La verdadera historia de la Facultad de Historia
Todo pura patraña de una serie de energúmenos que, ellos sí, no contentos con haberse liado a palos con varias personas, intentan manipular la opinión pública con un discurso visctimista que, gracias a Dios, ya nadie se cree, por lo que cada vez están más arrinconados, formando parte de la marginalidad más marginal. En su obsesión por imponer sus ideas trasnochadas y anacrónicas, se siguen centrando en sus “bestias negras” de siempre, entre las que destaca la Iglesia como baluarte de libertad, en oposición a los totalitarismos que predican. Así en la Capilla de la Facultad de Historia intentan amedrentar a los católicos que quieren practicar su Fe, intentando coartar la libertad de culto de todos aquellos que se acercan allí a orar.
El peligroso grupo organizado de extrema derecha que asaltó “violentamente la facultad”, estaba compuesto por dos madres de familia (por cierto numerosa) y parte de sus hijos. Al comando, que previamente había asistido a una Eucaristía en la Facultad de Políticas como desagravio por la profanación de una Capilla por una serie de demócratas convencidos, respetuosos con las creencias de los demás, le pareció una buena idea ir a rezar un rato a la Capilla de Historia, dónde sabía, se estaban produciendo incidentes y acosos similares a los que se vivieron en la Facultad de Políticas. Las madres, expertas en artes marciales que habían aprendido entre cambio y cambio de pañal de sus muchos hijos, no debieron ir suficientemente camufladas, dado que nada más entrar en la Facultad, fueron interpeladas por unos especímenes, posiblemente de raza humana, aunque esto está por contrastar, que les preguntaron si iban a la Capilla. Tras decir que sí, empezaron a ser seguidas por parte de los entes. Al llegar a la Capilla, ésta estaba totalmente rodeada de carteles insultantes hacia los usuarios de la misma, otros incitando a las ataques contra ésta, etc. Al verlo, decidieron retirarlos dado que atacaban todo aquellos que para ellas y sus hijos era lo más sagrado. Perdón, corrijo, el comando organizado, con una planificación perfecta, y en un asalto milimétricamente calculado, consiguió hacerse con el ansiado objetivo: el cartel.