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6.08.19

(376) Verdades sobre el estado de gracia (silenciadas, desconocidas, apenas predicadas)

EL ESTADO DE GRACIA

La necesidad de estar en estado de gracia significa la necesidad de confesarse en cuanto se cometa un pecado mortal, y así poder recuperar dicho estado.

El estado de gracia es necesario para poder merecer, para aumentar la gracia, para no ser enemigo de Dios y ser grato a sus ojos.

 

1.- Definición.— Estado de elevación sobrenatural producido por la gracia santificante.

 

2.- Por qué es una “elevación".—  Porque está «por encima de todas las cosas naturales, trascendiendo y rebasando la naturaleza toda y haciéndonos entrar en la esfera de lo divino e increado. Santo Tomás ha podido escribir que la más mínima participación de la gracia santificante, considerada en un solo individuo, supera y trasciende el bien natural de todo el universo» (ROYO MARÍN, Teología de la perfección cristiana, n. 32).

 

3.- ¿El estado de gracia es permanente?.— No, se pierde con cualquier pecado mortal. (Suma II-II, q.24, a.11ss). No se pierde con el pecado venial

Trento, ses. VI, cn.27: «Si alguno dijere que no hay más pecado mortal que el de la infidelidad, o que por ningún otro, por grave y enorme que sea, fuera del pecado de infidelidad, se pierde la gracia una vez recibida, sea anatema»

 

4.- ¿Qué significa ser justo o estar justificado?.— Ser justo o estar justificado es lo mismo que estar en estado de gracia. Porque la gracia que da el estado de gracia se llama gracia de la justificación. Es la gracia que da la cualidad de la justicia sobrenatural.

Sinónimos: gracia habitual, gracia que hace amigo (gratum faciens).

 

5.- ¿Todos los hombres están en estado de pecado?.— No, «los hombres se dividen en justos y pecadores» (IBÁÑEZ Y MENDOZA, Dios Santificador: I, la gracia. Palabra, Madrid, 1983, Tesis 21, pág. 161.) O sea, los que están en estado de gracia y los que están en estado de pecado mortal.

El hombre en estado de pecado es considerado por Dios, en cuanto pecador, enemigo suyo. Es el estado de gracia el que lo reconcilia con Él, haciéndolo grato a sus ojos. (Gracia gratum faciens)

«A esta disposición o preparación siguese la justificación misma que no es simple remisión de los pecados, sino también santificación y renovación del hombre interior, por la voluntaria recepción de la gracia y de los dones, de donde el hombre se convierte de injusto en justo, y de enemigo en amigo» (Trento, ses. VI, cap. 7).

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