Como siempre, todos los subrayados son nuestros.
Según decíamos en el “post” anterior, la filosofía moderna, heredera del nominalismo de Ockham, se divide en dos ramas, la racionalista y la empirista.
La cuestión central es la del “origen de las ideas”: si proceden todas de las experiencia, como sostienen los empiristas, o no, como sostienen los racionalistas, que son por eso mismo innatistas, es decir, afirman la existencia de ideas innatas, o sea, que no proceden de la experiencia de los sentidos.
Los innatistas aceptan algún modo de intuición intelectual distinta de la intuición sensible, y por eso aceptan que puede haber una ciencia de las realidades inteligibles que superan la experiencia: Dios, el alma, la ley natural, etc.
Tales realidades no pueden ser conocidas según los empiristas, al menos, los que son coherentes, como Hume
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