La más famosa musicalización del salmo 50

El salmo 50 Miserere mei Deus es el penitencial por excelencia. Por eso, además de figurar en la oración de Laudes todos los viernes del año, tiene una presencia especial durante la Cuaresma. De hecho es el primer salmo que aparece en la liturgia de la Misa durante este tiempo litúrgico, como salmo interleccional tanto el Miércoles de Ceniza como el Domingo I del año A.

También del salmo 50 proceden importantes textos litúrgicos, como la invocación con que se inicia diariamente la Liturgia de las Horas:

V/ Domine, labia mea aperies.

Señor, me abrirás los labios.

R/ Et os meum annuntiabit laudem tuam.

Y mi boca proclamará tu alabanza.

O la antífona que se canta durante la aspersión del agua bendita fuera del Tiempo Pascual:

Asperges me hyssopo, et mundabor;

Me rociarás con el hisopo, y quedaré limpio;

Lavabis me, et super nivem dealbabor.

Me lavarás, y quedaré más blanco que la nieve.

En el repertorio de la música sacra el salmo 50 ha recibido una notable atención, debida en gran parte a su función de clausura del llamado Oficio de Tinieblas en la liturgia tradicional. Esta celebración tenía lugar al atardecer de los días de Semana Santa, en la época en que, antes de la reforma de Pío XII, los oficios principales de la Semana Santa se celebraban por la mañana, y persistía la costumbre de adelantar la celebración del Oficio Divino respecto a su ubicación horaria propia y original. Así los Maitines, cuyo momento propio es la noche, se celebraban en ciertas ocasiones o lugares al atardecer; las vísperas pasaban del final al comienzo de la tarde, etc.

Tal y como se celebraba hasta hace unas décadas, el momento era de una especial intensidad. La tarde estaba cayendo y los templos entraban en oscuridad creciente, esto es, en tinieblas. Las imágenes durante la Cuaresma habían sido retiradas o cubiertas con paños morados, y la iluminación dependía mayormente de un gran candelabro triangular de 15 velas llamado tenebrario. El número de velas representaba a los 11 apóstoles fieles tras la traición de Judas Iscariote, a las tres Marías (María Salomé, María Magdalena y María de Cleofás) y a la Virgen María, simbolizada por la vela más destacada de todas.

Las velas se iban apagando sucesivamente según iban transcurriendo los salmos del Oficio. Cuando sólo quedaba una vela encendida se cantaba el salmo 50, y esta vela se escondía tras el altar simbolizando la entrada de Jesús en el sepulcro y la espera de la Iglesia hasta el regreso de la luz en la Vigilia Pascual. Luego llegaban las tradiciones populares para representar con carracas y otros artilugios el temblor de tierra acaecido con la muerte de Cristo. Ese momento, según he oído contar a los mayores, solía ser aprovechado por los mozos de los pueblos para, en la impunidad que garantizaba la sagrada penumbra, divertirse un poco moviendo y golpeando los bancos de la iglesia.

Les presento la que seguramente es la más famosa musicalización del salmo 50 Miserere mei Deus. Esta partitura, con una historia larga y un tanto compleja, es conocida como el Miserere de Allegri.

Gregorio Allegri (1582-1652) fue un compositor y cantor litúrgico romano que gozó de gran prestigio en su tiempo. En 1640 fue elegido por sus compañeros de la capilla papal para revisar la versión de los himnos de Palestrina tras la modificación de los textos latinos ordenada por Urbano VIII. Se reputación le llevó también a ser nombrado maestro de la capilla papal en 1650 y ser considerado como digno sucesor de Palestrina.

La fama de Allegri ha llegado a nuestros días sobre todo por este Miserere compuesto hacia 1638, pero, como van a ver ustedes, de un modo un tanto enrevesado.

En realidad lo que compuso Gregorio Allegri no era más que un sencillo fabordón, es decir, una armonización a varias voces de una fórmula musical que se aplica los sucesivos versículos de los salmos en alternancia con el llamado canto llano, gregoriano. Estas armonizaciones o fabordones en origen llegaban a ser improvisadas por los propios cantores que, según los conocimientos musicales que formaban parte de su oficio, eran capaces de saber qué nota debía cantar cada uno en cada momento para que la armonía del conjunto resultase bella y conforme con las reglas de la composición musical.

