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20.12.16

Sobre los abusos sexuales de algunos miembros del clero

Cristo llorando

Durante los meses de noviembre y diciembre la cuestión de los abusos sexuales por parte de miembros del clero ha “copado” la primera plana de los medios de comunicación de la Argentina. Causando una situación parecida a la que ya hace un tiempo se vivió en otros países (pensemos en lo acontecido a principios de siglo en EEUU, o más tarde en Irlanda y Australia).

El dolor, la vergüenza, y la impotencia que como sacerdote experimento por semejantes crímenes cometidos por hermanos en el ministerio es completamente abrumador e inexplicable. Me ha tocado como sacerdote acompañar a muchas personas que han sido víctimas de abuso por familiares o extraños, y conozco por sus relatos todo el sufrimiento que -por años, e incluso por la vida entera- éste acarrea.

Entiendo y comparto el sufrimiento de todos los católicos “de a pie", que además de intentar vivir su fe -con lo difícil que esto es- deben sufrir la burla, el desprestigio y hasta la acusación de complicidad con reales o supuestos crímenes.

El dolor es inaudito e inconmensurable. No obstante, el dolor y el reconocimiento de tanto pecado y maldad no nos debe nublar la razón. Debemos unir ese dolor con la lucidez, con la claridad mental, para que “el árbol no tape el bosque". Ante estos hechos, se verifican entre los católicos actitudes contrapuestas, que -según entiendo- son nocivas. Algunos dicen: “Es todo mentira, los sacerdotes son tan buenos, no puede ser", cerrando los ojos ante esta realidad. Otros caen en la trampa y afirman: “La Iglesia está completamente podrida, todos los curas son abusadores". Ambas reacciones son inapropiadas y, al alejarse de la realidad, nos alejan también de las posibles soluciones.

Si me permiten, quiero dejar algunas ideas clarificadoras, en formato “preguntas y respuestas", que pueden ayudar. Lo hice a través de mi perfil de facebook hace unas semanas, y muchas personas me agradecieron, por lo cual creo que también aquí pueden ser de valor.

1. ¿Es verdad que algunos sacerdotes abusaron sexualmente de menores o es todo una campaña de desprestigio de los medios de comunicación que odian a la Iglesia?

Sí, es verdad, los abusos han existido, y se han verificado en casi todos los países, tanto en miembros del clero secular como entre religiosos, tanto en comunidades de impronta más tradicional como en otras más modernas.

2. ¿Es verdad que algunos miembros de la jerarquía eclesiástica no hicieron todo lo que estuvo a su alcance para evitar los abusos o, una vez constatados, castigar al abusador del modo justo?

Sí, es verdad. Lo señalan algunos hechos y lo reconoce el Papa Benedicto en muchas de sus pronunciaciones (especialmente en su carta pastoral a los católicos de Irlanda), así como también el Papa Francisco.

3. ¿Esto quiere decir que la Iglesia funciona como una gran mafia de delito encubierto?

No. Si bien es un hecho lamentable que en la Iglesia han existido y pueden seguir existiendo algunas “mafias“, también es verdad que otros miembros de la jerarquía hicieron todo lo posible para evitar o sanar lo cometido. Muchas de estas acciones de prevención y sanación no son de carácter público (en ocasiones para preservar la identidad de las víctimas), lo que no significa que no se hayan hecho. Por eso cada caso merece un análisis particular, pero no es justo decir que la Iglesia funciona como una gran mafia de encubrimiento.

4. El pecado-delito de abuso o encubrimiento, ¿es más grave al ser cometido por un sacerdote?

Sí, es más grave, de una gravedad casi imposible de dimensionar.

5. ¿Por qué un sacerdote puede llegar a abusar sexualmente de un menor?

Las causas pueden ser variadas, y no está tan claro el origen. Según estudios hechos en base a casos reales, en algunas pocas ocasiones se registra un desequilibrio mental severo.

