"Simón, hijo de Juan, ¿Me amas más que éstos?"
Queridos lectores, como todos ustedes ya saben, el papa Francisco ha muerto. Sobre su persona, solo diré que encomiendo a Dios su alma, rogando al Señor que lo acoja en las moradas eternas con infinita misericordia. Sobre su Pontificado, prefiero no hacer valoraciones aún, la verdad; no me siento inclinada a ello, pues no me ha entusiasmado, precisamente y prefiero dejarlo estar, de momento. En todo caso, haya sido como haya sido el Pontificado de Francisco, ahora que ha terminado, me uno de todo corazón a las oraciones de toda la Iglesia, para que Dios ilumine a los Cardenales y mueva sus corazones a escoger un buen Papa, que tanta falta hace; y ruego al Señor, desde ya mismo, por dicho nuevo Papa, sea quien sea.
Ahora bien, ¿Cómo debe ser un buen Papa? Ante esta pregunta, lo primero que deseo manifestar es que he procurado escribir este artículo con profunda humildad y desde el gran amor que profeso a la Santa Iglesia Católica. Ciertamente, yo no soy quién para dar lecciones a nadie sobre cómo debe ser un Papa y, por extensión, un Pastor de la Iglesia, ni lo pretendo. Sin embargo, es cierto también que esta cuestión es muy importante y yo deseo abordarla, por si pudiera ser de alguna utilidad para alguien; pues considero que el Nuevo Testamento nos da muchas indicaciones sobre la respuesta. Vamos a ello.
La primera clave sobre cómo debe ser un buen Papa se encuentra, en mi opinión, en la pregunta del Señor a Pedro que da título a este post. Dicha pregunta se la dirigió Jesucristo Resucitado a San Pedro la tercera vez que se apareció a los discípulos (Jn 21, 15) y creo que, verdaderamente, se la dirige a cada hombre que es elegido como Papa. En aquella aparición, Cristo preguntó a Pedro, por tres veces, si le amaba; el número de veces, inevitablemente, recuerda las tres negaciones de Pedro la noche de la Pasión. La primera pregunta, además, es la más singular, ya que el Señor dijo a Pedro si le amaba “más que éstos”, es decir, más que los demás Apóstoles. Pedro respondió afirmativamente a las tres preguntas con amor sincero y profundamente humilde y el Señor, entonces, le ordenó apacentar sus corderos y ovejas y le anunció su destino final.
Siendo esto así, ¿Qué significa amar a Jesucristo? ¿Qué supone, exactamente? También el mismo Jesucristo respondió a esta pregunta de forma muy clara: “El que recibe mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama” (Jn 14, 21). Está claro pues, ¿No? El que ama a Jesucristo es el que cumple sus mandamientos, esto es, el que le obedece. De este modo, si San Pedro debía amar a Jesucristo más que los demás, esto significa que debía obedecer a Jesucristo más que los demás, incluidos los demás Apóstoles. Lo cual es lógico, dada la autoridad que San Pedro iba a ostentar sobre toda la Iglesia.
El Papa, por tanto, debe ser un hombre de fe y amor a Jesucristo inmensos, muy profundos. ¿Cómo conocer al hombre que es así? Como también enseñó el Señor: Por sus frutos, sin duda. Por sus frutos en el cumplimiento de los Mandamientos del Señor, en el cumplimiento de la Voluntad Divina. El Papa, por tanto, no debe utilizar su autoridad para que se cumpla su voluntad particular o para imponer caprichos arbitrarios suyos o ideas suyas propias que no tengan que ver con el Evangelio o que sean contrarias a él. El Papa es Vicario de Cristo, no Cristo mismo. Como bien recordó el entonces cardenal Ratzinger, “el Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad”. Una idea que reiteró después, siendo ya papa Benedicto XVI. El Papa no es el dueño de la Iglesia y esto debe tenerlo siempre muy presente todo Romano Pontífice; pues tendrá que responder ante Dios de sus obras y con mayor exigencia que otros hombres, dada la gran altura de su misión y autoridad sobre la Iglesia.
Asimismo, siendo el amor al Señor y la entrega total al cumplimiento de la Voluntad de Dios el requisito primordial de un buen Papa, no es el único. Hay más, pues, dado que el Papa debe hallarse muy centrado en hacer lo que Dios quiere, entonces debe ser un hombre que procure pensar como piensa Dios y no como piensan los hombres. Este importantísimo requisito se lo enseñó el Señor a Pedro en aquella ocasión en que el citado Apóstol manifestó a Cristo su oposición a su destino de muerte en la cruz. Ya conocemos la dureza con que el Señor respondió a Pedro: “Apártate de mí, Satanás; tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres” (Mt 16, 23). Una lección que San Pedro aprendió muy bien, como demuestra la respuesta que, tras la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles en Pentecostés, dirigió al Sanedrín judío: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5, 29). Dicha respuesta conllevó la violenta reacción del Sanedrín, haciendo azotar a los Apóstoles. No obstante, el Libro de los Hechos de los Apóstoles añade que “ellos se fueron contentos de la presencia del sanedrín porque habían sido dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús” (Hechos 5, 41), continuando con su labor de anuncio de Cristo Jesús y demostrando que vale la pena sufrir por Él.
Parece claro, pues, que el Papa, para pensar y sentir como piensa Dios y obedecerle, si falta hiciere, hasta el derramamiento de sangre, debe ser un hombre de profunda oración y abandono a la acción del Espíritu Santo. Su oración debe ser constante, tanto en los buenos momentos, como en los momentos difíciles, pues debe velar por el bien de la Iglesia: “Velad y orad para que no accedáis a la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca” (Mt 26, 41). De este modo, el Papa tendrá luz y fuerzas para cumplir el importantísimo mandato del Señor a San Pedro: “Cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc, 22, 32). Podrá hacerlo, además, con gran confianza en la asistencia de Dios sobre él, dado que Cristo, sin duda, ruega por él a Dios Padre, como hizo respecto a San Pedro. De este modo, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Papa podrá dar testimonio de la Verdad del Evangelio ante la Iglesia y ante el mundo.
Asimismo, si hay un hombre que debe imitar al máximo al Buen Pastor, Jesucristo, ése es el Papa. “El Buen Pastor da la vida por sus ovejas”, no es como el asalariado, que ve venir al lobo y abandona a las ovejas y huye, dejando que el lobo arrebate y disperse a las ovejas (Jn 10, 11-12). El Papa, por tanto, debe tener un amor muy profundo a la Iglesia y debe velar por la salvación de las almas de los fieles, apacentándolas con la Verdad y los Sacramentos, pues tal es la misión primordial de la Iglesia. Al Papa no debe darle igual que la gente se aleje de Jesucristo y viva como si Dios no existiera, sino que debe salir a buscar a la oveja perdida; pues el Papa es, deber ser, además, un pescador de hombres (Lc 5, 10). Ahora bien, la búsqueda de la oveja perdida debe procurar producir en ella frutos de santidad; los Pastores de la Iglesia no deben tratar de acercar a la gente a la Iglesia rebajando u ocultando las exigencias del Evangelio, sino procurando que las personas se conviertan de sus pecados, para cambiar de vida y comenzar o retomar una vida según Dios, según sus Mandamientos; una vida de santidad, en definitiva. San Juan Pablo II definió, en cierta ocasión, la santidad como “la alegría de cumplir la Voluntad de Dios”. Me parece una definición excelente y esta clase de alegría y no otra es la que la Iglesia debe proporcionar a los hombres; pues tal es la verdadera alegría y fuente de auténtica felicidad.
Por otro lado, me parece importante reseñar las enseñanzas del mismo apóstol San Pedro sobre cómo deben ser los Pastores de la Iglesia, pues, obviamente, el Papa también debe ser un hombre que reúna tales requisitos:
“Apacentad el rebaño de Dios que os ha confiado, vigilando no por fuerza, sino de buen grado, según Dios; no por sórdido lucro, sino con prontitud de ánimo; no como dominadores sobre la heredad, sino sirviendo de ejemplo al rebaño” (1 Pe 5, 2-3).
