24.06.18

"El Gran Tesoro" disponible en Amazon

A partir de esta noche está disponible en la tienda Amazon mi librito sobre la Santa Misa para los niños, “El Gran Tesoro”..

El gran tesoro

Vuelvo a compartir con ustedes la introducción al mismo.


Presentación

 

Querido amigo:

Cuando tenía entre 8 y 12 años, me gustaba mucho leer. Me apasionaban especialmente las historias de aventureros que viajaban por los mares buscando tesoros escondidos, y luchaban por ellos, combatiendo contra piratas y afrontando dificultades de todo tipo.

Yo también quiero invitarte, en este librito, a hacer un viaje, y quiero hablarte también de un TESORO de valor incalculable. Un Tesoro que no está en alguna isla desconocida en un lejano mar, sino muy cerca tuyo. Es un Tesoro más valioso de lo que te puedas imaginar, y que, una vez encontrado ya nunca se agota.

Ese Tesoro es la SANTA MISA de cada domingo, la que se celebra a algunas cuadras de tu casa, y a la cual muchas veces has ido, aunque, tal vez… no siempre con tantas ganas.

Quisiera ayudarte a descubrir que detrás de todo lo que se ve está escondido Jesús,  que es Dios Verdadero, y el Mejor Amigo que podés llegar a tener. En la Misa está Él hablándote, entregándose, haciendo de Puente y Escalera para subir al Cielo, dándose como comida.

 

Estas páginas las escribí pensando en vos, que te preparás para hacer tu primera Comunión o acabás de recibirla. Todavía sos un niño, pero ya tenés la capacidad de pensar, de reflexionar, de creer y de amar con mucha más profundidad que antes.

Te aconsejo que las leas lentamente, sin apresurarte. Si no entendés alguna frase o palabra, preguntá a tus padres o catequistas, o al sacerdote de tu parroquia.

Cada capítulo es breve, para que puedas dedicar algunos minutos diarios a leer cada uno de corrido, y en pocas semanas habrás concluido.

Mi anhelo es que al finalizar este recorrido –que espero disfrutes como un viajero cuando atraviesa los anchos mares- puedas vivir con mucha alegría la Misa. E incluso te animes a compartir ese Tesoro con otras personas, especialmente con otros niños.

La mamá de Jesús, María, es quien más lo ha querido y lo quiere aún. Si abrís el corazón con sencillez y le decís: “Mamá, ayudame a conocer y amar más a tu Hijo”, no dudés que Ella pondrá en tu interior, el fuego del amor.

 

                     P. Leandro Bonnin

                      Mayo de 2018

22.06.18

Entrevista sobre el libro "El Gran Tesoro", catequesis para niños sobre la Misa

Comparto con ustedes una entrevista que me realizaron desde el portal “Misioneros digitales católicos”

 

 

-La primera pregunta es simple: ¿Por qué escribir un libro sobre la misa para los niños de primera comunión?

-Antes que nada quiero decir que amo la Santa Misa, amo celebrarla y amo hablar de ella. Fui a Misa desde el seno de mi madre, y en diferentes etapas de mi infancia y adolescencia pude comprender su valor con mayor hondura. El libro está dedicado al padre Heraldo Reverdito, quien me mostró la Misa diaria –una Misa sencilla, para cuatro o cinco personas- como el acto de amor más grande de Dios hacia la humanidad, cuando yo tenía 14 años, a través de una celebración piadosa y ferviente. Creo que es muy importante no subestimar la capacidad de los niños de entender el valor de la Misa y la presencia de Jesús, y por eso intento en el librito  ayudarlos a descubrirlo allí, como ese gran tesoro escondido en los signos sacramentales.

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-¿A la hora  de encarar  un libro pensado  para que lo lean los chicos,  qué elementos del lenguaje trabajó o tuvo más en cuenta?

