San Pío X y la música litúrgica. 2- El motu proprio "Tra le sollecitudini"

Hoy 22 de noviembre se celebra Santa Cecilia, patrona de los músicos. Y tal día como hoy en 1903 San Pío X promulgó su famoso motu proprio Tra le sollecitudini. 

En un artículo anterior ya traté sobre el ambiente generalizado desde el siglo XIX en toda la Iglesia, que pedía una restauración de la música utilizada en el culto. Ciertamente en las décadas anteriores se había producido una de las cíclicas desviaciones respecto a la norma en lo tocante a la música sacra. La norma desde siempre ha sido que la música utilizada en el culto debe expresar la sacralidad de la liturgia, evitando concomitancias con el estilo profano que la puedan diluir o debilitar. En ese momento, los comienzos del siglo XX, el influjo desacralizador adoptaba la forma concreta del estilo usado en los teatros de ópera.

El texto completo del motu proprio Tra le sollecitudini pueden leerlo aquí. Por mi parte, en este artículo seleccionaré y comentaré algunos de los párrafos más relevantes.

En sus primeras líneas el motu proprio establece ya los fundamentos de la cuestión:

Entre los cuidados propios del oficio pastoral, no solamente de esta Cátedra, que por inescrutable disposición de la Providencia, aunque indigno, ocupamos, sino también de toda iglesia particular, sin duda uno de los principales es el de mantener y procurar el decoro de la casa del Señor, donde se celebran los augustos misterios de la religión y se junta el pueblo cristiano a recibir la gracia de los sacramentos, asistir al santo sacrificio del altar, adorar al augustísimo sacramento del Cuerpo del Señor y unirse a la común oración de la Iglesia en los públicos y solemnes oficios de la liturgia.

Nada, por consiguiente, debe ocurrir en el templo que turbe, ni siquiera disminuya, la piedad y la devoción de los fieles; nada que dé fundado motivo de disgusto o escándalo; nada, sobre todo, que directamente ofenda el decoro y la santidad de los sagrados ritos y, por este motivo, sea indigno de la casa de oración y la majestad divina.

Es interesante constatar cómo el papa se refiere elogiosamente al movimiento restaurador que se había extendido durante el siglo XIX, y del que tratábamos en el mencionado artículo anterior:

Con verdadera satisfacción del alma nos es grato reconocer el mucho bien que en esta materia se ha conseguido durante los últimos decenios en nuestra ilustre ciudad de Roma y en multitud de iglesias de nuestra patria; pero de modo particular en algunas naciones, donde hombres egregios, llenos de celo por el culto divino, con la aprobación de la Santa Sede y la dirección de los obispos, se unieron en florecientes sociedades y restablecieron plenamente el honor del arte sagrado en casi todas sus iglesias y capillas.

La introducción del motu proprio incluye una muy necesaria fundamentación del discurso no en el orden meramente estético, sino en el teológico-espiritual:

Siendo, en verdad, nuestro vivísimo deseo que el verdadero espíritu cristiano vuelva a florecer en todo y que en todos los fieles se mantenga, lo primero es proveer a la santidad y dignidad del templo, donde los fieles se juntan precisamente para adquirir ese espíritu en su primer e insustituible manantialque es la participación activa en los sacrosantos misterios y en la pública y solemne oración de la Iglesia.

No tiene tampoco desperdicio la claridad y reciedumbre del lenguaje empleado:

Y en vano será esperar que para tal fin descienda copiosa sobre nosotros la bendición del cielo, si nuestro obsequio al Altísimo no asciende en olor de suavidad; antes bien, pone en la mano del Señor el látigo con que el Salvador del mundo arrojó del templo a sus indignos profanadores.

San Pío X recuerda que los fines de la música sagrada son dos: dar gloria a Dios y santificar a los fieles. Y señala que para alcanzar estos objetivos la música debe añadir eficacia al texto litúrgicopara que por tal medio se excite más la devoción de los fieles y se preparen mejor a recibir los frutos de la gracia, propios de la celebración de los sagrados misterios. (nº 1).