El fabordón de Allegri, como todos los fabordones, está pensado para alternar con el canto llano, a una sola voz. Pero como en ese momento ya ha surgido el recurso musical barroco llamado policoralidad o diálogo entre varios coros, el propio fabordón se divide en dos coros distintos que se van turnando en sus respectivas apariciones. Así el primer versículo es cantado por el coro-fabordón “A” a 5 voces, el segundo en canto llano a unísono, y el tercero por el coro-fabordón “B” a 4 voces. Vuelve después el canto llano y sigue así la sucesión. Así hasta el final, cuando los dos coros-fabordones se unen.

Pues bien, este sencillo fabordón de Allegri era, según la costumbre, enriquecido con ornamentos improvisados por los cantores de liturgia papal. Al principio estos ornamentos, que llegaron a una notable sofisticación en el siglo XVIII, no estaban escritos en ninguna parte, sino que eran guardados celosamente en el secreto de la transmisión oral entre los cantores del coro pontificio. El emperador Leopoldo I de Habsburgo (1640-1705) llegó a conseguir una copia escrita y la conservó en la Biblioteca Imperial de Viena. Entre las personalidades musicales que admiraban este Miserere se contaban el franciscano Giovanni Battista Martini (1706-1784), el músico y viajero inglés Charles Burney (1726-1814) y el mismísimo Wolfang Amadeus Mozart (1756-1791). De este último es famosa la anécdota que lo sitúa en 1770, con sólo 14 años, transcribiendo la pieza de memoria después de haberla escuchado sólo una vez. Un año después, en 1771, Charles Burney realizó la que parece ser la primera edición de la obra, que es fácilmente localizable en internet. La versión publicada por Burney no se corresponde con ninguno de los manuscritos conservados en el Vaticano, por lo que se supone que pudo utilizar las copias de Mozart o Martini.

En el primer cuarto del siglo XIX fueron anotados los famosos ornamentos que venían permaneciendo ocultos bajo el “secreto profesional” de los cantores. En ese momento ya está despertando en Alemania el interés por la vieja escuela polifónica romana del s. XVI, la que más tarde será puesta como modelo de música sacra por San Pío X y sus sucesores. En ese contexto diversas personalidades prestaron también especial atención al Miserere de Allegri, entre ellas el escritor Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) y el compositor Felix Mendelssohn (1809-1847).

La versión que se suele interpretar actualmente no se corresponde con la mencionada edición de Charles Burney de 1771, sino que se trata de una versión preparada por Ivor Atkins (1869-1953), organista y maestro de coro que fue de la catedral de Worcester. Atkins se basó en la edición de Burney y en la elaborada en los años 1930 por el musicólogo austríaco Robert Haas (1886-1960).

La versión de Atkins no se parece demasiado al original de Allegri, ni a la versión que se continuó cantando en San Pedro hasta el año 1870, cuando la capilla pontificia abandonó la tradicional interpretación anual.

Aunque al parecer durante el siglo XVIII ya se cantaba el Miserere en tono muy agudo, se debe también a Atkins ese famoso do agudísimo que cantan los tiples actualmente, y que, con su indudable intensidad expresiva, constituye quizá la principal seña de identidad de la pieza ante los oyentes de nuestro tiempo.

En fin, aquí tienen esta preciosa musicalización del salmo 50, resultado de tantas correrías históricas y acreditada por su conmovedora sobriedad como paradigma de la música litúrgica.

Índice del blog Con arpa de diez cuerdas.

10 comentarios

  
carlos
Esta es la Belleza que se Merece en la Tierra, Dios Nuestro Señor.
Gracias Raúl.

