San Agustín y la música

San Agustín vivió una durísima lucha interior para discernir si el deleite producido por los cantos litúrgicos era bueno o malo para el espíritu, por el riesgo de que la belleza musical llegara a obstaculizar la atención al texto sagrado. Ante muchos lectores de hoy estas amarguras pueden parecer absurdas o incomprensibles, pero la raíz del problema es muy actual. 

Ocurre por una parte que el hombre moderno, por causa de la evolución filosófica a partir sobre todo de la Ilustración, tiende a abandonarse al círculo interior de su subjetividad, encerrado en sus propias apetencias, opiniones, sensaciones e ilusiones. Organizar la propia vida conforme al orden objetivo que rige el mundo es para él una complicación inútil y caduca. De ahí la antipatía de no pocos musicólogos ante la preocupación tradicional de la Iglesia por salvaguardar el equilibrio entre el atractivo estético de la música y la preeminencia del texto sagrado, que ellos juzgan despectiva hacia el arte de los sonidos como fuente de placer inmediato.

Por otra parte, ya dentro de la Iglesia, los años del post-concilio vieron el renacer de una vieja desconfianza hacia la belleza sensible. Es una cuestión que había sido muy bien solucionada en la Iglesia Católica, como lo prueba su impresionante legado en arquitectura, escultura, pintura o música. Pero aquel espiritualismo neoplatónico un tanto peleado con la materia, tan extendido en los primeros siglos cristianos por la necesidad de purificación respecto al paganismo, volvió a asomar. No es casualidad que la eliminación en la liturgia de cualquier tipo de música de cierto nivel y elaboración artística se haya visto acompañada por una estética visual tendente a la desnudez de formas y renuente a las ilustraciones pictóricas y escultóricas. 

San Agustín, pese a su discurso filosófico de raíz griega más proclive a pensar la música que a disfrutar escuchándola, era un hombre de grandísima sensibilidad musical, hasta el punto de llegar a sentirse prisionero y sujeto por los deleites tocantes al oído (Confesiones X, 33, 49). Esto hizo que, llevada la cuestión al campo de la vida espiritual, la clásica distinción filosófica entre sentidos y razón se volviera más dramática, dando paso a la oposición entre carne y espíritu.

Esta agonía que según sus propias palabras tanto le hizo sufrir tuvo un episodio inicial gratificante: la impresión espiritual que le produjeron los cánticos de la iglesia de Milán:

¡Cuánto lloré también oyendo los himnos y cánticos que para alabanza vuestra se cantaban en la iglesia, cuyo suave acento me conmovía fuertemente y me excitaba a devoción y ternura! Aquellas voces se insinuaban por mis oídos y llevaban hasta mi corazón vuestras verdades, que causaban en mí tan fervorosos afectos de piedad, que me hacían derramar copiosas lágrimas, con las cuales me hallaba bien y contento (IX, 6, 7).

Informa San Agustín de que el canto de himnos y salmos era una costumbre originaria de las iglesias orientales. La iglesia de Milán la había adoptado poco antes con el fin de fortalecer el ánimo y ahuyentar el aburrimiento de los fieles católicos, quienes permanecían reunidos en oración durante largas vigilias junto a su obispo San Ambrosio, perseguido a muerte por la madre del emperador Valentiniano por causa de la herejía de los arrianos con que ella estaba inficionada y seducida (IX, 7, 15).

La noble emoción ejercida por los cantos milaneses atenuó los reparos de Agustín hacia el deleite musical sensible. Pero no desapareció su turbación interior respecto al efecto de los cantos sagrados en el espíritu. 

Años después San Agustín agradece a Dios que le hubiera liberado de su apego a los deleites musicales. Ya puede escuchar la música sin que sus sonidos le sujeten y detengan. Pero en ocasiones se da cuenta, y con gran dolor, de que el texto sagrado de los cantos queda a veces para él prosternado por la belleza de las melodías. Y esto le incita a un rigor contrario que él mismo constata excesivo: el de rechazar absolutamente la música en la Iglesia con el fin de garantizar la primacía de la Palabra de Dios en el entendimiento de los fieles. Viene entonces en su ayuda la consideración de su propia experiencia: fue en los principios de su vida cristiana cuando los cantos de Milán despertaron su fervor hacia la Palabra de Dios contenida en ellos. Años después, en un estadio más maduro de su vida espiritual, ese mismo fervor nacía de la mera declamación de los textos.

Así que, sin lograr librarse de sus zozobras, acabó inclinándose a aprobar la costumbre de cantar, introducida en la Iglesia, para que por medio del aquel gusto y placer que reciben los oídos, el ánimo más débil y flaco se excite y aficione a la piedad (X, 33, 50). 

Esta actitud desconfiada y vigilante ante la belleza sensible se explica bien a luz del contexto histórico. Chesterton, en su biografía de San Francisco de Asís, explica muy bien cómo en los finales de la Antigüedad grecolatina la relación del hombre con la naturaleza había alcanzado sus cotas más altas de corrupción, y cómo la Iglesia vio con claridad la necesidad de una purificación. Es el momento en que la dimensión espiritual del cristianismo, pertrechada filosóficamente de neoplatonismo, planta batalla a tan corrupto estado de cosas. 

Con el paso de los siglos y el alejamiento del paganismo esta prevención hacia la belleza sensible se fue atenuando hasta que San Francisco de Asís pudo hablar cariñosamente del hermano sol y Santo Tomás de Aquino llamar a los sentidos las ventanas de alma. Así la nueva civilización cristiana, con la inocencia recobrada, pudo llevar la Encarnación del Verbo a todas las realidades creadas, dando lugar a maravillas  inesperadas como el arte gótico, la teología escolástica o la polifonía de la escuela de Notre-Dame de París, que vendría a dividir en dos la Historia de la Música.

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28 comentarios

  
Raúl del Toro
Por motivos técnicos el artículo ha estado ausente de la web durante varias horas, y por este mismo motivo se han perdido también los comentarios que habían sido enviados.
03/02/13 4:10 PM
  
Tulkas
El problema musical del postconcilio ni es musical ni es del postconcilio.

Es de naturaleza eucologica, asentado en la Reforma Litúrgica, y tiene mucho q ver con la abrogación practica del Proprium Missae.
03/02/13 5:44 PM
  
José María Iraburu
La elocuencia espiritual de la música religiosa... y concretamente de los himnos litúrgicos de las Horas. El Señor se sirvió de muchos medios para causar la conversión de San Agustín, bautizado en 386 (las oraciones de Santa Mónica, las criaturas que le hablaban del Creador, la escena del jardín "toma y lee", la conversión del doctísimo romano Victorino, etc.).

Pero él mismo confiesa que el esplendor de la verdad cristiana, expresada en la liturgia ambrosiana de Milán, el canto de los salmos, importado del Oriente por San Ambrosio, los mismos himnos compuestos por el Santo Obispo (Deus Creator optime - Aeterne rerum conditor- Veni Redemptor gentium - Jam surgit hora tertia), fue una de las vías fundamentales.