Sentados estos principios, enumera las condiciones que debe reunir la música digna de ser admitida en la liturgia de la Iglesia:

  • Santidad, de modo que su estilo excluya todo lo profano.
  • Bondad de formas, es decir, calidad artística. Las chapuzas y las mediocridades fruto de la pereza, el desorden o el diletantismo evitable no son admisibles. Debe tener arte verdadero, porque no es posible de otro modo que tenga sobre el ánimo de quien la oye aquella virtud que se propone la Iglesia al admitir en su liturgia el arte de los sonidos. (nº 2)
  • Universalidad. Aunque cada país puede dotar a su música litúrgica de particularidades estilísticas propias, siempre ha de mantenerse un vínculo tal con el carácter general de la música sacra que ningún fiel procedente de otra cultura reciba una impresión diferente.

En cuanto a los géneros de la música sacra, se recuerda la absoluta primacía del canto gregoriano:

Hállanse en grado sumo estas cualidades en el canto gregoriano, que es, por consiguiente, el canto propio de la Iglesia romana, el único que la Iglesia heredó de los antiguos Padres, el que ha custodiado celosamente durante el curso de los siglos en sus códices litúrgicos, el que en algunas partes de la liturgia prescribe exclusivamente, el que estudios recentísimos han restablecido felizmente en su pureza e integridad. (nº 3)

Y enuncia una ley general que sigue teniendo plena vigenciacomo recordó San Juan Pablo II en su Quirógrafo de 2003:

Una composición religiosa será más sagrada y litúrgica cuanto más se acerque en aire, inspiración y sabor a la melodía gregoriana, y será tanto menos digna del templo cuanto diste más de este modelo soberano. (Tra le sollecitudini, nº 3; Quirógrafo, nº 12)

Muy interesante también la asociación del canto gregoriano y el canto del pueblo en las celebraciones:

Procúrese, especialmente, que el pueblo vuelva a adquirir la costumbre de usar del canto gregoriano, para que los fieles tomen de nuevo parte más activa en el oficio litúrgico, como solían antiguamente. (nº 3)

Después de esta reafirmación de la enseñanza tradicional respecto a la primacía del canto gregoriano, continúa poniendo como siguiente modelo el estilo polifónico que se fraguó en Roma alrededor del Concilio de Trento:

Las supradichas cualidades se hallan también en sumo grado en la polifonía clásica, especialmente en la de la escuela romana, que en el siglo XVI llegó a la meta de la perfección con las obras de Pedro Luis de Palestrina, y que luego continuó produciendo composiciones de excelente bondad musical y litúrgica. (nº 4)

Es importante recordar aquí que no se trata ni mucho menos de congelar el estilo musical litúrgico en el gregoriano del siglo VIII o en la polifonía del XVI:

La Iglesia ha reconocido y fomentado en todo tiempo los progresos de las artes, admitiendo en el servicio del culto cuanto en el curso de los siglos el genio ha sabido hallar de bueno y bello, salva siempre la ley litúrgica; por consiguiente, la música más moderna se admite en la Iglesia, puesto que cuenta con composiciones de tal bondad, seriedad y gravedad, que de ningún modo son indignas de las solemnidades religiosas.

Sin embargo, como la música moderna es principalmente profana, deberá cuidarse con mayor esmero que las composiciones musicales de estilo moderno que se admitan en las iglesias no contengan cosa ninguna profana ni ofrezcan reminiscencias de motivos teatrales, y no estén compuestas tampoco en su forma externa imitando la factura de las composiciones profanas. (nº 5)

Sigue explicando que el estilo teatral imperante en Italia y en tantos otros lugares ofrece por su misma naturaleza una máxima oposición al gregoriano y la polifonía. Digamos de paso que el estilo que hoy impera en las regiones de lengua española es bastante peor que aquel teatral, al que al menos no se le podía negar la bondad de formas, ausente casi por completo entre nosotros.

La importancia del texto requiere que sea pronunciado de forma clara e inteligible por los fieles. Por eso conviene que no tenga repeticiones ilógicas, ni separaciones de sílabas. De aquí se deriva también que los cantos deben conservar la forma que la tradición de la Iglesia les ha dado. Por ello, lo que en el gregoriano es una sola pieza no debe descomponerse en varias piezas sucesivas y separadas unas de otras. (cf. nº 11a).