-Hace cuatro años publiqué un libro sobre la Santa Misa llamado 7 canastas. El que publico ahora es parecido en cuanto a la intencionalidad, pero al hablar a los niños cada capítulo comienza casi siempre haciendo referencia a alguna realidad cotidiana, desde la cual pasar luego al momento litúrgico que se quiere iluminar. La otra diferencia es el lenguaje, en el cual intento reflejar lo más posible el lenguaje hablado, sin perder, no obstante, riqueza lingüística, la que considero también un valor a trabajar en los niños.

-¿Cómo lo pueden trabajar los padres, los catequistas y los párrocos de esos niños?

-Estoy seguro que los adultos también podrán encontrar elementos valiosos para su propia vivencia eucarística. Cuando un adulto se ha encontrado con Jesús a fondo, la transmisión es más eficaz. Por otro lado, creo que el librito puede ayudar a encontrar un lenguaje adecuado e inspirar nuevas y aún mejores propuestas de adaptación de los grandes contenidos de la fe a la realidad infantil. Animo a los padres y catequistas a no tener miedo, bajo el impulso del Espíritu Santo, y en la fidelidad a la enseñanza de siempre, hallar mejores herramientas de comunicación de la verdad.

-¿Qué lo moviliza a escribir y qué oportunidades le aporta a la hora de evangelizar?

-Amo escribir, desde muy pequeño fui muy lector –lamentablemente no he mantenido el ritmo de lectura de mi infancia- y ya desde entonces escribía con cierta soltura. Escribir es antes que nada una necesidad personal, me hace bien, independientemente de que otro lo lea. Pero he comprobado también, especialmente en las redes sociales, que los textos pueden tocar y movilizar corazones, además de iluminar mentes y aclarar ideas. Que la palabra, sobre todo si es clara y si a la vez logra ser elegante y bella, puede reflejar a la Palabra y darla a conocer.

-El papa Francisco acaba de publicar un video en que dice que internet  es un don de Dios. ¿De qué manera podemos y debemos aprovechar los católicos a ese don, a las redes sociales?

-Creo que existe una excelente presencia de los católicos en internet. Muchos sitios son muy sólidos en cuanto a los contenidos, atractivos visualmente, actualizados en cuanto al lenguaje. En fin, creo que se está aprovechando muy bien esta oportunidad, y desde que existen las redes sociales, hasta personas que llegan no como nativos sino como migrantes digitales están haciendo un gran apostolado. No sólo dando testimonio de la fe, sino también del valor de la Vida y de la Familia, y tantos otros elementos humanos vinculados a nuestra cosmovisión.

 

Padre Leandro Bonnin

Padre Leandro Bonnin

 

-En octubre en Roma se realizará un sínodo de obispos enfocado en los jóvenes. ¿Tendría que haber uno especialmente pensando en los niños?

-Entiendo que lo relativo a los niños ha sido abordado en cierta medida en el Sínodo de la Familia, de la cual los niños forman partes, dando elementos importantes de reflexión a los padres. Pero indudablemente las realidades eclesiales son todas importantes, y no debe ser fácil descubrir cuál priorizar en cada momento.

-Hablando de los niños, ¿por qué sería grave la sanción de una ley que despenaliza el aborto y de concretarse qué actitud deben tomar los creyentes? ¿Y si no se aprueba –el otro escenario posible- qué hay que hacer? ¿Irse a casa a celebrar y listo?

