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5.09.15

Contra la castidad

Tenía razón la abuela de aquel amigo mío:

-Ya no hay fronteras, lo que hay son taquillas para sacar billetes de avión.

Y en efecto con una buena oferta, si sacas el billete con tiempo te puedes plantar a miles de kilómetros por poco dinero, y si a esto unimos que se ha desencadenado una batalla entre Universidades para ver quien firma mas acuerdos internacionales entre centros docentes, están nuestras aulas a veces que parecen una sesión de la ONU. Y en estas estaba yo cuando apareció en mi despacho un estudiante más blanco que la leche o que era la leche de blanco, según se quiera. Había firmado mi Universidad de Alcalá un acuerdo con la Universidad de Tampere de Finlandia y desde tan lejanas tierras se había descolgado mi alumno finlandés, para colgarse de mi cuello literalmente, porque como no era un Erasmus y no venía a hacer ninguna asignatura reglada sino un trabajo de investigación, me había elegido de director y eran tan continuas sus consultas, que no exagero si digo que de aquel trabajo tengo yo más parte en el mérito o en el demérito que el nominado estudiante finlandés.

Y de tan continuo trato llegamos a establecer una cierta amistad, tanto que un día me soltó a bocajarro lo siguiente:

- Profesor, nosotros en Finlandia somos casi todos protestantes, pero eso para nosotros ha dejado de ser una religión para convertirse en un elemento cultural. En definitiva, que casi todos los finlandeses somos protestantes, como aquí en España son ustedes casi todos toreros.

Y después de reírle la gracia, me quedé a la espera de la pregunta, porque como ya le conocía, sabía cómo era su modo de proceder. Y así fue, tras la gracia el interrogatorio. Me pidió permiso para hacerme una pregunta y se lo di, sin sospechar que me iba a poner en un compromiso.

-  Profesor ¿A que no sabe qué es lo que más envidiamos los protestantes de los católicos?

Y como yo no quería responder, empecé a divagar hasta que se dio cuenta de que no estaba a dispuesto a contestar y lo hizo él:

- Pues lo que más admiramos los protestantes de los católicos es el matrimonio indisoluble. Mire, mi padre ya se ha casado cuatro veces y con la señora que convive ahora, ella va por el tercer matrimonio.

Y a continuación, me explicó que su caso en Finlandia estaba muy generalizado, y que en el grupo de sus amigos y conocidos no había ninguno que no tuviera padres divorciados. Después se le puso la cara muy seria porque le salió a flote el dolor intenso de tantos años, al relatarme todo eso que está detrás de los divorcios y que todos sabemos, pero de lo que nadie habla, a pesar de que el divorcio es la causa del mayor sufrimiento moral de nuestra sociedad.

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