De este modo, el Papa debe ser un hombre bondadoso, que trate a sus hermanos en el episcopado y el presbiterado y a los fieles con profunda caridad y sea ejemplo y referente de santidad para ellos. Asimismo, debe el Papa tener muy presentes en su corazón, de forma especial, a los fieles que sufren persecución y a los más necesitados. Por todo ello, el Papa no debe dominar la Iglesia tiranizándola, ni mucho menos. Su comportamiento al frente del Rebaño de Cristo no debe ser despótico, sino presidido por el más ardiente amor. Si alguna vez el Papa debe usar el báculo del Pastor con firmeza, ha de ser para proteger a las ovejas de Cristo de los lobos; tanto de los lobos que están fuera de la Iglesia como de los que pueda haber dentro de Ella. Mas no para tratar con severidad a los Pastores y ovejas que se esfuerzan sinceramente en ser fieles a Jesucristo.
Finalmente, tal como apunta San Pedro, el Papa no debe ser un hombre amante de las riquezas, sino que ha de ser un hombre de profunda humildad. Conviene recordar, a este respecto, las palabras que dirigió San Félix de Cantalicio al futuro papa Sixto V:
“Cuando seas Papa, pórtate como tal para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia; porque, si no, sería mejor que te quedaras en simple fraile”.
La humildad del Papa debe moverle, además, a reconocer y arrepentirse de sus pecados y convertirse de ellos, como hizo San Pedro, tras sus negaciones, retomando, cuanto antes, el gran amor a Nuestro Señor que ha de ser propio de todo Sumo Pontífice. Sólo de ese modo, podrá confirmar a sus hermanos en la fe, según ya hemos visto.
Ahora bien, que el Papa deba ser humilde, en mi opinión, no debe conllevar que renuncie a los símbolos y atavíos propios del Romano Pontífice o los rebaje, pues ello podría afectar a la imagen de sacralidad que tiene, que debe tener dicho cargo; o que renuncie a vivir en el Palacio Apostólico. Asimismo, el Papa no debe molestarse si los fieles se arrodillan ante él; no en adoración, sin duda (Hechos 10, 26), sino como reconocimiento de la sacralidad del cargo y de la autoridad pontificia; o si desean besar el anillo del Pescador o su mano, por los mismos motivos. En mi opinión, yo creo que la humildad del Papa, en tales casos, consiste, precisamente, en permitir y recibir tales actos de reconocimiento, pues no se dirigen al hombre del Papa por sí mismo, sino en cuanto a su condición de Vicario de Cristo. Santa Teresa de Jesús enseñaba que la humildad consiste en “andar en la verdad”. Si el Papa es el Vicario de Cristo, el Sucesor de San Pedro y la Cabeza Visible de la Iglesia Católica, entonces debe, con verdad, comportarse como tal, ostentando las vestiduras y ornamentos correspondientes a la dignidad y autoridad del cargo y dejarse tratar como tal. Ésta es, para mí, la verdadera humildad del Romano Pontífice y creo que también es bueno para las almas de los fieles el poder dirigirse al Papa con las correspondientes manifestaciones externas de humildad, respeto y obediencia al Vicario de Cristo.
Reitero, pues, a Nuestro Señor Jesucristo mi ardiente y humilde súplica, para que conceda a la Iglesia, a su Esposa amadísima, al rebaño por el que dio su vida, un nuevo Papa que sea un hombre de Dios, esto es, un Pastor según el Corazón de Jesús, como le gustaba decir a Benedicto XVI. Un hombre que se deje guiar con fidelidad por el Espíritu Santo y que gobierne con acierto la Iglesia, para Gloria de Dios y en pro de la salvación de las almas.
Imploro, también, a la Santísima Virgen que proteja a los Cardenales y a la Iglesia, en esta hora tan importante; y que, si Dios lo permite, adelante, en lo posible, el triunfo de Su Inmaculado Corazón, que prometió en Fátima, para Gloria de Dios y bien de la Santa Iglesia Católica y del mundo. Así sea.
*Nota: La foto que ven arriba fue realizada en Galilea, junto al mar de Tiberiades, en el lugar donde la tradición sostiene que el Señor Resucitado se apareció a los Apóstoles y confirmó el Primado de San Pedro.
52 comentarios
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L.V.: Muchas gracias por tal valoración, Luis Fernando... Con toda humildad te lo digo.
En este contexto, podemos ver el Conclave que está por elegir al nuevo Papa no como una simple cuestión de elección humana, sino como un acto bajo la providencia de Dios. Los cardenales que participarán en este Conclave no están solos en su decisión; ellos son instrumentos de un plan mucho mayor, un plan que supera incluso las limitaciones de la naturaleza humana. La gracia de Dios, que obra a través de su Iglesia, guía y dirige este proceso de manera que el nuevo Papa, quienquiera que sea, es elegido dentro del marco divino, aún cuando los cardenales son seres humanos con sus propios fallos, limitaciones y, en ocasiones, errores.
Muchos pueden argumentar que si los cardenales son fallibles y, por lo tanto, podrían elegir a alguien que no esté alineado completamente con la voluntad de Dios, estarían frustrando el plan divino. Sin embargo, debemos recordar que Dios es soberano sobre todo, y su plan no puede ser frustrado ni siquiera por las decisiones humanas. La Iglesia no está guiada por la simple voluntad de los hombres, sino por la gracia divina que actúa a través de los mismos. El Espíritu Santo, como la tercera persona de la Trinidad, está presente en cada uno de esos momentos decisivos, y guía el Conclave de forma misteriosa y perfecta. De este modo, incluso cuando los cardenales hacen uso de su libertad para elegir, esa libertad está bajo la dirección de la providencia de Dios, que lleva todo a su fin perfecto.
Así que, al contrario de lo que algunos sostienen, que una elección equivocada podría frustrar el plan de Dios, podemos estar seguros de que nada escapa del control divino. Incluso los errores humanos tienen un lugar dentro de ese plan, pues Dios puede sacar bien del mal. De hecho, el propio proceso de selección papal, con su historia de aciertos y fracasos, forma parte del plan de salvación de la Iglesia. Nada ni nadie puede frustrar lo que Dios ha dispuesto, y el nuevo Papa será precisamente la persona que Dios, en su providencia infinita, ha elegido para guiar a su Iglesia en este momento específico de la historia.
#Andar en la verdad#, ¡qué precioso modo de describir la humildad!
el nuevo Papa será precisamente la persona que Dios, en su providencia infinita, ha elegido para guiar a su Iglesia en este momento específico de la historia.Pues el Padre Aberasturi dice lo opuesto de la anterior afirmación, que si al Papa lo elige Dios (o el Espíritu Santo) entonces sobran los Conclaves, las votaciones y las fumatas. Más aún sobran todos los cardenales. Y mucho me temo que el Padre Aberasturi sabe un poco más que nosotros. Aquí se puede leer su artículo:
www.infocatolica.com/blog/nonmeavoluntas.php/2504071046-el-espiritu-santo-gobierna-la#more46737
Muchas gracias por tan buen y completo compendio.
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L.V.: Gracias a usted, Penc. Dios le oiga, en su infinita Misericordia.
Exacto. La verdadera humildad en este caso es hacer como todos los Papas, sin llamar por tanto en lo más mínimo la atención.
En efecto, Dios no elige al Papa, lo que sí elige, en el caso de un mal Papa, es permitir que sea elegido por los Cardenales.
Saludos cordiales.
Al primer Papa lo eligió Dios mismo hecho hombre y no por ello dejó de celebrarse un concilio de Jerusalén ni se dejaron de debatir ciertas cosas, su argumentación es erronea. Igual que al final, que no argumenta nada y se limita a decir que estamos equivocados porque falacia de autoridad.
Si la providencia guía a los fieles incluso en sus pormenores, como afirman la mayoría de doctores y místicos, es absurdo pensar que no va a guiar a la Iglesia en la elección del pontífice máximo, sea permitiendolo y luego rectificando o queriéndolo.
Es un debate irresoluble porque la providencia es un misterio de amor, pero decir que el futuro de la Iglesia está en manos de la voluntad humana de los cardenales...tierra trágame. Por cosas como estas, pienso que la historia de la Iglesia debería estudiarse también como una historia de los santos, y no como me la enseñaron a mí, que era concilio tras concilio e intrigas de la jerarquía.
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L.V.: Gracias a usted, JLuis.
el nuevo Papa será precisamente la persona que Dios, en su providencia infinita, ha elegido para guiar a su Iglesia en este momento específico de la historia.