-Hay múltiples motivos por los cuales la legalización del aborto sería un hecho gravísimo, desde el momento en que el aborto es, sencillamente, un homicidio intrauterino, un “crimen abominable”, como lo llama el Concilio. Pero quiero destacar uno: la legalización daría la impresión de que el aborto es algo bueno y positivo, deformando la conciencia de las futuras generaciones. En esto se aplica, a mi modo de ver, la dura frase de Jesús; “Ay de aquellos que escandalizan a los pequeños… más les valdría que le ataran una piedra de moler y lo arrojaran al fondo del mar”. Si el aborto se legaliza, todos los que aman la vida debemos seguir proclamando y defendiendo la dignidad de todos, y será hora, por un lado, de implementar nuevas estrategias para evitar los abortos uno a uno, además de ofrecer más y mejores ayudas a las mujeres que ya han abortado, ayudándolas a sanar la inevitable herida y a reconciliarse con su hijo y con Dios. Si la ley no se aprueba, nos queda continuar proclamando y defendiendo el valor de cada vida humana, no sólo la del niño por nacer, sino la de todo ser humano en todas sus etapas, además de combatir todas las otras manifestaciones de la cultura de la muerte, como son la violencia, las adicciones, los estilos de vida promiscuos…

 

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Nuestra Señora del Carmen de Villa Berthet

 

-¿Qué entiende la Iglesia que es una educación sexual integral?

-Es educar a la persona en todas sus dimensiones: inteligencia, voluntad, afectividad, capacidad de relacionarse de manera madura y responsable con los otros. Es trabajar en la autoestima y el autodominio, en las virtudes humanas que le permitirán integrar la sexualidad en un proyecto de vida. Es hablar de la belleza de la castidad, que es una virtud que acompaña todas las etapas de la vida, una virtud que embellece y enriquece a la persona y le permite gozar en plenitud del don de la sexualidad.

-Desde su condición de párroco, ¿cómo está el pueblo de Dios que le toca acompañar?

padre-leandro-bonnin-misa2-Es una pregunta difícil, ante todo porque depende de qué definición demos de “Pueblo de Dios”. Si consideramos “Pueblo de Dios” a todos los bautizados, tenemos que reconocer que un altísimo porcentaje vive alejado de la vida de la comunidad, y, en los hechos, en una suerte de ateísmo práctico, “como si Dios no existiera”. Conservan algunas costumbres religiosas –bautizan sus hijos, visitan santuarios una vez o dos al año- pero su manera de pensar y de actuar tiene muy poco que ver con la propuesta cristiana. Incluso suele suceder que hablan de la Iglesia como desde la “vereda de enfrente”, subrayando sus errores y falencias. Ahora, si pensamos en la comunidad más activa, las personas de Misa dominical y especialmente los agentes pastorales, noto un crecimiento importante, propiciado también por las crisis que vivimos. Me refiero a que aquellos que deciden comprometerse con Jesús en este tiempo deben ser necesariamente radicales, y por ello, uno va conociendo personas verdaderamente santas, pequeños y anónimos héroes que dan su vida cotidianamente.

-La última pregunta también es sencilla: ¿De qué tratará el próximo libro?

-Tengo casi armado un librito que recoge textos sobre el sacerdocio que fui publicando en redes sociales y en mi blog. Creo que publicarlo puede ser un lindo aporte, pero estoy pensando cuál puede ser el mejor momento para hacerlo. Tendrá como nombre “La locura de ser cura”. También tengo iniciado desde hace mucho tiempo un librito de meditaciones sobre los misterios del Rosario, como regalo para la Virgen por tanto cariño y paciencia en estos años. Pero este proyecto necesita mucho más maduración todavía.

5.06.18

Nuevo libro sobre la Misa para niños de Primera Comunión

El gran tesoro

Con mucha alegría he enviado hoy a imprenta mi último librito, titulado “El Gran Tesoro. Catequesis sobre la Misa para niños de Primera Comunión".

El mismo consiste en 29 capítulos breves en los cuales intento realizar una catequesis detallada sobre las diferentes partes de la Santa Misa. Al final contiene también un examen de conciencia y las oraciones principales del cristiano, y en la versión digital, las respuestas de la Misa (que en la versión impresa están en el curso del texto)

En Argentina distribuiré el libro en formato papel, a partir del 2 de julio. Por pedidos de parroquias o colegios de 50 ejemplares o más hay importantes bonificaciones. Para librerías o santerías católicas hay también precios especiales.

