Pedro en el púlpito del mundo, por Sanz Montes

Queridos hermanos y amigos: paz y bien.

Hemos seguido el viaje del Papa a Estados Unidos de América y hemos pedido por fruto apostólico de este periplo del sucesor de Pedro. Por igual razón fueron Pedro y Pablo a Roma y Atenas para anunciar a Jesucristo.

En estos días se cumplen diversos recordatorios en torno al Santo Padre Benedicto XVI: el de su cumpleaños (16 abril), el de su elección a la Sede de Pedro (18 abril) y el del inicio de su pontificado (24 abril). Felicidades al Papa y gratitud al Señor que regala a su Iglesia pastores según su Corazón. Sin duda alguna, los Papas de los últimos pontificados son una providencial gracia que Dios ha regalado a su Iglesia, porque hemos tenido en ellos las personas que en cada momento hemos necesitado más.

Podemos levantar acta de lo que a lo largo de estos tres años primeros de su pontificado, Benedicto XVI nos ha mostrado con enormeprofundidad, belleza y sencillez, pero también podemos hacer una crónica del contrapunto amable o desairado que ha ido generando dentro y fuera de la comunidad católica. Pero mientras describimos los encuentros y desencuentros que suscita el actual Pontífice ante quienes le agradecen sus textos y sus gestos, o ante quienes le censuran hasta su libertad de expresión, debemos recordar siempre más en la hondura el significado que tiene Pedro en la Iglesia de Jesucristo en este tramo de nuestra historia, y cómo el actual Obispo de Roma conduce con sabiduría y pasión la barca eclesial remando mar adentro.

Lo hemos visto en estos días con motivo de su viaje apostólico. Sin dejar de afrontar los escollos de las heridas de esa Iglesia con motivo de los escándalos en el campo terrible de la pederastia, ha sabido acoger a las víctimas, ha sabido orar en la cicatriz del terrorismo islámico, ha reconocido el valor democrático y la fe pública del pueblo norteamericano, y ha dirigido una importante alocución al mundo desde la tribuna de la ONU, destacando el valor de la religión –como parte de los derechos humanos– para construir un mundo justo y nuevo, el valor de la diplomacia como herramienta de diálogo y de solución a los conflictos, la tutela de la familia que deben ofrecer los países como fundamento de la sociedad.

Fue particularmente emotivo el encuentro con los jóvenes. El Papa se rejuveneció con ellos y les dijo entre otras cosas algo que vale la pena subrayar: “En lugar de la verdad se ha difundido la idea de que, dando un valor indiscriminado a todo, se asegura la libertad y se libera la conciencia. A esto llamamos relativismo. Pero, ¿qué objeto tiene una “libertad” que, ignorando la verdad, persigue lo que es falso o injusto? ¿A cuántos jóvenes se les ha tendido una mano que, en nombre de la libertad o de una experiencia, los ha llevado al consumo habitual de estupefacientes, a la confusión moral o intelectual, a la violencia, a la pérdida del respeto por sí mismos, a la desesperación incluso y, de este modo, trágicamente, al suicidio? Queridos amigos, la verdad no es una imposición. Tampoco es un mero conjunto de reglas. Es el descubrimiento de Alguien que jamás nos traiciona; de Alguien del que siempre podemos fiarnos. Buscando la verdad llegamos a vivir basados en la fe porque, en definitiva, la verdad es una persona: Jesucristo”.

Para todos los jóvenes cristianos, tengan la edad que tengan, y para quien lo quiera escuchar, estas palabras marcan el norte en la brújula de la historia, más necesario aún cuando arrecia el confusionismo ideológico, la cultura de la muerte y la pobreza moral. Gracias, Santo Padre.

Recibid mi afecto y mi bendición.

+ Jesús Sanz Montes, obispo de Huesca y de Jaca

3 comentarios

  
Esther
D. Jesús: ¡No se vaya de Jaca!
30/04/08 11:03 AM
  
Luis Fernando
Ni de Huesca..... pero se nos lo llevarán antes o después.
30/04/08 11:05 AM
  
Esther
Pues que sea más depués que antes...
30/04/08 11:11 AM

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