Carta abierta a un ateo militante
Me habeis pedido que os recordase esta carta abierta a un ateo militante, que escribí hace más de seis años. He pensado que hoy también puede ayudar a los ateos militantes y también a los cristianos, más o menos militantes. Así que ¡ahí va!
Pamplona, 1 de diciembre de 2001
Escribo esta carta en respuesta, algo lejana ya, a un artículo publicado en un periódico de Madrid. Este escrito apareció a los pocos días de haber comenzado los bombardeos americanos en Afganistán. El autor argumentaba diciendo que la fe cristiana, y las fes religiosas en general, eran tan contraproducentes y tenían consecuencias tan perversas que a él, la conducta de los cristianos le había hecho pasar de un agnosticismo titubeante a un ateísmo decidido y militante.
Es muy probable que el autor de aquel artículo no lea nunca esta respuesta. Sé muy bien que es difícil entrar en diálogo con nadie sobre cuestiones tan íntimas. Pero escribo pensando en otras muchas personas, de Navarra y de fuera de Navarra, que piensan o sienten de manera parecida. Quisiera ayudarles a descubrir la racionalidad y la gran humanidad de la fe cristiana.

Ahora nos llegan con la noticia de que en España se estaba preparando una red de instalaciones –porque no se les puede llamar clínicas- especializadas en abortos difíciles, es decir, abortos tardíos, hasta de nueve meses. Hubo un poco de debate en la opinión pública, pero ha desaparecido de la escena. No interesa. Sin embargo, queda en el ambiente la intención de modificar la ley del aborto y seguro que no será en sentido restrictivo.
¿Qué tenemos que hacer?
ser fieles a la llamada de Dios y de la Iglesia, para responder seriamente a las exigencias de los tiempos. Después de estas reflexiones sobre el Espíritu Santo en nuestra vida, algo podemos responder.