Para los que viven en España o en otros países de América y tengan interés en leerlo, pueden enviar un mensaje de whatsapp al +54 343 4721962.

El valor del librito es de $120 argentinos o U$5 americanos. Está disponible en formato pdf y AZW3 (Kindle)

Les dejor la introducción del libro, para que puedan ver el estilo y destinatarios.


“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.”

Mt 13, 44

 

Presentación

 

Querido amigo:

Cuando tenía entre 8 y 12 años, me gustaba mucho leer. Me apasionaban especialmente las historias de aventureros que viajaban por los mares buscando tesoros escondidos, y luchaban por ellos, combatiendo contra piratas y afrontando dificultades de todo tipo.

Yo también quiero invitarte, en este librito, a hacer un viaje, y quiero hablarte también de un TESORO de valor incalculable. Un Tesoro que no está en alguna isla desconocida en un lejano mar, sino muy cerca tuyo. Es un Tesoro más valioso de lo que te puedas imaginar, y que, una vez encontrado ya nunca se agota.

Ese Tesoro es la SANTA MISA de cada domingo, la que se celebra a algunas cuadras de tu casa, y a la cual muchas veces has ido, aunque, tal vez… no siempre con tantas ganas.

Quisiera ayudarte a descubrir que detrás de todo lo que se ve está escondido Jesús,  que es Dios Verdadero, y el Mejor Amigo que podés llegar a tener. En la Misa está Él hablándote, entregándose, haciendo de Puente y Escalera para subir al Cielo, dándose como comida.

 

Estas páginas las escribí pensando en vos, que te preparás para hacer tu primera Comunión o acabás de recibirla. Todavía sos un niño, pero ya tenés la capacidad de pensar, de reflexionar, de creer y de amar con mucha más profundidad que antes.

Te aconsejo que las leas lentamente, sin apresurarte. Si no entendés alguna frase o palabra, preguntá a tus padres o catequistas, o al sacerdote de tu parroquia.

Cada capítulo es breve, para que puedas dedicar algunos minutos diarios a leer cada uno de corrido, y en pocas semanas habrás concluido.

Mi anhelo es que al finalizar este recorrido –que espero disfrutes como un viajero cuando atraviesa los anchos mares- puedas vivir con mucha alegría la Misa. E incluso te animes a compartir ese Tesoro con otras personas, especialmente con otros niños.

La mamá de Jesús, María, es quien más lo ha querido y lo quiere aún. Si abrís el corazón con sencillez y le decís: “Mamá, ayudame a conocer y amar más a tu Hijo”, no dudés que Ella pondrá en tu interior, el fuego del amor.

 

                     P. Leandro Bonnin

                      Mayo de 2018

4.06.18

La Sangre y el perdón. Homilía de Monseñor Aguer en Corpus Christi

Monseñor Aguer ha dejado de ser Arzobispo de la Plata pero su profunda, oportuna y elegante palabra seguirá siendo, por muchos años, luz para quienes peregrinamos en Argentina. Lo saludé sólo una vez, pero sus escritos, especialmente los vinculados a temas de educación y sus homilías, han sido de un enorme valor en todos estos años de ministerio sacerdotal. Admiré y admiraré siempre su notable erudición y su capacidad de decir la verdad de siempre en un lenguaje comprensible para el hombre de hoy, además de su valentía para dejarse “despellejar” si era necesario, asumiendo la incorrección política y eclesial muy seguido.

Me tomo el atrevimiento -adelantándome a lo que tal vez se hará luego desde la dirección del portal- de compartir su homilía en la Fiesta de Corpus Christi. Una joya en todo sentido.

Ruego al Señor que Monseñor continúe ejerciendo su magisterio episcopal allí donde la Providencia lo envíe, para Gloria de Dios y provecho de todos nosotros.

