(687) Algunos fieles de la «Amoris Lætitia» la perjudican al elogiarla

 

–¿Cómo es posible perjudicar a alguien o a algo si se le elogia?

–Se puede, si las causas del elogio son ciertamente malas. Por ejemplo un ejemplo, como dicen los niños. “Este hombre es capaz de forzar cualquier puerta, por muchos candados y refuerzos que haya puesto su dueño. Yo lo he visto trabajar. Es un genio".

 

Se celebró hace unos días en Roma, en la Gregoriana, un Congreso internacional sobre «Teología Moral y Amoris Lætitia» (11-14 mayo 2022). En él intervino el P. Julio Martínez, SJ, profesor de Teología Moral en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid), de la que fue rector (2012-2019). De ello dimos noticia en InfoCatólica. Y la doy ahora, con los subrayados, que son míos.

 

Conferencia del P. Martínez, SJ

En la teología moral, señaló el profesor Martínez, «es más cómodo y aparentemente más seguro repetir los caminos heredados del pasado, ignorando los interrogantes, las contradicciones y las búsquedas del presente»… Pero «Amoris Lætitia exige un cambio en la epistemología y en el modo de elaborar el conocimiento moral»

La enseñanza moral del Papa Francisco, «tal como se propuso en Evangelii Gaudium (2013) y posteriormente en Veritatis Gaudium (2017), está informada por su espiritualidad jesuita», y también está firmemente arraigada en Gaudium et spes (1965)… Necesitamos recuperar este enfoque, «sin perdernos en los meandros de Veritatis Splendor (1993), en la que el papa Juan Pablo II aborda la enseñanza moral de la Iglesia a la luz de las verdades fundamentales de la doctrina católica»…

El P. Martínez ensalzó grandemente la Amoris Lætitia, considerándola un documento histórico que, superando la Humanæ Vitæ y la Veritatis Splendor, vino a suscitar en la Iglesia una teología moral nueva, no centrada en las normas, sino en el discernimiento de la conciencia personal.

 

–El P. Martínez en entrevista

Con ocasión de esta conferencia en el Congreso internacional, el periodista Gerard O’Connell hizo al P. Julio Martínez una entrevista, que se publlcó en America, la revista de la Compañía de Jesús en EE.UU. El texto completo de la entrevísta en inglés puede verse aquí. Lo resumo con subrayados míos.

O’Connell preguntó al profesor Martínez: ¿Esta forma de pensar es nueva? Él respondió: «Es prácticamente nueva en términos de teología moral (al menos en cuanto a la forma en que se está empezando a aplicar); no es nuevo para la vida espiritual»… El papa Francisco «ha introducido el discernimiento en las circunstancias concretas del matrimonio y la vida familiar para encontrar cuál es la voluntad de Dios aquí ahora, para mí, como persona que intenta seguir a Cristo… Poner el foco en el discernimiento para encontrar el bien es algo realmente nuevo en la teología moral».

En la Humanæ Vitæ (1968), por ejemplo, «el Papa Pablo VI dificultó mucho la práctica del discernimiento en materia de moral personal», y añadió que el Papa Juan Pablo II había hecho lo mismo en Veritatis Splendor. Pero en Amoris lætitia, el Papa Francisco ha dado a teólogos y pastores la tarea de «tratar de ver cómo aplicar el discernimiento en todos los campos de la teología moral… Y de eso se trata en esta Conferencia»…

«Es fundamental desatar los nudos que la Veritatis Splendor hizo en la moral católica… Los nudos, de hecho, ya habían comenzado a ser atados 25 años antes con la Humanæ Vitæ»… Veritatis Splendor introdujo «un desarrollo muy profundo en la teología moral con la introducción del concepto que llamamos mal intrínseco. Se trata de un concepo controvertido que supuso serias dificultades para la teología moral en el desarrollo del diálogo y del discernimiento; que es el camino para poner en marcha una conciencia madura y bien formada»…

La Amoris Lætitia y el Camino Sinodal

O’Connell termina su entrevista con un subtítulo que dice: Amoris Lætitia ofrece un camino hacia una iglesia más sinodal, que escucha. Y comenta: «El precedente establecido por Amoris Lætitia significa que “la teología moral tiene hoy una gran oportunidad de desarrollar… un nuevo paradigma de enseñanza papal menos normativo y más atento al discernimiento propio de los fieles y de las diversos conferencias episcopales”, según dijo [el P. Martínez]».