En cuanto al uso de instrumentos, se admite sobre todo el órgano, el cual debe tocarse según la índole del mismo instrumento, y debe participar de todas las cualidades de la música sagrada (nº 18). Los demás instrumentos no están excluidos, pero se dan unas normas muy concretas: 

Está prohibido en las iglesias el uso del piano, como asimismo de todos los instrumentos fragorosos o ligeros, como el tambor, el chinesco, los platillos y otros semejantes. (nº 19)

Dado que hay ciertos momentos en los que la liturgia, para dar un tono de mayor sobriedad, no permite el uso del órgano (Adviento, Cuaresma, liturgia de Difuntos), se venía usando el piano en su lugar. A raíz de este motu proprio muchas iglesias sustituyeron el piano por el armonio. De hecho, la mayor parte de los armonios que se conservan en las iglesias que también órgano de tubos deben su presencia  a esta disposición del motu proprio de San Pío X.

Una de las últimas observaciones se refiere a la extensión de la música:

No es lícito que por razón del canto o la música se haga esperar al sacerdote en el altar más tiempo del que exige la liturgia. Según las prescripciones de la Iglesia, el Sanctus de la misa debe terminarse de cantar antes de la elevación, a pesar de lo cual, en este punto, hasta el celebrante suele tener que estar pendiente de la música. Conforme a la tradición gregoriana, el Gloria y el Credo deben ser relativamente breves. (nº 22)

Y por último encontramos este párrafo que hoy en día nos resulta un tanto lejano:

En general, ha de condenarse como abuso gravísimo que, en las funciones religiosas, la liturgia quede en lugar secundario y como al servicio de la música, cuando la música forma parte de la liturgia y no es sino su humilde sierva. (nº 23)

Actualmente el estado de la música litúrgica es de tal postración que nos cuesta imaginar cómo podría robar protagonismo a lo que sucede en altar. Pero debemos tener en cuenta que por entonces, y desde bastante tiempo atrás, las celebraciones litúrgicas eran ocasión de interpretaciones musicales magníficas con gran número de cantores e incluso instrumentistas, y que ciertamente llegaban en ocasiones a acaparar la atención de los asistentes en perjucio de la propia liturgia. 

Como ocurre siempre, hay aspectos que están más apegados a las circunstancias de 1903, y otros que son perennes. Son éstos últimos sobre todo los que nos interesan. No olvidemos que las líneas generales y básicas del motu proprio Tra le sollecitudini se insertan en la tradición de la Iglesia. Es decir, son importantes y exigen su cumplimiento no tanto porque lo dijera San Pío X, que también, sino sobre todo porque lo que hizo San Pío X fue recordar la enseñanza tradicional. En un artículo anterior ya resumí la exposición de esta enseñanza de la Iglesia a través de los siglos. A lo cual hay que añadir que estos puntos tradicionales de doctrina católica sobre la música sacra fueron recordados en tiempos más recientes por el Concilio Vaticano II, por Pablo VI, por San Juan Pablo II y por Benedicto XVI.

Y después de todo ello, díganme, al margen de las buenas intenciones que damos por supuestas, qué hay que pensar de esto que ocurrió hace unos años en la catedral de Tortosa, al parecer con la aquiescencia del obispo del lugar:

Índice del blog Con arpa de diez cuerdas 

13 comentarios

  
Tulkas
La iniciativa concreta de restaurar el canto litúrgico tiene q partir de los párrocos. No dudo que en muchas ocasiones ellos no puedan hacerse cargo (como dice el sacerdote del programa de catecismo de Radio María, vasco él: "yo no sé tocar ni el txistu, que sólo tiene tres agujeros).

Me refiero a que lo propongan: "necesitamos personas con un mínimo de formación musical dispuestas a colaborar generosamente con esta Casa de Dios que es su iglesia parroquial constituyendo un pequeño grupo de cantores encargados de la realización del canto gregoriano litúrgico de los domingos y fiestas importantes".

Si se propone hoy ya te digo yo que en muchas parroquias suena de nuevo el "Puer natus est nobis".

¿Por qué no se hace, simplemente no se hace?

Pues por la ideología, sí, ideología inculcada en los seminarios.
23/11/14 10:32 AM
  
Alonso Gracián
Gracias Raúl por este magnífico y esclarecedor post.

El panorama musical que reina, todavía, en muchas misas dominicales es desalentador. Pensar que hemos tirado a la basura tesoros musicales increíbles, para substituirlos por música de penosa y lamentable calidad, es terrible.

Un abrazo en Cristo con María su Madre Inmaculada
23/11/14 12:08 PM
  
Eduardo Martínez
Al hilo de la intervención de Tulkas, me gustaría saber si desde los obispados o arzobispados existe algún tipo de comisión, o de organismo para asesorar a los feligreses que deseen la restauación del canto gregoriano, en al menos alguna de las misas de una determinada parroquia.

