13.08.18

Apostasía colectiva en Argentina: Una carta

Amigo:

Me contaron que decidiste hacer tu apostasía de la Iglesia católica.

Que ya sacaste tu turno, y que esperás ansioso el día en que por fin puedas sacar de tu vida la pertenencia a esta terrible institución.

No pretendo hacerte cambiar de decisión ni mucho menos presionarte. Sólo me mueve el deseo de que lo que hagas, lo hagas sobre la verdad, y no sobre el error y la mentira.

Calculo que te dijeron, como leí por ahí, que al hacer la apostasía “le estás sacando poder a la Iglesia, la cual cobra dinero por cada bautizado, como si fuera un afiliado".

Cuando leo frases comos esas, te juro que se me aparece en mi imaginación la musiquita que oía antes de los dibujitos cuando era niño, que acompañaba la frase: “fantasías animadas de ayer y de hoy, presenta…". No es verdad. Te están engañando. Eso no existe en nuestro país. En otros lugares del mundo las personas eligen libremente dar parte de sus impuestos a una religión, iglesia o institución, pero ese sistema no está en la Argentina.

Tal vez no te mueve esa primera motivación, sino que te convenciste de que es un horror pertenecer a una institución que es la suma de todos los males de la historia. Una institución compuesta en su totalidad de manipuladores, asesinos, mafiosos y pedófilos.

Obviamente, si eso fuera verdadero, yo también pediría la apostasía.

Y claro que en la Iglesia han existido y tal vez existen miembros que son manipuladores, asesinos, mafiosos y pedófilos. Pero no es justo optar por la parte y olvidar el todo.

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10.08.18

CARTA DE UN CURA ARGENTINO A UN ADOLESCENTE CON PAÑUELO NARANJA.

¿Cómo estás?

Mi nombre es Leandro. Soy sacerdote católico, y me gustaría contarte mi historia, porque noto que algunas personas te han dicho mentiras sobre la Iglesia, sobre los curas…

Por eso escribí este relato con parte de mi vida, que es muy parecida a la de otros cientos y miles de curas de Argentina y el mundo. Espero que te pueda servir.

Yo nací en un pequeño pueblo de Entre Ríos, Argentina. Cuando tenía 4 años, mi familia optó por trasladarse de lunes a viernes a una ciudad más grande, para asegurar la educación secundaria de mis hermanas. Tanto en mi pequeño pueblo como en esa ciudad, conocí y formé parte desde siempre de la Iglesia Católica. Conocí a varios sacerdotes, a monjitas y a laicos comprometidos.

En todos mis años de infancia y adolescencia, sólo recibí de ellos buenos ejemplos, buenos consejos. Y si algo malo hubo, es tan grande la proporción de bien que lo otro ya se ha desdibujado…

Pero ahora voy “al grano". Mi papá tenía una empresa, pequeña, pero bastante pujante. Vi a mi viejo madrugar durante años, sin tomarse vacaciones, sólo deteniendo su actividad casi excesiva los domingos. Así aprendí la cultura del trabajo, y desde los 6 años, empecé a ir a trabajar con sus empleados. Cada fin de semana, al volver a mi pueblo, y en las vacaciones de verano e invierno, pasaba mis tardes y a veces las mañanas en los galpones de pollos, con el objetivo de tener mi plata… para mis gastos. Además, hacíamos pequeños trabajitos, como cortar el pasto, lavar el auto, ordenar el depósito, atendiendo el bazar de mi mamá… siempre trabajando.

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9.08.18

NO FUE LEY. LA ARGENTINA PROVIDA EXISTE Y ESTÁ DE PIE.

Bendito sea Dios, porque esta batalla tremenda, desgastante, desproporcionada, nos deja cansados pero fortalecidos.

Bendito sea Dios por tanta gente linda y buena, tanta gente pensante, tanta gente con mucho amor en el corazón y en las manos, que salió del anonimato para dar luz.

Bendito sea Dios que nos regaló la oportunidad de dar testimonio con la palabra y las actitudes.

Ahora viene lo más difícil, lo más desafiante y lo más hermoso.

Ahora debemos comprometernos, cada uno desde su lugar, en salvar las vidas en riesgo.

Las de los niños sin amor, la de los jóvenes sin razones para vivir, la de las mujeres madres sin dignidad, la de los niños por nacer, la de los adultos sin trabajo, de los ancianos sin amor. Las de quienes viven sin Dios.

Gracias, Jesús, por vivir en este tiempo!!!!

Gracias, gracias, gracias!

