Educar para la paz
A lo largo de la historia, la humanidad ha enfrentado innumerables crisis que siempre van ligadas a una carencia de orientación firme y adecuada sobre los bienes de la vida que hoy conocemos con el nombre de valores. El fracaso personal y la falta de sentido de la vida son el efecto del fracaso educativo de una sociedad debilitada en sus estructuras y en sus instituciones. Esto sucede porque sólo al hombre la educación le es intrínsecamente necesaria de modo que si no se educa adecuadamente, acaba por frustrarse.
En la Grecia clásica, sobretodo en la especulación platónica la humanidad alcanzó el límite máximo de estos principios en el orden puramente natural. Tanto Platón como Aristóteles fueron conscientes de que sin una buena educación y la adquisición de todas las virtudes, se llenaría de vicios la república. Aun cuando la Filosofía de entonces carecía de una visión sobrenatural, ya aparecía clarísima la necesidad de una paideia o sea de una educación en función de la naturaleza humana.