Carta de una madre de Mairena del Aljarafe sobre la pastoral juvenil
Queridos Jóvenes, y otros no tan jóvenes… que ya habéis pasado la frontera de los 35. Es más, me dirijo a los más “talluditos”, a los responsables y “formadores”.
Me gustaría poder seguir en el tono de mi carta del comienzo de todo, como una carta de amor a vosotros. No es que lo pretenda hacer con falta de amor; como cristiana, seguidora de Jesús, no debo hacerlo, sigo pretendiendo cultivar esto en lo bueno y en lo malo, entregada con toda mi alma a todo ser humano. Lo que ocurre que la prudencia que me caracteriza, los que me conocéis lo sabéis, no es viable en todo momento; pues puede confundirse con querer mirar para otro lado, y vuestras actitudes,(los propósitos que habéis desenmascarado) no lo merecen.
Parece mentira que una rabieta haya desembocado en todo esto. Si, así me lo parece, que ha primado más el resentimiento de haber dejado de ser mimados, que os ha obcecado perder un protagonismo mal concedido. Porque no podéis seguir teniendo “carta blanca”, llaves y privilegio de las instalaciones de la parroquia, las aulas, el salón de actos, en los que desarrollar vuestros encuentros, fiestas y otras actividades…., como si fueran de vuestra propiedad a costa de “papá parroquia”, que es la que corría con los gastos, como si de vuestro club privado se tratase.
Queréis seguir pasando factura de años de trabajo por los jóvenes confirmantes; jóvenes a los que, según mi punto de vista, le estáis haciendo un profundo daño por la gran confusión que les estáis generando, diciendo una cosa y comportándoos de forma antievangélica.