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28.01.23

Dom Columba Marmion: una espiritualidad dogmática como antídoto contra el sentimentalismo modernista

Dom Columba Marmion

El 30 de enero del presente año, se cumple el centenario del fallecimiento del gran maestro espiritual del Siglo XX, Dom Columba Marmion, el cual fue beatificado por Juan Pablo II en el año 2000.

Joseph Marmion nació en Irlanda, el 1 de abril de 1858. Ingresó en el seminario diocesano y fue ordenado sacerdote en Roma, en 1881. Siempre sobresalió como un alumno aventajado. Después de unos años de ministerio sacerdotal y de profesor en el seminario de su diócesis, ingresó en la abadía belga de Maredsous, fundada unos años antes por el monasterio de Beuron (Alemania). Al tomar el hábito benedictino recibió el nombre de Columba, en honor de San Columbano, monje irlandés y gran apóstol de Europa. Los inicios de su vida monástica no fueron sencillos: las dificultades para entenderse con su maestro de novicio fueron una de las tantas cruces que marcaron este tiempo de purificación interior. Pero su gran espíritu de obediencia, humildad y compunción le dieron la clave para ir adelante con paz, y fueron los cimientos de su futura fecundidad espiritual.

Cuando se fundó Mont César, en Lovaina, el año 1899, dom Columba fue nombrado prior claustral, maestro de estudiantes y profesor. En los tres cargos hizo una gran labor. Sus clases se distinguían por la claridad extrema y por la aplicación práctica de su intensa vida interior. Desde un comienzo, buscó que las verdades de la teología inspirasen a los estudiantes a vivir sumergidos en los misterios que estudiaban. No era raro que después de las clases, los alumnos terminaran en la Capilla… Pronto, dom Columba Marmión comenzó a ser conocido también fuera de los límites del Monasterio y muchos solicitaron su dirección espiritual, entre ellos el futuro cardenal Mercier, con quien tuvo una gran amistad hasta su muerte.

En 1909 fue elegido abad de Maredsous. Su lema abacial, tomado de la Regla de San Benito, fue: “Servir, antes que ser servido". En su tiempo, la Abadía conoció un enorme florecimiento, tanto de vocaciones (llegaron a ser más de 100 monjes), como también material (instaló luz eléctrica y calefacción en todo el monasterio, un adelanto notable para la época). Una de sus principales tareas como Abad fue la de exponer la doctrina espiritual y monástica a sus monjes. Dom Columba lo hizo maravillosamente. Un monje de Maredsous, dom Thibaut, tuvo el cuidado de recoger en notas esas conferencias, lo que permitiría más adelante la publicación de sus principales obras: Jesucristo vida del alma, Jesucristo en sus misterios, Jesucristo ideal del sacerdote, Jesucristo ideal del monje.

Dom Thibaut describía con estas palabras la síntesis de toda la obra espiritual de Dom Columba: “La obra de Dom Marmion es eminentemente una. Dicha unidad se funda en el papel central que en ella representa la persona de Cristo. Asienta la vida espiritual sobre el conjunto orgánico del dogma cristiano; exhala por doquier un perfume de oración; su trama viviente la forman los textos de la Sagrada Escritura; lleva el sello de la ciencia de la experiencia espiritual personal; al infundir, finalmente, en el alma, paz y alegría, impulsa a la acción por la plenitud de la vida interior".

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