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14.07.17

¿"Democracia" en/para la Iglesia Católica?

A estas alturas no solo no es nada raro oirlo o leerlo, sino todo lo contrario. Se “reclama” democracia en y para la Iglesia. A como dé lugar, y para “ya", que esto no puede esperar más.

Me parece muy bien que se pida… la luna. Claro que, si fuera por pedir y ya está solucionado todo, pues estupendo. El problema es que no es un tema de pedir y “ya": habrá que saber qué se pide, en qué ámbito se pide y, sobre todo, para qué se pide.

Por cierto: pedir “democracia” en y para la Iglesia Católica no es nada nuevo; de hecho, todas las tonterías y todas las herejías y todos los pecados están ya inventados, y es imposible aportar novedades. Lo que demuestra, una vez más, lo limitadicos que somos, también para hacer el ganso.

A lo que íbamos. La “democracia” tiene su horizonte, o su “nicho ecológico"; fuera de él no sirve para nada, y por eso no se usa: ni se invoca siquiera. Por ejemplo: no se elige entrenador del Madrid votando; Presi, sí. No se realiza una operación quirúrgica votando: lo decide aquel a quien corresponde. No se manda en un ejército “democráticamente"; ni se consultan “democráticamente” las tácticas militares, porque automáticamente se acaba el ejército y se pierden batallas y guerra. Ni hacienda te rebaña las perricas “democráticamente"; en dinamarca han hecho la prueba de dar libertad para pagar los impuestos…, y han recogido 1.000 euros en todo el país; sobre la marcha han rectificado, claro. Ni se gobierna un barco, “democráticamente"; y así sucesivamente.

Recapitulando: la democracia vale para lo que vale; supuesto que valga para algo, naturalmente, y algo positivo para la persona y la sociedad; cosa que aún está por ver.

Por ejemplo y sin ir más lejos: ¿qué ha aportado la democracia a España, un país que me conozco bastante bien en muchas de sus facetas?

En un rápido recorrido, que será necesariamente incompleto, podríamos decir que la democracia española ha traído, como primera provisión, la destrucción de la institución familiar, que es la célula básica y esencial de la sociedad, porque es el ámbito natural y ecológico en el que nace y se desarrolla -en todas sus facetas- la persona humana: sin “su” familia, la persona no sabe ni quièn es. La promociòn de la mentalidad antinatalista, con el “derecho al sexo", la anticoncepción, el divorcio, el aborto -más de 110.000 al año-, y la ridiculización del matrimonio y de los hijos -con “otros” modelos, y con los “vientres comprados", por ejemplo- ha traído estas cosas. Y llevamos ya muchos años de “invierno demográfico", y todos los poderes públicos silbando mientras se dan un paseíto; o se “importan” moros.

La democracia “made in Spain” ha traído e instalado -forma parte ya de su ADN- la CORRRUPCIÓN generalizada, vomitivamente impune y oscenamente ostentosa -como un ORGULLO al uso político y de los políticos-, que han tenido que tragar los demás estamentos de la sociedad en un primer paso, para luego sumarse al carro al grito de “tonto el último": había que sobrevivir y, luego, enriquecerse “deprisa, deprisa". El “pagano” siempre es el mismo: el ciudadano de a pie, cruelmente indefenso.

Estas dos cosas juntas han arrasado la capacidad de crítica y de juicio moral de las gentes. a todos los niveles -ni siquiera se han librado las instituciones eclesiásticas, ni la misma jerarquía-, una demolición para la que los poderes públicos han contado con las instituciones educativas -lo de la pública es de juzgado de guardia; pero gran parte de la privada no se ha limitado simplemente a mirar- y con el servicio -bien cobrado y bien pagado-, de los medios. Lo mismo han servido para romper la unidad de España, para fomentar la ETA, para alentar el separatismo, o para ir contra la Iglesia Católica que, prácticamente y casi en su totalidad, no ha dicho esta boca es mía; y, además, se ha plegado a casi todo, institucionalmente, salvo honrosas excepciones.

De este modo, todo le ha quedado sometido al Estado, convertido en el Dictador Mayor del Reino, que decide sobre vidas y haciendas… Y si en el mundo clásico a los gobernantes se les debía todo, “menos el honor y la fama” -menos la conciencia y el alma-, como ahora ya no se sabe qué son o qué significan, ni qué papel tienen en la vida de la persona, ahora toda la persona -lo que queda de ella, su caricatura, un auténtico “juguete ajado y roto"-, se entrega totalmente al Estado y no se le reclama nada: ni el derecho a recibir la pensión que, previamente y durante tantísimos años, te habían requisado de tu sueldo y de tus rentas con la promesa de… la nada, como se está viendo.

¿Esta es la “democracia” que se quiere en y para la Iglesia? Sabiendo de dónde vienen las voces que la reclaman se puede contestar afirmativamente y con rotundidad: SÍ. Exactamente ésta: la que sirve para destruir las conciencias y pervertir a las gentes: porque no hay mayor corrupción ni mayor engaño que “cegar” a las gentes respecto a Dios y respecto a la persona: su origen, su naturaleza y su misión, terrena y eterna. No hay ninguna otra razón que “justifique” la exigencia de “democracia” en y para la Iglesia. 

Un último apunte: en los sitios donde la “democracia” se ha asentado en las instituciones eclesiales, la Iglesia como tal ha desaparecido: esta es la realidad, por ejemplo, de las “comunidades de base". Con ánimo de señalar, por supuesto. Y no solo de ellas.