Es impresionante la profundidad espiritual y la elegancia de estos himnos compuestos hace más de 1600 años, que mantienen hoy íntegramente el perfume de su belleza... Que el Espíritu Santo suscite hoy músicos inspirados por Él para que levanten nuestro corazones a la Trinidad santísima. Y de paso que nos libre de ciertos himnos horrendos ("Qué sudoroso y sencillo te pones a mediodía", "Comienzan los relojes a maquinar sus prisas"... Mentira: los relojes no maquinan prisas, y si las maquinan, arreglarlos o tirarlos).
04/02/13 12:29 AM
  
Eduardo Martínez
La lectura del artículo me hace hacerme muchas preguntas,y yo no me las se responder. Igual son preguntas de difícil respuesta, pero trataré de plantearlas. De momento pongo mi primera pregunta.

¿En la época de San Agustín había mucha diferencia entre la música profana y la religiosa, o venía a ser toda más o menos similar?. Ignoro si nos ha llegado la música del final de la Edad Antigua, en algún sistema de notación que nos permita conocer como era, en este caso, la música de los años finales del Imperio Romano. Lo que me gustaría saber, si es posible, es si el problema de San Agustín es que la música profana y sagrada de su tiempo, pudieran ser muy similares, y que ese pudiera ser el gran problema que tanto turbaba a San Agustín.

En la época de San Pío X, el santo padre había dado un diagnóstico al problema de la música en la liturgia. Al menos al problema de aquellos años: Había un tipo de música muy bella, que podía ser apropiada para la ópera, pero inaceptable para un templo. Y había otro tipo de música, que era muy bienvenida en los templos. El paso de los siglos había hecho que existiese un tipo de música propia de la misa, que en un principio eran la música gregoriana, y posteriormente la polifonía de los grandes maestros del Renacimiento, estilos ambos que invitaba a la oración. Pero a partir del siglo XIX había surgido un problema cuando algunos músicos compusieron misas que se asemejaban demasiado a la ópera. Creo que San Pío X creyó conveniente retornar a una música que no recordase a la ópera, a algo en definitiva profano, y que la música invitase a la oración y no desviase de ella.

Es decir, que tal vez antes del Concilio Vaticano II ese hipotético problema que pudiera tener San Agustín, estaba ya resuelto, y podíamos disponer de una música bella, que no interfería en la oración, sino que por el contrario la ayudaba.

No sé si lo que he expresado es un disparate o puede tener algo de fundamento, pero me gustaría saber la opinión de los que intervienen en el foro, pues yo no tengo manera de avanzar en estas ideas.
04/02/13 12:38 AM
  
José Ignacio Zuloaga Gener
Pamplona, 4 de febrero de 2013

El ser humano es una “unidad sustancial” individualizada (única, irrepetible, excluyente), de dos constitutivos: uno corpóreo y otro in-corpóreo de naturaleza racional. Sólo con esta “unidad sustancial” y sólo mientras ésta persiste, hay un hombre. Tenemos un constitutivo corpóreo (a partir del desarrollo de la primera célula -cigoto- con nuestro entero patrón cromosómico y todo lo que ello “materialmente” implica) y otro in-corpóreo (la racionalidad: lo intelectivo y lo volitivo); pero no somos la simple suma o agregado de estos dos constitutivos, sino, de éstos, una “unidad íntima”: una unidad “sustancial”. Los dualismos materia-espíritu (cuerpo-alma) no se adecuan a la realidad de lo que es el ser humano. En éste, no es posible separar lo corporal de lo in-corporal, sin, por ello, des-naturalizar-lo. Lo corporal y lo in-corporal son elementos constitutivos del “ser” humano, pero éste sólo “es” la “unidad sustancial” a partir de ellos. Para entenderlo, sirve la noción hilemórfica: lo corporal es la “materia” y, el alma espiritual (in-corpórea) es la “forma”, es aquello que in-forma (anima) al cuerpo y, así, con esta estructuración “materia-forma”, surge el “ser” humano.

Lo “bello” y el “ser” son intercambiables. Los sentidos externos (del cuerpo humano) nos permiten captar manifestaciones materiales del mundo externo (“ser”) y, por ende, una belleza de orden material. A través de la “audición”, que es corpórea, percibimos sonidos -que son algo material- que bien podrían resultarnos de belleza sonora, la cual es manifestación, por ejemplo, de una realidad operativa del “cantar” de los pájaros. Pero las manifestaciones son producidas por las cosas “como son”, por su naturaleza, de manera que quedarnos sólo en la belleza percibida, sin profundizar en el “ser”, no se adecua a nuestra naturaleza racional: “quiero entender”, “entiendo que entiendo”, “quiero obrar” (el obrar humano es teleológico). De lo material, captado por lo corpóreo humano, estamos llamados a des-cubrir el “ser” que lo causa (para obrar consecuentemente: finalidad del actuar humano), una de cuyas “manifestaciones” es lo que hemos sentido corporalmente.

La celebración eucarística “es” la actualización incruenta del sacrificio de la Cruz. Nuestra participación en ella “es” el culto del hombre a Dios: adoración, impetración, acción de gracias, reparación de la criatura a su Creador y Redentor. Por tanto, en ella, la producción-recepción de belleza musical está ordenada (sub-ordinada) a mover la “voluntad” para que “dirija” el intelecto hacia una mejor comprensión de lo que “es” la celebración eucarística y, a partir de aquí, lo “entendido” mueva a su vez la voluntad para obrar en consecuencia. Nuestro cuerpo humano, a través de la recepción de sonidos que los captamos como bellos, queda excitado e influye así en nuestros sentimientos: quedamos removidos “en nuestro íntimo yo”: se re-activa la voluntad: ¿hacia qué?... ¡hay que conocer ese qué!... Por nuestra naturaleza racional, vamos más allá del simple “remezón emocional”; ponemos en acción nuestra voluntad (“yo quiero ¿qué?”), que opera como domadora (ordenante) de lo que nos está pasando; para ello, la voluntad cuenta con los parámetros que le brinda el intelecto y éste, a su vez, se ha ido des-plegando en esta situación, a través de las instrucciones que le ha venido dando la voluntad. Por nuestro modo de ser teleológico, al final está la voluntad, pero ésta debe contar con el “objeto” que le proporciona el “intelecto”; y al inicio de este proceso descrito, está la excitación corporal producida por los sonidos que captamos como “bellos”.

Tenemos que des-cubrir qué nos quiere decir esa belleza musical: qué está pasando. Ella es un medio que nos ayuda a esta intelección y nos sirve para dar culto a Dios con algo nuestro: produciendo la belleza o entendiéndola, introduciéndonos en ella, en su razón de ser: servir de instrumento. Mejor “entendido” el “ser”, nuestra voluntad nos dirigirá a un obrar consecuente. Los sentimientos despertados por la belleza musical, per se, no son incorrectos en la celebración eucarística; su corrección depende de cómo sean canalizados a través de la voluntad. Son medios para ayudar a la voluntad a mover al intelecto y para ayudar al intelecto a entender con mayor facilidad la verdad (“verdad” y “ser” también son intercambiables) y finalmente atraer a la voluntad para decidir un obrar “bueno”.
04/02/13 1:55 PM
  
Tulkas
"Es decir, que tal vez antes del Concilio Vaticano II ese hipotético problema que pudiera tener San Agustín, estaba ya resuelto, y podíamos disponer de una música bella, que no interfería en la oración, sino que por el contrario la ayudaba."

Antes y después.

Los documentos pontificios de san Pío X y de Pío XII sobre la música litúrgica tienen plena vigencia en cuanto a la música se refiere.

¿Cuál es el problema?