A Cristo por María y con el Papa.
31/03/14 3:47 AM
  
carlos
Que tu dedicación tan excelsa, a la musica Sagrada, Dios te lo bendigue.
Siempre te he recordado en relación a la Sacralización, que para mí es prioritario,"Enorme lo que es que la Santisima Misa", hay que recordar las últimas palabras de Bebedicto XVI, sigue vigentes, ya renunciante al Clero de Roma, entre otras habla de CAOS, en el interior de la Iglesia, concilio virtual, BANALIZACIÖN de la Santisima Misa.
A Mi Director , el sabe lo que lo he llamado, expresandole, Padre el SEÑOR;el abandono, la soledad en la Cruz.
Con semejante batifondo,perdona la palabra.Sacrilegios, sin embargo el Señor me Otorgó la gracia singular, que mi director conoce, y el Mismo Dios, me otorgaba gracias, gracias para estar abstraido, y seguir contemplando el Misterio de los Misterios.
Lo Necesito a EL, no para un gustito espiritual, sino para enfrentar la realidad.
Está es la belleza, que hace vivir el cielo en la tierra, un gran anticipo de lo que veremos en la eternidad.
Se Debe RECUPERAR!!!!!
A Cristo por Maria y con el Papa.
Muc
31/03/14 10:49 AM
  
Santiago
Gracias. Nunca lo había escuchado, aunque sin duda es el salmo que más veces he rezado.

No me extraña que se hiciera tan popular o que Mozart empleara su genio para copiarlo de memoria. Puedo imaginarme la emoción de Mozart comparando con la mía ahora mismo. La combinación de esta música con el texto, ¿a qué corazón quebrantado no le hará llorar y alzar la vista a Dios?
31/03/14 11:28 AM
  
Maricruz
Gracias, Raúl.
31/03/14 11:35 AM
  
Tulkas
Lo cierto es que actualmente los Oficios de Tinieblas casi no se celebran en ningún lugar.
He visto algunas Tenebrae en Nueva York, pero en iglesias luteranas o incluso alguna presbiteriana conservadora. En las episcopslianas no sé.

Por otro lado, el Oficio de Tinieblas no tiene punto de comparación con la Liturgia de las Horas actual. Son totalmente diferentes se mire por dónde se mire.

31/03/14 7:13 PM
  
José María Iraburu
Impresionante, elevante, gracias, Raúl.

En mi serie de conferencias grabadas, DAME DE BEBER, en la número 46, dedicada a LA SANTIDAD-I, puse fragamentos del Miserere de Allegri, y aún recuerdo el asombro admirativo que me expresaron algunos oyentes. Eso do agudísimo atravesó no sólo musicalmente, también religiosamente, el corazón de muchos. Y aún lo recuerdan.

No sabía yo que, tal como hoy lo oímos, se debe a Allegri- Atkins. Dios los bendiga a los dos. Y a ti.
01/04/14 5:52 AM
  
BONIFATIUS
Por la belleza de esta pieza -que lamentablemente desconocía-, no me extrañaría que Bécquer la tuviera en su mente y corazón, cuando compuso su genial Leyenda "El Miserere".

Muchas gracias, Raúl.

Bendiciones.
01/04/14 2:26 PM
  
José Luis
Muchas gracias, Raúl, cómo hecho de menos éstos cánticos, lo oía antes en música clásica en una emisora de radio.

Es necesario que en las iglesias, los párrocos se animen a poner más, por lo menos el canto gregoriano, antes o después de la Santa Misa, porque es de gran ayuda para nuestro espíritu.

05/04/14 8:56 PM
  
asr
Off topic:
Acabo de leer este artículo de un cura en ReL en que
presenta un libro sobre las antifonas de la Misa y se habla de la necesidad de una buena musicalización de las mismas.
Incluso se hace al final del artículo un llamamiento a quien sepa música y quiera colaborar con él en el proyecto de ponerles música para toda la Iglesia de lengua española.
Yo pongo mi pequeñísimo granito de arena dejándole el enlace por si Vd. puede hacer algo al respecto:

www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=31061
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RdT: Muchas gracias. Es un excelente artículo.
07/04/14 1:36 PM
  
famvelval
Gracias, muchas gracias Sr. Raul, desde Restrepo Valle en Colombia. Le agradezco la publicación de esta pieza tan hermosa. A usted como organista, le comunico que este instrumento es mi preferido. Cuando escucho sus sonidos interpretando música religiosa me siento como en el cielo. Yo creo que uno en el cielo, se entretiene es, escuchando a los grandes organistas que han existido aquí en la tierra. Son como catedrales inmensas en este mundo tan perverso. Si usted acostumbra compartir música por internet, sírvase tenerme en cuanta, y por siempre se lo agradeceré.
17/03/15 10:56 PM

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