La sangre y el perdón

Homilía en la Misa de Corpus Christi

Iglesia Catedral, 2 de junio de 2018

        Había llegado el día en que se sacrificaba el cordero pascual, y Jesús encomienda a sus discípulos que preparen la comida ritual de la celebración. La indicación y su cumplimiento parecen un suceso misterioso, pero ocurrido en una situación que resultaba habitual para esa fecha. A los comienzos, según se lee en el Deuteronomio  (16, 7), la pascua debía celebrarse en el atrio del templo, pero después se transfirió a las casas; se hizo rito hogareño. Era costumbre que los habitantes de Jerusalén ofrecieran generosamente lugar a los peregrinos para cumplir con la fiesta. Los discípulos, siguiendo el mandato recibido, debían encontrar el lugar adecuado, matar el cordero, preparar panes ácimos y disponer la mesa con sus accesorios. Todo sucedió tal como la providencia de Jesús lo había planeado.

         La comida propiamente tal, después de lavarse las manos, consistía en compartir el cordero asado, según lo prescrito y en las tradiciones. Sin embargo, la precedía un “aperitivo”, por llamarlo así; se pasaba una primera copa, antes y después de la cual correspondía una alabanza; seguían las hierbas amargas, mojadas en vinagre, y la compota –jarosét, en hebreo- de dátiles, higos y pasas. Después de un primer rezo de salmos venía la segunda copa, cuando se explicaba el sentido de la fiesta: el paso, la pascua, de Israel de la esclavitud a la libertad; el pan ázimo era un memorial de aquella intervención de Dios en favor de su pueblo. Recordemos rápidamente que la eucaristía es el memorial del sacrificio de Cristo, cordero inmolado y pan de vida. La tercera copa ritual, de bendición, corresponde en la Última Cena a la consagración del vino como sangre de la alianza nueva y definitiva, que es derramada en la cruz por la comunidad y para que el mundo entero llegue a ser Iglesia de Dios. El gesto de tomar el pan, pronunciar la bendición, partirlo y entregarlo es la berajá, la oración judía sobre la mesa, que Mateo y Marcos llaman eulogía, y Lucas y Pablo eujaristía.

         Las palabras de la institución eucarística nos son transmitidas con variantes en los tres evangelios sinópticos y en la primera Carta a los Corintios, pero todas las fórmulas recogen lo esencial: el cuerpo y la sangre del Señor son dados a comer y beber. Esa celebración de la Cena ocurre insertada en el dinamismo de la Pasión, sacrificio de la Nueva Alianza para el perdón de los pecados. Este año, la liturgia de la Palabra subraya el valor de la sangre, que tenía una importancia capital en el ritual de los sacrificios del Antiguo Testamento; hacía referencia a aquella sangre que señaló las puertas de los israelitas en Egipto para librarlos del exterminador. En los pueblos primitivos la sangre está siempre en relación con lo sagrado y con la creación de una comunidad. Según el Levítico la sangre es el alma de la carne, el principio vital del cuerpo (17, 11). Carne y sangre constituyen, según el pensamiento bíblico, al hombre en su naturaleza perecedera. El Hijo eterno de Dios, el Logos, asumió nuestra condición mortal; se hizo carne, sárx (Jn. 1, 14). En el llamado Discurso Eucarístico del cuarto  evangelio  (Jn. 6, 53-56), Jesús promete  que su carne –sárx– será comida-brósis- y su sangre-háimá– será bebida –pósis-. En las  palabras de la  Cena en  lugar de  carne se dice cuerpo -sōma-. El cuerpo carnal del Señor y su sangre preciosa, tomados de María, hacen presente en el sacramento eucarístico a la persona misma de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre: cuerpo, sangre, alma y divinidad, como aprendí a recitar del catecismo a los siete años. Esa presencia del Resucitado, que lleva los estigmas de la Pasión, el cuerpo entregado y la sangre derramada, anticipan la comunión celestial de los fieles con él y nos inducen a valorar debidamente la vida humana, la carne y la sangre de todo hombre, imagen de Dios.

