14.09.23

Cena vs Misa

Que no es lo mismo. ¿O ya sí? Porque, tras el Concilio, en una parte de la Iglesia Católica se ha incorporado -e impuesto, en muchos cenáculillos modernetes-, el dichoso término: “cena". Bueno, también “asamblea", que debe ser una reminiscencia de sus años mozos y sus inicios en el rogerío asamblario.

Por cierto: he puesto “Misa", como podía haber escrito “EUCARISTÍA".

Vamos al tema, con cierto detenimiento.

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4.09.23

Nos la están colando. (O por la Sinodalidad)

O quizá ya nos la hayan colado: en el fondo, viene a ser lo mismo.

Aclaración: escribo este post, en primer lugar por los papanatas, que abundan, y son los que están más faltos: por tragaldabas hasta reventar…

En segundo lugar, por los buenistas, abundantes también en la viña del Señor, que creen que Dios lo hace todo, y a nosotros solo nos toca tomarnos un buen wiski: a la sombra, si hace calor, y a cubierto si por las danas…, y “ahí me las den todas”. Ya que los buenistas ni se inmutan: Dios lo hace todo, es su máxima, y todo el trabajo que hemos de obrar es esperar en Él.

Con esta posturita, el “fideísmo” está bien servido. O el luteranismo. O cualquier cosa menos lo católico. Por supuesto, nada de pensar; que, además de muy cansino es contraproducente. Esto sí lo piensan: así se vacunan de todo trabajito; y, de este modo, están a la orden del día: vacunados a la última.

Por último -dejando aparte otras calificaciones menores, que también las hay-, como no puede ser de otra manera, escribo para las almas buenas, sedientas de Dios en su Iglesia. Almas que se sienten, en el mejor de los casos, sufrientes, muy desorientadas, y como ovejas sin pastor. Algo muy real en estos tiempos que nos toca santificar, y en los que nos toca santificarnos: no queda otra.

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26.08.23

Sacerdocio/Sacerdote. IV

Sacerdos, alter Christus! De aquí no nos podemos apear: dejaríamos de ser lo que somos. Pereceríamos. Como han perecido tantos hermanos nuestros, seducidos por los halagos del mundo. 

Claro que, a la vez, iban bien vacíos de Cristo: así no hay forma de luchar y vencer. O sea: faltos de Vida Interior, de Savia Divina, de Espiritualidad Sacerdotal, de Intimidad con Jesucristo Salvador: El mismo que ha muerto por nosotros y nos ha liberado de nosotros. Y del Mundo. Y del Demonio. Y de la Carne. Y que nos hace Sacerdotes. Y nadie más. Por supuesto: en la Iglesia, y solo en Ella.

Por esto -gracias a Él, y a nuestra Fe en Él y en el Sacramento del Orden Sacerdotal-, podemos ser -¡pues lo somos!-, por la fuerza del Sacramento, y de modo inmediato: otros Cristos, el mismo Cristo.

Una vez asentado esto nuevamente, cabría preguntarse -deberíamos hacerlo todos los Sacerdotes, con urgencia y hondura-: todo esto, ¿cómo se realiza? ¿Dónde lo encuentro? ¿Cómo lo busco, pues, con ansias, de modo que este buscar -para vivir coherentemente mi ser ontológico, que me ha cambiado radicalmente al ser ordenado Sacerdote-, sea mi modo concreto de vivir “mi” Sacerdocio, mi “ser Sacerdote"?

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25.08.23

«Proselitismo». IIª parte

Sí. Todo esto lo trastocaron algunos en el último Concilio, como tantas otras cosas, por no decir casi todo, porque alguna salvedad hay que hacer. Desde luego, todo lo fundamental en la vida de la Iglesia.

Vamos, pues, a explicar el proceso, aunque sea someramente. Pero me da que bastará: al menos para tener una idea más que aproximada. Y suficientemente certera de cómo fue la cosa. Que, en este caso, no empezó en Galilea.

Todo se origina con el planteamiento general: hay que DIALOGAR con el mundo, para “hacernos entender por él: de otro modo, se nos va a escapar”; “y no estaríanos donde tenemos que estar”. A esto se le apodó “aggiornamento”: con algo había que autojustificarse. Traducido: “puesta al día”. O “había que remozarse": que desde el s. XVI nos habíamos quedado “quietos paraos". O eso les parecía a algunos: estaban más que aburridos con la misma cantinela de siempre.

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18.08.23

«Proselitismo». O sea: ut eatis!

Otra de esas dimensiones esenciales de la Iglesia y de los cristianos, no ya con mala prensa, sino PROSCRITA a radice.

Pero que, como tantas otras dimensiones del ser de la Iglesia y de la vida de los católicos, necesita ser confirmada, restaurada…, y devuelta a su sitio. Porque no podemos dejar que la Iglesia sea laminada. Y encima nosotros silbando y trotando al ritmo de la JMJ, con un DJ con alzacuellos… y con agenda repletita, dicho por él mismo.

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