Pues que sus principios generales son válidos, pero sus medidas particulares aplican en la práctica a una Liturgia que ya no existe sino sólo de manera muy minoritaria: la Liturgia Tradicional.

El canto gregoriano, música verdaderamente santa, propia de la Iglesia romana, oficial sensu lato y stricto, no cabe en el Novus Ordo.

05/02/13 12:09 AM
  
Raúl del Toro
Por desgracia no se puede decir que el problema haya estado nunca resuelto, ni puede estarlo nunca del todo. Opera en contra la propia tendencia del hombre. Y también es totalmente ilusorio imaginar un pasado idílico antes de la reforma litúrgica.

En mi opinión el fondo del asunto hay que verlo en relación con la "apuesta material", si se puede decir así, que supone la Encarnación del Verbo. El equilibrio necesario es delicadísimo y lo puede comprobar cualquiera en su propia vida personal como cristiano. La debilidad del hombre lo inclina bien hacia el error espiritualista y fóbico hacia todo lo sensible (iconoclastia, rechazo calvinista de toda música elaborada en el culto, puritanismos varios) o bien al hedonismo más vulgar. Lo primero es una pulsión algo más elevada que lo segundo, que no es más que la ley de la gravedad que tira del espíritu hacia abajo. Pero ambas erróneas.

Por voluntad de su Señor, la Iglesia camina en medio del barro de este mundo, y está obligada a atravesar esos peligros a costa de resbalarse no pocas veces. Un continuo caer y levantarse. Incluso algo tan católico como la reforma cisterciense entró tijera en mano en el mismísimo repertorio gregoriano porque les parecía demasiado ornamentado.

En una línea totalmente opuesta hay que recordar a los polifonistas pretridentinos, en los que el texto era ahogado en medio de un bosque de sofisticaciones compositivas que no excluían la introducción de textos profanos. Trento corrige esto y durante varias décadas se cultiva la música que se considera como modelo para la liturgia.

Pero en el siglo XVIII vuelve otra vez la "carne" a prevalecer y los salmos se musicalizan exactamente igual que las óperas, pasando incluso como una apisonadora por encima del texto. El estilo operístico del s. XIX que acabó desencadenando el movimiento de restauración musical-litúrgica y el famoso motu proprio de S. Pío X no es más que el extremo de esta misma tendencia.

Un ejemplo gracioso. En la Viena del siglo XVIII (Mozart, Haydn, etc) las misas habían llegado a ser desproporcionadamente largas. Casi eran conciertos con la liturgia del altar como excusa. Los obispos exigen corregir esta desviación. ¿que hacen algunos compositores? Pues cogen el texto de las partes largas (el Credo, por ejemplo), lo dividen en cuatro trozos y ponen a cada una de las secciones del coro (sopranos, altos, tenores y bajos) a cantar cada una un trozo, y así suenan los cuatro trozos simultáneamente. Ya habían cumplido: no se habían dejado ni una coma del texto. ¿Y? Es para reír o para llorar, según se mire. El mismísimo J.Haydn tiene un ejemplo de esto.

En fin, que no se puede dar la batalla nunca por ganada, ni equivocarse en las referencias. Y más cuando vienen envueltas en las dulces neblinas de la nostalgia, que tantas aristas lima.

Ahora, bien, en el momento presente el error más dominante en la música liturgia no es precisamente el hedonismo musical, sino una especie de puritanismo medroso ante la belleza que, para acabar de estropearlo todo, tampoco se traduce, ni mucho menos, en una veneración y contemplación profunda de los textos litúrgicos.
06/02/13 12:54 PM
  
Raúl del Toro
Realmente, se pueden dar circunstancias muy diferentes. ¿La musicalización de un salmo realizada por Mozart, con sus pasajes de introducción o intermedio instrumental, quizá con acrobacias técnicas del cantante solista, con palabras o frases repetidas por el amplio desarrollo de la melodía, etc... ayuda o distrae de la oración? Pues depende. Puede que sí, o puede que no. Según la persona, el momento personal, el contexto histórico, etc.

De la maduración que ha hecho la Iglesia del problema se pueden sacar varias ideas. Entre ellas:

-La música es santa y buena. Pero eso sí, debe ser buena para que sea santa. La mala música no debe tener sitio en el culto, al menos cuando se pueda evitar. Añado yo: es algo así como la ofrenda de Caín.

-El texto debe tener la prioridad. La música está para realzar el texto. Es más, litúrgicamente hay textos que se puede decir que exigen la música, como los salmos, el Sanctus o el Gloria.
06/02/13 1:10 PM
  
Eduardo Martínez
Muy interesantes todas las intervenciones.
Es evidente que a pesar de lo que dijo Jorge Manrique "Cualquier tiempo pasado fue mejor", no es siempre verdad.

El Motu Proprio de San Pío X fue redactado por el pontífice tan solo tres meses después de ser elegido papa. Señal de que el santo padre consideraba muy importante lo que estaba sucediendo con la música sacra.

Y tras la lectura del texto podemos sacar dos conclusiones importantes: 1ª Había un tipo de música adecuado (incluso podríamos decir, imprescindible) para acompañar a la liturgia

2ª Este tipo de música no se estaba aplicando hace unos cien años, puesto que los compositores, tal vez con la mejor voluntad; tal vez con todo su corazón, estaban realizando unas composiciones que podrían tener mucho mérito artístico, pero que recordaba demasiado a la ópera, y que por ese mismo motivo, "desviaba" la atención del objetivo que tenía que tener la música en la liturgia.

San Pío X fue muy rápidamente beatificado, y muy rápidamente canonizado, y evidentemente no solo lo fue por su acción en pro de la música eclesiástica. Sin embargo, la aplicación a rajatabla de las normas del "TRA LA SOLLECITUDINI" que supongo la mayoría de los que participan aquí tendrán en su poder, pero que podemos encontrar en http://www.vatican.va/holy_father/pius_x/motu_proprio/documents/hf_p-x_motu-proprio_19031122_sollecitudini_sp.html también nos causaría bastantes problemas, de aplicarse tal cual ahora mismo.

Por ejemplo, la preeminencia de los coros masculinos, en los cuales estaría vedada la presencia femenina. Esto trajo un importante escollo, pues podía darse el caso no recogido en el documento papal, en el que fuera imposible encontrar voces masculinas para el coro. Al parecer en estos casos, se permitiría una coral completamente femenina. En este caso, hasta la organista tendría que ser mujer.

Otro escollo fue la prohibición del uso del piano. Al parecer, en aquellos tiempos, al menos en el País Vasco, era costumbre emplear el piano en los funerales. Al parecer, el problema se subsanó con el "fraude de ley" de colocar el registro de "arpa piano" en el órgano, con lo cual, sonaba música de piano en los funerales, pero salía de un órgano.


También el Motu Proprio pudo tener un efecto demoledor sobre los órganos ibéricos. Pues se estimó, tras la lectura del texto papal, que los órganos tendrían que ser de sonidos más graves que los que había en muchas parroquias españolas. De repente, muchos órganos que habían glorificado a Dios en la España Barroca, fueron considerados como instrumentos demasiado estridentes, de voces demasiado agudas. La llegada del armonio, que en muchos templos con pocos medios, había servido para realzar los cantos de la liturgia, acabaron, incluso en algunos casos hasta físicamente, con los órganos hispánicos de no pocas iglesias, o cuanto menos los redujo a objetos de decoración, pues el sonido del armonio se consideró más cercano al del órgano, ya que aquel cumplía los requerimientos del Motu Proprio, y aparte de todo, era más barato y conservaba muy bien la afinación.

