InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Serie José María Iraburu

7.05.11

Serie José María Iraburu - 6- Elogio del pudor

“Y un aspecto de la castidad es el pudor…
ordena más bien las miradas, los gestos,
los vestidos, las conversaciones, es decir,
todo un conjunto de circunstancias que está
más o menos en relación con aquel impulso sexual”

Elogio del pudor (E.-del p.)
José María Iraburu

Aviso previo

Elogio del pudor

El artículo, éste, que va a referirse al libro del P. Iraburu titulado “Elogio del pudor”, puede levantar más de una ampolla en aquellas mentalidades cristianas, aquí católicas, que, habiéndose hecho al mundo y, por tanto, alejándose de Cristo, puedan pensar que sobre el sentido del pudor lo tienen todo claro y, en definitiva, que no van con ellas. Pues se van a equivocar gravemente.

Así están las cosas

El P. Iraburu empieza su libro de la siguiente manera:

“Hace poco tiempo, en un retiro que yo daba a un grupo de jóvenes seglares sobre la santificación de los laicos en el mundo, señalé la profunda mundanización que hoy padecen muchos bautizados, incluidos también a veces los más fieles, y cómo en buena parte la sufren sin advertirlo. Y para que se dieran buena cuenta de esa realidad, quise ilustrar el tema con varios ejemplos. Uno de ellos se refería al impudor, hoy tan generalizado entre los cristianos:

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30.04.11

Serie José María Iraburu - 5- Evangelio y utopía

“¿Pero Señor, qué acción tendrán sobre la masa
los laicos que no son fermento,
distintos de la masa, sino pura masa?

Evangelio y utopía (E.y-u)
José María Iraburu

Continuemos

Evangelio y utopía

Podemos decir, es más, José María Iraburu dice que Evangelio y utopia “viene a ser una continuación de mi libro De Cristo o del mundo” (1) y es que, por lo importante del tema en cuestión no podía dejar de dedicarle el tiempo necesario a tal estudio. No vaya a pensarse que se trata de un exceso de voluntad pesimista de parte del P. Iraburu sino, mejor, una puntualización muy importante.

¿Qué es una utopía?

Dice el P. Iraburu que “Es, en primer lugar, el título de un libro escrito por el inglés Tomás Moro en 1516. Y en seguida, la utopía vino a ser un género literario bastante abundante, dedicado a criticar la sociedad presente y a diseñar otras ideales, no realizadas” (2).

Por lo tanto, es utópico aquello que, en general, puede ir contra lo establecido porque pretende instaurar una forma de ser y proceder que entiende mejor y más benéfica.

Es posible que más de una persona pueda pensar que una sociedad, digamos, evangélica o basada en principios evangélicos es, simplemente, imposible de hacer efectiva. Sin embargo, “Lo imposible se hace posible en Cristo” (3) porque “cuando entramos en el orden de la gracia, es decir, de la vida nueva en Cristo, el nuevo Adán de la nueva humanidad, ¿dónde podemos situar los límites de lo posible y de lo irrealizable? ¿Qué bien, personal o comunitario, por grande que sea, podrá ser considerado peyorativamente como utópico, en el sentido de irrealizable?” (4).

Por lo tanto, en Cristo es posible la utopía. Es más, “La vida cristiana, también la de los laicos, no ha de ajustarse, pues, al mundo tópico, sino al Evangelio utópico” (5) porque, como en muchas ocasiones dice José María Iraburu no se puede ser de Cristo y del mundo al unísono sino que para un católico sólo cabe ser, en efecto, de su Maestro.

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23.04.11

Serie José María Iraburu - 4- De Cristo o del mundo

El título de esta obra sugiere una idea
central: que los que son de Cristo no son del mundo, y que,
por el contrario, los que son del mundo no son de Cristo

De Cristo o del mundo (Cto.-M)
José María Iraburu

Mejor dicho de tal forma

De Cristo o del mundo

La cita que encabeza este artículo lo dice todo con bastante claridad. Además es lo primero que puede leerse en el libro de José María Iraburu titulado “De Cristo o del mundo”. Por si fuera poco el apartado I de la Introducción lo titula, para que no haya dudas, “Verdades previas” porque es, en efecto, lo que se debe saber antes de continuar o, mejor, dicho, lo que se debe conocer para que nadie se lleve a engaño. Y es, por si no fuera ya suficiente con lo dicho, el anticipo de una gran verdad que, poco a poco, iremos viendo y conociendo.

Lo que hoy pasa

Es bien cierto que el mundo que nos ha tocado vivir goza, en general, de “buena salud” material pero, en realidad, coincide en el tiempo una situación que consiste en “considerar que puede el hombre realizarse a sí mismo, sin necesidad de auxilios sobrenaturales” (1). Y esto, sobre lo que puede recaer el apelativo de pelagiano es, seguramente, el quicio sobre el que se apoya la descristianización (interior y exterior a la creencia en Cristo) que, por desgracia, abunda.

