(697) La concepción Inmaculada de María – Sagrada Escritura


–Ya pensaba yo que había dejado usted el blog.
–Y ya pensaba yo que usted lo pensaría. Pero no. No son más que edad, dolencias y trabajos.

La Inmaculada Concepción de María expresa que en ella, desde el primer instante de su concepción, cuando Dios infunde el alma, la exime del pecado original, y de toda sujeción al Diablo, ni siquiera como posibilidad. Es gracia inmensa, solamente concedida a María por la omnipotencia de Dios, porque va a ser Madre de su Hijo divino, y por los méritos de Jesucristo. Nace ella ya en la gracia santificante, sin huella alguna de pecado, en el orden santo exigido por su maternidad divina.

–La sagrada Escritura
Los cristianos primeros veneraron a María como la Panagios, la toda Santa, la Madre de Jesús, la santa Madre de Dios, la Madre del Salvador del mundo, la Nueva Eva. «Bajo tu amparo nos acogemos, ,» (s. II-III). Pero no hablaban todavía de la Inmaculada Concepción, porque la Biblia no la menciona, sino sólo en forma implícita.


+Génesis 3,15, el Protoevangelio. «Voy a poner perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu semilla y la suya. Ésta [la Mujer o el linaje de ella] te herirá el calcañar». María jamás está bajo el influjo del Demonio, ni siquiera en el momento de su concepción inmaculada; en ningún momento de su existencia.
La nueva Eva y su linaje siempre estará en guerra con Satanás y los suyos. Y será ella, María, la que conseguirá la victoria total y definitiva sobre el Enemigo, que persigue a los hijos de la Eva primera. En la descendencia de María, en Jesús, el Hijo divino y humano, todo lo creado quedará sujeto a Dios, «pues es necesario que Él reine, hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies… Y cuando le queden sometidas todas las cosas, el mismo Hijo se sujetará a quien a El todo se lo sometió, para que sea Dios todo en todas las cosas» (1Cor 15,25-29: cf. Ap 12,1-6).

Esta interpretación mesiánica es propuesta, ya desde el siglo II, por algunos Padres (Ireneo, Epifanio, Cipriano, León Magno), aunque no la aluden los grandes doctores de la Iglesia en Oriente y Occidente. Sin embargo, la bula Ineffabilis de Pío IX (8-12-1854), que declara el dogma de la Inmaculada (Dz 2800-2804), y también Pío XII en la encíclica Fulgens corona (8-09-1953), la mencionan con aprobación.


+Lc 1,28. Saludo del ángel Gabriel a María: «Dios te salve, Llenadegracia». El término que emplea el arcángel al hablarle a María lo usa como si fuera su nombre propio y exclusivo: llena de gracia, santificada en forma total y única, actual y perpetua. No sería una gracia plena si sólo se atribuyera al momento presente, sino que se extiende a toda su vida, que comienza en su concepción inmaculada y en su entrada en el mundo.


+Lc 1,44-45. Testimonio de Isabel, que al recibir a María le dice: «En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura se estremeció de alegría en mi vientre. Bienaventurada tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
Aunque los Padres no enseñaron de modo explícito la Inmaculada Concepción de María, sí la afirmaron de modo implícito en varias convicciones que llevan al dogma.


-La santidad absoluta de María. Dice San Efrén (+373): «Tú [Jesús] y tu madre sois los únicos que en todo aspecto sois perfectamente hermosos; pues en ti, Señor, no hay mancha alguna, ni mácula en tu Madre» (Carmina Nisib. 27). San Agustín (+430) afirma que todos los hombres son pecadores, «exceptuada la santa Virgen María, a la cual por el honor del Señor pongo en lugar aparte cuando hablo del pecado» (excepta virgine Maria). (De la naturaleza y de la gracia, 36,42).
-La vinculación de María con Eva, semejante y antitética. Eva fue causa de perdición y María causa de salvación. San Efrén: «Dos inocentes, dos personas sencillas, María y Eva… Pero, sin embargo, más tarde fue la una causa de nuestra muerte y la otra causa de nuestra vida»» (Op. syr. II, 327).
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La Virgen María y Santa Bernardita
La condición inmaculada de la concepción de María 1) fue cuestión teológica mucho tiempo debatida; 2) afirmada como dogma por Pío IX en la bula Ineffabilis (8-12-1854); 3); y confirmada personalmente por la misma Virgen María a través de Santa Bernardita (1844-1879), cuando, teniendo ésta 14 años, se le apareció por decimosexta vez en una cueva de Lourdes (25-03-1858).


Señora, ¿quiere decirme por favor quién es usted?
Yo soy la Inmaculada Concepción (Qué soy éra Immaculada Concepciu).


Con el favor de Dios, en el próximo artículo trataré de estos tres puntos señalados.
Ave María purísima – Sin pecado concebida.

José María Iraburu, sacerdote


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