Por otra parte, el acompañamiento de la misa en parroquias muy pobres de Castilla en las que era impensable la llegada de un órgano, realizados con dulzaina y tamboril, quedan eliminados con el Motu Proprio. En el caso de Castilla, supongo que la llegada del armonio ayudó a ver esto como un progreso, como dejar una cosa "de pobres". Pero imagino que en las misiones, en tierras donde la música se vivía de otra forma, tanta rigidez en temas musicales podría ser un escollo. Esto se "solucionó" en el Sacrosantum Concillium, una de las constituciones que nació tras el Concilio Vaticano II que ciertamente alentaba a utilizar el órgano, pero que contenía unas disposiciones que permitía en algunos casos, emplear otros instrumentos. Creo que de estas disposiciones es de donde viene nuestro actual estado catastrófico (al menos en lo que en la parte musical se refiere), pues al igual que el reglamento taurino permitía a los diestros que tuvieran una lesión demostrable mediante certificado médico, que hicieran aconsejable el uso de un estoque de madera, y dejar el estoque de acero únicamente para dar muerte al toro, trajo como consecuencia que casi el 100% de los toreros tenía una lesión que hacía necesario el uso del estoque de madera; en la gran mayoría de parroquias, incluso entre las que se podían permitir contar con un buen coro, un órgano y un organista (si es que consideramos al armonio como un instrumento inadecuado), se hayan convertido en una especie de misión católica en el Medio Oeste norteamericano, tocando o intentando tocar músical local, ya fuera esta algún tema country o pop; ya fuera un espiritual negro, teniendo la mayoría de templos de nueva construcción bien desprovistos de imágenes o tallas de santos, con el fin de no espantar a esas personas protestantes a las que se está tratando de volver católicos... sin tener en cuenta de que ni estamos en los Estados Unidos, ni en el caso de que nos oyera algún estadounidense de origen africano, podría adivinar que lo que cantamos es un espiritual negro, de lo mal interpretado que está en la gran mayoría de los casos.
06/02/13 6:04 PM
  
Raúl del Toro
Efectivamente, Eduardo, los compositores del s. XIX componían su música de estilo operístico con la mejor intención. De hecho, era la mejor música que sabían hacer. Ahí está la diferencia con la situación actual, donde la música litúrgica dista muchísimo de ser la mejor que se sabe hacer. Pero el que la música del s. XIX tenga un lenguaje menos espiritual que la del motu proprio no significa que fueran "malos cristianos" ni nada parecido. Sin duda hicieron lo mejor que sabían y podían hacer.

Un pequeño matiz con lo del piano: la introducción del registro piano-arpa en varios órganos del País Vasco y Navarra no fue tanto un intento de "canonizar" el timbre del piano como seguramente el ahorrarse la compra o el alquiler de un piano. Efectivamente, la liturgia hasta hace no tanto prohibía absolutamente tocar el órgano en los funerales, en Adviento, en Cuaresma y en Semana Santa hasta el gloria de la Vigilia Pascual. Por eso usaban el piano, que tenía un significado menos "alegre" que el órgano. Cuando S. Pío X en 1903 prohibió el uso del piano en la liturgia llegó el auge del armonium en su lugar, que había alcanzado una gran madurez en la segunda mitad del s. XIX.

Es verdad que el motu proprio de S. Pío X obedecía a unas circunstancias determinadas, donde lo normal era que se celebrase la liturgia más o menos bien en todas partes, con una enorme cantidad de clero, seminaristas, etc. Por eso el aspecto ministerial de los músicos litúrgicos -el "coro de levitas"- le llevó a exigir que fueran hombres, y además que fuesen revestidos eclesiásticamente.

Y curiosísimo también el rechazo de los músicos del motu proprio contra el órgano clásico con sus timbres agudos y brillantes, defendiendo el nuevo órgano romántico de sonidos más graves y pastosos. Al órgano clásico lo rechazaban por "poco religioso" cuando la realidad es que lo era mucho más que el nuevo órgano romántico, porque se había desarrollado siempre con un papel inequívocamente litúrgico (diálogo con el coro en los himnos y salmos), mientras que el nuevo órgano romántico tenía una dimensión "secular" más acentuada. Seguramente se referían a que el órgano clásico cumplía peor la función de acompañar el canto popular que, por lo que parece había sido casi inexistente hasta entonces.


06/02/13 7:54 PM
  
Tulkas
Sí fue siempre verdad, al menos en lo que se refiere a la existencia de REFERENCIAS fiables.

Buena parte de la argumentación de Eduardo se resume así: amo el órgano tradicional ibérico (¿qué pasa con Portugal?) y me fastidia que san Pío X no lo respetase adecuadamente en su Motu Proprio.

Pues vale. Se trata de algo muy secundario.

Pío X, con respeto o sin respeto por elementos accesorios, como los que menciona Eduardo, proporcionó a la Iglesia una REFERENCIA. Y eso es precisamente lo que no hay hoy.

Hay desorientación, y HAY DESASTRE, porque no hay referencias seguras.

1.-No hay referencias seguras en un Rito que se permite prescindir ad libitum del Proprium.
2.-No hay referencias seguras en la ausencia de directrices claras sobre la práctica musical litúrgica.
3.-No hay referencias seguras ni siquiera sobre la formación musical que han de recibir los seminaristas.

Así, con certeza podemos decir que "cualquiera tiempo pasado fue mejor", y si no mejor, al menos no tan farragoso.
07/02/13 4:12 PM
  
Eduardo Martínez
Me gustaría hacer una matización. No pienso que el órgano ibérico no fuese respetado por el Motu Proprio. Pienso que una lectura incorrecta del documento papal, tuvo consecuencias nefastas sobre el órgano ibérico.

El documento habla de lo nefasto que era el estilo operístico aplicado a las misas. En ningún modo habla de que el órgano deba ser de tal o de cual tipo.

Sin embargo, la interpretación de este documento, hizo creer a algunos que tal vez este órgano propio de la Península Ibérica, no era el adecuado para la liturgia.

A pesar de las muchas discusiones que se dieron durante el congreso de Valladolid de 1907, las conclusiones se pueden ver en la página 62 de la Tesis Doctoral de don Esteban Elizondo, accesible en http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/1274/TOL6501.pdf?sequence=2 Entre las conclusiones me permito citar:"- El órgano barroco es considerado como un instrumento viejo, inadecuado para la litur-
gia. Se descartan las reparaciones de órganos antiguos, excepto en casos de reconocido mérito
o de especiales condiciones, procurando entonces la adaptación de los pedales, el comple-
mento de los medios registros y cierta mayor proporción en los juegos de fondo. En definitiva
en el mejor de los casos se propone la restructuración de los órganos antiguos más importan-
tes, modernizándolos de acuerdo con los criterios del momento". Pero nada de eso se veía en el motu proprio.

Pero para no desviarnos del tema. Pienso que, dejando el tema del desastre que pudiera causar a los órganos ibéricos esta interpretación, tengo que coincidir en que San Pio X dio una referencia para hacer una música adecuada para el templo. Por mucho que durante la estancia del organero alemán don Alberto Merklin en España, éste criticase cómo las músicas más insospechadas e inadecuadas, podían sonar durante una misa en España, y así lo denunciase en su libro "Organología".