Pues el Padre Aberasturi dice lo opuesto de la anterior afirmación, que si al Papa lo elige Dios (o el Espíritu Santo) entonces sobran los Conclaves, las votaciones y las fumatas. Más aún sobran todos los cardenales. Y mucho me temo que el Padre Aberasturi sabe un poco más que nosotros. Aquí se puede leer su artículo:
www.infocatolica.com/blog/nonmeavoluntas.php/2504071046-el-espiritu-santo-gobierna-la#more46737
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Si usted manda un email a la dirección del OD informando de las declaraciones publicas del sacerdote en cuestión, recibirá rápidamente una contestación donde el Opus Dei se desvincula totalmente de sus declaraciones.
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L.V.: En mi modesta opinión, entiendo que puede darse el caso de que los Cardenales, aun oyendo la voz del Espíritu Santo en sus corazones, no le hagan caso y se dejen guiar por otros intereses... Supongo que eso es lo que el padre Aberasturi quiso decir. No obstante, es un misterio cómo el Señor guía a la Iglesia, aun en tales casos. Lo que es seguro es que las Puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella, tal es la promesa del Señor.
En efecto, Dios no elige al Papa, lo que sí elige, en el caso de un mal Papa, es permitir que sea elegido por los Cardenales.
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Dios, en su infinita sabiduría, tiene una única Voluntad perfecta, que abarca tanto lo que quiere positivamente como lo que permite. La voluntad permisiva no es una "ausencia de querer", sino parte activa de su único Plan providente. Nada sucede fuera de su Voluntad, ni siquiera el mal, que permite para sacar de él un bien mayor. Pensar que "permitir" equivale a "no querer" es fragmentar el ser de Dios, como si pudiera existir algo fuera de su dominio soberano. Dios quiere positivamente el bien y permite el mal para perfeccionar la historia humana en su designio de amor, sin que jamás se frustre su Plan eterno.
Aquellos que niegan esta verdad o difuminan la firmeza de la Providencia, pecan gravemente contra la fe y escandalizan a los pequeños en la comprensión de Dios. Reducen a Dios a un espectador impotente, cuando en verdad Él es el Señor absoluto de la Historia, que conduce todo —incluso el pecado permitido— hacia la gloria de su Nombre.
Creo que fue San Agustín quien dijo (si no fue él fue entonces sto Tomás): " Si el artista sabe dónde colocar el color negro sobre un lienzo para crear una obra de arte, ¿No va a saber Dios dónde poner al pecador y su pecado para que haya orden en el mundo?
En mi modesta opinión, entiendo que puede darse el caso de que los Cardenales, aun oyendo la voz del Espíritu Santo en sus corazones, no le hagan caso y se dejen guiar por otros intereses
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Si, esa cerrazon a la Gracia puede darse, pero ya está tenida en cuenta por Dios dentro de su plan inicial. Si ese caso que pone usted se diera en la realidad no frustraría nada del plan único que Dios ya trazó antes de crear el mundo. Creo que esta ultima frase es la que a muchos se le resiste entender.
Yo no diría que el Espíritu Santo escoge al Papa. . . . Yo diría que el Espíritu no toma exactamente el control del asunto, sino que más bien como un buen educador, por así decirlo, nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos por completo. Por lo tanto, el papel del Espíritu Santo debe entenderse en un sentido mucho más elástico, no que él dicte el candidato por el que uno debe votar. Probablemente la única garantía que él ofrece es que la cosa no puede estar totalmente arruinada. . . . ¡Hay demasiados ejemplos contrarios de papas que el Espíritu Santo obviamente no habría elegidoLógico. Dios no actúa coartando la libertad de los cardenales electores para elegir a “su candidato”. Dios respeta nuestra libertad. Los cardenales tienen una gracia especial de estado, concedida por el Espíritu Santo, para cumplir bien su misión de electores, pero esa gracia no suprime su libertad. Los cardenales pueden resistirse a la gracia de Dios (y en muchos casos, así lo han hecho a lo largo de la historia de la Iglesia).
--Joseph Ratzinger
Los cardenales eligen a quien quieren y pueden actuar mal al hacerlo, rechazando la Voluntad de Dios y eligiendo a un candidato poco apropiado, ya sea por buscar su propio beneficio, por usar criterios del mundo, por dejarse llevar por amistades o enemistades o por cualquier otra causa. El Padre Aberasturi tiene razón (también Néstor), pero claro, donde no hay humildad, no se puede ver la grandeza de otros; ahí solo vale la propia opinión a la cual se la pone en un altar y se la adora. Ahí lo único que vale es lo que digo yo porque lo digo yo.
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¿Quién lo dice? Eso lo tienes que demostrar y no lo has hecho. Lo que gratis se afirma, gratis se puede negar. Ahí está Ratzinger diciendo lo mismo que yo (en realidad, yo estoy haciéndome eco de lo dicho por Ratzinger). Por tu parte, solo pura opinión, ni siquiera una cita de algún Padre de la Iglesia o de un Papa que respalde el disparate que has escrito.
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¿Y eso como lo sabes? (...)
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L.V.: Rubén, por favor, haya paz con otros comentaristas... Gracias.
Yo no diría que el Espíritu Santo escoge al Papa. . . . Yo diría que el Espíritu no toma exactamente el control del asunto,
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Esa frase de BXVI contradice a la Fe Católica. Es una aberración decir que al espíritu Santo se le escapa algo, por mínimo que sea.
Por cierto, las afirmaciones de Ruben no son Católicas.
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L.V.: Personalmente, no creo que en los cónclaves el Espíritu Santo anule la libertad humana. Inspira y guía a los Cardenales, sin duda. Pero entiendo que puede suceder que los Cardenales no le hagan caso. Al menos, parte de ellos. Cuestión distinta es que incluso ese tipo de situación, misteriosamente, pueda servir a los planes de Dios.
600 Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de "predestinación" incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia: "Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Sal 2, 1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías predestinado" (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de salvación (cf. Hch 3, 17-18).
599 La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios
Ya que donde dice muerte violenta de Jesús, bien podriamos decir, elección de un Papa hereje.
¿De verdad me está diciendo que tengo que explicarle por qué a Pedro le eligió como Papa el mismo Jesucristo, es decir, Dios?
L.V.: Personalmente, no creo que en los cónclaves el Espíritu Santo anule la libertad humana.
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¿ Quién ha dicho que se anule la libertad humana ?
Mire, la doctrina Católica es muy clara; Dios tienen un único plan que lleva a cabo tanto con la concurrencia a la Gracia como con el rechazo a la Gracia de los hombres, es decir que si el cónclave rechaza la inspiración de Dios al votar, esos actos tambien los ha integrado Dios en su plan y nada ha quedado frustrado.
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L.V.: Eso también lo he dicho yo. Le sugiero que se lea las respuestas completas.
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No, lo que tienes que demostrar es que mi afirmación (que no es mía) es errónea respecto de que Dios no elige al Papa; lo que tienes que probar es que la Iglesia enseña que el Papa es elegido por el Espíritu Santo. Pedro también fue elegido por hombres, en este caso UN HOMBRE: Porque Cristo tiene dos naturalezas, humana y divina; como también dos voluntades, humana y divina. Y Pedro fue elegido con Dios en la tierra, mientras estaba entre nosotros. Una vez que el Señor ascendió a los cielos, los demás Papas no fueron elegidos y puestos como Papas directamente por Dios. Hablas de falacia de autoridad, pero pretendes que se acepte lo que escribes sólo porque lo escribes tú. No puedes hacer más gala de autoridad. ¿Dónde está el dogma de fe que afirme que al Papa lo elige el Espíritu Santo?
De hecho, la Iglesia Católica nunca ha enseñado que el Espíritu Santo elige al Papa en un cónclave papal. La Iglesia enseña que el Espíritu Santo se pone a disposición en el cónclave, para guiar a los cardenales, si están dispuestos a escucharlo. Dios tampoco priva a los cardenales su libre albedrío. Los cardenales son libres de ignorar al Espíritu Santo y elegir a su propio hombre en su lugar - un hombre carnal que hará lo que quiere en lugar de lo que Dios quiere. Esto ha ocurrido muchas veces en la historia, y puede volver a suceder. Dios puede permitir esto, pero nunca positivamente quererlo. Pero si la afirmación de Benedicto XVI no te convence, menos te va a convencer la mía (que repito, no es mía).
