Sin fe, ni esperanza ni caridad

Francisca Javiera del Valle, (Palencia, 1856-1932), que trabajó la mayor parte de su vida como costurera, dejó un escrito de gran valor espiritual, Decenario al Espíritu Santo. Con palabras sencillas, nos transmite verdades profundas, capaces de grabarse a fuego en el alma. Transcribo aquí un extracto del libro, del “Obsequio al Espíritu Santo para este día décimo, Las tres virtudes teologales”:

“Hemos de prometer este día al Espíritu Santo el guardar, conservar y trabajar cuanto nos sea posible, porque nadie nos puede arrebatar estas virtudes Divinas. Entre las criaturas ninguna sabe, como lo sabe Satanás, lo que valen estas virtudes. Siempre anda como cazador, sin descanso en su busca, a ver si las puede cazar. Cuando él se gloría mucho con la caza que coge, es cuando lo hace por las soledades, porque anda en acecho por la soledad.

Si hace presa, seguras tiene las tres. Pone como blanco la fe, y como ésta hiera, seguras tiene las otras dos; porque las heridas en la fe son de muerte. Si hiere con su flecha infernal a la esperanza o a la caridad, no se gloría tanto con su caza; porque estas heridas sanan pronto.

Pero si hiere en la fe, como esta herida es mortal, ¡cuánto se regocija en ello! Estas virtudes forman las tres como un solo árbol. La raíz y el tronco, es la fe; las ramas, son la esperanza; los frutos, la caridad.

Si cortan las ramas, con su corte queda el árbol sin ellas y sin fruto; pero el árbol no desaparece, porque como existe la raíz y el tronco, pronto echa otra vez las ramas y éstas vuelven a dar frutos.

Pero si lo que quitan del árbol es el tronco o la raíz, pierde las ramas y los frutos de ellas, el árbol desaparece; porque quitados el tronco y la raíz, las ramas y los frutos mueren.“

En una palabra, la fe no es suficiente, pero es necesaria. Sin la raíz el tronco (la fe), no puede haber ramas (esperanza) ni frutos (caridad). Muy sencillo, pero se entienda a perfección: estamos aquí para dar fruto (por la caridad), pero ese fruto no viene si no hay fe.

Además, es muy instructiva la advertencia respecto a las intenciones y estrategia del Satanás. Eso nos tiene que importar mucho, porque es por allí por donde engaña, por donde nos tiende la trampa. “Porque él sabe que las heridas de fe son de muerte.” Por eso, para arrancar almas a Dios y para hacer estragos en la Iglesia, desde siempre, desde aquellos primeros de los que habla San Juan (“han salidos de entre nosotros, pero no son nuestros”), hasta hoy, utiliza la misma estrategia: debilitar la fe, atacarla, herirla, matarla. No se nos aparece, utiliza los hombres con lenguaje seductor para tal fin. Parece pomposo y vistoso su estilo, pero produce muerte.

Con frecuencia utilizan las Escrituras (el diablo las sabe de memoria, de hecho las cita en la tentación del desierto), cambia levemente su sentido y aplicación, y si encuentra falta de humildad y fe, consigue la victoria.

Así ha sido, y por lo visto así sigue. Pero el proceder es tan simple, no moverse ni un ápice de lo confirmado por Dios, de sus santas órdenes. Solamente entonces, es cuando puede haber fruto. [Hoy inclusive, cualquier realidad eclesial que da fruto, es porque se ha mantenido firme en este punto.]

Los santos sabían esto muy bien, y no se dejaban engañar por aquel que se presentaba incluso como el ángel de la luz. A San Martín una vez se le apareció la figura del Señor, pero sin heridas. San Martín le contestó: “¡Vete de mi Satanás, no quiero a Cristo sin heridas!” Y este efectivamente se esfumó. El mensaje: ir derecho al grano.

Tampoco hay que amargarse o asustarse, ni buen humor debe desaparecer. Para eso, sirva la siguiente anécdota que oí aquí de un sacerdote. Resulta que una vez Santa Teresa de Ávila, estando en un retiro, siente la necesidad de ir al retrete. Estando allí, siguió con el rosario. En eso se le aparece el demonio y le dice: “Vaya, vaya con la santita. No tiene todo el día para rezar, sino encima lo tiene que hacer aquí”. A lo que la santa le dijo: “Cállate feo, la oración es para Dios, y para ti lo de atrás.”

1 comentario

  
antonio grande
Luego le tenemos que rezar rosarios a la Virgen María con y sin ganas, a gusto o a disgusto, etc. A rezarle se ha dicho. Ella está y estará de contino escrachando la cabeza de los diablos que nos atacan. Bien simple la solución.
11/07/11 11:53 AM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.