En la actualidad, la situación en cuanto a música se puede considerar como desastrosa, y creo que buena parte de esto también se deba al abandono en que se pueda tener a la música en los seminarios. Supongo que no todos los seminaristas han de ser doctores en Derecho Canónico, ni todos han de lograr una titulación superior en órgano. Pero al menos habría que garantizar una mínima educación musical para no meter la pata. En cuanto a las referencias musicales, en ningún momento el Concilio Vaticano II abolió el uso del órgano, ni ningún papa posterior a Juan XXIII prohibió la buena música.

Tal vez aquí haya pasado como en la anécdota que se le atribuye al Conde de Romanones, que apesadumbrado ante la aprobación de una determinada ley con la que estaba disconforme, habría dicho "aprobad leyes, que yo aprobaré reglamentos". O si se prefiere el chiste de Eugenio, las órdenes que dió el coronel de la actuación del cuartel ante el eclipse de sol, nada tienen que ver con las que recibe el soldado raso por parte del cabo primero.

En todo caso, espero que esos desastres que han sucedido en España sean remediados. Creo que todo el mundo lo desea.
08/02/13 7:38 PM
  
Néstor
Lego como soy en la materia, tengo leído que el mismo Palestrina tuvo sus problemas con las disposiciones del Concilio de Trento, debido que a que en algunas de sus obras religiosas había incluido trozos de composiciones profanas, lo cual suena muy parecido a cosas que uno ha vivido. ¿Es así? Salvando el hecho, claro está, de que la música de Palestrina era muy superior a la de algunos compositores actuales, obviamente, como Ud. ha señalado. Felicitaciones por el "post".
09/02/13 2:28 AM
  
Tulkas
(EDITADO)
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RdT: En tu comentario aparecían ideas acertadas, ideas discutibles y expresiones inaceptables en la boca de un católico y que, como sabes, no tienen curso en Infocatólica. Te animo a que deseches las terceras y profundices en las primeras y las segundas. Estoy seguro de que sabes a qué me refiero.
09/02/13 11:03 AM
  
Raúl del Toro
Néstor: sobre la relación de Palestrina con el Concilio de Trento al respecto de la música circulan bastantes leyendas. Lo cierto es que el Concilio no dictó normas precisas sobre la música, que dejó para órganos y disposiciones ulteriores. Es cierto también que Palestrina colaboró de cerca con los responsables al cargo de la cuestión musical, y que sus obras fueron oídas en reuniones celebradas para tratar el tema, y con gran éxito. Los aspectos más radicales o espectaculares que se oyen por ahí (como "la polifonía salvada in extremis de la prohibición gracias a su Misa Papae Marcelli" y cosas por el estilo) hay que mirarlos con total escepticismo.
09/02/13 2:10 PM
  
Tulkas
Si decir que el Magisterio Ordinario en disposiciones concretas puede errar no tiene cursó en esta web es cierto. Pues apaga y vámonos...

De todas formas reitero que el desastre litúrgico musical es responsabilidad primera del ejercicio de omisión en su labor de gobierno de los obispos y de la Sede Apistolica de Roma.

Suya es la responsabilidad.

Y además, no tienen por que inventar nada nuevo: basta con reeditar Tra le solicitudine por orden del Papa reinante, y que se obligue a su aplicación a quien se puede obligar: congregaciones, catedrales, monasterios, clero regular y movimientos.

Otro gallo cantaría.

____________________
RdT: No era esa la cuestión, obviamente.
09/02/13 4:19 PM
  
Tulkas
Bueno, pues entonces era acaso lo de María Visión?

Si es falso que María Visión se ha beneficiado grandemente de la independencia total y absoluta de la Conferencia Episcopal Española en sus emisiones en este país, pues apaga también y vámonos.

¿O es que no nos acordamos acaso de Popular-MaríaVisión, que emítía hace sólo unos meses?

Porque ideas conflictivas hay tres, y las reitero a ver cuál de ellas es mentira:

a.-El Magisterio ordinario puede errar.
b.-María Visión es una (aceptablemente) buena cadena de TV católica porque actúa de manera totalmente independiente de la Conferencia Episcopal Española. Popular TV es un BODRIO por lo contrario.
c.-Desde Juan XXIII en adelante ningún Papa ha establecido disposiciones concretas y claras sobre la música litúrgica. Suya es la responsabilidad, por tanto.
09/02/13 7:30 PM
  
Raúl del Toro
Tulkas: Si observas bien, yo no hablaba tanto de ideas como de expresiones no aceptables.

El punto a es claro en los términos que tú mismo has señalado antes. Sobre el punto b poco puedo decir, pues no veo mucho la televisión. Sobre el punto c, que es el fundamental y el que cae en el ámbito del blog, estoy de acuerdo en que bastantes textos de la normativa vigente pecan de oscuros y ambiguos, y en que esto, combinado con la pereza o la desorientación o los errores de muchos responsables del culto, ha producido un absoluto empobrecimiento de la música y de la liturgia en general que, en palabras de Benedicto XVI, ha llegado al límite de lo soportable. Y naturalmente creo que es muy necesario que el entronque con la tradición sea recuperado y garantizado de modo mucho más claro y eficaz. Lo cual no tiene nada que ver con el desprecio a la reforma litúrgica promulgada por el Papa Pablo VI, que es una de las líneas rojas de Infocatólica, como sabes. Tampoco me parece proporcionado cargar toda la responsabilidad sobre la Sede Apostólica. Si ni siquiera el motu proprio de S. Pío X se pudo llegar a aplicar íntegramente, ¿qué cabía esperar en la situación actual? Me imagino que es muy difícil guiar el timón de un barco cuando cada uno rema en una dirección distinta.
09/02/13 11:46 PM
  
Tulkas
Simplificando mucho podriamos deducir dos modelos de musica liturgica en el siglo XX.

1.-Modelo surgido a partir de la referencia clara del Motu Proprio de san Pio X: primacia absoluta del canto gregoriano, como modelo inexcusable, principal, prioritario, que se debe aprender y que se debe tambien practicar.

2.-Modelo cuyo origen se quiere buscar en el Vaticano II, pero que ciertamente NO se encienta en este, salvada la impotente ambiguedad del texto de la Sacrosanctum Concilium. La situacion actual es un deseo no siempre suficientemente expresado y no siempre suficientemente claro. Este deseo podria resumirse asi: la Iglesia necesita la creacion de un repertorio musical totalmente nuevo con la finalidad prioritaria de que lo cante el pueblo.
Este objetivo tiene dos elementos objetables:
a-que el repertorio tenga que ser algo nuevo, especificamente aogo adaptado a las corrientes de musica ligera actual (?), algo gregorianozante (?).Lo que muchos parecen tener claro es que ha de ser nuevo, nunca visto, y que su necesidad viene determinada porque todo lo previo es inadecuado.
b-subyace una comprension muy reduccionista de la actuosa participatio

10/02/13 2:12 PM
  
Eduardo Martínez
A mi no me parece que el problema esté en Roma, sino más bien a nivel de diócesis. Creo que si buscamos un texto papal que haga obligatorio el uso de la guitarra y la abolición del uso del órgano, no lo vamos a encontrar.