Usted dijo lo siguiente: "que si al Papa lo elige Dios (o el Espíritu Santo) entonces sobran los Conclaves, las votaciones y las fumatas. Más aún sobran todos los cardenales."
Es por eso que yo le estoy diciendo que a Pedro lo eligió el mismo Jesucristo en persona para gobernar la Iglesia, que no por eso se dejaron de celebrar concilios (el de Jerusalén), que no por eso se dejaron de ordenar obispos, que no por eso Pedro estuvo libre de error etc...
Es decir, no estoy entrando en la discusión de si hoy en día es posible que al Papa lo elija Dios, sino que su argumento de que una elección directa del Papa por Dios anularía ciertas cosas es erroneo, y por eso pongo el ejemplo de Pedro, el primer Papa.
Saludos.
Se trata de rezar por un cardenal en particular para que sea docil a las inspiraciones del Espíritu Santo.
Busquen tufecha-sufuego.behakuna.com
Bendiciones!
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No es mi argumento, es el argumento de la Iglesia. Hazte un favor, examina la historia del Papa Benedicto IX; fue elegido mediante soborno, renunció y vendió el cargo de Papa a su padrino (quien fue el Papa Gregorio VI) para casarse con su prima y para volver a ser Papa apeló a la violencia.
Benedicto IX fue de lo más corrupto en la historia de los Papas (la otra joya es Juan XII). Ahora, si fue elegido mediante soborno ¿ahí el Espíritu Santo alentó y quizo el pecado?; si vendió el Papado a su padrino y futuro Papa, Gregorio VI, ¿el Espíritu Santo quiso la simonía? y si volvió a ser Papa mediante amenazas y el clero lo aceptó para evitar el derramiento de sangre, ¿el Espíritu Santo quiso imponer un Papa por medio de la violencia?
La historia misma te dice que el Espíritu Santo no interviene en la elección de los Papas. Y hay otros Papas que dieron vergüenza a la Iglesia, tanto en lo que hace a su elección (pecaminosa a todas luces) y como actuaron (investiga especialmente acerca de los Papas del llamado Siglo Oscuro). Y que Dios lo haya permitido, no quiere decir que lo haya querido.
Se trata de rezar por un cardenal en particular para que sea docil a las inspiraciones del Espíritu Santo."
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Amén. Necesitamos otro San Pío X.
Hazte un favor, examina la historia del Papa Benedicto IX.....
si fue elegido mediante soborno ¿ahí el Espíritu Santo alentó y quizo el pecado?; si vendió el Papado a su padrino y futuro Papa, Gregorio VI, ¿el Espíritu Santo quiso la simonía?
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Si responde a este mensaje, le agradecería no se refiera a mi con la frase "hazte un favor", y tampoco me tutee, que no nos conocemos de nada.
En otro orden de cosas, y desde el respeto, opino que usted no tiene muy clara la Verdad de Fe de la providencia Divina.
Rúben, con todo respeto, creo que se está olvidando de un punto clave en la teología católica: el querer permisivo de Dios también forma parte de Su voluntad. No todo lo que Dios permite es porque lo aplaude o lo celebra, sino porque su sabiduría infinita puede sacar bienes incluso de actos humanos miserables, como lo hizo con la traición de Judas o la negación de Pedro. ¿Acaso ahí tampoco actuó el Espíritu Santo porque hubo pecado de por medio?
Decir que la elección de Benedicto IX “se escapó” a la providencia divina es, sin querer, darle a los actos humanos más poder que al mismo Dios. Como si la corrupción humana pudiera sorprender o frustrar al Espíritu Santo, cuando en realidad Él actúa incluso en medio del barro y la simonía para llevar adelante el plan que solo Él comprende en plenitud. ¡Dios no se ausenta porque el escenario esté sucio, más bien es allí donde muchas veces más actúa, aunque no lo veamos al instante!
Así que no, no es que el Espíritu Santo "alentó el pecado", sino que permitió esa elección sabiendo que, aún con todos sus errores, formaba parte del entramado misterioso de la historia de la Iglesia que Él guía sin descanso. La Iglesia es santa, sí, pero hecha de hombres pecadores, y eso nunca ha sido impedimento para que el Espíritu Santo siga soplando. ¡Hasta en barcas medio agujereadas, Cristo es el que manda!
Ambas frases son ciertas.
La dificultad radica en que algunos ven impedimento para el libre albedrío si se dice que al papa lo elige Dios.
Es parecido a la dificultad que tienen algunos para entender la predestinación, o las profecías.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1, versículo 16 en adelante, después de explicar la traición y muerte de Judas; los apóstoles se proponen escoger a otro apóstol que ocupe su lugar. Y proponen a dos hombres, uno Barsabás, y otro Matías.
En el versículo 24, cuando los apóstoles están en oración, dicen al Señor: "muéstranos a cuál de estos dos has elegido".
Luego de eso echan a la suerte y esta cae sobre Matías.
De modo que su elección como apóstol se atribuye a Dios a pesar de que el método fue empleado por los apóstoles.
Esto se puede ver también en el Antiguo Testamento cuando el Señor le dice explícitamente a Samuel en [1 Reyes(1 Samuel) 9,16]: "Mañana, a la misma hora, te enviaré a un hombre del país de Benjamín; tú lo ungirás como jefe de mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo del poder de los filisteos."
En los versículos anteriores, se ven los motivos que condujeron a Saúl a encontrarse con Samuel. Saúl tenía libertad plena, sin embargo no dejaba de ser enviado por Dios para ser ungido rey.
Capítulos más tarde, en el 16, Dios mismo rechaza a Saúl diciéndole a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado para que no reine más sobre Israel?"
Así queda cristalino que el mismo Dios que eligió a Saúl como rey, también lo rechazó luego de su desobediencia.
Y más adelante se puede ver como Dios también escoge al Rey David que también pecó, y no solo a este, sino a todos los siguientes, tanto los buenos reyes como los malos. Dios los envía, por eso dice San Alfonso María de Ligorio en su libro "Conformidad con la Voluntad de Dios":
Verdad es, como acabamos de decir, que cuando un hombre te ofende injustamente, Dios no quiere el pecado que el otro comete, ni aprueba la malicia de su voluntad, aunque el Señor presta su general concurso a la acción material del que te injuria, te roba o te hiere; por tanto, el trabajo que padeces ciertamente lo quiere Dios y por su mano te lo envía. Por eso dijo el Señor a David que Él era el autor de las injurias que debía causarle Absalón, hasta el punto de quitarle en su presencia a sus mujeres, en castigo de sus pecados. “Yo,” le dijo el Señor, “haré salir de tu propia casa los desastres contra ti, y te quitaré tus mujeres delante de tus ojos, y dárselas he a otro.”
También predice a los hebreos que, en justo castigo de sus iniquidades, lanzará contra ellos a los asirios, para que los despojen y arruinen. “¡Ay de Asur!,” dice el Señor por Isaías, “vara y bastón de mi furor, enviarle he contra un pueblo fementido, y darle mis órdenes para que se lleve sus despojos, y le entregue al saqueo y le reduzca a ser pisado como el polvo de las plazas.” La impiedad de los asirios era como un hacha en manos de Dios para castigar a los israelitas.
Y el mismo Jesucristo dijo a San Pedro que su Pasión y Muerte no tanto le venía de la malicia de los hombres, como de la voluntad de su Padre, “El cáliz que me ha dado mi Padre,” le dijo, “¿he de dejar yo de beberlo?”
Cuando el mensajero (algunos quieren que sea un demonio) fue a anunciar al santo Job que los sabeos le habían robado toda su hacienda y que habían sido muertos todos sus hijos, ¿qué respondió? Estas muy expresivas palabras: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó.” No dijo, el Señor me ha dado los bienes y los hijos, y los sabeos me los quitaron; sino que, con mejor acuerdo, dijo: “El Señor me los dio, el Señor me los quitó”; porque sabía muy bien que la pérdida sufrida era conforme a su soberana voluntad, y por eso añadió: “Se ha hecho lo que es de su agrado; bendito sea el nombre del Señor.”
Con esta lógica se puede suponer que las autoridades que el Señor nos manda tanto buenas como malas, pueden perfectamente ser elegidas por el Señor para fines que solo Él conoce, bien sea el de santificar al rebaño, bien sea el de castigarlo.
Por eso dice San Juan Eudes en "El sacerdote y sus ministerios en su aspecto ascético-pastoral" Capítulo II.
