11.11.22

¿Qué te aconseja san Leandro?

San Leandro de Sevilla

Os dejo algunos textos extraidos de los escritos de san Leandro, en forma de breves citas, que nos pueden servir para la oración personal y la meditación.

Quizás, mejor que leerlos seguidos, puede ser interesante ir leyendo cada día uno de sus consejos, buscando como aplicarlo a nuestra vida (sin caer en la tentación de lanzarlos a los demás como un dardo, por aquello de la viga en el propio ojo…).

¡Qué sean de provecho para el alma en este tramo final del año litúrgico!

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31.10.22

Las raíces de nuestra fe

Las raíces de nuestra fe. Espiritualidad y santidad en la España visigodaEs una alegría poder compartir la reciente publicación en Edibesa de un libro que preparé durante el tiempo de confinamiento por el covid19: Después de pasar la enfermedad en el piso de la parroquia de Santa María de Majadahonda, decidí organizarme el horario de cada jornada en casa con tiempo de oración, estudio, deporte, cocina-comida, transmisión de la Misa a la comunidad parroquial por internet, etc. El texto que ahora se publica es fruto de aquellas horas de lectura y escritura; no es una obra académica, sino animada por la intención de acercar estos tesoros de nuestra historia a los creyentes de hoy.

Os copio el prólogo del arzobispo de Toledo, D. Francisco Cerro Chaves, así como el índice del contenido.

Espero que os guste y sea provechoso espiritualmente. Está disponible en librerías religiosas y en internet.

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23.10.22

San Leandro de Cartagena y de Sevilla: un gigante de la fe

San isidoro de Sevilla San Leandro era el mayor de cuatro hermanos  santos, hijos de Severiano y Teodora, matrimonio cristiano de la antigua nobleza hispano-romana, naturales de la ciudad de Cartagena. Toda la familia se trasladó a Sevilla en el año 555 debido a la invasión bizantina del levante español posterior a la guerra civil que acabó con la coronación de Atanagildo.

Leandro (535-599) ya había empezado en Cartagena su formación para la vida religiosa, y en Sevilla completó sus estudios, se hizo monje y fue ordenado sacerdote. Obispo de Sevilla desde el año 578, se preocupó de la formación de los aspirantes al sacerdocio creando una escuela episcopal de gran prestigio, a la que dotó de una extraordinaria biblioteca y en la que se formaron muchas de las grandes figuras de la Iglesia visigótica.

Frente al arrianismo del rey y las autoridades, trabajó por afianzar y extender la fe católica mediante una buena formación del clero y del pueblo cristiano. Su influencia fue grande en la conversión de muchos, como ocurrió con los hijos del rey: primero Hermenegildo, influido también por su católica esposa, y más tarde Recaredo.

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11.10.22

Anécdotas y curiosidades de los monasterios visigodos

¿Había monasterios femeninos? ¿Cómo rezaban? ¿Guardaban silencio? ¿Cómo era su vida cotidiana?

Alguna amable lectora planteaba preguntas sobre la vida y espiritualidad en los monasterios visigodos, por lo que intentaremos en este artículo asomarnos a las reglas monásticas de la España visigoda. Encontramos recogidas en el tomo segundo de “Santos Padres Españoles” publicado por la BAC en los años setenta, además de las “Sentencias” de san Isidoro de Sevilla, las siguientes:

  • Libro de la educación de las vírgenes y del desprecio del mundo, de san Leandro de Sevilla.

  • Regla de monjes, de san Isidoro de Sevilla.

  • Regla de monjes, de san Fructuoso de Braga.

  • Regla común o Regla de los abades

También encontramos una presentación del panorama monástico de la España del siglo VI en el libro “Las vírgenes cristianas de la Iglesia primitiva” que publicó el jesuita Francisco de B. Vizmanos en la BAC en 1949. Ursicino Domínguez del Val tiene publicado igualmente un estudio sobre la regla femenina de san Leandro en el Instituto de Estudios Visigótico-Mozárabes de San Eugenio (Toledo, 1981). Y más recientes son los libros de José Orlandis que ya hemos citado en artículos anteriores.

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3.10.22

Espiritualidad de los monjes visigodos

Con este tercer artículo dedicado a los monasterios de la época visigótica vamos a asomarnos a la vida espiritual de aquellos que consagraban su vida a Dios.

Aunque pudiera haber desviaciones, como indican las normas acerca de castigos en las reglas monásticas conservadas y como ocurre en cualquier realización humana, los que entraban en un monasterio lo hacían con un deseo sincero de perfección. Era un camino de exigencia que había que escoger libremente y con decisión. Así lo recoge san Isidoro:

…todo el que aspira esforzadamente a la disciplina de los antiguos, marche por esa vía ardua y angosta sin tropiezos, mas el que no pueda, que eche a andar por el camino de esta regla a fin de no desviarse por una disciplina relajada y pierda la vida y el nombre de monje.

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