencia se refiere al Nacimiento de la Vida (eso es, realmente, la Navidad). «Yo soy la Vida» (Jn 14, 6 -kai hē zōē-) ha dicho el Señor. Papá Noel es Santa Klaus, es San Nicolás. También este símbolo procede de las regiones árticas, donde diciembre trae consigo la nieve. De allí que al personaje robusto vestido de rojo solía presentárselo en un trineo, tirado por renos. En nuestro verano es la desubicación misma, y de San Nicolás no queda rastro alguno. Lo que ha desaparecido casi totalmente es la representación del Pesebre, del Belén. En los países latinos éste era el símbolo por excelencia de la Navidad; se decía en plural, «los Belenes». Me permito filtrar un recuerdo: hace cinco años, caminando por el centro de Nápoles, me llamó la atención que en todos los negocios se ofrecía un Belén, más bien pequeño, y eran iguales todos. Aquí también, en Argentina, el Pesebre era bastante común, incluso alguno de gran porte en sitios públicos. En mi infancia, una tía y yo nos encargábamos de armar uno imponente en casa, con altas montañas. La gruta con el Niño, María, y José era el foco central. La costumbre indicaba que al Niño se lo ponía en su sitio la Nochebuena. «Nochebuena», otro nombre que ha desaparecido. Es terrible: «Las Fiestas» la han devorado.

La reseña que he presentado muestra cabalmente la sustitución del Cristianismo. El efecto del cambio cultural se ha naturalizado, de tal modo que ni siquiera queda la nostalgia de los viejos; los jóvenes ignoran la Tradición cristiana, que se reflejaba en aquellas figuras. Todo eso ha desaparecido como un sueño que las nuevas generaciones no han vivido. Lo que he referido es lo que muestran la televisión, otros medios, y las redes, como lo único que existe. El Nombre Dulcísimo de Jesús también es algo del pasado. Podemos pensar que la Iglesia se ha recogido en el ámbito, que ya no tiene nada de recoleto, de los templos. La cultura, es decir, la vida común de los hombres, es una realidad ajena. Nuestro episcopado vive en la estratósfera; quizá el recuerdo de la Navidad le inspire una exhortación a la paz, una paz que no inquiete al mundo y para que la gente que la oiga no significa nada.

La sustitución del Cristianismo desafía al ámbito de la evangelización. Adornar esta realidad llamándola «Nueva» no altera el vacío que la cultura poscristiana impone a la Iglesia. Hay que comenzar todo de nuevo, como si nos halláramos en el siglo primero.

+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.

Buenos Aires, martes 12 de diciembre de 2023.
Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Emperatriz de América.

 

7 comentarios

Milton
Déjemole la palabra navidad al mundo y que la iglesia se quede con la palabra encarnación que tiene mucho mas contenido teológico
12/12/23 5:11 PM
rocamador
Muy bonita la fotografía de felicitación de D. Felipe, Dª. Leticia, Dª. Leonor y Dª. Sofía. Se ve que alguien se gradúa en algún instituto o facultad, y los padres se reúnen con las hijas para ir a comer juntos después. Todo perfecto. Pero que no nos digan que están felicitando la Natividad del Señor.
12/12/23 7:10 PM
Miguel
Totalmente de acuerdo, Monseñor.
En Madrid la Navidad comenzó para el Ayuntamiento , y por lo tanto para la generalidad de la gente, con el encendido de luces en las calles el 23 de Noviembre. Ni había comenzado el Adviento en esa fecha.
Y todo el mundo encantado, eclesiásticos incluidos, empezando por el Señor Obispo de la Diócesis.
13/12/23 3:23 PM
LJ
La navidad es el nacimiento de Cristo y de su Doctrina. Es para las personas que creen en Cristo, como Señor y Salvador nuestro. Y que profesan la fe católica íntegra.
Si los paganos han hecho coincidir otra fiesta en esa fecha, es por la confusión del ateo y su vida desordenada, lejos de la gracia de Dios.
14/12/23 11:49 AM
maru
Así es Monseñor Aguer. Hoy , de desear feliz Navidad, se ha pasado a "felices fiestas" y todo radica en los regalos de Papá Noel, muchas luces, mucha comida y bebida, muchas reuniones; en definitiva, "mucha fiesta" y en ésto, se queda todo. Realmente es bien triste a dónde hemos llegado
14/12/23 5:46 PM
David
Ni la musica navidena hoy dia es cristiana. La gente celebra la navidad pero no saben realmente lo que es la navidad. Lo que quieren es musica, bebida, comida y cosas materiales. Pero no nos podemos quedar con los brazos cruzados y solamente lamentarnos. Debemos recordarle al mundo, en cada momento que podamos, cual es el significado de la navidad. Muy en especial a nuestros hijos.
15/12/23 5:44 AM
gustavo perez
"No debemos quedarnos en lamentos y con los brazos cruzados", bien expresaba un bloguero. Hay lugar -como verdaderos cristianos- a encender las luces del Dios que viene y alegra nuestra vida y nuestros hogares. Y, sobre todo, propagar y predicar esa alegría cristiana del natalicio de Jesús. Por ningún motivo cejar y dejarse contagiar del espíritu del mundo que , por ejemplo, ya no quiere que se diga: "feliz navidad" sino "felices fiestas..." esforzándose por ocultar de esa manera de ellas el espíritu cristiano. Que el llamado del obispo Mons. AGUER, despierte en nosotros ese sopor y como decía Pablo: "Despierta tú que duermes y te alumbrará Cristo" y un cántico germano. "Abran las puertas que es Navidad, el lucero divino está por llegar, prendan las velas que es navidad, estrellas nuevas se verán brillar..."
16/12/23 11:36 PM

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