La mayor señal de la ira de Dios sobre un pueblo y el más terrible castigo que sobre él pueda descargar en este mundo, es permitir que, en castigo de sus crímenes, venga a caer en manos de pastores que más lo son de nombre que de hecho, que más ejercitan contra él la crueldad de lobos hambrientos que la caridad de solícitos pastores, y que, en lugar de alimentarlos cuidadosamente, le desgarren y devoren con crueldad; que en lugar de llevarle a Dios, le vendan a Satanás, en lugar de encaminarle el credo, le arrastren con ellos al infierno; y en lugar de ser la sal de la tierra y la luz del mundo, sean su veneno y sus tinieblas.
Los sedevacantistas, suelen soltar una profecía (cierta o falsa, no sé), atribuída a San Francisco de Asís acerca de un Papa electo "no canónicamente", que dice: "alguien elegido no canónicamente, en los momentos de aquella tribulación, con la astucia de su error tramará dar la muerte a muchos[...] el Señor Jesucristo les mandará a un digno, no un pastor, sino un exterminador". Sin embargo en esta misma profecía(cierta o falsa, no sé) dice que es "el Señor Jesucristo les mandará". De modo que aunque fuese verdad que vienese un Papa, profeta, pastor, o lo que fuere; que sea malvado y tenga autoridad. Aun en ese caso, dicha autoridad vendría de Dios, y por eso dice "Jesucristo les mandará".
Es parte de la Revelación que toda autoridad viene de Dios:
[Romanos 13,1]
"no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por Él."
Si dice que "no hay autoridad", significa que todas las autoridades que recibimos, provienen de Dios. Incluso las autoridades Eclesiales.
Y esto queda confirmado en el Evangelio por Jesucristo:
[San Juan 19,11]
Jesús le respondió: «Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto.
A esto comenta San Agustín, que se deja entender toda autoridad, por pequeña que sea:
[San Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan 116]
Dios había dado a Pilato potestad de forma que estuviese también bajo la potestad del César. Por eso afirma: «No tendrías contra mí potestad alguna, esto es, por pequeña que sea la que tienes, si esto mismo, cualquier cosa que sea, no se te hubiese dado de arriba.
Y si esto se aplica a reyes, sacerdotes, profetas y apóstoles, en las Sagradas Escrituras, ¿por qué habría de ser diferente para los prelados que ya de por sí son sacerdotes, profetas y reyes? Por algo dice el Concilio Vaticano II:
[San Pablo VI Presbyterorum Ordinis 15]
La caridad pastoral urge, pues, a los presbíteros que, [...] consagren su voluntad propia por la obediencia al servicio de Dios y de los hermanos, [...] De esta forma guardan y reafirman la necesaria unidad con sus hermanos en el ministerio, y sobre todo con los que el Señor constituyó en rectores visibles de su Iglesia
Dice que el Señor los "constitituyó".
Alguno que dude de la autoridad vinculante del Concilio Ecuménico Vaticano II debe admitir que esta no es una enseñanza nueva, sino que es algo que los papas llevan diciendo desde hace siglos en concilios ecuménicos, ejemplo Trento:
[Concilio de Trento, Decreto sobre la Justificación (Denzinger 792)]
...él en nombre del santísimo en Cristo padre y señor nuestro Pablo III, Papa por la divina providencia...
Notemos las palabras "Papa por la divina providencia", Dios gobierna la Iglesia con su providencia, por eso dice la biblia "es tu Providencia, Padre, la que dirige el timón." (Sabiduría 14,3); Por esta providencia que gobierna la iglesia, Pablo III llegó a ser papa según Trento.
Pero cuando alguno piensa que por la promesa que Dios hizo a Pedro, es imposible, que a pesar de la providencia, el Señor haya podido elegir a pecadores y malos papas. Está lo que sale en el Evangelio:
[San Lucas 22,24-32]
24. Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.
25. Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores.
26. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor.
27. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
28. Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.
29. Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí.
30. Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31. Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo,
32. pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos».
Cuando los Apóstoles se preguntaban cual de ellos era el más grande, Jesús los encamina y luego afirma "Yo les confiero la realeza".
Recordemos la realeza de Pedro:
[San Mateo 16,19]
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos.
Si Pedro tiene las llaves del "Reino", es porque es su vicario (Isaías 22,21-22 las llaves responden al vicario del Rey), electo por el mismo Rey. Y por esto estas llaves son del "Reino".
De este modo se ve que Jesús mismo (Dios), les confiere la realeza.
Dicho lo anterior en Lucas se dirije a Pedro y le dice: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero Yo he rogado por tí".
Y allí le dice que cuando haya vuelto, confirme a sus hermanos; es decir Pedro habría de caer.
Y si seguimos leyendo lucas, el Señor le advierte que va a negarlo por 3 veces (a pesar de que ya le había dicho que le daría las llaves del Reino de los Cielos).
A esto comenta Teofilacto (Catena Aurea, Lucas 22,31-34):
Esto debe entenderse no sólo respecto de los discípulos que estaban allí presentes, para que fuesen fortalecidos por Pedro, sino también respecto de todos los fieles que hasta el fin del mundo habrán de existir; y para que nadie desconfíe viendo que Pedro, que a pesar de ser apóstol, le negó, logró por la penitencia recobrar su antigua prerrogativa y ser el jefe de la religión en todo el mundo.
De modo que Pedro, a pesar de que el mismo Jesucristo le entrega las llaves del Reino de los Cielos (y le otorga autoridad para atar y desatar, y recibe un trato predilecto de parte de Dios Hijo ante Dios Padre), habría de negar al Señor por 3 veces. Por eso, afirma Teofilacto, el Señor le advierte de su negación justo en los versículos siguientes. Y como advertencia para nosotros, para que no desconfiemos viendo la caída de Pedro. (en este caso, la de sus sucesores)
A la objeción de que Jesús es Verdadero Dios y Verdadero Hombre, y por tanto (según) eligió a Pedro en cuanto a su naturaleza humana y no Divina. Hay que recordar que Jesús nunca deja de ser Dios aunque sea Hombre, y es herejía separar estas dos Naturalezas por el concilio de Efeso(Dz.113), por eso las ordenes dadas por Cristo las recibimos de Dios, porque Jesús es Dios.
[Concilio de Efeso, Canon 4 sobre las Dos Naturalezas de Cristo] (Denzinger 116)
Si alguno distribuye entre dos personas o hipóstasis las voces contenidas en los escritos apostólicos o evangélicos o dichas sobre Cristo por los Santos o por Él mismo sobre sí mismo; y unas las acomoda al hombre propiamente entendido aparte del Verbo de Dios, y otras, como dignas de Dios, al solo Verbo de Dios Padre, sea anatema.
Todo Jesús es Dios, porque es 100% Dios. Solo que también es 100% Hombre.
Esto es un dogma de Fé.
Esto lo revela Nuestro Señor a Santa Brígida de Suecia, tal como aparece al inicio de Revelaciones:
[Santa Brígida de Suecia, Revelaciones, Libro 1, Capítulo 1]
No fui menos Dios, todo lo gobernaba y abastecía con el Padre y el Espíritu Santo, pese a que, con mi naturaleza humana, estuve en el vientre de la Virgen. Igual que el resplandor nunca se separa el fuego, tampoco mi divinidad se separó de mi humanidad, ni siquiera en la muerte.
Debido a esta unión inseparable "hipostática" por la cual ambas Naturalezas son de la misma única persona, nosotros decimos fácilmente que María es la Madre de Dios, aunque no haya engendrado a Dios Hijo en su Naturaleza Divina.
Y para finaliza, el mismo papa Benedicto XVI, cuando era cardenal, publicó el siguiente documento: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19821029_per-intinctionem_sp.html
En donde dice clarammente: "Nuestro Santísimo Señor, por la divina providencia Papa Juan Pablo II"
Papa Juan Pablo II llegó a ser papa por la Divina providencia, según el mismo Ratzinger.
De aquí mi conclusión (aunque puedo estar equivocado en este punto) es que su afirmación contraria tiene la intención de evitar que se caiga en la negación del libre albedrío. Si no lo dice con esta intención sino que niega que a los papas los escoja Dios, entonces está equivocado, ya que a los Papas los elige Dios ciertamente, y también los hombres. Sin que por esto se pierda la libertad que cada uno tenemos. Este misterio, lo admito, resulta muy dificil de entender. Aquí me toca afirmar como el apóstol: ¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! (Romanos 11,33)
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L.V.: Estimado Sr./Sra.: Le ruego que, por favor, escriba comentarios bastante más breves. La idea es que, si lo desean, los lectores escriban comentarios, no artículos. Gracias.