Cuando alguien entiende que se puede valer por sí mismo deja de tener sentido la existencia misma del pecado. Eso le hizo expresar (en un Radiomensaje de fecha 26 de octubre de 1946) a Pío XII que “El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado” (2). Esto, si lo relacionamos con lo dicho arriba, nos lleva a la conclusión de que “Los cristianos pelagianos de hoy tienen, sin duda, una dificultad insuperable para reconocer la gravedad de los males mundanos, su raíz diabólica, su incurabilidad al margen de la gracia del Salvador” (3).

Y así, en general, están las cosas. Y a aquellos que piensen que, a lo mejor, peca de exageración el P. Iraburu y que debería haber “suavizado” lo que en este libro explica con datos y detalles, les explica su autor, que “Parecen ignorar, en primer lugar, que los cristianos en los que ellos piensan no van a leer siquiera este escrito; circunstancia que no debe ser ignorada. Y en segundo lugar, que de todos modos han de rechazarlo, haya en él expresiones fuertes o suaves. Con mucho menos que esas expresiones –con resolver, por ejemplo, una cuestión dudosa alegando el Catecismo de la Iglesia– tienen bastante para rechazar inapelablemente un libro. Así las cosas, ¿sería prudente echar agua al vino en atención a los que de ningún modo piensan beberlo, ni solo ni con agua?” (4).

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16.04.11

Serie José María Iraburu.- 3- Las misiones católicas

“!Es urgente la misión¡
Las misiones católicas (LMC)
José María Iraburu

Previamente

Es bien cierto que la cita que encabeza el artículo de hoy dedicado al libro “Las misiones católicas” de José María Iraburu es corta pero la misma indica, a la perfección, el sentido del texto relacionado, precisamente con un aspecto fundamental de la evangelización como es la de misionar transmitiendo la Buena Noticia.

Lo que es necesario

Las misiones católicas

Los contemplativos en la oración y en la vida penitente de sus monasterios, y los misioneros al extremo de las fronteras visibles de la Iglesia, unidos a toda la comunión eclesial, cumplen bajo la acción del Espíritu Santo una misión grandiosa. Acrecientan de día en día el Cuerpo místico de Jesús”. (1)

La forma de dar comienzo al estudio que el P. Iraburu hace de la situación actual por la que pasa la misión católica que es, exactamente, el quid de la cuestión acerca de la salud de la Esposa de Cristo, indica claramente el sentido que, de la misma y de sus sujetos activos hemos de tener los católicos: es importante tanto la misma como quien la lleva a cabo.

Pero no sólo eso es importante, con serlo, sino que a lo largo del texto vuelve a aparecer, como suele suceder en las obras del consiliario de la Adoración Nocturna en la archidiócesis de Pamplona, y como veremos, el tema preocupante del freno que, a la misión, se está imprimiendo con las nuevas formas de llevar a cabo la misma o, simplemente, con la intervención de determinados “pensamientos” que dentro de la Iglesia católica se dan.

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9.04.11

Serie José María Iraburu 2- Hábito y clerman

“¿Será posible que lo que acerca del hábito
saben los enemigos
de la Iglesia no lo sepan, incluso lo nieguen,
algunos que están dentro de la misma?

Hábito y clerman (HyC)
José María Iraburu

Aviso previo: el contenido del texto de José María Iraburu referido al Hábito y al clerman resulta de una importancia vital para comprender lo que ha sucedido, en la Iglesia católica, tras la celebración del Concilio Vaticano II. Y no sólo en lo referido al vestir de sacerdotes y religiosos.

Con mucha lógica

Hábito y clerman

Como sacerdote, a José María Iraburu le gusta que sepa que lo es porque, en realidad, “En una sociedad secularizada y tendencialmente materialista, donde tienden a desaparecer incluso los signos externos de las realidades sagradas y sobrenaturales, se siente particularmente la necesidad de que el presbítero –hombre de Dios, dispensador de Sus misterios– sea reconocible a los ojos de la comunidad, también por el vestido que lleva, como signo inequívoco de su dedicación y de la identidad del que desempeña un ministerio público” (1).

Es más, también refiriéndose al hábito de los religiosos y religiosas “Aun reconociendo que ciertas situaciones pueden justificar el quitar un tipo de hábito, no podemos silenciar la conveniencia de que el hábito de los religiosos y religiosas siga siendo, como quiere el Concilio, signo de su consagración (Perfectæ caritatis 17), y se distinga, de alguna manera, de las formas abiertamente seglares” (2).

No tendría que extrañar, por lo tanto, que la posición que manifiesta un sacerdote como José María Iraburu sea la que es y que no es otra que entender que el traje eclesiástico (en su caso) y el hábito religioso están para ser llevados por quien desempeñan tal función en la Iglesia católica.

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