Por dinero se llega a hacer cualquier cosa. Hasta a abortar a niños
Informa Infocatólica de las atrocidades cometidas por el médico Kermit Gosnell, declarado culpable por asesinar a bebés recién nacidos en su clínica abortista.
El jurado necesitó, según parece, diez días de deliberaciones. Y, pese a eso, se sienten, los miembros del jurado, “estancados”, ya que no ven de modo evidente si ha habido delito en otros dos casos.
A mí todo esto me suena a fariseísmo, en el peor sentido de la palabra, a pura hipocresía, a fingimiento, a doblez.
Leyendo las noticias se deduciría que el mayor mal cometido por el Dr. Kermit Gosnell sería el de haber decapitado, o cortado la médula espinal, a los bebés “nacidos vivos”. Pero esos bebés “nacidos vivos” – alguno hasta en un inodoro – han nacido “vivos” pese al Dr. Gosnell.
Ni este “médico” ni las personas que acudieron a su “consulta” querían que los bebés naciesen. Y menos que naciesen vivos. Iban a lo que iban. Iban a matar. Y el Dr. Gosnell no defraudó. Aseguró la muerte de las víctimas, sin reparar en el detalle de que muriesen un poquito antes, o un poquito después, de salir del vientre de sus madres.
El Dr. Gosnell era un abortista eficiente. De eso no cabe dudar. Quien recurría a él salía con un cadáver en una caja de zapatos, o en el recipiente que fuese. Con un cadáver. De eso se trataba en suma.
¿Por qué condenar a este “médico”? Nada más que por salvar las apariencias. Todos sabemos, los médicos más, que abortar es matar. Todos sabemos que eso es horrible. Todos sabemos que eso no debería pasar. Pero, por egoísmo, las sociedades democráticas y avanzadas han pensado que se puede combinar lo no combinable: defender la vida y, a la vez, destruirla.
El mal químicamente puro, el mal sin disimulos, es demasiado mal para ser digerido. Una persona no desea abortar con el cargo de conciencia de haber matado. No. Desea abortar, o aprobar el aborto, o “comprenderlo”, con la buena conciencia de quien resuelve un problema grave. No con la mala conciencia de quien mata a un inocente.
No consta que el Dr. Gosnell haya perseguido a las embarazadas para resolverles el problema. Parece que han sido las embarazadas las que han acudido a su clínica-matadero y pagando, nunca gratis.
Y él ha cumplido. Ha hecho lo que se esperaba que hiciera. Matar. Un oficio muy rentable económicamente. ¿Le habrá costado algo matar al Dr. Gosnell? Quizá sí, las primeras veces. Luego, ya no. Y menos al ver cómo iba subiendo su cuenta corriente. ¿Qué más da otro más?

El pontificado del papa Francisco fue consagrado hoy lunes, 13 de Mayo, a la protección de la Virgen María, en una Misa que se celebró en el Santuario de Fátima. La Santa Misa fue presidida por el Arzobispo de Río de Janeiro, concelebrando el Nuncio y un gran número de Obispos, mayoritariamente portugueses, y ante casi unas 300.000 personas presentes en la explanada del santuario.
En el Credo profesamos que “Jesucristo subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso”. A los cuarenta días de la Resurrección, Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es elevado y exaltado a la derecha del Padre, entrando su humanidad, de modo irreversible, en la gloria divina. El Señor toma así posesión de la realeza de Dios sobre el mundo, de un Reino que no tendrá fin.
Homilía para el VI Domingo de Pascua (Ciclo C)