Por cierto, siempre he creído que el Sacrosantum Concillium aprobaba otros instrumentos diferentes al órgano, en circunstancias muy especiales. Imagino que para unos misioneros, el emplear un instrumento que fuese incomprensible para el pueblo que trataban de evangelizar podía ser un escollo. Y creo que en ese caso, vamos a inventarnos un ejemplo, en un determinado pueblo, la música religiosa está asociada a un xilofono en escala pentatónica, no será mala idea adaptar la música de ese pueblo a las misas de los misioneros.

No creo que sea el caso de España. Ahora bien, si alguien pretendiera construir un órgano para su parroquia y tuviera la nada "ilegal" intención de constituir una Schola Cantorum, para cantar en las parroquias aquel tipo de música que propugnó San Pío X, se encontraría con muchos escollos. Lo primero sería que le dirían que el coro con las guitarras ya basta. Si uno contestase que eso a él y a mucha gente no le llena, le dirían que cómo se van a gastar en un órgano, con tanto pobre que hay. Si se diera el caso de que hay un donante para el órgano, que garantiza el proyecto, dirían que los órganos ya han pasado de moda. Si uno, pese a eso, le muestra con textos papales que esto no es así, ya vendrían con el "qué dirán"... Creo que no es necesario alargase más, y Benidorm, la absurda polémica por el coste del órgano de Benidor, que sería impensable en Alemania, Francia o el Reino Unido, muestra más de lo que nos ha llevado, no sé si una mojigatería; no sé si un ánimo revolucionario; o no sé si una tacañería inmensa: en España, la excepción se ha convertido en la norma; una norma que hace excepcional lo que sería normal, que es el uso del órgano, y la constitución de scholas cantorum en aquellos templos en los que esto es posible.

En cuanto a la música, pues si San Pío X hizo por que las iglesias no se convirtieran en teatros, creo que desde las más altas instancias, se debería de hacer algo más que una declaración de buenas intenciones, e impedir que las iglesias se conviertan en discotecas... de los años 60 en muchos casos. Porque por desgracia, aquí no se interviene hasta que el templo empieza a parecer un circo. Y me temo que en algunos casos ni eso.

Así que como primera medida, yo iría quitando cantos que recuerdan a una discoteca de los años 60 del siglo pasado: música que recuerda la Revolución Sandinista. Y pondría a revisión la música que fuera de esos casos, se creó tras el Concilio Vaticano II, que supongo que también habrá cosas buenas dentro de esta música.

En este aspecto recuerdo que en el blog de "Juan Antonio Espinosa" se llegó a publicar un prólogo del Padre Llanos, a un libro titulado "El Señor es mi Fuerza" obra del autor del blog que cito. No sé si falté a la Caridad cuando ante el párrafo del padre Llanos "Lleva importancia y mucha esta introducción de la guitarra en nuestras asambleas fraternas. Con ella nos llegan nada menos que invitaciones y realizaciones de la intimidad introducida en la Celebración litúrgica." Llegué a comentar (no sé si se conserva el comentario o fue borrado), que si el objetivo era lograr mayor intimidad, éste fue logrado con creces, pues muchas parroquias con la guitarra pasaron de tener 200 asistentes a solo 20.

Sin embargo, don Juan Antonio Espinosa, en otras entradas de su blog, no se ha mostrado contrario a la "gran música" en las misas. Eso si, en la música, en la magnífica música que una gran orquesta, coro y un -en este caso, justificado por las circunstancias del evento- órgano litúrgico, que acompañó a Su Santidad en las JMJ, se habría cometido el "grave pecado" de no haber incluido el canto de todos los asistentes, los cuales venían a permanecer como meros espectadores de un concierto o poco más. Al parecer el vacío de muchos templos, la inexistencia de esa asamblea que debería cantar en su totalidad en la misa, y para la cual el coro solo debería ser una indicación, no parece pesar en absoluto. Por cierto, muchos asistentes confirmaron que los que no quisieron acompañar al canto, fue porque no quisieron, pues se les dió un libro con el texto y la música que se iba a interpretar en la JMJ.
11/02/13 12:04 PM
  
Eduardo Martínez
Por cierto, ya que el texto trata de la Belleza y de su influencia o su interferencia en la música, y a pesar de que no creo que la actitud actual de muchos miembros de la Iglesia contra el arte sea una especie de nuevo "albigenismo", y tenga más que ver con la tacañería que con otras cosas, hemos tenido en Marsella, o mejor dicho, estamos teniendo en Marsella, un ejemplo de que belleza y liturgia están muy unidas.

Un músico que trabajaba en cabarets, tuvo una vocación sacerdotal tardía. Siendo sacerdote se le encomendó una misión casi imposible: tratar de evitar el cierre de una parroquia situada en la ciudad del sur de Francia. El entorno no podía ser más hostil, pues al gran número de inmigrantes musulmanes, se unía la ausencia de Fe en muchos franceses nacidos en Marsella. Sin embargo, el amor por al Belleza manifestado por un deseo de cuidar tanto la música como los objetos del templo, el abrir las puertas de la iglesia la mayor parte del día, el ir claramente identificado como sacerdote (que aunque en mi caso bastaría con un traje clerical, el sacerdote francés consideró necesario usar la sotana), el estar disponible para los fieles la mayor parte del día, el cuidar de la limpieza del templo, consiguieron que la iglesia pasara de estar vacía a estar repleta de fieles en cada celebración.

Este hecho tal vez sea visto milagroso por algunos. Puede que incluso lo sea. Pero igual nos está diciendo, no solo que la Belleza lejos de estar reñida con la Liturgia, es su aliada. También nos está diciendo que igual las cosas hechas "como antes" dan más frutos que las que se hacen de una forma más "moderna". A mi me da que pensar que es así.
11/02/13 12:18 PM
  
Tulkas
Voy a poner un ejemplo muy sencillo y se va a entender a la primera: los grupos de adolescentes y jóvenes muy jóvenes que cantan en algunas parroquias.

Nadie les niega el mérito en ningún aspecto. Nadie niega tampoco que lo que cantan es CIERTAMENTE PREFERIBLE al bodrio ese infumable que se llama Cantoral Litúrgico Nacional, Cantoral de Misa Dominical... y engendros análogos. Nadie niega que muchas de esas canciones tienen un texto atractivo y una música con cierta eficacia sentimental. Nadie niega tampoco que son buenas para la catequesis y para los retiros.

Ahora bien, ¿por qué se les niega el conocimiento de lo mejor y se les deja en lo inferior siempre? Lo que suelen cantar, pese a sus virtudes señaladas, NO ES EL TEXTO DE LA LITURGIA. Y además, no es la música a la que se debe conceder el honor de la prioridad, en igualdad de circunstancias.

¿Quién tiene la responsabilidad de que las mismas canciones de convivencia que cantaba yo se sigan cantando iguales, y tan fuera de contexto (en la Misa) quince años después? ¿Quién tiene la responsabilidad de la no formación litúrgica, de la no formación musical, del abandono y la depauperización de la celebración de la Misa?

15/02/13 8:34 PM
  
Isabel Pérez
Estimados D. Raúl y contertulios:

ante todo gracias por compartir sus desasosiegos e inquietudes respecto a la música litúrgica, que son del sentir de la gran mayoría.