El camino es el AMOR!

8.08.18

A los héroes de la ola celeste en Argentina

Entre los relatos oídos a nuestras maestras en la escuela Primaria, uno de los más bellos y significativos era el de las Invasiones Inglesas, apenas unos años antes de la Revolución de Mayo, en 1810.

¿Qué niño argentino no se emocionó siendo niño con esas narraciones?

¿Quién no dejó fluir su imaginación viendo mujeres y niños resistir y resistir, apoyando a los escasos soldados de verdad con medios desproporcionados, ante el poder imperial?

Tal vez la cosa no fue tan así. Tal vez el paso del tiempo le dio ribetes exagerados a una historia menos lustrosa.

Pero sí tengo la certeza de que un día se contará como parte de la historia Argentina una gesta aún mayor, que se ha venido a llamar la #olaceleste.

Una página llena de desproporciones, una batalla injusta y desigual con un enemigo desleal y poderoso; una contienda donde hombres, mujeres y niños, chicos y chicas, estudiantes y trabajadores, personas comunes y corrientes, lo dejaron todo para impedir el avance de la cultura de la muerte y del descarte en nuestra Nación, apoyando a los mejores soldados que, en el Congreso, daban la batalla final.

Como aquella vez, están despertando admiración en todo el continente y más allá del Atlántico.

Como aquella vez, esperamos alcanzar la victoria.

Pase lo que pase, pequeños y grandes héroes de la #olaceleste, no lo olviden.

Sus nombres y su entrega quedan grabados para siempre con letras de oro en el corazón del alma Patria, y en el Libro de la Vida.

Sólo el día final acabaremos de conocer la magnitud gloriosa de su gesta.

Reciban, cada uno de ustedes, nuestro homenaje en la recta final.

Gracias, gracias, gracias!!!

26.07.18

Los más peligrosos enemigos de la Patria

Hace unos días ocurrió un grave suceso en Rafaela, Santa Fe, Argentina.

Un grupo de artistas, amparándose en la “libertad de expresión", se burlaron de realidades sagradas para todos los que creemos en la existencia de un Creador Omnipotente, y especialmente de quienes amamos a Cristo y a María.

Combinando de modo increíblemente burdo lo obsceno y procaz con lo ideológico, construyeron un cuadro que quedará en la historia argentina por muchos años como símbolo de lo que no debemos ni -en el fondo- queremos ser.

El arte, cuyo nombre asociamos espontáneamente con la belleza, mutó en fealdad intencionada, en atropello del otro, en provocación.

Repudio absolutamente esa tal “libertad” que es invocada como escudo para destruir y ofender. Repudio la blasfemia, la profanación del nombre del Tres veces santo, de su Madre Santísima, de la imagen del Vicario de Cristo en la Tierra, del sentido sagrado del Cuerpo humano y su finalidad.

No obstante, porque Dios saca siempre bienes de los males, y porque nosotros debemos aprender a sacarlos también, no puedo dejar de apuntar dos realidades.

En primer lugar, este tipo de ataques violentos, frontales y explícitos nos ayudan a tomar conciencia de dónde estamos parados, de lo que la Iglesia católica, como fuerza moral, sigue significando, a pesar de nuestras incontables fragilidades. No por nada Gramsci, uno de los ideólogos del marxismo cultural, afirmaba con tanta claridad que era necesario debilitar a la Iglesia para poder avanzar con la revolución. Lo mismo, de otro modo, nos enseñó el luego gigante Nathanson. Aunque suene raro y nos duela, estas blasfemias y agravios son un buen signo de que, como Iglesia, al menos en parte, somos luz que molesta y enfurece a las tinieblas…

En segundo lugar, es importante que no nos confundamos. Los más peligrosos enemigos de la patria no andan desnudos, ni siquiera andan con pañuelos verdes. No.

LOS MÁS PELIGROSOS ENEMIGOS DE LA PATRIA ANDAN DE SACO Y CORBATA, UTILIZAN UN LENGUAJE TAN AMABLE COMO SIBILINO Y AMBIGUO, DAN PALMADITAS EN LA ESPALDA Y HASTA SONRÍEN, MIENTRAS, SIGILOSAMENTE, TRAICIONAN Y CLAVAN PUÑALES POR LA ESPALDA.

¿Lo entendemos?

A éstos últimos debemos desenmascararlos, denunciarlos, dejarlos en evidencia. Su pecado y su traición es tanto más grave cuanto menos estruendosa.

Sencillos como palomas… y astutos como serpientes.