         El carácter sagrado de la sangre sustenta el precepto del decálogo que prohíbe el homicidio. El derramamiento de la sangre del prójimo reclamaba venganza. la cual era regulada cuidadosamente en la Torá de Israel. La historia del hombre exiliado del jardín del Edén comienza con una maldición que tuvo y tiene una vigencia terrible: Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará (Gén. 3, 16). Ningún feminismo triunfante podrá evadirla totalmente; sólo la recepción humilde y obediente de la sangre de Cristo es la auténtica liberación de la mujer. Aquella historia inicial continúa con el primer homicidio; la sangre inocente reclama ser vengada: la sangre de tu hermano grita a mí desde el suelo (Gén. 4, 10). La figura del inocente Abel se cumple en Cristo; su sangre recoge la sangre de todos los inocentes asesinados, que clama venganza. Así caerá sobre ustedes toda la sangre inocente derramada en la tierra desde la sangre del justo Abel; esto dijo Jesús en su inventiva contra los escribas y fariseos (Mt. 23, 35). Tomen nota los diputados y senadores,  los que se aprestan a legalizar el crimen abominable. No lo llamo yo así, lo hace el Concilio Vaticano II en el párrafo 51 de la Constitución Pastoral Gaudium et spes. Se escandalizaron en el Congreso, durante el pseudo debate que acaba de concluir cuando un médico presentó un video en el que aparece la realidad sangrienta del aborto: el niño por nacer – porque es eso un embrión de 14 semanas- arrancado a pedacitos del nido en el que debía crecer, para ser arrojado en un tacho de residuos biológicos. La operación podrá ser realizada en condiciones asépticas, por cierto, pero ¿sobre quién, sobre qué cabezas recaerá la sangre, mezclada, del niño y de su madre? Las almitas inocentes serán acogidas en la misericordia de Dios, ¿pero quién librará a una sociedad asesina de los pobres, de los más pobres e indefensos, quién la librará del clamor de la venganza inseparable de la sangre derramada?. No será, de seguro, el Fondo Monetario Internacional. En la carne y la sangre de la niña violada, embarazada sin quererlo, y en la de la carne y la sangre de su hijito sacrificado, están -unidos por una misteriosa fraternidad- la carne y la sangre de Cristo. Caín, Herodes, Pilatos, y todos los verdugos, pueden atarse al cuello un pañuelo verde. El precio del crimen abominable le será cobrado al mundo el día del juicio, y  a la sociedad argentina mucho antes. El paso que algunos están empecinados en dar ya se está pagando, anticipadamente, en las actuales e irremediables desdichas. Llama la atención, para llorar, la adhesión de las izquierdas del arco político, que proclaman, creo que sinceramente, los derechos de los pobres, a la iniciativa típicamente burguesa de poder liquidar legalmente a los niños aún no paridos. Es una iniciativa falazmente presentada como en favor de los pobres por los que no quieren que se reproduzcan los pobres, y lo hacen porque no saben, no pueden o no quieren arrancarlos de su situación de pobreza. Vuelvo sobre mis palabras. Si yo digo que el aborto es un crimen abominable, se altera el cotarro de los “comunicadores”, y a mucha gente discreta que trabaja por la cultura del encuentro le parecerá una expresión exagerada, irrespetuosa y molesta. Pero lo dijo el Vaticano II, y nadie lo recuerda. La verdad de la fe acerca del cuidado de toda vida, sólo viene a confirmar certezas científicas, filosóficas, jurídicas, sociológicas, psicológicas y políticas; el argumento teológico, la Sagrada Escritura y el magisterio eclesial son un sello que acredita la verdad de la naturaleza inscripta en el precio de la sangre. Que piensan esto las “católicas por el derecho a decidir”, y los democráticos entusiastas del debate.

