Francisco: «¿Sé ser comprensivo, sé ser compasivo o permanezco rígido en mis posiciones?»

Dios no resiste cuando se le reza

Francisco: «¿Sé ser comprensivo, sé ser compasivo o permanezco rígido en mis posiciones?»

El Papa dedicó su alocución durante el ángelus dominical al encuentro de Jesús con una mujer cananea que le suplicaba insistentemente que curara a su hija. La reticencia inicial de Cristo a escucharla porque no era «de la casa de Israel» se transformó en compasión, algo que es ejemplo para todos los fieles.

(InfoCatólica) Francisco señaló que tras el rechazo inicial a atender su petición «Jesús cambia de actitud y lo que le hace cambiar es la fuerza de la fe de aquella mujer»

Quien ama no permanece rídigo

Según el Papa en el episodio de la mujer cananea «ya se manifiesta la universalidad de la obra de Dios. Es interesante esta disponibilidad de Jesús: frente a la oración de la mujer «adelanta los planes», ante su caso concreto se convierte aún en más condescendiente y compasivo. Dios es así: es amor, y quien ama no permanece rígido. Sí, permanece firme, pero no rígido».

Francisco dijo que «el amor es creativo y nosotros cristianos, si queremos imitar a Cristo, estamos invitados a la disponibilidad del cambio. Cuánto bien hace en nuestras relaciones, pero también en la vida de fe, ser dóciles, escuchar verdaderamente, enternecernos en nombre de la compasión y del bien ajeno, como Jesús hizo con la cananea. La docilidad para cambiar. Corazones dóciles para cambiar».

En cuanto a la mujer «Jesús ve la fe; los discípulos ven la insistencia solamente. Si pensamos en ello, aquella mujer extranjera probablemente conocía poco, o nada, las leyes y los preceptos religiosos de Israel. ¿En qué consiste entonces su fe?»:

«la cananea se acerca, se postra, insiste, mantiene un diálogo estrecho con Jesús, supera todos los obstáculos con tal de hablar con Él. Supera todos los obstáculos para hablarle. He aquí la concreción de la fe, que no es una etiqueta religiosa -la fe no es una etiqueta religiosa-, sino una relación personal con el Señor».

Y preguntó:

«¿Cuántas veces se cae en la tentación de confundir la fe con una etiqueta? La fe de la mujer no está hecha de protocolo teológico, sino de insistencia: llama a la puerta, llama, llama; no está hecha de palabras, sino de oración. Y Dios no resiste cuando se le reza. Porque dijo: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mt 7,7)».

El Pontífice insistió en la necesidad de hacerse preguntas al ver el cambio de parecer de Jesús en ese pasaje evangélico:

«¿yo soy capaz de cambiar de opinión? ¿Sé ser comprensivo, sé ser compasivo o permanezco rígido en mis posiciones? ¿En mi corazón hay algo de rigidez? Que no es firmeza: la rigidez es mala, la firmeza es buena. Y a partir de la fe de la mujer: ¿cómo es mi fe? ¿Se detiene en conceptos y palabras o es realmente vivida con la oración y las acciones? ¿Sé dialogar con el Señor, sé insistir con Él, o me conformo con recitar cualquier fórmula hermosa? Que la Virgen nos haga disponibles al bien y concretos en la fe».

 

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