InfoCatólica / El blog de Monseñor Sebastián / Categoría: General

5.09.08

El aborto y "la mejor ley posible"

Desde el gobierno nos dicen que quieren promulgar “la mejor ley de aborto posible”. Es un escarnio. A estas horas toda persona medianamente culta sabe que un aborto voluntario es un homicidio premeditado y alevoso. Abortar no es, como se dice hipócritamente “interrumpir un embarazo”. Abortar voluntariamente es destruir violentamente una vida humana en el seno materno. Y eso es lo que ahora quieren facilitar nuestros gobernantes a las mujeres españolas. Quieren darles facilidades para que maten o hagan matar a sus hijos.

Todas las personas honestas y decentes de España, creyentes y no creyentes, tenemos que hacer ver con claridad y plena libertad que la mejor ley de aborto es la que prohíba cualquier forma de aborto voluntario, sencillamente porque es siempre un crimen. ¿Es progreso dar facilidades para matar seres humanos inocentes en las condiciones de mayor debilidad imaginable por decisión de su madre y con la complicidad de los profesionales de la salud y de la vida? Muchos españoles no queremos esa mentira de progreso…

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26.08.08

Jesucristo, Salvador universal (y 2)

Unidad y pluralidad

La tendencia a reconocer el pluralismo religioso como un valor por sí mismo, tiene su raíz en el relativismo y en el subjetivismo. Se piensa que Jesús no pudo decir ni hacer todo lo que la humanidad necesita oír y recibir, por eso hay que conceder a las demás religiones el valor y la categoría de realidades complementarias, que aportan algo nuevo sobre el cristianismo, y que pueden incluso resultar más aptas que el cristianismo para llevar la salvación a determinadas personas o en determinadas culturas, según los lugares y los momentos.

Esta afirmación, que parece tan respetuosa y tan comedida, no puede ser aceptada porque no es compatible con la afirmación fundamental de la encarnación del Verbo de Dios y el carácter divino de Jesucristo. En nuestra visión de las cosas, el valor universal del ser humano de Jesucristo no atenta contra la valoración real y justa de las demás realidades humanas (religiones, filosofía, técnica), sino que es de Cristo y por influencia real de Cristo de quien reciben el valor salvífico que puedan tener. Sólo la obra de Jesucristo introduce en nuestra historia una verdad absoluta, universal y última, que ilumina y santifica todo el ser de la humanidad, llegando a ser causa de verdad y de vida para todos los que vivan en comunión con El.

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21.08.08

Jesucristo, Salvador universal

“No hay otro nombre en el que tengamos el perdón de los pecados”

Vivimos en un mundo de paradojas. Quizás sea más exacto, aunque resulte más duro, decir directamente que vivimos en un mundo de contradicciones. En la era de la globalización, cuando hablamos de la aldea global, y queremos vivir todo en tiempo real, resulta contradictorio este afán por encerrarnos en lo local, cada uno en su autonomía, en sus costumbres, en su lengua original, volviendo las espaldas al mundo exterior, exaltando el momento presente, y reduciendo nuestro horizonte vital a las dimensiones de la vida cotidiana, aun a riesgo de perder la memoria de nuestro patrimonio histórico, y de quedarnos sin perspectiva para abrir caminos posibles hacia un futuro claro y estimulante.

En el marco de una retórica universalista, somos en realidad cada vez más localistas, más actualistas, y por eso mismo más pobres humana y espiritualmente.

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13.08.08

Cómo veo a la Iglesia de hoy

El mes pasado fui entrevistado por el P. Ángel Sanz Arribas, CMF, para la revista Iris de Paz, con ocasión del Bicentenario de San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros Claretianos, Cordis Mariae Filius. Comparto con vosotros estas preguntas y respuestas, confiando en que puedan servir para continuar nuestro diálogo sobre los temas que tanto nos interesan.

Podeis encontrar esta entrevista en la sección Religiosos-Testigos, de la web www.ciudadredonda.org. También teneis información sobre los Misioneros Claretianos y sobre el Bicentenario de San Antonio María Claret en la web www.claret.org
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1 de julio de 2008

El Arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar (Calatayud, 1929), tiene un denso currículo intelectual y pastoral, vivido en el último medio siglo de la Iglesia en España.

Autor de numerosos escritos, profesor de Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca y Rector durante dos periodos de la misma Universidad, recibió la ordenación episcopal en 1979.

Desde entonces ha desempeñado este ministerio como Obispo de León (1979-82), Arzobispo Coadjutor de Granada (1988-93) y Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela (1993-2008), simultaneando este servicio pastoral con otras encomiendas, como la de Administrador Apostólico de las diócesis de Málaga y Logroño.

Ha sido también Secretario de la Conferencia Episcopal Española y Vicepresidente de la misma (reelegido en ambos casos) y ha participado activamente en cinco Sínodos de la Iglesia.

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3.08.08

Lo que no podemos perder (III)

Sugerencias a la luz de la esperanza

A partir de estas reflexiones sobre la esperanza cristiana, podemos hacer algunas observaciones sobre nuestra situación actual. Los españoles hemos sido un pueblo unificado por la fe y la esperanza cristiana. Gracias a la fuerza de la esperanza, hemos sido capaces de vivir dignamente en la pobreza, de afrontar grandes dificultades y hemos llevado a cabo grandes empresas.

Junto con otros elementos de diferentes órdenes, es indudable que la fe y la esperanza cristiana han contribuido decisivamente a crear una unidad de conciencia y de proyectos vitales a todos los pueblos de la península ibérica. Esta esperanza fue capaz de movilizar las energías y coordinar los esfuerzos durante siglos para mantener un proyecto de vida iluminado por la fe cristiana. La esperanza ha sido la fuerza interior de nuestras familias, en el trabajo, en el cuidado y la educación de los hijos, en el amor y la generosidad para enfrentarse juntos con las muchas dificultades que rodeaban la vida cotidiana. La esperanza cristiana sostenía el temple de nuestros navegantes y empujaba el ánimo de nuestros misioneros, la empuja todavía ahora por todos los caminos del mundo.

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