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27.12.20

¿En la mano? ¿En la boca? ¡¡¡En GRACIA!!!

Se vuelve a repetir la escena: sin salir aún de la pandemia, fase 2, se empieza a temer la fase 3 -hay sitios donde ya es una ralidad-; y da la impre de que en bastantes sitios se ha vuelto a restringir el culto público; de hecho, en algunas diócesis del mundo mundial vuelve a haber cerrojazo.

“La salud es lo primero”, se suele decir; pero, a nuestros mandamases por lo civil, no les importa que nos muramos: por eso no hacen nada para impedirlo; aparte, eso sí, manejar dinero con motivo de la tal pandemia: “algo” siempre cae con tanto movimiento. Que suele ser mucho, muchísimo.

Ni siquiera les importa el matarnos: lo hacen con soltura, con ganas y harta afición. Por eso elaboran las “leyes” -abuso de ley, siempre- adecuadas para tal fin: ahí está la flamante EUTANASIA: ¡que no sé cómo hemos podido “vivir” hasta ahora sin ella! Seguramente hemos podido vivir hasta ahora por no tenerla.

El resultado es talmente el mismo: ¡nos matan! Solo que, con esta “ley", todo es más cínico y asqueroso. Pero es “lo progresista": lo pregonan ellos; a mí nunca se me ocurriría calificarlos así: para mi son  “la progrez", simplemente. O sea: la hez que se ha aupado a los gobiernos del mundo occidental. Por supuesto: con las trampas o las intrigas que haya hecho falta. Y las ha hecho: ahí está el pucherazo que le han montado a Trump, como penúltimo ejemplo.

Con este motivo de los estrechamientos de los aforos; de “algunos” aforos, claro; porque otros se abren sí o sí, caiga quien caiga: si eso, ya cargará alguien con la culpa, y nunca será un político, por su.

Pues, como decía, con motivo de estos trajines pandémicos, tanto en la fase anterior como ahora, se ha vuelto a suscitar, en algunos círculos religiosos, el debate de “comunión en la mano", mayoritaria, impuesta desde arriba, o “comunión en la boca"; con opiniones para todos los gustos; aparte los que opinan que les da igual, tanto una como la otra: pero estos no cuentan; tampoco los que tienen derecho a hacerlo en la boca, y pretenden ejercerlo.

Pienso que, para los católicos que quieren vivir como tales, fieles a su Iglesia para ser fieles a Jesús, cuando hay Doctrina y Código, las “opiniones" sobran. Es el caso.

La Iglesia Católica ha decretado que el fiel tiene derecho a comulgar tanto en la boca como en la mano. Y, como es un derecho del fiel, no hay autoridad en la Iglesia que, mientras esté vigente ese decreto, pueda pasar por encima del derecho de los fieles. Aunque los miembros de la Jerarquía -no todos-, puedan creerse lo contrario. Por supuesto: mayor abuso fue el “cerrojazo patronal” de los templos. Sin comparación. 

Hago un inciso: me ha sorprendido que algún miembro de la Jerarquía en España ha protestado por la limitación de los aforos en los lugares de culto… ¡cuando ellos, y solo ellos, los cerraron a cal y canto! “Cosas veredes, Nicomedes". O quizá es que alguno empieza a rectificar, que es de sabios, reconociendo los pasados errores. 

Volviendo a la Comunión. Me sorprende el debate. Y me sorprende porque desde hace bastantes años, en España, ante el silencio de obispos y sacerdotes, o con su colaboración activa -por supuesto, como mínimo con la pasiva-, se ha ido imponiendo esto, sí o sí, en la mayor parte de los sitios: de pie y en la mano; bastaba quitar los reclinatorios para estar imponiendo, injustamente, tal forma de proceder. Y, si no bastaba, se mandaba así…, y tal cual.

Desde luego, no recuerdo un debate como el de ahora. Ni tantas protestas por el tema, también como ahora.