Puede que muchos feligreses deseen este tipo de restauración de la música que tiene la primacía en la liturgia (El Canto Gregoriano, por si hay algún despistado por aquí). Sin embargo, esa voluntad se puede ver coartada tanto por la falta de voluntad de algún determinado párroco, como por la falta de conocimientos de algún párroco, que podría tener voluntad, pero que tal vez carezca de conocimientos.

Hace unos cuantos meses, vimos que un colaborador habitual de Infocatólica, el Padre don Jorge González, tuvo la iniciativa de formar un coro que cantase cantos gregorianos. No quedó solo en su empeño, sino que su petición fue respondida positivamente por algunos feligreses.

He de suponer que algunos, con tal de volver a instaurar el canto gregoriano, se desplazarían varios kilómetros a otra población, para poner en marcha un coro.

Creo que para muchos no constituye ninguna sorpresa el que parroquias en las que la participación en el canto es escasa o nula, casi casi cantan al unísono el "Salve Regina". Pero ha de existir la oportunidad, al menos alguna oportunidad, y el conocimiento o la posibilidad de acceder al conocimiento.
23/11/14 1:09 PM
  
Daniel
Como siempre, muy interesante el artículo.
111 años después del motu proprio, este sigue teniendo total validez y, desgraciadamente, siguen sin aplicarse muchas de las directrices. Somos muchos los músicos y los creyentes que queremos, de una vez por todas, una verdadera y necesaria reforma de la música sacra, siguiendo la tradición de la Iglesia. Sin embargo, los obstáculos son numerosos; uno de ellos, el desconocimiento de la materia por parte de muchos sacerdotes, y las pocas ganas de trabajar en este campo.
Saludos
24/11/14 12:02 AM
  
Eagleheart
Guitarras, guitarras everywhere.

Salu2. Paz y Bien.
24/11/14 11:28 AM
  
Ramvel
Al corromperse la música litúrgica se corrompe la liturgia misma.
Satanás sabe dónde atacar, intenta minar la "fuente y culmen de la vida cristiana" y mirando desde fuera podríamos afirmar que lo está logrando a pasos agigantados.
Es muy difícil compaginar los abusos litúrgicos cotidianos con las enseñanzas magisteriales clarísimas al respecto. Es tal vez fruto de una errada comprensión de la creatividad mezclada con nuestra natural soberbia de imponer "lo que me gusta" sin primero preguntarme ¿está acorde a las enseñanzas de la Iglesia?.
Es absolutamente desalentador que ni los sacerdotes ni los obispos, en muchos lugares, no se pronuncien respecto de los abusos en mùsica litùrgica, y si se pronuncian suenan màs bien a comentarios, sin fuerza, que no conducen a un cambio en la praxis.
Creo que actualmente en ninguna misa ya no se canta después de la primera lectura, antes del salmo. Un buen día nos dijeron que no se debìa cantar entre la primera lectura y el salmo, y en poco tiempo se dejó de lado esa praxis inadecuada. ¿Qué impide a la Iglesia volver a aplicar ese simple principio en otras áreas que afectan a la música litúrgica?
La música no es un agregado ni un adorno para la liturgia, es la liturgia misma.
Santa Teresa hablaba del "esplendor de la liturgia"... eran otros tiempos.
Paz y bien.
25/11/14 11:54 AM
  
Eduardo Martínez
Una cosa que me gustaría destacar, a partir del artículo, es el uso del armonio. Ciertamente el armonio es un instrumento que ha dejado de fabricarse. Tal vez se fabrique en la India en su versión de pequeño instrumento, en el que el instrumentista da a un fuelle con una mano y toca con la otra, pero creo que hoy en día la única posibilidad de adquirir un armonio sea comprándolo de segunda mano. Pues tampoco creo que pueda servir el instrumento en su versión hindú para los templos.

El armonio se conocía también como "órgano expresivo" y sirvió a aquellas parroquias que no tenían recursos para adquirir un órgano de tubos, para tener una música digna en los templos.

A pesar de su anterior empleo, antes del Concilio Vaticano II, no sé si existe algún documento de la Iglesia que autorice su uso. Creo que para algunas parroquias pequeñas, el poder recuperar el armonio podría significar un avance. Ciertamente en parroquias con naves amplias y de grandes dimensiones, puede que el armonio quede pequeño. Aun así, si se hace una misa en la Capilla de la Comunión, tal vez podría hacerse uso de él. O incluso se podría usar si, en una romería, se hace una misa en una ermita normalmente cerrada.