«Y por eso para el P. Martínez, el Sínodo sobre sinodalidad en curso “ofrece fuerza“, dijo, a la iglesia. El camino sinodal “comienza con la escucha del pueblo, que también participa de la función profética de Cristo, y que funciona según un principio muy apreciado en la iglesia del primer milenio: lo que toda a todos, todos deben aprobarlo“, dijo. Además, el camino “culmina en la escucha alobispo de Roma, como pastor y doctor de todos los cristianos“».

 * * *

–Comentario crítico

Veamos en varios temas cómo el P. Martinez, SJ, sin pretenderlo, verifica las críticas que no pocos hicimos al capítulo 8º de la exhortación apostólica Amoris lætitia, ya desde su elaboración en los Sínodos 2014-2015, hasta el día de hoy. Y confirma nuestros diagnósticos por medio de los ensalzamientos que hace de ella. 

 

+ La Amoris Lætitia no es Magisterio de la Iglesia

Recientemente publicó Bruno en su blog de InfoCatólica un interesante artículo sobre El Magisterio no magisterial. En él aludía, a modo de ejemplo, a ciertos errores del capítulo 8ª de la Amoris lætitia:

«…las afirmaciones de AL sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar o sobre que el fin justifica los medios, que no existen actos intrínsecamente malos, que Dios no da la gracia necesaria para dejar de pecar y que Dios quiere que pequemos gravemente en ciertas ocasiones. Si uno acepta como válidas esas afirmaciones, el magisterio moral de la Iglesia se derrumba necesariamente por completo… Dios podría querer en algunas ocasiones que abortásemos al niño o eutanasiásemos al abuelo. El fin de conseguir algo bueno justificaría las mayores inmoralidades, etc.»

El cardenal Burke, y otros autores también, afirmaron que la AL no es magisterio apostólico. También lo afirmé yo en mi blog: (374) Amoris lætitia. El capítulo 8º no es propiamente Magisterio pontificio (21-04-2016). 

Como tampoco son Magisterio apostólico otras enseñanzas del papa Francisco sobre temas, por ejemplo, de ecología, fraternidad universal o puramente ideológicos. Así, por ejemplo, en la exhortación Evangelii Gaudium (2013) expone «cuatro principios [el tiempo es superior al espacio, etc.] que orientan específicamente el desarrollo… Lo hago con la convicción de que su aplicación puede ser un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero» (n. 221). Ciertamente no estamos ante una doctrina apostólica magisterial.

 

+ No es Magisterio pontificio, porque es contraria al Magisterio católico 

El P. Martinez, en su magno elogio de la AL, con toda razón, la enfrenta claramente con documentos del Magisterio católico precedente, como son las notables encíclicas Humanæ Vitæ (1968) y Veritatis Splendor (1993). Afirma que «la HV dificultó mucho la práctica del discernimiento» en conciencia. Y también la VS. Es preciso, pues, «desatar los nudos que la VS hizo en la moral católica»… Ha de superarse en ella su «introducción del concepto [introduction of the concept»] que llamamos mal intrínseco [cap. II, IV]… concepto filosófico controvertido que supuso serias dificultades para la teología moral en el desarrollo del camino del diálogo y el discernimiento». Pero no es así: el Papa no «introdujo» la idea del male intrinsecum en la moral católica, pues ya estaba  activo desde el principio de la Iglesia como principio moral fundamental.

Si la AL se opone tan fuertemente a las grandes encíclicas del Magisterio católico que tratan de la moral, esto significa que las enseñanzas que ofrece son contrarias a la doctrina moral católica. Ahora bien, el Vaticano II enseña que «la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros» (Dei Verbum 10 c). Una enseñanza, pues, que en algunas cuestiones graves niegue al Magisterio apostólico precedente, como lo hace la AL, no puede ser propiamente «Magisterio eclesial», pues es doctrina contraria al Magisterio de la Iglesia.