         En cada una de las especies eucarísticas está Jesucristo todo entero; en la hostia consagrada está su sangre, y en el cáliz en el que el vino dejó de ser vino, está su carne. Dentro de un rato, pasearemos al Corpus, brevemente, por nuestras calles, y luego él bendecirá a la ciudad indiferente. Pero no son indiferentes nuestros corazones, sino llenos de lúcido fervor y de esperanza.

         A la hora doce de Roma se publicó hoy la noticia de que el Santo Padre Francisco aceptó la renuncia al cargo de arzobispo de La Plata que le presenté hace unos días, poco antes de cumplir 75 años, como lo “ruega” el derecho canónico. Mi sucesor es monseñor Víctor Manuel Fernández, ex Rector de la Universidad Católica Argentina, quien iniciará su ministerio como pastor de esta Iglesia particular dentro de pocos días, para que el 29 de este mes pueda recibir de manos del Sumo Pontífice el palio, que es la insignia de los arzobispos metropolitanos. Así me lo comunicó el Encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica. Es asombroso comprobar cómo los periodistas anuncian anticipadamente lo que va a ocurrir, aunque se trate de hechos velados por el secreto pontificio, porque este es el más vulnerable de los secretos. Muchos de ustedes recibirán una revistita parroquial, que, de seguro, no habrá sido editada esta mañana, y que contiene lo que hoy se publicó en Roma.

         El mismo representante de la Santa Sede también me indicó que esta celebración de Corpus Christi sea mi despedida de ustedes. Pienso que a través de ustedes puedo llegar a toda la feligresía. Así lo hago, en efecto, con todo cariño y gratitud, después de un ministerio platense de casi 20 años; uno y medio como coadjutor de mi venerado predecesor, Mons. Galán, y 18 como arzobispo. Todo pasa, todos pasamos; la Iglesia, sea una multitud innumerable de naciones o un pusillus grex, un mínimo rebaño, dura, permanece, hasta que Cristo vuelva.

         Me permito unas pocas palabras de agradecimiento y de disculpa. De agradecimiento, en primer lugar, al Papa Francisco, filialmente, en el amor de Jesús, María y José, como escribí en el texto de mi renuncia. Luego a los sacerdotes y laicos que han trabajado conmigo y aún más que yo; ¿qué podría hacer un obispo sin su presbiterio, y sin los laicos comprometidos con la misión pastoral de la Iglesia, y que llevan adelante tantas iniciativas? De un modo particular pienso en los jóvenes y en los queridos seminaristas que se preparan para ser el clero de mañana. Gracias por el  talento, la laboriosidad, la oración y la lealtad. Sobre todo por la lealtad, que con la sinceridad es un bien tan escaso, que excluye toda simulación, hipocresía y adulación. No puedo hacer nombres, no corresponde, y además, sería una lista larguísima; cada uno sabe, y el Señor más que nosotros.

         Ahora la disculpa; el perdón, mejor dicho: lo pido a quienes se han sentido dañados, perjudicados por mí de cualquier forma. Yo también perdono a quienes me hayan deseado el mal. El perdón recíproco nos identifica como cristianos. Lo dice el apóstol: Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo (Col. 3, 12, ss.) San Pablo añade que el amor es el vínculo de la perfección; vínculo suena en griego a sýndasmos, es lo que ata, aúna y constituye de las partes de un todo, un solo Cuerpo; de ese vínculo y de esa unidad procede la paz. No hay amor sin perdón; se puede discursear de modo conmovedor sobre la misericordia, pero practicarla cuesta mucho. No es posible vivir según el ideal apostólico sin la eucaristía. Dice Pablo: vivan en la acción de gracias, o sean agradecidos; traduciendo literalmente el eujuásristoi gínesthe se podría decir: vuélvanse eucarísticos, háganse eucarísticos (Col. 3, 15).