Me gustaría saber, don Raúl, su opinión sobre el armonio, y su uso, al menos en aquellos templos en los que sea imposible el órgano de tubos, y si habría que animar a recuperar esos armonios, que en el mejor de los casos, están disimulados como una especie de armario que está en un rincón del templo, y que ya nadie recuerda para qué sirven. O en el peor, en algún desván del mismo templo, tal vez en un lugar no demasiado protegido de la intemperie.

Evidentemente un armonio no es ni un órgano ni un piano, y supongo que el que lo toque necesitará conocer sus recursos para sacarle todo el partido posible. Sin embargo, creo que hoy en día hay incluso más estudiantes de música que antes de 1960, y tal vez podría ser una vía para recuperar la música que debería sonar (y que no suena), en las Iglesias.

____________________

RdT: tengo muy buena opinión sobre el armonio. Naturalmente, como en todo, los hay buenos, normales, malos y excelentes. Pero es un instrumento que, bien afinado y bien tocado es estupendo. La pena es que la técnica específica de tocar el armonium casi ha desaparecido entre nosotros, aunque en otros lugares como Francia y Bélgica se está empezando a recuperar por parte de excelentes especialistas.

El olvido del armonio responde a causas complejas. Por una parte, el auge del estilo musical barroco desde los años 70 y el olvido o minusvaloración del repertorio decimonónico. Como todas las modas, también esta está pasando, pero han sido muchos años y queda una enorme huella.

Por otra parte, el armonio es un instrumento dulce y delicado. Desde que llegó la megafonía a los templos el nivel de potencia acústica media ha subido mucho, los oídos se han acostumbrado/cebado al estruendo, y todo aquel sonido que no alcance un mínimo de decibelios se tacha de defectuoso o insuficiente.

También está el énfasis en el canto popular. El armonio no es capaz de sostener a una gran asamblea que cante fuerte (en el supuesto de que esta exista, claro).

Para que el armonio pudiera ser de nuevo valorado en la liturgia debería operarse un cambio en la sensibilidad: volver a apreciar más lo natural: la luz natural y la de las velas frente a los focos eléctricos por doquier; la voz natural del celebrante sin megafonía (cuando esto no impida la audición, claro); los cantores sin micrófonos; y el armonio con su dulce sonido natural y auténtico frente a los teclados electrónicos con sus grandes altavoces.

El tema es complejo, como casi siempre. Pero creo que estas son las coordenadas.
26/11/14 10:55 AM
  
José Ronaldo
En relación al video, que pena por este cura y por su obispo. La misa convertida en un show rockero.
Y es que sí, la misa "es una fiesta," quizás "un show", pero una fiesta y un show ESPIRITUAL.
Si este cura quiere usar sus gustos y habilidades musicales para actividades de evangelización: conciertos, caminatas, convivios, retiros incluso, no hay problema.
Es más, si en la intimidad de su cuarto o en su vehículo quiere escuchar a Metálica o a AC/DC, pues que lo haga.
Alguien - quizás desde el seminario - no tuvo los pantalones para decirle al seminarista Jony, que en relación a la misa, se atuviera a los lineamientos de la Iglesia.
Debo aclarar no obstante que desconozco la vida y el testimonio espiritual del padre Jony.
Pero - tal como el Padre Jorge González lo señala en su post del día de hoy - bien le vendría un "amistoso baculazo" al Padre Jony.
Ah...que conste: soy ferviente admirador de The Beatles, Pink Floyd, Alan Parson, The Eagles, e incluso, de los mismísimos Pentatonix.
Pero a la Iglesia...lo que es de la Iglesia, y la música oficial de la Iglesia, es el Gregoriano; y en su defecto, cualquier otra música que reúna los requisitos propios de nuestra liturgia.

27/11/14 4:41 AM
  
antonio
El Papa nombra al cardenal Robert Sarah nuevo Prefecto de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos.

