InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

28.06.08

Una visita pastoral

Una visita pastoral es una ocasión propicia para que el Obispo diocesano tome el pulso a la situación de su diócesis, a cada parroquia, a cada comunidad de fieles. Una tarea esencial para cumplir la misión, propia de los Obispos, de enseñar, regir y santificar al Pueblo de Dios.

El contacto directo con los fieles permite al Obispo escuchar las inquietudes de los mismos y dar una respuesta que siempre estimula a vivir con mayor entrega la vocación cristiana. En la Parroquia de San Pablo, el Obispo, José Diéguez Reboredo, ha optado por un estilo de visita marcado por la discreción. No ha habido grandes masas, ni grandes encuentros. Sí un diálogo sereno con los sacerdotes que están al servicio de la Parroquia. También un contacto con el mundo del dolor y del sufrimiento, visitando a algunos enfermos. Y un encuentro clarificador con los representantes de los grupos parroquiales, en el que habló y se debatió sobre problemas que afectan actualmente a los cristianos como la Educación para la Ciudadanía, la transmisión de la fe de padres a hijos, la financiación de la Iglesia, etc.

Sensible al cuestionamiento que el secularismo ambiental plantea a la fe cristiana, Diéguez Reboredo animó a respetar “los tiempos de Dios”, a cumplir cada uno con su propia misión, sin esperar, a cambio, un éxito inmediato. La situación actual, a su juicio, se parece a la de los primeros siglos del cristianismo. Tiempo de compromiso sereno y de confianza en la ayuda de Dios.

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27.06.08

¿Derechos para los simios?

El Grupo Socialista desea que el Gobierno apoye el llamado “Proyecto Gran Simio”, una iniciativa presidida por el filósofo Peter Singer que pretende la inclusión de los grandes simios (chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes) en la categoría de “personas”, otorgándoles la consecuente protección moral y legal, hasta ahora reservada sólo a los humanos.

El Proyecto, que dice inspirarse en los ideales de la sociedad anti-esclavista, argumenta partiendo del parentesco genético que vincula a los humanos con estos antropoides, así como de la semejanza que, según los promotores del mismo, existe entre el comportamiento de los humanos y el de estos animales.

A estas alturas de la película, uno ya no se asombra de nada. Podría pensarse en una tomadura de pelo en sede parlamentaria, como tantas otras a las que cada día asistimos. Pero parece que el asunto va en serio, y podría desembocar en una Ley que colocase a España en la “vanguardia” mundial de la defensa de los simios. España siempre es diferente. Cada día más.

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24.06.08

Una entrevista en "El Observador de la actualidad"

«Yo quería responder a lo que Dios esperase de mí»
Escrito por María Velázquez Dorantes
Domingo 22 de Junio 2008
¿POR QUÉ ME HICE SACERDOTE?

Entrevista al padre Guillermo Juan Morado, sacerdote español

Por María Velázquez Dorantes

Nació en Mondariz (Pontevedra, España) en 1966. Fue ordenado presbítero el 29 de junio de 1991. En Roma se doctoró en teología y se licenció en filosofía. Actualmente es párroco de la parroquia de San Pablo, de Vigo, y profesor del Seminario Mayor de Vigo.

¿Cómo nace la inquietud de ser sacerdote en usted?

«Mire, no lo sé. Creo que ha sido algo paulatino. Yo quería responder a lo que Dios esperase de mí, sin una idea muy clara de lo que podría ser. Poco a poco, después de pasar al Seminario Mayor, con 18 años, vi más claramente que Dios me llamaba al sacerdocio. Siempre tuve la confianza de que, si eso no fuese lo que Él me pedía, me lo haría comprender».

¿Cómo describiría su vida sacerdotal?

«Como una vida de servicio. Se trata se ser instrumento de Cristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Nuestra misión es predicar su palabra, celebrar sus sacramentos y ayudar a vivir la unidad al pueblo cristiano».

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22.06.08

El Obispo de Lugo lo tiene claro

La Voz de Galicia ha publicado una entrevista al Obispo de Lugo, Mons. Carrasco Rouco. El tema, la Educación para la Ciudadanía. La ocasión, la reciente publicación de una “Nota” de los Obispos de Galicia que ha sido acogida, por sectores ligados al poder, con descalificaciones sumarísimas.

En la entrevista, Mons. Carrasco Rouco entra en materia. La crítica que se puede hacer a la Educación para la Ciudadanía no es una crítica puramente formal y teórica. No se trata sólo de que, abstractamente considerado el problema, se vulnere el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos en conformidad con sus propias convicciones morales y religiosas. Derecho que, en efecto, se vulnera. Pero hay más, esa lesión al papel de los padres toma cuerpo en asuntos bien concretos; por ejemplo en lo relacionado con la ideología de género y con el modelo de familia.

A estas alturas ya hay manuales de Educación para la Ciudadanía. Ya no se discute sobre la letra de un decreto, sino sobre los textos que los sufridos alumnos tendrán que estudiar, incluso contra la voluntad de sus padres, si es que estos no objetan. Textos que, en aspectos importantes, imponen una ideología; una visión de la realidad amparada no por la verdad de las cosas, sino por el poder.

Es muy expresivo que Mons. Carrasco Rouco se pregunte, a la hora de dilucidar qué es el bien, si hay que preguntar a Platón – es decir, a la tradición filosófica – o al ministro de turno. La antigua opción Ética o Religión era mucho más razonable que la actual oferta: Educación moral a golpe de mayoria parlamentaria para todos y Religión condenada a los márgenes del sistema educativo.

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21.06.08

El miedo, la confianza, el valor

Por tres veces repite el Señor en el Evangelio la misma exhortación: “No tengáis miedo” (cf Mt 10,26-33): No tengáis miedo a los hombres; no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; en definitiva, no tengáis miedo… Estas palabras de Jesús se encuadran en el contexto de las instrucciones que da a los suyos para llevar a cabo la propagación del Evangelio.

El miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario; es el recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. Uno de los efectos del miedo es la parálisis, la detención de cualquier actividad. Un cristiano atenazado por el miedo no puede ser un cristiano apostólico. Sería un cristiano incapaz de anunciar a Jesucristo, de hablar de Él, de dar testimonio con la palabra y con las obras.

Muchas razones pueden causar en nosotros el miedo. Puede ser el temor a no ser comprendidos por la mentalidad dominante; la sospecha de que nuestro anuncio puede causar rechazo; la inseguridad que provoca la falta de firmeza de nuestra adhesión al Evangelio. Puede ser, quizá, el recelo de imaginar que el cristianismo ha cumplido ya su función histórica y no tiene apenas nada que ofrecer en nuestros días. El miedo provoca timidez, cobardía, desaliento, vergüenza a la hora de definirse claramente como cristianos.

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