Uno comulga como quiere, porque tiene ese derecho reconocido. Y los clérigos no pueden imponer una u otra forma: es un derecho del fiel.

Otra cosa es que a unos les parezca mejor de una manera, de rodillas y en la boca, por ejemplo: así nos lo habían enseñado siempre en la Iglesia Católica, como señal externa y, a la vez, interior de Fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía; y, por consiguiente, de veneración y respeto a la Sagrada Forma: ¡es el Señor! Pero hemos de respetar el derecho de los demás a hacerlo de la otra forma.  Aparte los que solo pueden comulgar de pie, o sentados…

Ahora bien. Recuerdo todo esto, que es Doctrina y Derecho, porque me parece que el tema es “accidental", es decir, secundario -y más con la que está cayendo-, respecto a lo verdaderamente ESENCIAL a la hora de acercarse un fiel a comulgar: examínese cada uno a sí mismo, nos dice san Pablo, porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo y la Sangre del Señor, come y bebe SU PROPIA CONDENACIÓN.

En este contexto y en esta enseñanza, ¿qué significa “discernir"? Examinarse con detenimiento y profundidad ¡en conciencia!-, sobre si uno está o no en pecado grave. Y caso de reconocerse así, solo puede ir a comulgar después de una buena confesión. En caso de no poder confesarse en ese momento: NO DEBE COMULGAR.

¿Por qué? Porque la comunión de los fieles no forma parte de la participación del fiel en la Santa Misa. Se puede estar en MIsa, incluso cumplir el precepto diominical, sin necesidad de comulgar, sí o sí. Lo mismo que se puede comulgar fuera de la Santa Misa. Otra cosa es que, como tantas otras, se hayan dejado, sí o sí, sin motivo alguno. ¿Por qué? No lo sé: deberán explicárnoslo los que lo han impuesto así.

A todo esto, no se ha oído ni una sola palabra sobre el verdadero problema a la hora de comulgar: estar en Gracia de Dios, no tener conciencia de pecado mortal; aparte la hora de ayuno, como es natural y obligado. y como única participacion del fiel en ella

Por supueso: lo de comulgar en las Misas, sí o sí, o sea, sin discernir, como parte de la propia Misa y como única participacion activa en ella por parte del fiel, es otro abuso que se viene dando en tantísimas parroquias desde hace muchos años también.

Por ejemplo, ¿cuántos años hace que en España, en las Misas o fuera de ellas, en los diferentes medios de formación, y/o en las catequesis a todos los niveles, se recuerda la estricta obligación de no poder acercarse a recibir la Santa Comunión sabiendo que uno está en pecado MORTAL?

Y, el que lo hace, por supuesto que no comulga; ni hace una pantomima: comete un “horrible SACRILEGIO"; como enseñaba el Catecismo que aprendí, y de memoria, siendo bien pequeño. Y me ha servido desde entonces. Es que ni se me ha olvidado.

Esta es la condición esencial a la hora de ir a recibir la Santa Comunión: estar en gracia de Dios. Supuestas otras: de entrada, estar Bautizado; saber qué es lo que se recibe; no estar impedido para ello por pena de excomunión; y no estar en una situacion grave y estable de pecado mortal. Por supuesto, para acercarse a comulgar no basta el mero “permiso” de la conciencia personal, sin tener en cuenta todo lo anterior; porque la conciencia personal ha de formarse con los criterios precedentes.

De ahí las dos obligaciones que tenemos, sí o sí, los sacerdotes, y también los señores Obispos: facilitar el acceso a los fieles para que puedan acercarse a Ella con las debidas disposiciones. Y para eso, necesariamente, obligatoriamente, y en conciencia, hemos de dar facilidades para que puedan CONFESAR con frecuencia. No hacerlo así gravaría fuertemente nuestras conciencias de pastores. A la vez que defraudaríamos a nuestros fieles, a los que nos debemos de modo absoluto.

Así que: ¡¡¡En gracia!!! ¡Como Dios manda! Y manda muy bien…