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1.02.20

La PROGREZ siempre "avanza" pa'trás. O el 111.

Es lo que tiene la PROGREZ, tanto política, como eclesial o cultural, pues lo lleva en su ADN: tienen tan asumido el “complejo del cangrejo” que no se les cura ni con kilos de hormonas.

Lo malo del tema es que, en lugar de hacer “los experimentos con gaseosa", como dice el clásico y como sería lo prudente -palabra y significado que desconocen de modo absoluto-, los hacen con todos nosotros: desde corromper a los críos desde parvulillos, hasta echarlos a los pies de los caballos: en especial cuando más necesitan la ayuda y los criterios morales -por ejemplo, en la preadolescencia-, pasando por robárselos descaradamente a sus padres -"por lo legal", por supuesto-, haciendo las leyes ad hoc que hagan falta.

Eso sí: como los experimentos siempre cuestan dinero -hay que multiplicar el presupuesto inicial por todos los paniaguados que han de cobrar y cobran, porque viven de esto-, tenemos que pagarlo los demás; porque encima, nos lo hacen pagar: ¡a nosotros que somos las víctimas!. En esto, están a nivel del Régimen Comunista Chino que les cobra a los ejecutados el precio de la bala con la que les dan mostacilla.

Porque se lo cobran y nos lo cobran -¡vaya si se lo cobran: es que nos desvalijan!-, no ya con intereses, que sería lo “legal", sino robándonos, además, a manos llenas: por lo legal y, como siempre les parece poco, también por lo ilegal: llámense ERES, 3%, gastos de representación, facturas falsas, contratos ficticios, cursos de aprendizaje imaginarios, ayudas a parados -no confundir con “parásitos", que esos son ellos, etc. etc., etc. ¡Imposible hacer ni siquiera una aproximación de lista de todos los sistemas que se han inventado para lucrarse y perpetuarse en el poder!

¡Han venido para quedarse! y lo dicen descaradamente. Con el descaro de tenernos a todos comprados, a cada uno por donde se deja comprar. Aunque también hay aficionados tan motivados que lo hacen hasta “de gratis".

Por lo eclesial está pasando más de lo mismo: ¡hasta este nivel se han contagiado tantos estamentos eclesiales en su “diálogo” con el mundo y sus habitantes todos! Y copian, con ese mismo descaro que caracteriza a toda PROGREZ, hasta su mismo lenguaje. 

A las pruebas me remito. Y para que nadie se despiste, esto va a propósito de ya famosísimo -y más que se hará- no-nacido publicamente aún nº 111, del último documento pontificio. Que no voy a copiar, pero está ya publicado bajo cuerda como siembra temprana, para que la semilla vaya haciendo su trabajito que, de suyo, lo hace, como bien dice la parábola, que tampoco voy a copiar.

El método usado es el mismo por lo civil que por lo eclesial. Se toma un tema, el que sea -en este último caso el “celibato sacerdotal a abolir a como dé lugar, sí o sí"- que interese sacar adelante. Se parte de unos “datos", no demasiado exactos, porque ni se tienen ni se quieren exactos.

Como normalmente las cosas empiezan pequeñas -también lo malo-, “se magnifican” con total desfachatez, impunidad, descaro o mentira -que de todo hay en la viña del Señor: ¡perdón, Señor!-; se adoba todo convenientemente con una descarada -y falsa- carga sentimentaloide; se untan bien los resortes que hacen de perfecta caja de resonancia; se agita convenientemente, y se sirve bien frío: con una apariencia de equidad, bondad, mansedumbre, fe, modestia…, y, en el caso que nos ocupa, sin continencia ni castidad, claro, porque es lo que había que cargarse.

¿Para qué todo este montaje? Para, de este modo, pretender que hay una “necesidad grande y urgente” que remediar: no hacerlo sería una injusticia “de tomo y lomo"; y JUSTIFICAR de este modo la “bendición apostólica"; dejando siempre bien claro -totalmente oscurecido, claro- que “la doctrina no se toca” sino que se difiende a capa y espada…

Con este sistema se introduce el “coronavirus” que va matando lo que toca, empezando allí donde las constantes vitales son más débiles. Y ya se irá extendiendo la infección hasta convertirse en pandemia. Que es lo que se pretendía desde mucho antes de las resoluciones finales.

Un inciso: si lo de los “viri probati” y demás zarandajas, que se ha publicado y recogido por todas partes dándolo como seguro, no fuese así y no pasase de un globo sonda o una cizaña envenenada, lo que he intentado explicar sigue vigente: si no es con este jemplo, lo es con otros, porque lo que nos sobran son ejemplos. Veremos qué sale al final en el Documento papal.

Así actúa siempre la PROGREZ, civil o eclesial. Porque la PROGREZ tiene sus fijaciones, y a ellas se remite siempre: “más vale malo conocido que bueno por conocer", deben decirse. Y miran y tirán para atrás.

Una de ellas es que llaman “progreso” al REGRESO. Porque ¡anda que no lleva años -por lo civil- lo de cascarle a la Iglesia, a sus hijos y a sus bienes, para que no quede ni la más pequeña semilla!

Y ¡anda que no lleva años -por lo eclesial- la pretensión de cargarse el celibato sacerdotal, aquilatado perfectamente -en sus vertientes teológica, disciplinar y pastoral- desde siempre en la Iglesia…; y, calentito aún, en el último libro de Benedicto XVI, papa Emérito, y el card. Sarah! ¿Empeño inútil? Veremos.

Todos los herejes que han pretendido romper la Iglesia, llámense protestantes, luteranos, anglicanos, etc., han ido a por él. Lo que ya debería enseñarnos mucho. Pero, la “progrez eclesial", y por ser progrez precisamente, no está por la labor, y va pa’atrás. ¡Viva el progreso!

Otra de sus fijaciones es que, donde no hay ningún problema, HACER o MONTAR un PROBLEMA: especialmente el que más les interese para sus personales o colectivos “tics". Y esto lo saben hacer, por lo civil o por lo eclesial, a las mil maravillas: están “autoprogramados” para eso. Viven para eso. Y si hay algún problema real, pues mejor: siempre lo podrán empeorar: e irán a por ello.

Por supuesto: NUNCA HACEN CASO de las personas que, no solo de buenísima fe, sino con buenísima intención -comprometidos hasta más no poder, en este caso con la Iglesia Católica- les advierten a los jerarcas -con teología, doctrina y la mejor caridad-, de los desaguisados que se están montando: antes y después de que circulen libremente y se hagan “pastoral de rodillas".

Por último -bueno: tienen más fijaciones, pero hay que cortar-: ELLOS -por lo civil o lo eclesial- SON LOS BUENOS. SIEMPRE. Y todos los demás, malos malísimos: conspiradores, mentirosos, con intereses ocultos, ignorantes, depravados, injustos, desamorados de la Iglesia y de su Jerarquía, etc. Lo único que no nos han dicho, aún, es herejes, aunque nos tratan igual. Que igual cae algún día.

Y luego están -de comer aparte-, los “callaos". Que son como los “emparedaos", pero sin gastar en ladrillos. O sea, que no son: ni están ni se les espera. Viven en “su” mundo, que no es el mundo real. O sea: NO VIVEN.

Por cierto, lo de los “emparedaos", también lo desautorizó la Santa Iglesia, y se lo cargó: porque no iban por ahí los tiros…

¿Seguiremos rezando, por fa?