27 minutos, un corto que denuncia el terrorismo criminal de ETA, desde las víctimas, con toda crudeza
Entrevistamos a José Luis Rancaño, productor La Dalia Films. Nos explica la motivación más profunda que tuvieron para realizar el cortometraje.
¿Cómo nace la idea del cortometraje?
Para nosotros era una obligación moral dar luz desde el único punto de vista ético que nos interesaba, el de las víctimas, al episodio social y político más relevante de la historia reciente de España: la actuación criminal en democracia de la banda terrorista ETA.
Una obligación que también era cultural porque las aproximaciones cinematográficas eran muy escasas y desde perspectivas que no compartíamos, y, además, queríamos estar artísticamente a la altura de la importancia de la propia narrativa.
¿Por qué escogieron narrar los asesinatos de 2 víctimas concretas?
Todas las historias de las víctimas de ETA deberían ser recordadas, de hecho “27 Minutos” es un cortometraje contra el olvido. Elegimos la historia del asesinato de los novios de Cádiz, Antonio y Hortensia, porque reflejaba perfectamente la barbarie que supuso en la nación española la actuación criminal de la banda terrorista ETA, nuestro propósito era mostrar, no solo la crueldad del asesino que aprieta el gatillo, sino también la misma crueldad de todos sus cómplices.
¿Cómo refleja la película el miedo, el terror de esa época?
En nuestro cortometraje el interminable sonido del claxon es la mejor metáfora para explicar el terror impuesto por los criminales; la mayoría de los cómplices de los asesinos terroristas lo fueron por miedo y cobardía.
¿Por qué una parte de la sociedad vasca llegó a estar a favor de ETA?
Los fanáticos nunca fueron el principal problema, porque los hay en todas las épocas y en todos los lugares. Lo realmente grave fue que una parte importante de la sociedad vasca decidió mirar hacia otro lado, enferma de miedo y cobardía, mientras que unos políticos canallas y miserables recogían las nueces del árbol para cumplir sus totalitarias fantasías nacionalistas.
Incluso sectores de la Iglesia, lo que es motivo de mayor escándalo…
La Iglesia en muchos casos tomó partido por los asesinos, abandonando a las víctimas; su comportamiento fue el más claro ejemplo de la enfermedad de una sociedad sin principios, moralmente derrotada por el mal. Estoy seguro que dicho comportamiento pasará a la historia como una de las páginas más oscuras de la Iglesia.