Brumas de noviembre: santos y difuntos

Queridos Hermanos y amigos: Paz y Bien.

Imparable el paso del tiempo nos va dejando mes tras mes su embrujo y su mensaje. Queda atrás la explosión de vida que nos lanzó la primavera con sus meses floridos; también pasó el verano agostador con sus sofocos y holganzas; y antes de meternos en un nuevo invierno en donde aprender a valorar la vida yendo a las raíces, nuestra travesía surca este noviembre otoñal.

A sus mismas puertas, con colores de malva y sentimientos de recuerdo, nos sorprende un par de citas en sus dos primeros días. Primero la festividad de todos los santos, en la que escuchamos de nuevo que esa es la vocación última y primera que hemos recibido de Dios: ser santos. Como tantos lo han sido, aunque no figuren en el calendario oficial. Fueron santos haciendo sencillamente lo que tenían que hacer, amando a Dios con todo su ser y al prójimo como a un hermano. Lo que amasaron sus manos, lo que soñaron ver sus ojos, lo que fueron capaces de decir y de callar, lo que amaron y lo que sufrieron, todo cuanto ofrecieron, ahí está. Es la santidad cotidiana que en la vida corriente se describe, y como decía el poeta “trenzando juncos y mimbres se pueden labrar a un tiempo para la tierra un cestillo y un rosario para el cielo”. La santidad de sabernos peregrinos de ese destino al que el Señor nos llamó, de sabernos hermanados con los que Dios nos da, y por Él acompañados en nuestros momentos de prueba y en los de gozar. Que todos los santos nos ayuden en esta aventura de vivir cristianamente las cosas, amando a Dios nuestro Señor, en comunión con la Iglesia y con afecto a los hermanos.

Pero en este noviembre ceniciento de las brumas matinales, su segundo día tiene otra cita muy metida en la entraña de nuestro pueblo creyente: la celebración de todos los fieles difuntos. También ellos fueron llamados a la santidad, pero aún no ha concluido su camino. No están entre nosotros, y en la espera a que vuelva el Señor siguen haciendo su periplo. Los difuntos no son anónimos. Todos tienen un nombre, mil rostros en nuestra memoria, y sobre todo tienen un punto de recuerdo que nos mueve no sólo al suspiro de la nostalgia, sino al pago dulce de la plegaria por ellos ante la deuda de gratitud por lo mucho que de ellos recibimos. Son padres, hermanos, esposos e hijos. Son amigos, vecinos, compañeros. Son ellos, y por todos ellos, en un día de difuntos, encendemos la vela de nuestra mejor remembranza, mientras depositamos en sus tumbas una flor y elevamos nuestra oración a los cielos.

No es un día en el que nos quedamos melancólicos, pensativos, sensiblones, por un ayer que pasó con quienes ya se fueron para no volver. La celebración de los fieles difuntos tiene un transfondo de esperanza que se deriva del mirar a un mañana prometido, en donde para siempre gozaremos de un encuentro eterno junto a Dios. Así lo pedimos cuando rezamos por las almas del purgatorio y despertamos nuestros deseos de cielo, y esto es lo que nos ganó Cristo resucitado venciendo su muerte y la nuestra. El corazón, que tiene sus razones, no se resignará jamás a que todo acabe en el triste recuerdo de un pasado fugaz. Esta rebeldía es profundamente creyente porque coincide con la promesa que nos ha hecho Dios.

En este noviembre brumoso, pedimos por el eterno descanso de nuestros seres queridos, mientras nos gozamos del destino santo y sin fin al que fuimos llamados por Dios.

El Señor os bendiga y os guarde.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca

1 comentario

  
Carmen
Me gustaria si alguien lee este comentario que me dijera su significado a mi padre le dieron dos imfartos y estubo ingresado unos dias cuando salio el medico me dijo que tenia vida para un año yo me quede que no podia ni contestar a los 15 dias lo lleve al cardiologo para una revision y estando en la sala de espera me dijo que no se encontraba bien y acto seguido se desplomo y alli mismo quedo muerto enseguida lo cojieron y los medicos hicieron todo lo que pudieron cuando la doctora me dijo que no se avia podido hacer nada me dijo que si queria quedarme un rato con el y despedirme de mi padre yo no me pude mover parecia que me avian clabado en el suelo solo lloraba mi padre lo llevaron al tanatorio y al dia siguiente lo enterramos yo estaba que no comia ni dormia pues no me quitaba a mi padre de la cabeza una noche estaba acostada y pensando en el y siento que se sientan a mi lado y yo dije papa y el se inclino sobre mi y me abrazo yo solo repetia papa papa pero no contesto cuando pude reacionar encendi la luz y no avia nadie mi marido se desperto y le dije que mi padre avia estado alli no se si se lo a creido pero me da igual yo se que mi padre vino a despedirse ahora cuando sueño con el lo veo vivo y ablo con el pero ya no e notado nunca mas su presencia abran personas que diran que esto son fantasias pero yo os juro que paso como os lo cuento gracias a quien lo lea
02/08/09 10:48 AM

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