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26.08.22

“Rosario. Poesía, oración y mística”, de Gilberto Gómez González

La editorial CCS anuncia la próxima publicación de un volumen titulado “Rosario. Poesía, oración y mística”, cuyo autor el es Obispo de Abancay, en Perú, Mons. D. Gilberto Gómez González, originario de la Diócesis de Tui-Vigo.

Sobre el libro nos dice la editorial: “Este poemario remite a la oración mariana por excelencia, y por mariana, cristocéntrica, porque es la oración que contempla los momentos más relevantes de la historia de la salvación y recorre la misión de Cristo a través de sus hitos significativos. Oración y poesía han ido desde siempre unidas, hasta el punto de que quizá resulte ocioso preguntarse qué fue primero. El pueblo de Israel ha orado y salmodiado en verso, la Palabra inspirada se ha transcrito en versos tan humanos como divinos en los Salmos, en el Cantar de los Cantares, y la Virgen María es ella misma poeta: la única vez que en los evangelios escuchamos largo y tendido la voz de la Virgen es para escuchar de sus labios un himno exultante de alegría, el Magníficat, con el cual llevamos más de dos mil años orando los cristianos cada día en la oración de vísperas. Es decir, la via pulchritudinis, que tanto reivindicamos hoy, ha sido el camino naturalmente espontáneo en los anhelos humanos a la cercanía de Dios”.

Sobre el autor, la editorial señala: “Nació en 1952 a la orilla del Miño, en la parroquia de Albeos, del municipio de Crecente, en la diócesis de Tui-Vigo. Es sacerdote desde el año 1975. Fue vicerrector del seminario menor de Tui-Vigo desde 1975 a 1985. Miembro de la “Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana", fue destinado a Abancay, primero como rector del Seminario Menor diocesano (1986-1992) y párroco de Tamburco y después como rector del Seminario Mayor de Abancay. Desde 2002 es obispo de la diócesis de Abancay (Perú). En el año 2005 ganó la XXIV edición Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística”.

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25.07.22

Sabios consejos

He vuelto a leer la exhortación apostólica del papa san Pablo VI “Evangelii nuntiandi”, sobre la evangelización del mundo contemporáneo. El texto fue publicado en Roma en 1975, en el décimo aniversario de la clausura del concilio Vaticano II.

Han pasado ya cuarenta y siete años, pero, a mi modo de entender, el documento sigue siendo actual. Algo así sucede con los clásicos, que envejecen muy bien, ya que consiguen que, incluso mucho tiempo después de que hayan sido escritos, resulte provechoso frecuentarlos de nuevo.

El capítulo siete expone las condiciones fundamentales que harán que el anuncio del evangelio sea no solo posible, sino también activo y fructuoso. En un determinado momento, el papa se fija en la persona misma de los evangelizadores.

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21.07.22

Un artículo publicado en "Salmanticensis"

La revista “Salmanticensis", de la Facultad de Teología de la UPSA, ha publicado en su reciente número un artículo mío titulado: La fe que nos salva. Aproximación pastoral a la teología fundamental de Fernando Sebastián Aguilar”, que puede leerse en la red.

La teología de la fe estudia el dinamismo humano del creer y lo hace, en este momento, en una situación que podríamos calificar como de “masivo de-caimiento de la fe cristiana”. Esta situación ha estado muy presente en la re-flexión teológica de Fernando Sebastián Aguilar (1929-2019), quien ha señalado en diversas ocasiones que el principal problema pastoral de la Iglesia es “la clarificación y el fortalecimiento de la fe de los cristianos”.

Clarificar la fe, analizar en qué consiste el creer, es una de las competencias que se le suelen reconocer a la Teología fundamental. Fortalecer la fe de los creyentes es uno de los fines principales de la acción pastoral de la Iglesia. El vínculo entre ambas tareas es el objetivo que persigue Fernando Sebastián en su obra “La fe que nos salva. Aproximación pastoral a una Teología fundamental".Este libro ha sido considerado como “una magnífica introducción, quizá la mejor que exista en español, a la teología del acto de fe”.

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19.07.22

La secularización de la muerte

A poco que observemos la realidad, se impone la certeza de que también la muerte, y no solo la vida, se ha secularizado. Hace no mucho, casi nadie, por no decir nadie, tenía un funeral laico. Hoy, cada vez más, lo extraño está siendo que alguien tenga unas exequias religiosas.

El proceso de secularización, de separación y distanciamiento entre lo profano y lo religioso, entre lo mundano y lo divino, combina la crisis de la práctica religiosa y la emergencia de una ritualidad difusa, no específicamente religiosa y, por supuesto, en absoluto específicamente cristiana y católica.

La secularización, dicen los grandes teóricos que han analizado este fenómeno, no lleva consigo la desaparición de lo sacro o de lo religioso. No desaparece, quizá, pero pasa a ser ya no una dimensión esencial de la vida, sino un componente opcional de la existencia.

La religión y la fe dejan de ser “universales antropológicos” - pues ya no todos los hombres serán, en cuanto hombres, religiosos -, sino opciones significativas ofrecidas a la iniciativa individual y colectiva. Es decir, uno puede ser religioso y cabe pensar que una determinada sociedad también lo sea. Pero eso no significa que cada hombre y cada sociedad siempre lo sea.

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El Obispo don José Diéguez Reboredo: sencillez, terquedad y retranca

No me ha hecho feliz tener noticia del fallecimiento de nuestro señor Obispo emérito de Tui-Vigo, don José Diéguez Reboredo. Era una buena persona, un buen sacerdote y un buen Obispo.

Tomó posesión de la diócesis de Tui-Vigo; es decir, inauguró su ministerio pastoral en esta Iglesia particular un domingo, catorce de julio de 1996. Ese día hacía en Tui un calor insoportable: “Caían los pájaros”, rememoraba, años después, don José Diéguez.

El domingo anterior, el siete de julio de 1996, el Obispo administrador apostólico, don José Cerviño, ordenaba a algunos sacerdotes diocesanos.

En 1996 había acabado yo, en Roma, la Licenciatura en Teología. De hecho, volví a Vigo con todo el cargamento: mi título de Licenciado, mi primer ordenador personal y mi grato recuerdo de mis dos años de estudios de Licenciatura en la Pontificia Universidad Gregoriana.

A mi regreso, ya estaba a punto de ser Obispo de Tui-Vigo don José Diéguez. En suma, por petición de mi director de tesina, con la recomendación del Obispo ya casi emérito y con la aprobación del nuevo Obispo, volví a Roma. Y, por estas cosas del destino, me doctoré en Teología en la Universidad Gregoriana.

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