19.10.10

(112) Católicos y política –XVII. ¿Qué debemos hacer?. 4

–Digo yo: ha explicado ya muy bien la necesidad de la oración en la acción política. Quizá sea bastante.
–No. Hay que insistir en ello mucho más, hasta que llegue a tratar de las manifestaciones enormes con globitos.

La oración del pueblo cristiano y la de los mismos políticos ha de potenciar siempre la acción política. Sigo reforzando este convencimiento de la fe con más ejemplos de la historia de la Iglesia.

San Gregorio Magno (540-604), papa, ha de oficiar, por designio de Dios providente, los funerales solemnes por la grandeza de la antigua Roma, y ha de abrir el mundo a una nueva época, mucho más grandiosa, la Edad Media cristiana. Pero esa transición va a realizarse con dolores de parto, a través de las crueles invasiones de los bárbaros, vándalos, ostrogodos, lombardos.

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14.10.10

(111) Católicos y política –XVI. ¿Qué debemos hacer?. 3

–O sea que lo principal que en política debemos hacer los cristianos es ofrecer Misas y rosarios, novenas y rogativas.
–Lo ha entendido usted muy bien, gracias a que yo lo expliqué muy bien en el artículo anterior. Pero insisto en ello.

La oración ha de potenciar siempre la acción política, la oración del pueblo cristiano y la de los mismos políticos. La actividad política cristiana trata de hacer prevalecer la luz de Cristo sobre las tinieblas del mundo, trabaja por «lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena» (Vat.II, GS 43). Pero esto implica una gran batalla contra «los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal» (Ef 6,12), una gran guerra que comenzó en el inicio de la historia humana y durará hasta su final, hasta la segunda venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo (GS 13; 36).

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9.10.10

(110) Católicos y política –XV. ¿Qué debemos hacer?. 2

–Perdone, pero ¿se ha dado cuenta de que si no planta un poste pronto, caerá en el foso del «ver más blogs»?
–Lo sé, lo sé. Por eso termino como sea este artículo, lo cuelgo, y ya seguiré con el tema.

Resulta difícil hablar de la dimensión espiritual de la acción política. El mundo político está tan, tan, tan secularizado, que las palabras que sobre él deben ser pronunciadas y escuchadas no están listas, apenas resultan inteligibles, son un lenguaje olvidado, que hoy resulta casi in-significante. Cuando el pueblo cristiano, con sus representantes políticos, intenta sanear la Ciudad del Diablo, liberarla con la fuerza de Cristo de tantos males horribles –leyes criminales, abortos, pornografía, divorcios, suicidios, drogas, educación perversa, televisión basura, política anti-Cristo–, ignora muchas veces que en su lucha no se enfrenta sólamente con ejércitos de hombres carnales, sino que va ante todo contra «los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos» (Ef 6,12).

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5.10.10

(109) Católicos y política –XIV. ¿Qué debemos hacer?. 1

–Perdone, pero ¿no será una ingenua pretensión enseñar qué debemos hacer los cristianos hoy en la política?
–El tema, ciertamente, es muy complejo y difícil; pero yo intentaré exponerlo, con el favor de Dios y confiando en las oraciones de los lectores.

Creo que hasta aquí he podido exponer el tema Católicos y política con un cierto orden; pero el tema que ahora comienzo no lo va a permitir. En muchas cuestiones habré de pasar de la seguridad doctrinal a la opinión probable. Por otra parte, son innumerables las diversas acciones políticas que al servicio del bien común han de ser realizadas por unos y por otros católicos, según vocaciones y circunstancias.

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29.09.10

(108) Católicos y política –XIII. doctrina de la Iglesia. 11

–Hoy es la fiesta litúrgica del arcángel San Miguel.
Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes. Y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén (Oración a San Miguel, compuesta por León XIII en 1888, que había de recitarse al final de las Misas –y se rezó durante más de un siglo y medio– para proteger a la Iglesia de los ataques del Maligno). No nos vendría hoy mal.

Continúo con el mismo tema del artículo anterior.

La persecución contra Cristo y su Iglesia arrecia fuertemente en los últimos años. Es un hecho cierto que en el Occidente antes cristiano «se alían los reyes de la tierra contra el Señor y contra su Mesías: “rompamos sus ataduras, sacudamos su yugo”» (Sal 2,2). No es casualidad que ciertas leyes pésimas, con pocos años de diferencia, copiadas unas de otras, se vayan aplicando en las diversas naciones, siguiendo incluso un orden semejante.

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