Esto fue muy pronto captado por algunos autores. Así, en el mismo año en que, después de dos Sínodos (2014 y 2015), se firmó la AL (2016),el filósofo y teólogo alemán Robert Spaemann (+2019) la reprobó con fuerza. En InfoCatólica publicamos su artículo: Robert Spaemann asegura que «Amoris lætitia» rompe con la encíclica «Veritatis Splendor» (29-4-2016). Y el filósofo austriaco Josef Seifert, un año después, publicó un artículo semejante: ¿Amenazada con la destrucción toda la doctrina moral de la Iglesia católica? (27-8-2017). Y en este mismo sentido, un buen número de autores y de publicaciones católicos arreciamos hasta el día de hoy en contra de la AL, o más exactamente, de su capítulo 8ª.

 

+ Conciencia o/y normas

Afirma en varios lugares el P. Martinez que la AL (2016) cumple la acentuación de la conciencia en la teología moral impulsada por el Vaticano II, en la Gaudium et Spes (GS) (1965), y logra así «soltar los nudos» morales «introducidos» posteriormente por Pablo VI en la Humanæ Vitæ (HV, 1968) y por Juan Pablo II en la Veritatis Splendor (VS, 1993). La acusación es grave, pero muy débil, porque es falsa. La constitución conciliar Gaudium et Spes nunca contrapone conciencia y norma moral.

Un ejemplo. Exhorta a que «los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esa ley a la luz del Evangelio» (GS 50 b).

Ésa es la doctrina negada por la AL, y por el contrario, enseñada por los autores de las encíclicas HV y de la VS, Pablo VI y Juan Pablo II. Ellos, habiendo sido los principales autores del Concilio, y concretamente de la Gaudium et spes, siempre en sus documentos fueron fieles a la doctrina conciliar, que ellos precisaron y desarrollaron en sus personales encíclicas posteriores, reprobando también  los errores de su tiempo.

 

+ Cambiar la teología moral católica

Insiste el P. Martínez en que la AL «exige un cambio en la epistemología y en el modo de elaborar el conocimiento moral»… «Si se llega a cambiar la forma de adquirir el conocimiento moral y a cambiar el método que se aplica para encontrar el bien en la vida, como lo ha hecho la AL, entonces esto afecta a todos los campos de la moral, no sólo al matrimonio y a la vida familiar»… «La teología moral tiene hoy una gran oportunidad para desarrollar… un nuevo paradigma de enseñanza papal menos normativo y más atento al discernimiento propio de los fieles»…

No parece viable, sin embargo, que la exhortación apostólica AL, en su capítulo 8ª, ayudando a veces su texto con algún pie de página, y acompañada por la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013), y por la constitución apostólica Veritatis Gaudium (2017), pueda predominar sobre las excelentes encíclicas HV y VS, que son fieles a una doctrina bimilenaria (como la encíclica de Pío XI Casti connubii, 1930) y tantos otros documentos de Papas y Concilios, Padres y Doctores.

Pretender que un «magisterio no magisterial» y «contrario al Magisterio», como el de AL (cp. 8ª), con su «nuevo paradigma» moral, intente prevalecer sobre las doctrinas morales del Magisterio de la Iglesia, es algo que no tiene sentido.  

 

+ Es una teología moral realmente «nueva»

Estima el P. Martínez que el planteamiento moral de la AL «es prácticamente nuevo en términos de teología moral (al menos en cuanto a la forma en que se está empezando a aplicar)». [Añado yo: por ejemplo en la comunión eucarística de los adúlteros que perseveran en la impenitencia]. «Poner el foco en el discernimiento para encontrar el bien es algo realmente nuevo en la teología moral».

Parece no darse cuenta el P. Martínez de que cuanto más ensalza la AL, su novedad, su capacidad para dar «algo realmente nuevo» a la moral tradicional, y cuanto más la enfrenta directamente contra la HV, contra la VS y contra la doctrina moral de la Iglesia católica, más la perjudica. Evidente: si es «realmente nuevo» el paradigma moral de AL, es que, al menos en ciertos graves temas de su capítulo 8ª, es falsa, porque es contraria al Magisterio moral de la Iglesia, y no se fundamenta en las tres fidelidades unidas que el Concilio exige, como hemos visto: Escritura, Tradición y Magisterio (Dei Verbum 10).