Años llevo oyendo los comentarios de de los parroquianos de las distintas ciudades donde he vivido:"así se pierde la devoción.. ese sacerdote ni oido ni gusto musical,las señoras mayores que cantan con voz aflautada, engolada y temblorosa, los chiquillos que berrean,los demás que murmuran la letra de mala gana".. esto es la realidad, y más sangrante en mi querida Castilla, que como me decía un profesor de acústica, somos átonos, lo da la meseta,no hay más que ver nuestras jotas sin armónicos frente al litoral.. Valga una anécdota: un grupo agricultores de ACOR -azucarera vallisoletana- frente al lago Tiberiades, azorado, se vió impelido a cantar "El Pescador" (Tú, que has venido a la orilla) por el atento guía, de origen argentino, que no entendía, sorprendido que hubiera un grupo en peregrinación que no sintiera la necesidad de cantar. Al término, reconoció que en sus muchos años sólo había oído cantar tan mal a un grupo, también español, de un lugar llamado Zamora..
Yo misma, con mucho esfuerzo, y años de estudios musicales, malamente tengo una ámbito de una octava, y grave..por mucho que me he esforzado en participar activamente, y casi obligo a mis hijos a cantar para sostener el tono,o por aquello de San Agustín de que el que canta ora dos veces..

Esta presentación viene a cuento de que criticar, lo hacemos todos, y lo que otros intuyen, con claridad ustedes ha puesto el dedo en la llaga sobre las causas del insoportable deterioro litúrgico musical.

Ahora bien, ¿quién pone el cascabel al gato?
La realidad que yo encuentro es:
1-muchos sacerdotes no tienen oido musical, o son mayores y lo han perdido..
2-la mayoría de las veces no hay nadie que les asista en la celebración,y menos coro, organista o salmista..
3-la mayoría de la asamblea está formada por gente mayor,y volvemos al punto 1..
4- los de mi generación (40) y siguientes ni saben cantar ni lo intentan por un sentido exagerado del ridículo (esto se aprecia ya desde los 15 años: no puedes organizar ni un coro en clase de música),ni saben ya nada en latín, ni siquiera las tradicionales del tipo "Cantemos Al Amor de los amores"..
5-el canto tradicional está pensado para voces masculinas, generalmente altas, lo que hace que las voces femeninas(que son gran parte de la asamblea, sobre todo en las misas de diario) tengan que doblar al estilo monjil (empastado y vibrato:combinación terrible) y algunas pocas que doblamos por abajo o vamos acoplando ambas..
6-el repertorio en "estilo gregoriano" donde se sustituye el latín por un texto en castellano al que no corresponden las inflexiones de la entonatio, etc
7-el ámbito musical de gran parte de las canciones supera la octava, cuando la mayoría de la gente no supera un sexta, con lo cual el canto se hace prácticamente un susurro o un gallo..coincidiendo justo con las palabras clave..
8-y si vamos a música enlatada, los audios que siguen al uso (porque no se va a gastar dinero, faltaría más) son las grabaciones setenteras infumables en sus acompañamientos y los coros femeninos..

Ahora bien, ¿quién pone el cascabel al gato? ¿qué hacemos con este humilde material, entre los que me incluyo? Y esto es casi una súplica..

De vuelta a mi ciudad me pidieron ayuda en la parroquia, lo que agradezco al Señor por darme la oportunidad de dejar de criticar pasivamente y permitirme profundizar en el misterio Eucarístico,e intentar contribuir a una mayor solemnidad desde el órgano(mejor dicho, con un pseudoharmonio eléctrico).
Llevo un par de meses haciendo acopio de material.. repasando mis libros sobre el canto gregoriano (que siempre me ha apasionado),..con el Cantoral Litúrgico nacional a vueltas, y cantorales varios de ese estilo.., el Libro del salmista del Secretriado nac. de Liturgia.., poniendo patas arriba internet en busca de un ápice de formación.. y hasta ustedes he llegado..

Y después de esta parrafada que se va pareciendo a un desahogo personal al haberme atrevido por fin a escribir, yo les pido consejo:

-¿qué repertorio me aconsejan? asequible musicalmente para la mayoría, pero digno y capaz de mover al alma.. Ahh, el gran Bach en sus corales si que lo consiguió, pero está en alemán..
-¿intentar poco a poco el Ordinario en latín :mejor el Kirie o en catellano Señor, ten piedad?¿y el Agnus dei?
-¿que tono escojo: el cómodo para el celebrante?, ¿para el pueblo?¿o debo ser yo la que dirija con mi voz grave, la gente naturalmente se acoplaría a una octava más alta o arrastraría a todos conmigo ?
- ¿habría que hacer por potenciar el salmo cantado, y no esa especie de letanía sosa, mal leída de corrido, sin declamación, sin meditar cada palabra y malamente recordada por el pueblo a la segunda repetición?
-¿puede una mujer ser salmista?

En fin, si han tenido la paciencia de llegar hasta el final, espero que algún buen consejero para esta maravillosa aventura en que el Señor me ha embarcado, y para que no solo redunde en mi beneficio espiritual sino que tenga algo bueno que aportar para mayor gloria de Dios.

Afectuosamente,
Isabel Pérez




16/02/13 6:15 AM
  
Raúl del Toro
Isabel: Muy interesante tu comentario, pones el dedo en muchas llagas. Efectivamente, un problema básico es que la gente ahora ya no sabe cantar, ni quiere, al menos por lo general. La omnipresencia de música enlatada (radios, televisión, internet, etc) hace que el canto popular haya desaparecido. Por eso cada vez es más difícil conseguir que la gente cante en la iglesia. Porque ya no canta en ninguna parte.

En cuanto al repertorio, hay unas indicaciones en la instrucción Musicam Sacram de 1967 (cito de memoria), en las que se establece un orden de prioridades, encabezado por las oraciones del celebrante y las respuestas del pueblo.

Lo siguiente es el ordinario de la Misa (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei). Lo ideal, y lo que está mandado o recomendado desde hace muchos años, es procurar cantar estas partes en latín-gregoriano, porque son textos bien conocidos, que se repiten todos los días o todas las semanas, y no hay mayor problema para entender lo que se está cantando. Ahora bien, cualquiera puede comprobar el violento rechazo que en muchos lugares despierta el latín y todo lo que suene a "lo de antes" (expresión tristemente elocuente sobre el estado de cosas). Por eso mucho me temo que no tendrás más opción que hacerlos en castellano. En tal caso, sí es imprescindible que el texto sea el verdadero, el oficial y completo. Por ejemplo, la canción "Alabaré alabaré..." en lugar del Santo es un disparate indefendible, por muy pegadiza que sea la cancioncilla de marras.

No soy precisamente un entusiasta del Cantoral Litúrgico Nacional, al menos según las primeras ediciones que se encuentran en la mayoría de las iglesias, pero hay que reconocer que la parte del Ordinario de la Misa es la que quedó mejor parada en el mismo, o la menos perjudicada, según se mire.

Más peliagudo es el tema del Propio (cantos de entrada, ofertorio y comunión). Después de la reforma litúrgica esta parte de la misa quedó aislada en el repertorio gregoriano, inaccesible por su dificultad a la práctica totalidad de los coros parroquiales.

No hay ningún repertorio en castellano con las antífonas propias según la liturgia actual, al menos que hay sido divulgado. En su lugar han proliferado muchos cantos que hay venido a ocupar el lugar de las antífonas del Propio. Esta es la peor parte del repertorio disponible. Yo personalmente eliminaría el 90 por ciento de estos cantos, que incumplen casi de modo sistemático lo que está establecido: que el texto provenga sobre todo de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas. En su lugar suelen ser textos más o menos piadosos, y de doctrina no pocas veces dudosa, y en cualquier caso no litúrgicos.