En otras, el origen puede estar ligado a experiencias traumáticas previas no superadas. También hay estudios que muestran una innegable relación entre la homosexualidad y la pederastia por parte de miembros del clero (ver el interesante artículo y las fuentes citadas en Infovaticana, “¿Qué hay detrás de los abusos sexuales?“)

Parece ser que un factor común en casi todos los casos es, por un lado, un empobrecimiento espiritual progresivo, combinado con un clima eclesial signado por el clericalismo (Zollner, Cencini). Benedicto XVI, en su Carta pastoral a los católicos de Irlanda, se refiere a esta actitud sin usar el término: “una tendencia en la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad". El clericalismo sitúa al sacerdote como en un “pedestal”, lo exceptúa de muchos deberes, le hace sentir que está por encima de la Ley y de la Moral. El clericalismo puede ser generado tanto por los mismos clérigos como propiciado por los fieles. Lleva fácilmente a la manipulación y al permisivismo, hasta extremos impensados, así como a la justificación de todo lo que haga o diga el líder (el p. Olivera ha publicado en Infocatólica un post imprescindible sobre este aspecto, titulado “Abusos sexuales de los buenos”)

6. ¿Podría haber evitado la Iglesia que ocurrieran estos hechos?

Es evidente que en bastantes casos sí. Si el proceso de discernimiento de la vocación se hubiera realizado con mayor rigor, teniendo en cuenta el factor humano y llegando al fondo de las historias personales, se podría haber evitado que un futuro abusador accediera a las Sagradas Órdenes.

En otros casos, es más difícil, ya que la personalidad del abusador suele tener componentes de manipulación que lo vuelven poco sospechoso para los no expertos. Muchos de los sacerdotes que han incurrido en abusos sexuales a menores se manifestaban habitualmente como personas agradables y educadas. Esto, sumado al clima de clericalismo antes mencionado, reduce la posibilidad de detectar el riesgo a tiempo.

7. ¿Es verdad que la mayoría de los sacerdotes son abusadores sexuales?

No, no es verdad. Incluso en los países donde las denuncias han sido muchísimas, y donde también se han registrado algunas falsas, el porcentaje siempre es pequeño en relación a la totalidad de los sacerdotes. Esto no hace menos grave la cuestión: un solo sacerdote abusador destruye a la/s víctimas y provoca una herida a la humanidad entera, así como a la Iglesia. Sólo se ofrece este dato para dimensionar adecuadamente.

8. ¿Es el celibato sacerdotal la causa de que algunos sacerdotes sean abusadores de menores?

No es justo mencionar el celibato sacerdotal como la causa de los abusos sexuales a menores. Entre otros motivos, porque todas las estadísticas señalan que la inmensa mayoría de los abusos suceden en el seno familiar, por parte de personas sexualmente activas. Otro dato a tener en cuenta es que se registran porcentajes de abusos similares e incluso mayores (de acuerdo a los países) en pastores de comunidades cristianas que no son célibes.

Podría decirse que en algunos casos el celibato, dadas las características espirituales y de personalidad antes mencionadas (aumentadas por el clericalismo), pudieron constituir a éste como un factor de riesgo (A. Cencini)

9. ¿Qué pueden hacer los laicos católicos?

Además de rezar y reparar, deben trabajar por una iglesia santa y transparente.

Si conocen a alguien que fue víctima de este tipo de abuso, deben brindarle su crédito, así como su apoyo y ayuda. Deben acompañarlo a realizar la denuncia en el ámbito eclesial y civil si aún no se realizó.

Deben procurar dejar de lado todo tipo de actitud contraria al Evangelio y todo tipo de abuso, no sólo sexual, sino de otra índole.

Deben ayudar a los sacerdotes a vivir su vocación a la santidad, y debemos también estar atentos y vigilantes para evitar cualquier situación de abuso de poder o manipulación, por mínima que parezca, que distorsione el vínculo con los fieles. Deben cooperar con la justicia siempre que sea justo y necesario.

10. ¿Podemos tener esperanza?

Sí. La crisis que vive la Iglesia desde hace unos años y que probablemente abarcará unos años más a causa de los abusos sexuales es una de las más grandes de su historia. Pero justamente una mirada al pasado nos permite reconocer que Dios es más grande que el pecado de los hombres.

De épocas oscuras, Dios siempre ha logrado hacer surgir de nuevo una intensa luz. Si aceptamos el sufrimiento, si somos humildes, si nos convertimos y buscamos la santidad, de todo este inmenso mar de dolor saldremos mejores.

Confiamos en ello, confiamos en Él, confiamos en Ella.