Sabemos que el Espíritu Santo «nos guiará hacia la verdad completa» (Jn 16,13), y que al paso de los siglos promoverá un desarrollo en la formulación de la fe. Pero el Espíritu Santo nunca se va a contra-decir. Por eso siempre la Iglesia ha reconocido y profesado el principio afirmado por el monje gálico San Vicente de Leríns (+450): el crecimiento en la formulación de las verdades de la fe ha de ser siempre en el mismo sentido y en el mismo pensamiento (eodem sensu ac sententia); es decir, ha de desarrollarse, por ejemplo, como crece un árbol, siempre fiel a sí mismo (crescat igitur). En el mismo sentido se expresaron los Apóstoles cuando ponían en guardia a los fieles para que no se dejaran engañar por doctrinas diversas y extrañas (eterodidaskalein, 1Tim 1,3), ajenas o aun contrarias al «depósito de la fe», cediendo al atractivo de las novedades (Ef  4,24; 1Tim 6,20-21; Heb 13,8-9).

Cuando el P. Martínez elogia la Amoris lætitia, alegando que consigue «desatar los nudos» y librar de «los meandros» complejos  y problemáticos de la Veritatis Splendor, está rechazando los capítulos II y III de esta formidable encíclica, que expone la doctrina moral católica: la ley de Dios, la libertad, la norma, la conciencia, el «mal intrínseco» de ciertos actos, que no pueden ser saneados por intenciones, situaciones y circunstancias. Sus elogios a la AL la perjudican, porque  al mostrarla como adversaria del Magisterio moral católico, la destruye sin quererlo.

 

+ Niega la existencia del acto intrinsece malum

El profesor Martínez, en su defensa de la AL, afirma que «es fundamental desatar los nudos que la Veritatis Splendor hizo en la moral católica». Especialmente la acusa por «la introducción del concepto que llamamos mal intrínseco». En efecto, en el capítulo II de la encíclica, aún más extenso que el I, Juan Pablo II enfrenta los graves errores actuales de un teleologismo que considera la moralidad del acto humano libre ateniéndose, por encima de su condición moral objetiva, a la intención, la circunstancia, la situación, la proporción en las consecuencias. De los 120 números de la encíclica VS, dedica el Papa a este empeño los números 28 a 117.

Pero propiamente Juan Pablo II no «introduce» el intrinsece malum, este concepto de la moral,  en su encíclica, sino que simplemente afirma con él lo que la Iglesia ha enseñado y procurado en todos los siglos de su historia; eso sí, cada vez con más precisión conceptual y verbal.

El mal intrínseco está ya prohibido por el cristianismo desde el principio: «no es lícito hacer el mal para lograr el bien» (Rm 3,8). Ya San Justino, por ejemplo, en el año 155, daba como doctrina de la Iglesia que para participar de la comunión eucarística eran necesarias tres cosas: tener la fe, estar bautizado y «vivir conforme a lo que Cristo enseñó» (II Apología 66). El adulterio persistente, por ejemplo, tan claramente prohibido por Cristo, era en ese tiempo uno de los cinco pecados más larga y fuertemente penitenciados por la Iglesia, en primer lugar con la privacion de la comunión.

Siempre el gran Magisterio de la Iglesia, en San Agustín, Santo Tomás de Aquino (SThg 1.2 prólogo), en Trento (Denz 1536-37; 1568-70)) y en otros cientos de autores y sínodos, ha enseñado unánime en Oriente y Occidente lo que afirma Juan Pablo II en la Veritatis Splendor: «no son fieles a la doctrina de la Iglesia quienes creen poder justificar, como moralmente buenas, elecciones deliberadas de comportamientos contrarios a los mandamientos de la ley divina y natural» (n. 76).

 

+ «Amoris Lætitia ofrece un Camino hacia una iglesia más Sinodal»

En el final de la entrevista, como ya vimos, O’Connell refiere que, según el P. Martínez, el precedente asentado por Amoris Lætitia significa que «la teología moral tiene hoy una gran oportunidad para desarrollar… un nuevo paradigma de enseñanza papal menos normativo y más atento al discernimiento propio de los fieles y de las diversas conferencias espirituales», y que por eso «el Sínodo sobre sinodalidad en curso “ofrece fuerza” a la iglesia». El Camino Sinodal  en curso «comienza con la escucha del pueblo, que también participa de la función profética de Cristo… y culmina en la escucha al obispo de Roma, como pastor y doctor de todos los cristianos».