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No, no me refiero a usted; le contestaba al lector Fernando XXV.
"¿Acaso ahí tampoco actuó el Espíritu Santo porque hubo pecado de por medio?"
Dios actúa en todo, todo está bajo el control de Dios y eso lo dijo el mismo Cristo cuando nos enseñó que ni un pajarito cae a tierra sin que medie la voluntad del Padre. Nada escapa al control de Dios.
Pero también es cierto que el Señor dijo "¡Ay del mundo por los escándalos! porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por el cual viene el escándalo!" De este modo, Dios permite los escándalos, pero el que los ocasiona, se condena porque hace la tarea de Satanás. Entonces Dios, que quiere que se salven todas las personas, no puede querer que alguien escandalice (que de hecho, peca, ofende a Dios), solo lo permite. ¿Por qué lo permite? Primero porque respeta la libertad, el libre albedrío del hombre; permite que el hombre peque pero no quiere que el hombre peque, no quiere que el hombre lo ofenda; segundo porque aún de lo malo puede derivar cosas buenas a los que le aman, no al que obra lo malo, al que peca, porque eso lo lleva a la muerte. Pero no quiere decir que quiera un Papa malo, que en lugar de confirmar en la fe, confirme en el error. Lo permite, pero no lo quiere.
"Así que no, no es que el Espíritu Santo "alentó el pecado", sino que permitió esa elección sabiendo que, aún con todos sus errores, formaba parte del entramado misterioso de la historia de la Iglesia que Él guía sin descanso."
Es exactamente yo lo que yo digo y dije desde mi primer comentario; el Espíritu Santo permitió ese Papa, no lo quiso.
"Ambas frases son ciertas."
Responder a todo lo que has escrito llevarías a un comentario tan largo como el que la Dra. Lina quiere que no se produzcan en su blog. Pero en el caso que nos ocupa, Dios sugiere y el hombre es libre de aceptar o no. La gracia no es irresistible.
La mejor prueba de que el Espíritu Santo no elige al Papa (inspira, sugiere, pero el hombre es libre de aceptar), está en la cita que incluiste en tu comentario:
La mayor señal de la ira de Dios sobre un pueblo y el más terrible castigo que sobre él pueda descargar en este mundo, es permitir que, en castigo de sus crímenes, venga a caer en manos de pastores que más lo son de nombre que de hecho, que más ejercitan contra él la crueldad de lobos hambrientos que la caridad de solícitos pastores, y que, en lugar de alimentarlos cuidadosamente, le desgarren y devoren con crueldad; que en lugar de llevarle a Dios, le vendan a Satanás, en lugar de encaminarle el credo, le arrastren con ellos al infierno; y en lugar de ser la sal de la tierra y la luz del mundo, sean su veneno y sus tinieblas.Ya ves, DIOS PERMITE (y en los casos en que el hombre fue permeable a su voluntad, se puede decir que Dios deseó positivamente a ese Papa, pero no lo impuso). Por supuesto, el hecho de que Dios permita no implica que escapa a su control.
Lo que Dios quiere que pase, pasa; lo que Dios no quiere que pase, no pasa; y hay situaciones en donde Dios no quiere, pero permite (digamos que quiere permitirlo). Dicho todo lo anterior, y aunque parezca una contradicción, en la situación actual de la Iglesia, debemos orar para que Dios coloque en la cátedra de Pedro, al pastor que el quiere positivamente, más allá de la voluntad del hombre. Que en este caso no sea un permitir, un sugerir, sino un positivamente querer.
Es exactamente yo lo que yo digo y dije desde mi primer comentario; el Espíritu Santo permitió ese Papa, no lo quiso.
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Deberíais no aplicar a Dios los esquemas mentales humanos.
Decir que el Santo Espíritu Santo no quiso a tal o cual Papa, es lo mismo que afirmar que el E.S no quiso la traición de Judas, no quiso la cobardía de Pilatos ni las negaciones de Judas. Pero obviamente esto no es así; Dios si lo quiso, así lo dispuso, ya que de otra manera no se hubiera realizado el impresionante plan de redención que estaba planeado desde antes que creara el mundo.
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L.V.: Si algo deja claro el Evangelio es que tanto Judas como Pilato pecaron. Y Dios no puede querer el pecado, sería querer lo contrario de Sí mismo. Cuestión distinta es que Dios sepa sacar bienes de los males y que, incluso las situaciones de pecado, misteriosamente, puedan cooperar a la realización de los planes de Dios.
Es exactamente yo lo que yo digo y dije desde mi primer comentario; el Espíritu Santo permitió ese Papa, no lo quiso.
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Creo que es un problema semántico, ya que el permitir es QUERER. Ahora bien:
1.- Si Ruben quiere decir que a Dios le repugna ese Papa y que hubiera podido tener un plan mejor para eso momento de la historia si se hubiera elegido a otro, esta cometiendo una herejía pues estaría negando que Dios es todopoderoso y que su plan inicial y único (donde integra aciertos y errores humanos--- es posible ser frustrado
2.- Si Ruben quiere expresar que a Dios le repugna ese Papa elegido y que Él hubiera elegido a otro ya que dejó la creación a su aire y sin intervención Divina, igualmente estaría dando patadas a la doctrina Católica.
Para entender que el “permitir” de Dios también puede ser un “querer” activo y consciente, una buena forma es usando ejemplos humanos analógicos. Aquí van algunos que ayudan a visualizar esa paradoja:
Ejemplos humanos análogos a la idea de “permitir como forma de querer”:
Padre que deja caer al hijo para que aprenda a levantarse:
No quiere el dolor del niño, pero permite que tropiece porque quiere que madure, crezca, desarrolle equilibrio.
Maestro que deja que un alumno cometa errores:
No le induce al error, pero lo permite para que aprenda más profundamente, queriendo su crecimiento intelectual.
Cirujano que causa dolor para curar:
El médico permite el sufrimiento temporal de una operación porque quiere el bien superior de la salud. El mal temporal está “permitido” en función de un bien mayor.
Aplicado a Dios:
Dios no quiere el pecado como tal, pero lo permite activamente (dentro de su único plan) en un mundo con libertad porque:
De ahí puede sacar bienes mayores.
La libertad humana es un bien inmenso.
Es un misterio, pero Él sigue siendo soberano incluso cuando permite el mal.
“A los que aman a Dios, todo les sirve para el bien” (Rom 8,28) no dice que todo lo que ocurre es bueno, sino que Dios permite con intención soberana incluso lo malo para obtener un bien superior.
+ La historia de José (Génesis 50:20)
"Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien."
Sus hermanos lo vendieron (pecado), pero:
Dios quiso y usó ese mal para salvar a muchas vidas en Egipto.
+ La calamidad de Job (Job 1–2)
Satanás provoca la desgracia, pero sólo con permiso de Dios.
Dios permite y quiere que ocurra, y también desea purificar a Job y manifestar su fidelidad.
+ El pecado de David con Betsabé (2 Samuel 12)
Dios permite el pecado, pero lo castiga y lo usa para transformar el corazón de David.
El mal fue libremente cometido, pero integrado en el plan redentor del arrepentimiento y conversión.
En el caso de David hay que entender que Dios puso el escenario y David fue libre cometiendo el adulterio. Para Dios hubiera sido muy fácil evitar que David y Betsabé se hubieran conocido. Los actos son libres pero los escenarios los pone Dios.
Cuando se habla de querer y permitir hay que entender que en ambos casos hay un querer activo dentro del unico plan que Dios ya trazó. Obviamente hay pasajes dolorosos de ese plan que a Dios le duelen, pero eso no resta en su querer que ocurran. ¿ Nos enteramos ya Ruben?
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Gracias Dra. Lina porque iba a responder en el mismo sentido que usted al comentarista, pero lo suyo no solo es sintético sino de una gran claridad doctrinal. Esperemos que su reflexión ayude al comentarista a adquirir una mayor comprensión de la doctrina católica. Evidentemente desconoce la distinción entre mal moral y mal físico. Al mal físico Dios puede quererlo positivamente, en tanto que el mal moral únicamente es permitido, nunca querido.
