InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Defender la fe

29.01.16

¿Hasta dónde podemos discrepar?

  

Realmente hay cosas curiosas que dicen mucho de las personas que las siembran. El caso es que, creyéndose (digo creyéndose aunque deberíamos ver si es así) muy cercanas a quien ostenta la Silla de Pedro piensan que eso les vale para arrear palos de ciego por si alguien se lleva alguno. Sin embargo, lo único que consiguen es manifestar que tienen una patética visión de la realidad católica aunque se valgan de ella para mangonear lo que pueden.

Al parecer, el Papa Francisco debe ser el único de la historia del que no se puede discrepar. Y es que no podemos olvidar lo que se ha escrito, por ejemplo, contra Pablo VI, contra san Juan Pablo II o, sin ir más lejos, contra el emérito Benedicto XVI. Y sí, por las mismas personas (en algunos casos) que ahora se las dan de zaheridoras del prójimo.

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22.01.16

Pues yo tengo que discrepar

 

“Hay una sola certeza que tenemos para todo”… “que todos somos hijos de Dios”.

 

Esto lo ha dicho el Santo Padre Francisco en una alocución videográfica muy reciente.

 

Tengo que decir que me veo obligado en discrepar de eso dicho por el Papa Francisco. Y como no se trata de algo dicho que pueda ser tenido por dicho “excatedra” no creo que pueda suponer nada malo hacer esto. Eso mismo fue lo que hizo el Papa emérito Benedicto XVI cuando, el escribir el primer volumen de “Jesús de Nazaret” dejó escrito que se podía discrepar con su persona al respecto de lo que había escrito. Y esto, además, supone unas miras muy altas porque hacen lo propio con Dios a quien es el único a quien no se le puede discutir nada.

Pues bien, en esto dicho por el Santo Padre al que esto escribe le parece que existen otras certezas que los católicos tenemos por verdades:

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15.01.16

A lo mejor se pueden decir mejor las cosas...

Siempre ha sido fácil entender que lo que es sencillo y no tiene doblez está al alcance de cualquiera. Así, por ejemplo, con todo el conocimiento que atesora en su inteligencia y en su corazón el Papa emérito Benedicto XVI a la hora de escribir y de explicar las cosas lo hace de una manera profunda pero, a la vez (¡sobre todo!) sencilla y fácil de aceptar por cualquiera. Además, nadie puede dudar de que es ortodoxo en cuanto a la fe católica y que, en cuanto a la doctrina de la Esposa de Cristo, no tiene duda alguna y no la siembra.

Esto es, así dicho, una de las “generales de la ley” católica: ser sencillo y no sembrar cizaña.

Sin embargo no podemos decir que siempre sea, tal forma de actuar, la común.

Digo, antes de empezar, que, como buen español que soy no puedo evitar entrar al toro, a este toro especial, con ganas.

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8.01.16

Nuevo año: ¿Ha cambiado algo?

Ya ha empezado un nuevo año y que, por eso mismo, todo debe recomenzar porque, en realidad, parece que pocas cosas han cambiando.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que existen unas ideas paralelas a las que defiende la Iglesia católica como doctrina. A tal, digamos, Magisterio “paralelo” debemos enfrentar lo que la Esposa de Cristo tiene como bueno y benéfico por haber sido defendido por el Hijo de Dios.

Así, por ejemplo, cuando la Iglesia católica dice que el aborto (Catecismo 2270-2275) es un crimen hay quienes sostienen que, al fin y al cabo, ha sido aceptado por la sociedad y que se trata, en definitiva de una realidad propia de un mundo, dicen, “avanzado” que, eso sí, avanza hacia la fosa de la que tanto escribió el salmista.

Así, por ejemplo, cuando la Iglesia católica dice que la anticoncepción es “intrínsecamente mala ‘toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación (Humanae Vitae, 14), existe quien sostiene, como por ejemplo, en su día hizo el El P. Richard McCormick, que encabezó la oposición internacional de teólogos contra la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, que la anticoncepción no es más, al fin y al cabo, que el resultado de la elección de cada cual.

Así, por ejemplo, cuando la Iglesia católica defiende el celibato sacerdotal (Catecismo 1580) hay quienes sostienen que la Esposa de Cristo acabará aceptando el matrimonio de sacerdotes e, incluso, la entrada de la mujer en el sacerdocio.

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6.01.16

Cuando Dios se manifestó al mundo

“Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra”.

Este texto del Evangelio de San Mateo (2,11) muestra un momento importante en la historia de la Salvación: ante un niño recién nacido tres poderosos hombres llegados de lejos se postran.

¿Es posible eso? Es decir ¿Cómo es posible que aquellos hombres, conocedores de muchos saberes, se entregaran en adoración a un niño que hacía bien poco había venido al mundo?

Aunque no sabemos cómo fue aquello, lo bien cierto es que los Magos conocieron del nacimiento de quien consideraron el Rey del mundo. Podemos imaginar que fue el Espíritu Santo quien guió los corazones de aquellos tres hombres que, queriendo cumplir con una misión que no sabían bien de dónde les había venido, lo dejaron todo y, siguiendo un camino que no creemos fuera fácil, llegaron a un lugar muy alejado de sus tierras de origen.

Entonces, en aquel mismo momento, podemos decir que el niño, a quien pondrían por nombre Jesús, se manifestó al mundo.

Manifestarse es, digamos, decir algo de sí mismo que todos puedan entender. Así, cuando alguien manifiesta sus ideas políticas, religiosas o económicas, lo que hace es dar a entender qué es lo importante para sí mismo. Y eso es lo que hace Jesús: se manifiesta para explicar, con menos palabras y más hechos, que es el Hijo de Dios.

Cuando el Hijo de Dios se manifiesta lo hace mostrando que viene el mundo como pobre, como un pobre puede ver la luz del siglo. Por eso a lo largo de vida va a tener muy en cuenta a las personas que, como él, no van a tener muchas posibilidades económica. Él, como otros anawin, sabrán que lo mejor es estar a la voluntad de Dios.

Pero Jesús manifiesta más cosas con su nacimiento en Belén, en condiciones tan precarias.

Por ejemplo, manifiesta que se puede ser grande viniendo de lo poco.

También, por ejemplo, que se puede amar a todo ser humano aunque se haya nacido en la más absoluta pobreza.

Jesús, además, aquel a quien tenemos por Emmanuel, dio a entender que el poderoso difícilmente podrá con lo que, interiormente, pueda tener un desfavorecido.

Hay algo, sin embargo, que no debemos olvidar: mientras Melchor le entrega oro, Él se manifiesta al mundo como el oro más puro, como el que ha sido purificado con el fuego del Espíritu Santo; mientras que Gaspar le entrega incienso, Él se manifiesta al mundo como sacerdote según el rito de Melquisedec; y, por fin, mientras que Baltasar le entrega mirra, Él se manifiesta como quien se entregará al Mal para que triunfe el Bien para siempre, siempre, siempre y lo hará sufriendo con un sufrimiento aceptado, doloroso pero gozoso.

Jesús se manifestó, por tanto, ante aquellos que habían acudido a postrarse ante un niño recién nacido. Ellos, seguramente, esperaban una estancia propia de un rey poderoso pero encontraron la de un Rey pobre que había venido a redimir al mundo. Y eso les animó a ser mejores, les conquistó el corazón y les hizo creer en Dios Todopoderoso que puede lo que, para el hombre, es imposible y, a veces, hasta impensable. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy

 

Dios se manifestó al mundo y el mundo no lo recibió.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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