Martín Lutero, el sentido compuesto y el sentido dividido

En “De Servo Arbitrio” (“Sobre el albedrío esclavo”) Lutero expone lo central de su pensamiento, consistente en la total pasividad del hombre en la obra divina de la salvación. Usualmente se piensa que esto se debe a la concepción luterana sobre la radical corrupción de la naturaleza humana luego el pecado original, pero el argumento que expone Lutero en esta obra, al menos, uno de ellos, hace pensar que esa idea tiene una causa más general y profunda, que es la imposibilidad en Lutero de conciliar la Omnipotencia divina con la libertad de las creaturas racionales. Sobre esta base, incluso antes del pecado original, o sin él, habría que reconocer igualmente que el ser humano carece de libre albedrío, porque, como subraya Lutero en esta obra, Dios es Inmutable y necesariamente Omnipotente.



En la fiesta de Santo Tomás de Aquino queremos homenajear al Aquinate recordando parte de su enseñanza sobre la justificación, que es el punto central que separa al catolicismo del protestantismo. Lutero sostuvo una doctrina de la justificación según la cual ésta no implica ninguna cooperación del libre albedrío humano, y no implica tampoco ninguna transformación interior del hombre. Para Lutero, la justificación consiste solamente en que Dios no nos imputa nuestro pecado, es una justificación legal, forense; como si dijésemos, una mera declaración por parte de Dios.
En noticia reciente se informa que la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas asume la doctrina católica de la justificación, y se explica que lo que estas Iglesias han abrazado es el consenso ecuménico alcanzado entre católicos y luteranos sobre la doctrina de la Justificación, firmado en Octubre de 1999.




