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9.12.18

(320) Trasfondo de incertidumbre

1.- Lo legal y lo moral.— La ambigüedad posmoderna intercambia las nociones de legalidad y moralidad.— Ánomos se vale de Anfíbolos y viceversa, como en un ánillo único de poder: es una colusión que daña el bien común, en perjuicio de la vida social virtuosa y beneficio de unos pocos.

Disipar esta anfibología es necesario. Primero, proclamando que algo que las leyes civiles permiten puede no ser lícito. Que una acción legal puede ser inmoral. Que no es admisible ampararse en la legalidad para transgredir la ley moral.

Esta ambigüedad forma un trasfondo de incertidumbre en que las viejas certezas acerca del bien y del mal morales se vuelven sospechosas. ¿Será que lo que antes era ilícito, piensa el ciudadano, ahora, con la nueva ley, es lícito? Así las malas leyes propician malas conclusiones, premovidas por la vieja condición adámica del hombre, y modifican las mentalidades.

Y es que en el actual estado de enemistad de las sociedades, pensar es concluir. La herida original arrastra, persuade que lo erróneo es verdadero. De tal manera que la falsa identidad positivista entre legalidad y moralidad se concluye para todos los casos, como conviene al Leviatán. No todo está perdido, sin embargo. Porque las leyes son pedagógicas, también en el buen sentido.

 

2.- Custodiar lo natural, porque es universal.— La Iglesia lo custodia, la revelación lo repropone. Ánomos pretende trasladar al ámbito sobrenatural lo que pertenece al orden racional y natural, para desactivar políticamente a los católicos y reducir su acción al ámbito doméstico y privado. Pero procurar que las leyes civiles sean leyes especialmente protectoras del orden creado debe ser tarea urgente de un político católico. No con objeto de imponer el acto de fe personal, que debe ser libre, sino de proteger lo natural, que es bueno para todos. Procurar que las leyes civiles sean de inspiración católica se refiere, también, (además de a procurar la constitución cristiana del Estado siempre que sea posible, y la unidad católica) a que, contra el nominalismo anticatólico de origen protestante, se custodien los universales, se custodie la naturaleza común a todos, se custodie aquello que confiere al hombre su condición de hombre. 

Se custodie, también, un principio clave del pensamiento clásico: «La gracia presupone la naturaleza, al modo como una perfección presupone lo que es perfectible» (Summa Theologiae, I, q.2, a.2 ,ad 1.) Objeto de la política católica debe ser custodiar lo que es perfectible, para que pueda ser perfeccionado natural y sobrenaturalmente, porque es bueno para el bien común que lo sea. El Estado no sólo tiene el derecho, sino el deber, de promover la religión revelada, y evitar el agnosticismo institucional. Debe procurarse la constitución cristiana de los estados siempre que se pueda. La paz de Cristo en el Reino de Cristo.

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