InfoCatólica / Scriptorium / Archivos para: Noviembre 2016, 09

9.11.16

Lo mejor del mundo entero

Me considero una persona muy…, pero que muy afortunada por ser profesor de la Universidad de Alcalá; y eso por muchos motivos, pero en este artículo solo voy a dar cuenta de dos ellos, porque en tan pocas líneas no hay espacio para más. A lo prometido, de entre tantos como tengo, hoy solo voy a contar un par.

El primero que les cuento es que en mi departamento de la Universidad de Alcalá tenemos la mejor secretaria del mundo entero, que se llama Mariló. Pocos días después de que viniera a nuestro departamento ya me di cuenta, y desde hace años ella me ha dado innumerables pruebas de que es la mejor de todas. Sin ir más lejos, hoy mismo me ha dado la última.

Hoy, 8 de noviembre, llegaba yo a la Facultad con intención de asistir al primero de los actos de la conmemoración del quinto centenario del fallecimiento del Cardenal Cisneros, que se produjo el 8 de noviembre de 1517. Habíamos sido convocados a las 10,30 de la mañana a la Santa Misa, celebrada por el obispo de Alcalá, Don Juan Antonio Reig en la capilla universitaria de San Ildefonso. He salido a todo correr porque llegaba tarde, aunque por supuesto no me he olvidado de despedirme de Mariló y de darle razón de mi ausencia para estar localizado:

- Adiós, Mariló… ¡Qué llego tarde! Me voy a la misa de Cisneros.

- Pero…, ¿Qué pasa…? ¿Se ha muerto Cisneros?

Y no me digan ustedes que esa gracia y ese ingenio son propios de cualquiera, esa chispa solo la tienen personas como Mariló, que como ya he dejado dicho es la mejor secretaria del mundo entero y uno de los motivos de mi afortunada situación académica en la muy bella y universitaria ciudad de Alcalá de Henares.

Pero no, no llegué tarde, porque por no haber leído con atención la convocatoria me he presentado en la capilla de San Ildefonso media hora antes. Providencial despiste, que me ha proporcionado el encuentro con esos ángeles de Alcalá que son las Siervas del Hogar de la Madre, que venían con anticipación y cargadas con un teclado para cantar durante la ceremonia. Y no es porque me caigan muy bien -que me caen muy requetebién- las Siervas del Hogar de la Madre, pero es que han cantado como lo que son: ángeles con tocas blancas.

He saludado a Don Juan Antonio y hemos entrado juntos en la capilla, donde el capellán de la Universidad le ha saludado y a mí me ha liado para leer el salmo responsorial, después de la epístola. Y no estaba la ocasión para negarse. Así es que llegado el momento y como se ha dicho misa del Espíritu Santo, he comenzado por leer lo que todos debían responder: «Guíame, Señor, por el camino eterno».

Leer más... »