Es muy buena noticia para la Iglesia,que la belleza invada nuestros templos.Lo he repetido, San Juan de la Cruz:El angel de la guarda,(Dios), ilumina la razón y nunca la sensibilidad, por lo tanto la sensibilidad es enemiga de la razón.
Como he escrito grandes pensadores rusos piensan que la Belleza Dios Nuestro Señor, Salvará al mundo.La sensibilidad es para no escuchar nuestras conciencias, a lo mejor con la mejor de las intenciones.
Lo he repetido, el Cardenal Buke, a los jóvenes de San José, les oficio una misa pontificial, después existierón muchas conversiones, y se llenarón los confesionarios."Por sus frutos los conocerereís".
Semejante misterio , la actualización del mismo momento,en este mismo está la Cruz, donde se oficia una misa.Debe provocar asombro, debe ser el extasis como se estará en el cielo.Lo otro no provoca nada, porque es imposible que Dios, se acerque a la razón.
27/11/14 2:39 PM
  
Tulkas
Mañana es Domingo I de Adviento.
Al volver de Misa me decís en cuántas de vuestras parroquias se ha usado (ya no digo cantado) el Proprium Missae.
29/11/14 11:32 PM
  
Tulkas
Desconozco si quedan en España fabricantes (o reparadores) de armonios. Puede que don Antonio Estebarán (padre) fuese uno de los últimos. Yo lo conocí todavía en activo y tenía en su casa varios ejemplares que le habían pedido reparara de algunas parroquias o que él había conseguido rescatar de otras dónde iban a tirarlos, algunos del siglo XIX según me contó. Me pidió varias lengüetas de uno ya irreparable, de los años 30, que yo había estado desmontando para ver si se podía hacer algo de él.
Afirmaba que en su opinión el sonido del armonio es incluso mejor que el del órgano en iglesias pequeñas, y detestaba los electrónicos, particularmente los de los años 60 y 70.

Es curioso constatar que en los años preconciliares incluso en pueblitos muy pequeños había un armonio en la parroquia, arrinconados después, con los fuelles comidos por las ratas.

Triste metáfora ésta de lo que ha acontecido con la música litúrgica.
05/12/14 6:26 PM
  
José Cifre
La Iglesia necesita redefinir las normas de la música litúrgica, ya que cae constantemente en contradicciones. No podemos decir que la música debe tener como fin la participación de la asamblea en la alabanza y al mismo tiempo que la primacía debe corresponder al canto gregoriano, que es una técnica de gran dificultad y por tanto impropia para la participación de los fieles. No podemos decir "foméntese la música popular" y al mismo tiempo "évitense las evocaciones profanas" cuando la música popular por propia definición nace en los ambientes.

_________________________
RdT:
1- No todo el gregoriano es una "técnica de gran dificultad". Hay piezas gregorianas muy difíciles, sólo para especialistas, y piezas gregorianas muy sencillas.
2-Nadie dice que el gregoriano tenga que ser la única música utilizada.
3-Eso de que la "música popular nace en ambientes profanos" es inexacto. Será ahora, o en según qué sitios. Hay una tradición de canto religioso popular bastante antiguo al que casi se le ve el cordón umbilical con el canto gregoriano que lo engendró. A esta música se refiere la cita que usted trae, y no a otra. Hoy en día hay gran dificultad para distinguir unas cosas de otras, es una cuestión cultural.
4-La participación del pueblo no consiste en que todo el mundo cante todo todo el tiempo, sino en que cada uno haga todo y sólo lo que le corresponde hacer en cada momento.
5-La distinción entre estilo profano y estilo sacro es la premisa mayor. Si no se comprende, no hay nada de que hablar ni nada que pensar al respecto. Eso sí, si se rechaza esta distinción hay que tirar a la basura 1500 años de magisterio católico explícito y constante. En la práctica, muchos lo han hecho ya.
10/12/14 10:21 AM
  
Eduardo Martínez
No dudo que muchas parroquias habrán cedido sus armonios a particulares (y en no pocas ocasiones, habrá sucedido porque alguna persona con un mínimo de sensibilidad, los rescatara "in extremis"), y que en consecuencia, ya no los tendrán.

Sin embargo, en muchos paseos por parroquias de pueblos y ciudades, en algún viaje, he podido ver que muchos conservaban sus armonios,

Creo que si el templo no es muy grande, se podría intentar el recuperar el instrumento, como una vía para recuperar aquella música que jamás fue prohibida, y que parece que lo haya sido.

En cuanto a la reparación, imagino que habrá más artesanos capaces de repararlos de lo que nos pensamos. No hay que olvidar que hay muchos técnicos que reparan acordeones. Y tal vez éstos estén capacitados para volver a la vida a muchos de esos instrumentosl
10/12/14 8:51 PM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.