El problema no tiene solución práctica inmediata. No hay repertorio disponible, y la gente no sabe o no quiere o no puede cantar. Yo creo que cuando hay un organista, es mucho más digno que el celebrante lea el texto de la antífona, y que el organista toque una pieza digna, aunque sea muy sencilla, durante el ofertorio, la comunión o incluso la entrada. Mucho mejor esto que las cancioncillas lamentables que venimos sufriendo desde hace 40 años.

Eso sí, improvisar el organista no, por favor. La improvisación del organista en la liturgia es una práctica antiquísima y valiosísima, pero exige una formación musical de la que normalmente se carece. En tal caso, que suele ser el habitual, es mejor elegir unas piezas ya compuestas, prepararlas y tocarlas.


16/02/13 5:59 PM
  
Tulkas
Gracias, Isabel.

Por muchas cosas que mencionas creo que puede darse la posibilidad de que nos conozcamos... pero por ahora taceo.

Hoy a la tarde, en la Misa del Primer Domingo de Cuaresma de una parroquia Novus Ordo a la que he ido han puesto canto gregoriano enlatado. Y, ¿qué ha sonado en la Comunión del Primer Domingo de Cuaresma?
Pues nada más y nada menos: Puer natus est nobis, et filius datus est nobis, cuius imperium super humerum eius, et vocabitur nomen eius: magni consilii Angelus.

Y luego: Genuit puerpera Regem... sí, el disco famoso de los monjes de Silos de 1993. !!!!

Bueno, consejos prácticos:

1.-NO CAER EN LA TENTACIÓN POLIFÓNICA. A los amateuristas les gustan mucho las terceras. Y un canon da un subidón de los buenos.

2.-EL GREGORIANO NO ES DIFÍCIL. Con matices. Sí son difíciles los Graduales, los Aleluyas, los Tractos. Lo demás es de dificultad media. Y siempre MUCHO MÁS FÁCIL que la tentadora polifonía.

3.-NO TODO EL MUNDO VALE PARA CANTAR. Lo primero es reconocer la verdad. Yo tengo dos octavas, así, naturales, y dadas por la madre que me parió. Pero quien sólo tiene una sexta, pues mire... valdrá para otra cosa. Por ejemplo: para las entonaciones de los salmos.

4.-TODO EL MUNDO PUEDE APRENDER ALGO DE MÚSICA. Y lo sé por experiencia.

5.-HAY QUE DIFERENCIAR. Una cosa es lo que queremos que cante la asamblea. Que son, por este orden: las respuestas que le corresponden y la antífona del Salmo. Otra cosa es lo que tiene que cantar el coro, que es el texto Litúrgico.

6.-NO HAY QUE TENER MIEDO AL CANTO A CAPELLA. De hecho, es el ideal. Cuanto menos ruido instrumental, mejor. Y para ruido el de las guitarras mal tocadas.

7.-PREPÁRATE PARA LAS DECEPCIONES. Y los primeros que te decepcionarán son los curas.

Que el Beato Anton Bruckner ore pro nobis!!
16/02/13 11:25 PM
  
Tulkas
Y no estoy nada de acuerdo en la incapacidad musical de los castellanos.

Y es que cuando voy al pueblo de mi tía lo que veo es que cada pueblito tiene su banda de música, integrada en muchas ocasiones por gente no particularmente joven y algunos (me consta) que leen mejor el pentagrama que las letras, pues le han cogido más afición al clarinete que la que le tenían a la escuela. No más. Y cuando en las fiestas patronales te tocan el Himno Nacional detrás de la Consagración (prohibido y todo como está, pero con honores de Jefe de Estado, aunque algunos le cambiaran la fiesta y casi hasta le descoronasen) es que se te caen las lágrimas y dices lo que decían en la película de El Cid: "por Dios qué buen vasallo, si tuviera buen señor".

Y no es el Señor el que falla, sino más bien su clero.

En conclusión: ni la gente es tonta ni mucho menos.

16/02/13 11:37 PM
  
Isabel
Hola de nuevo,
ante todo gracias por sus amables consejos. Espero que no haya inconveniente en seguir posteando aquí pasados ya varios días, en caso contrario, por favor,háganmelo saber, para no infringir la netiqueta..

Esto días he intentado aplicar varios de sus consejos:

-Vulkas: muy bueno (si no fuera triste)la anécdota sobre los discos de Silos que ponen al tuntún. Así que he preparado un librillo de canciones para estos días (otra cosa es que luego lo repartan..) donde he incluído la traducción en castellano de los cantos en latín (así identificarán lo que se canta

-Raúl:gracias, pero ni se me ocurre improvisar!, jeje. que yo soy de la escuela de los conservatorios de sólo leer (ni siquiera tocar de oido) cómo mucho transportar y reescribir (y con finale)y armonizar un poquito..

El Kyrie, Santo y Agnus Dei me han dicho que en castellano (espérate que me afiance...): así que el B3 y los de Arangüen de toda la vida me han parecido los más dignos. Mientras que Los salmos, se quedan hablados ..;(

-Tulkas,qué envidia tus 2 octavas! yo sólo llego al sol 4 (el dela 2º línea) pero bajo hasta el do 3!! (nadie se explica cómo).. Menos mal que el sacerdote tiene muy buena voz de barítono, así que dirige él los cantos.

Y por cierto, los Corales de Bach raramente pasan de una 6ª, porque estaban pensados para el pueblo llano..

Ah! y mi pueblo también tiene banda de música,(y charangas en fiestas) pero no es lo mismo tocar que cantar. Y quién sabe, a lo mejor hemos coincidido en algún sitio, pero yo creo que suelo pasar desapercibida.:)

Bueno, el caso es que hoy he tocado entre vias crucis y misa, de "gregoriano" (sí, ya se que debería ser a capella, pero el órgano ayuda a mantenerel tono, por ejemplo, aquí -Schola Gregoriana Mediolanensis, G. Vianini, Milano, It.-) : el Attende Domine, el Pange lingua y la Salve Regina.
Y en castellano: Perdona a tu pueblo (popular), Sí, me levantaré (Deiss), Victoria, tú reinarás (¿?), Cantemos al Amor de los amores (Busca de S.), porque fue Himno del congreso Eucarístico del 29, y Santa María del Camino (no sé de quién es, y quizá menos adecuado¿?, porque se ha abusado mucho de él con las guitarras..

Creo que ha salido decente. Me siento feliz. Y deseaba compartirlo con ustedes.

Un cordial saludo, Isabel
13/03/13 3:07 AM
  
Andres Garcia
Regresemos a cantar solo la palabra de Dios ( especialmente los salmos y a capella ) Agustín un gran conocedor de la depravaccion total del hombre después de la caída ( Sin la Gracia de Dios no podemos hacer nada ) Somos reconciliados por los méritos de Cristo, y esto no permite crecer en Gracia por medio del Espíritu quien nos impulsa a dudar de nuestras practicas , necesitamos una renovación que implica regresar al canto de salmos e himnos canónicos sin instrumentos.

Vamos a adorar a Dios no a deleitarnos a nosotros mismos con canciones de caracter pietista, subjetivista o antropocéntrico.
15/10/15 4:38 PM

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