A Francisco y Ana
Acabo de celebrar una Eucaristía para dar gracias al Señor por los cincuenta años de matrimonio de Francisco y Ana. Han estado presentes sus hijos y sus nietos. Todos han participado como han podido.
Francisco y Ana se casaron cuando la ciudad pasaba de ser un pueblo grande para llegar a parecer a una capital de provincia. Vivieron largos años en el castizo barrio de la Magdalena, en el caso antiguo, donde nacieron sus tres hijos. Francisco ha trabajado siempre en las labores del campo. Es un gran conocedor de los olivos de bordean el caserio de la ciudad. Tambien es un conocedor de las viejas y desparecidas salinas de tierra interior, que explotaron los antepasados desde los romanos. Ana siempre ha estado en las misiones hogareñas, donde ha sabido hacer raíces cúbicas para sacar adelante la casa. En la cocina tradicional es una experta. De modo singular en la elaboración del alfajoz, un producto tipicamente navideño de origen morisco.
Con el paso del tiempo fueron situándose mejor: compraron una casa en un barriada más llana, fueron casando a los hijos, quienes fueron colocándose y trayendo cuatro nietos todos varones.
Todos han participado en la ceremonia. Es de resaltar la oración de los fieles elaborada leida por los nietos. Y la acción de gracias escrita y leida por la hija mayor.
En la celebración hemos rezado por esta familia feliz y contenta, sabiendo destacar cómo la fidelidad matrimonial, que hoy es un valor en baja, se puede mantener siempre que el amor sea el fuerte lazo que una a un hombre y una mujer en la vida matrimonial. La ayuda de Dios ha sido básica para que Francisco y Ana, estén hoy tan contentos y sigan dando gracias al Señor por todos los dones recibidos.
Ojalá el Señor conceda una larga vida a Francisco y Ana junto a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Es el mejor regalo que han podido recibir hasta hoy. Que el Señor se lo conceda.
Tomás de la Torre Lendínez