L.V.: Si algo deja claro el Evangelio es que tanto Judas como Pilato pecaron. Y Dios no puede querer el pecado, sería querer lo contrario de Sí mismo.
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Es obvio que Dios no quiere el pecado!
Pero también es obvio que Dios ha querido positivamente que ese pecado esté donde tiene que estar en su único plan de salvación que ya trazó antes de crear el mundo. Dios no va improvisando. Dios no es un GPS que va a salto de mata mientras vamos frustrando su plan con nuestros pecados. Dios trazó una línea donde integró nuestra concurrencia con la Gracia y nuestro rechazo a la Gracia, y tanto unos como otros actos están donde Dios quiere que estén.
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L.V.: Sí, eso es, mutatis mutandis, lo que yo dije a continuación de la frase que usted ha reproducido.
Por otro lado está claro que Dios no quiere el pecado. Pero mucha gente mezcla el que Dios no quiera el pecado con la idea de que Dios no puede querer que tal pecado esté situado en su providencia en un punto concreto de la historia.
ERGO
Todos los pecados que cometimos y cometeremos ya están ordenados en el lugar DONDE DIOS QUIERE QUE ESTÉN, y por tanto nadie tiene derecho a opinar en contra de esto porque es LA DOCTRINA CATÓLICA DE LA PROVIDENCIA.
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No, no es así; está mal expresado y lleva a confusión. Dios no puede querer nunca el pecado. Escribe lo que escribe porquen no tiene en cuenta, ignora la distinción entre mal moral y mal físico. El mal moral, el pecado, Dios no lo quiere nunca, únicamente lo permite; por otro lado, el mal físico Dios puede (no siempre) quererlo positivamente.
Cuando alguien peca contra otra persona, se produce simultáneamente una situación de mal moral (en el perpetrador) que Dios no quiere nunca (solo la permite) y una situación de mal físico (en aquel que es objeto del pecado) que Dios puede (no siempre) querer positivamente.
En el caso de José (como en el caso del Señor) Dios no quiso (solo permitió) el pecado de los hermanos de José (como tampoco quiso el pecado de Judas, etc.) pero "tal vez" si quiso el mal físico de éste último (como también quiso -sin "tal vez"- el mal físico que padeció el Señor). Eso es lo que usted no considera y lo lleva a sostener afirmaciones erroneas.
Respecto a que Dios puede querer positivanente el mal físico de una persona, hay que recordar que los pecados, por más que hayan sido confesados y perdonados, queda la pena. Y esa la pagamos con sufrimiento en esta vida o en la otra. De modo tal que el dolor del que podemos ser víctimas a causa del mal moral que otros cometen contra nosotros, nos sirven para pagar la deuda que contraimos con Dios a causa de nuestros pecados. ¿Y qué del mal físico que puede padecer un santo por el pecado de otros? ¿Dios lo quiere? Pues puede perfectamente quererlo para mayor gloria de ese santo en el cielo. Cómo dice San Pablo:
"Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo".
Conclusión: decir así como así que "Dios quiso y usó ese mal" es un disparate. Dios nunca puede querer el mal "a secas"; la Dra. Lina se lo explicó inmejorablemente. Dios quiso (o tal vez solo permitió) el mal físico de José pero nunca quiso el pecado de sus hermanos, nunca quiso ese mal moral. Correcta hubiera sido la afirmación "Dios quiso el mal físico que padeció José, primero porque lo limpiaba y segundo porque lo iba a canalizar conforme a sus planes, pero aborreció el pecado, el mal que cometieron sus hermanos".
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No! Dios nunca quiere positivamente algún tipo de pecado. ¿Cómo vas a querer Dios que se lo ofenda? Usted escribe sin pensar. Correcto es afirmar "Dios a permitido ese pecado en esa precisa situación". Decir que Dios quiere positivamente un pecado es un disparate mayúsculo.
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No, no y no! Dios no quiere el pecado nunca. El que peca gravemente contra la doctrina es usted. Dios puede PERMITIR, NUNCA QUERER, un pecado concreto en la línea espacio-temporal. ¡Cómo Dios va a dar mandamientos para que el hombre los cumpla y querer después que los quebrante! Vaya disparate el que has escrito.
Si te tomas el trabajo de leer todos mis comentarios, verás claramente que he querido decir y que tu comentario ya ha sido respondido; no voy a repetirme. Si te dejo para que medites sobre que quiso decir el Señor con "hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo" (o si lo prefieres "hágase tu voluntad, así como en el cielo, también en la tierra"). Piensa en ello, ¿por qué Cristo nos enseñó a pedir por ello?
Esto no es cierto y, por tanto, el resto de su argumento es falso. No siempre se produce un doble mal al pecar (sea contra uno mismo o contra el otro), si no harías depender el mal moral del mal físico, por lo que el pecado de, por ejemplo, los ángeles, no podría existir al ser seres inmateriales. Y si asume que esto es solo en el caso de los seres humanos porque son materiales, es también falso, puesto que entonces el sacrificio de Jesucristo no hubiese podido salvarnos; hubiese tenido que limpiarnos materialmente aparte de moralmente; en cambio, la salvación es, primero del alma y, una vez rescatada esta, se posibilita la resurrección en cuerpo y alma.
Esto es así porque en la jerarquía de valores el alma vale más que el cuerpo, demostrado por Jesucristo al decir: «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.» Es decir, es posible que alguien pueda hacerte un mal físico, pero no puede dañar tu alma si tú no lo permites, en cambio, el doble daño del perecer el alma como el cuerpo se refiere solo al alma del que comete el pecado y no al que recibe el mal. De hecho, uno puede pecar de pensamiento contra otro, al pensar mal de este y juzgarlo interiormente; otro ejemplo es que uno puede pecar contra Dios (que al final es Otro distinto a mí) blasfemando en corazón y cometería así un mal puramente moral.
Su argumento conlleva por necesidad que el pecado sea siempre mal físico. De hecho, usted no ha sido capaz de definir qué es pecado moral sin hacerlo depender del físico, por lo dicho antes. Debe de ser usted jesuita o de su escuela, esta argumentación es típica de ellos.
Dios no puede querer nunca el pecado.
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Que ya lo sabemos Ruben!
Pero los pecados que cometemos es Dios quien ordena donde y cuando se cometen; desde el más pequeño hasta el más cruel. De lo contrario la creación se le iría de las manos.
Por eso, nadie, repito nadie, tiene derecho a decir que Dios no hubiera querido que tal Papa fuera elegido. Lo único que debemos hacer, es desde la humildad, preguntarnos por qué lo habrá dispuesto así Dios y pedirle luces para entenderlo.
Mire Ruben, si usted mañana paseando por su ciudad, al doblar la esquina unos pandilleros le pegan una paliza y le dejan tetraplégico,no vaya a pensar que se le ha ido de las manos a Dios la historia de su vida y perdió el control sobre la obra de redención que pensó para usted antes de que usted hubiera nacido.
Estudie doctrina y deje de deformarla.
en tanto que el mal moral únicamente es permitido, nunca querido.
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No vuelva a insinuar que yo he efirmado que Dios quiere el mal moral; ¿ le queda claro ?
La voluntad antecedente de Dios –por ejemplo, quiere que todos seamos santos (2Tes 4,3)– no siempre se realiza, pues no es una voluntad absoluta, sino condicionada: Dios quiere la santidad de cada hombre, si no se opone a ello un bien mayor, por él mismo querido. Pero la voluntad consecuente de Dios versa, en cambio, sobre lo que él quiere
en concreto, aquí y ahora; y esta voluntad es absolutamente eficaz e infalible. Esta tradicional distinción teológica, lo mismo que otras consideraciones especulativas, puede ayudar un poco a explicar el misterio; pero la Providencia divina siempre ser para el hombre un gran misterio. «Mysteria semper erunt mysteria».
Y si la voluntad antecedente de Dios es que en un determinado momento de la historia haya un Papa determinado, a nosotros sólo nos toca preguntarnos por qué Dios lo habrá querido asi, pero jamás cuestionarnos que esa eleccion Papal frustró los planes de Dios, ya que sería una herejía.