Pero, por el contrario, la Escritura, la Tradición y el Magisterio apostólico enseñan que el Camino de la Iglesia «comienza» con la predicación de los Apóstoles y «prosigue» siempre bajo la guía de los Pastores apostólicos. Así dispuso Cristo las cosas en su Iglesia, que es su propio Cuerpo. Y así lo profesa el Concilio Vaticano II:

Obispos, sacerdotes y diáconos, mediante el sacramento del Orden, «por la unción del Espíritu Santo, quedan sellados con un carácter particular, y así se configuran con Cristo sacerdote, de suerte que puedan obrar como en persona de Cristo cabeza» (Presbyterorum Ordinis 2c). «Consagrados de manera nueva a Dios (novo modo consecrati) por la recepción  del Orden, se convierten en instrumentos vivos de Cristo, Sacerdote eterno» (ib. 12a).

[Estas verdades son muy ignoradas,  1º), para no «aminorar” a los laicos indirectamente (sic) en relación al clero sacramentalmente ordenado, y 2º) son ignoradas porque no se predican, y no se predican por su escasa vivencia en muchos ordenados: «de la abundancia del corazón habla la boca» (LC 6,45).  Y esa ignorancia y silencio sistemático del sacramento del Orden es una de las causas principales de la ausencia de vocaciones. Y también de que no pocos sacerdotes ignoren, al menos en la práctica, su propia identidad y misión].

«El ministerio de los presbíteros, unido con el Orden episcopal, participa de la autoridad con la que Cristo mismo edifica, santifica y gobierna a su cuerpo» (2c). Aquellos que, por don de Dios, han sido especialmente potenciados por el Espíritu Santo mediante el sacramento del Orden, sirven a Dios en el triple munus: ministros de la Palabra, sacerdotes de la Eucaristía y de los sacramentos, y pastores que guían y gobiernan el rebaño de Cristo.

Y por supuesto, para cumplir esta grandiosa misión, necesitan tratar con los fieles, suscitar y aceptar su colaboración, recibir su información y consejo, conocer sus posibilidades y necesidades, sus dificultades y peligros, sus virtudes y sus tentaciones.

 

+ Infalible

El papa Juan Pablo II no menciona en su encíclica VS la calificación de infalibilidad. Pero una y otra vez insiste en que la realidad de las normas absolutas es una verdad revelada, y rechaza con fuerza el intencionalismo, el situacionismo y demás sistemas morales que se oponen a la revelación divina y al Magisterio apostólico perenne de la Iglesia. Juan Pablo II, en la VS (n.80), recuerda que Pablo VI, pocos años antes, en la Humanæ Vitæ (n. 14), había confirmado también el mismo principio tradicional de la moral católica: «no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien».

* * *

Atención, pues. Quieren que los criterios morales, que hicieron posible la Amoris Lætitia, se apliquen a todos los temas de la teología moral católica. Pretenden que en ese paradigma nuevo sean formados en la moral seminaristas y novicios, profesores, párrocos y catequistas. Y consiguientemente, todo el pueblo cristiano.

No lo permita Dios.

Deus nos adjuvet!

 

José María Iraburu, sacerdote

 

Post post.–Más en mi blog sobre la Amoris Lætitia. En el presente artículo he argumentado sobre distintos puntos de la AL, capítulo 8º, aludidos por el P. Martínez. Pero si el lector busca una exposición más amplia y profunda, puede consultar en mi blog otros artículos. Cito, pues, 26 artículos, tomados del Índice de «Reforma o apostasía» (véase abajo). Subrayo y enlazo aquellos que estimo más relacionados con el tema que hemos considerado en éste.

–Sínodo de 2014

Los números 287, 288, 289, 290, 291 y 292.

Sínodo de 2015

341: El Sínodo comienza342: Sínodo: agua y aceite. Oremos343; Sínodo: los que aman a Dios son los que cumplen sus mandatos; 344, 346, 347, 348.

Amoris Lætitia, 2016

371: Discernir atenuantes y doctrina de Santo Tomás, 374, 375, 376: ¿Atenuantes o eximentes?… El martirio, 377: Imputación, conciencia y normas morales, 378: Norma moral, discernimiento y conciencia (I), 379: Y (II), 380, 381, 385, 393, 399, 400.

Índice de Reforma o apostasía  

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