         Nuestra agrietada Argentina necesita del perdón de Dios y del perdón recíproco entre todos los ciudadanos para superar aquella maldición proferida en un arrebato contagioso de pasión política: ¡al enemigo, ni justicia! La Eucaristía nos hace eucarísticos, y nos preserva, si nuestra libertad consiente, para que esa maldición no penetre en la comunidad de la Iglesia, y podamos entonces aportar a la Patria una fuente de amor y de paz. Meditemos esto mientras acompañamos al Corpus por nuestras calles. Gracias. Amén.

+ Héctor Aguer

22.05.18

ENDEUDADÍSIMO

ENDEUDADÍSIMO

Si me preguntan estos días: “¿cómo andás, padre?”, una de las respuestas más exactas que podría dar es, sencillamente: “endeudadísimo”.

Y debo reconocer que esto de estar endeudado llega a ocupar amplios espacios en mis pensamientos. Me encuentro manejando por la ruta sacando cálculos y porcentajes, o imaginando estrategias de recaudación de fondos para liquidar todas las cuentas de una vez por todas, o explorando novedosas formas de ahorrar, aunque sea en lo más mínimo…

Llega a sucederme incluso –lo confieso avergonzado- que estoy en medio de alguna celebración eucarística o una confesión, y mi mente vuela lejos de la patena, el cáliz y el corporal, sumando, restando y multiplicando, en una interminable danza de cifras.

Me levanto y ya muy pronto –casi al unísono con la canción mariana que me despierta- resuena la llamada del deber: “tenés que pagar tus deudas, Bonnin”. Y es casi imposible que por estos días pueda leer o rezar por las noches sin que esta idea vuelva a presentarse, insistente, tal vez por la fuerza de la costumbre adquirida desde mi infancia de “no tener cuentas sin pagar”.

La situación me incomoda, me molesta sobremanera y, sin embargo, me educa…

Me educa no sólo porque LA PROVIDENCIA DE DIOS se manifiesta y resplandece con insospechado vigor, sino también y sobre todo, porque me revela un misterio aún más profundo.

ENDEUDADÍSIMO he estado desde el mismo momento de mi concepción contigo, oh Padre amado, que me creaste sin mérito de mi parte, que me diste la vida sin pedir nada a cambio, que me regalaste tantos años de felicidad inmerecida, y que sigues sosteniéndome en el ser aún cuando te ofendo.

ENDEUDADÍSIMO he estado desde siempre contigo, oh Jesús mío, Amigo Fiel, Salvador y Señor, que pudiendo salvarme con una sola gota de tu sangre la derramaste toda… y me llamaste a la vida apostólica y sacerdotal, y me permites cada día ser canal de la Gracia de tu Espíritu, y me das a tu Madre como Madre tierna y cariñosa…

ENDEUDADÍSIMO he estado y estoy con tantas personas -¡tantas personas!- que gratuitamente, sin alardes, sin reproches, me han amado y hecho el bien desde que han sabido de mí: padres, abuelos, hermanos, amigos, maestros, sacerdotes, vecinos, feligreses e incluso desconocidos.

Señor, que así como en este tiempo y sólo temporariamente mi mente permanece absorta y distraída con cálculos mentales, así mi mente y mi corazón, de modo continuo e incesantes, vivan en la conciencia de la deuda de amor que tengo hacia Ti y hacia todos los que han sido signos de tu amor para mí.

Señor, que cada mañana me levante gozoso de tener un día más de vida para intentar retribuir algo de amor a ti y a mis hermanos como respuesta a tanto bien recibido… con la conciencia de que es imposible pagar esa deuda –y que tampoco tú lo exiges- pero que intentándolo es como mi vida adquiere sentido y grandeza.

Ayúdame a gozar cada día en esa infinita deuda, que me revela mi dignidad y lo valioso que soy para ti… y que espero poder transformar en alabanzas para siempre, en la eternidad.