Una catedral en Estambul - Una catedral en Nantes
Karl -Peter Schwarz publica en su blog y en kath.net una interesante reflexión sobre el significado de la nueva conversión de Santa Sofía en mezquita, que define como otra señal de la agresividad del islam.
El viernes 24 de julio la Hagia Sophia será convertida, por segunda vez en sus mil quinientos años de historia, en una mezquita. En Francia, una catedral fue quemada. En Viena, extremistas turcos de derecha se enfrentaron a kurdos extremistas de izquierda. En Alemania y Austria se registra un número récord en el número de bautizados que abandonan la Iglesia. ¿Hay una relación entre estos sucesos aparentemente dispares?
Al comienzo de la usurpación islámica de la Hagia Sophia –tan sagrada para los ortodoxos como la basílica de San Pedro para los católicos– ocurrió un grave crimen. El 29 de mayo de 1453, cuando las tropas turcas asaltaron la ciudad de Constantinopla, el sultán Mehmed II, que se hizo celebrar como el «padre de la conquista» y «emperador de los romanos», les permitió saquear la ciudad durante tres días. Entraron violentamente a la basílica, en la que se habían refugiado los cristianos; se robaron los tesoros de la iglesia; violaron a mujeres y niños, y asesinaron a todos a quienes no consideraban aptos para ser vendidos como esclavos. La iglesia más grande e importante de la Iglesia romana oriental, ante cuyo altar fueron coronados los emperadores de Bizancio, fue convertida en una mezquita. Quinientos años después –tras la caída del imperio otomano, y a raíz de la secularización y occidentalización de Turquía–, Kemal Atatürk ordenó convertir la basílica en un museo.