Rubén (de Argentina),
Cuando el Señor permite un mal, también se puede interpretar como que lo envía, de ahí la cita de Amos 3,5: "¿Sucede alguna desgracia en un pueblo sin que venga del Señor?" o de Isaías 45,7 : "Yo que formo la luz, y creo las tinieblas; que hablo la paz, y envío los castigos alos pueblos. Yo el Señor que hago todas estas cosas." o Eclesiástico 11,14: "De Dios vienen los bienes y los males"
Por eso es perfectamente lícito decir que todo cuanto ocurre es porque Dios así lo quiere, incluyendo los resultados de un cónclave.
Gran parte de ese libro que cito de San Alfonso María de Ligorio se detiene explicando este punto. Por eso dice poco después: "Es indudable y es de fe que todo cuanto en el mundo sucede, todo sucede por quererlo así Dios".
Aquella cita de San Juan Eudes dice que el Señor es quien "descarga" ese castigo, y San Antonio María Claret va mas lejos y dice que lo "envía":
cuando su justa indignación alcanza su punto culminante, envía el último y más atroz de sus castigos al permitir que ministros infieles, sacerdotes manchados, pastores escandalosos aparezcan entre los hombres.
Por eso aquí el santo usa ambas palabras "envía" y "permitir".
De modo que aunque los permita tambien los recibimos de Él.
La palabra apóstol, por cierto, significa "enviado".
El Señor por ejemplo, permitió el mal de Judas Iscariote, pero también lo escogió. Por eso en Juan(15,16) dice: "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros", en otro pasaje(mc 3,13) dice: "llamó a los que él quiso" y en el siguiente(mt 3,14) "instituyó doce". De modo que queda claro que Dios escogió a Judas para ser Apostol, y poco antes de ser traicionado por este le dice en (Jn 13,27): "lo que haces hazlo presto".
Con esto queda claro que aún permitiendo su traición, Dios lo eligió. Por tanto es ilógico pensar que un sucesor de los apostoles que siga los pasos de Judas no haya sido elegido por Él solo por su maldad. (este era uno de los errores de Lutero)
Así se reitera la enseñanza bíblica: "no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por Él."
Ruben (de Argentina) dice: "el Espíritu Santo no elige al Papa (inspira, sugiere, pero el hombre es libre de aceptar)"
Inspira y sugiere son verdad. Lo de decir que "no" elige al papa es falso. Porque como ya dije, Dios actua sin quebrantar el libre albedrío.
Con este mensaje y el anterior se contesta la mayoría de las objeciones. Decir que Dios no elige a los papas porque los ha habidos malvados, es falso, el ejemplo del Rey David, Saúl, Judas, Pedro, etc.
Decir que Dios no elige a los papas porque "respeta la libertad" también es falso, porque la providencia de Dios actúa sin quebrantar el libre albedrío. Por eso eligió a los doce aunque todos tenían su libertad, y el Señor conocía de antemano lo que cada cual haría. (San Juan 2,25)
Decir que Dios no elige a los papas porque Jesús eligió Pedro solo como hombre también es falso, porque es herejía.
Decir que Dios no elige a los papas porque solo los permite, es falso, porque son ambas cosas.
A todos estos argumentos he presentado textos de santos, citas bíblicas y documentos del magisterio.
Ahora te pregunto, Rubén. Además de la frase de Benedicto XVI (que encima ni era papa en ese momento) ¿tienes alguna fuente bíblica o magisterial donde se diga que Dios "NO" elige al papa? Dentro de la Tradición, ¿algún santo ha dicho tal cosa?
El único texto que veo citar siempre es el de Ratzinger.
El error de Ratzinger es que basa su argumento en la idea de que alguien malo no puede ser elegido por Dios.
Pero esto contradice ampliamente las escrituras:
San Juan 6,70
Jesús les dijo:
«¿No los elegí yo a ustedes, a los Doce? Y sin embargo uno de ustedes es un diablo.»
por ultima vez. Lo que afirmo es que es Dios quien ordena dentro de su plan providente donde y cuando se producen; de lo contrario tendríamos un Dios impotente.
¿ Dios quiere que alguien peque ? NO! Pero si peca ¿ es Dios quien coloca donde y cuando se produce? SI!
Por tanto, si Dios coloca un Papa hereje en un momento dado de la historia, usted no es quien para decir que Dios perdió el control; es más, usted sería tan hereje como ese Papa.
¿ Lo entiende ya ?
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No lo insinúo, usted mismo lo escribió. Con los disparates que usted sostiene, se llega a la conclusión que Dios quiso el pecado de Adán y Eva. Y si Dios no quiso ese pecado, entonces no quiso ninguno. Punto a esta discusión; usted ya leyó lo escribí, es libre de creerlo o no. El que rendirá cuentas por las herejías (son tales pues pertinazmente se sostiene en el error) es usted.
En efecto, «el Señor reina, tiemblen las naciones…» (Sal 98,1). «El Señor frustra los proyectos de los pueblos, pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad» (32,11). «Levantan los ríos su voz, levantan los ríos su fragor; pero más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor» (92,3-4). «El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables…» (96,1). Él mismo Señor lo afirma: «el pasado lo predije de antemano: de mi boca salió y lo anuncié; de pronto lo realicé y sucedió». Y ahora el futuro «te lo anuncio de antemano, antes de que te suceda te lo predigo» (Is 48,3-5).
¿Quién podría acusar a Dios, que así nos habla y se nos revela, de alardear en vano de un infalible poder providente que no tiene? Confesemos, pues, con alegría: oh Dios, «tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad» (Sal 144,13). Dice el Catecismo: «el testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina Providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las Sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el curso de los acontecimientos: “nuestro Dios está en los cielos y en la tierra, y todo cuanto quiere lo realiza” (Sal 115,3). Por eso, “hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero solo el plan de Dios se realiza” (Prov 19,21)»
Los pecados que cometemos Dios no los quiere, pero los cometemos, y es Dios quien ordena dichos pecados dentro de su plan Providente; no ocurren de forma caótica y al margen del designio de Dios. Este es el sentido en el que digo que Dios quiere que tal pecado esté situado en un punto de la línea espacio-temporal, ( no en el sentido de que Dios quiera el pecado)
No tergiverses mis palabras.
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L.V.: También yo pienso que, aunque Dios no quiere que pequemos, de forma misteriosa sabe aprovechar, incluso, nuestros pecados, para la realización de su plan providente. No obstante, están debatiendo ustedes sobre algo que no deja de ser un profundo misterio.
Esto no quiere decir que la Providencia divina se vea de ningún modo frustrada por nuestro pecado o que Dios sea sorprendido por nuestras acciones, sino que la causa de nuestra acción pecadora es, en ultima instancia, nuestra propia elección libre, que entra en marco del Plan divino.
En efecto, entra en los planes de la Providencia que muchos bienes existan con ocasión de ciertos males; y sin estos difícilmente o de ningún modo se producirían. Afirma Santo Tomás al respecto: “Si la Divina Providencia excluyera totalmente el mal del universo creado, sería preciso disminuir la cantidad de los bienes, cosa que no debe hacerse, porque más poderoso es el bien en la bondad que el mal en la maldad. Por lo tanto, la Divina Providencia no debe suprimir totalmente el mal de las cosas.” (C.G., III, 71) Piénsese que la virtud se ve a menudo probada y fortalecida en situaciones de dificultad, en respuesta generosa -auxiliada por la ayuda de Dios- a determinados males que jalonan la existencia humana. Como ya se ha apuntado más arriba, Dios de los males saca bienes (cfr. S. Th. I, 48 a.2, ad 3).
En virtud de lo anterior, tanto si el Papa elegido es Santo como si es hereje, están puestos ahí por el Plan Providente de Dios, y quien diga que el plan de Dios quedó frustrado por una eleccion "incorrecta" peca gravemente contra la doctrina.
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Si, un misterio que la doctrina y las explicaciones del magisterio han aclarado bastante. Sólo tiene usted que ver todas las audiencias del san Juan Pablo II sobre el pecado y la Providencia o los innumerables post del P. Iraburu sobre la Providencia-Gracia y pecado.
Todos los puntos en los que yo me he metido en el debate están plenamente aclarados en lo anterior.
Es un misterio en cómo lo hace dios, pero ya no está tan oculta la Verdad que hay detras del misterio, que básicamente es:
Que Dios ya tiene trazado un único plan en el que ya están integrados todos los pecados que cometemos y cometeremos, porque es voluntad de Dios que sea así. Dios sólo tiene un única voluntad.
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L.V.: No lo olvido :)
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