InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Defender la fe

10.04.15

A mí lo del Padre Ángel y los cepillos abiertos me fascina…

 

Que Dios me perdone pero no puedo dejar de decir que el Padre Ángel (de Mensajeros de la Paz) no deja de sorprenderme.

 

Sabemos que le gusta más un foco, un micrófono y una cámara que a tonto un lápiz. Sin embargo, es capaz, aunque eso parezca imposible, de crecerse y manifestar eso de que es mejor estar callado y parecer tonto (con perdón) que hablar y demostrar que lo eres.

 

Bueno, no creo yo que el Padre Ángel sea tonto pero no podemos negar que lo de ahora es, como diría el castizo, demasié…

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3.04.15

Por nosotros; es que murió por nosotros

 

Crucifixus etiam pro nobis

(Por nuestra causa fue crucificado)

 

 

Ahogada  en oración la pena por saber la partida,  fijado el mensaje primordial que lleva la paz al alma de quien ama,  entreabierta la puerta del Reino de Dios con el cumplimiento de lo dicho, vuelve a anunciar, camino hacia el orar,  la desdicha de cuanto ha de suceder, el misterio de un fin tan amado.

 

Conocido el bienestar del camino que lleva a la Palabra, dado a cada cual lo que en verdad le corresponde y visitado el corazón de los comensales: cena última, partir hacia la eternidad, renueva, ahora, el pacto que Dios hizo con el Hijo, adorador de ese tiempo de memoria y de virtuosidad del devenir, pensamiento recaído en el recuerdo hacia lo permitido y en lo que las Tablas dijeron… valioso es cada paso que se da hacia la oración,  hacia donde el afán por pedir paz es mayor que el sufrir, hacia donde la meditación sustituye a la presencia de la angustia y la esperanza en el perdón es implorada con ansia.

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2.04.15

El amor que siempre ama

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,  así os améis también vosotros los unos a los otros”. (Jn 13. 34)

      

 

 

El amor, así dicho, sabemos lo que es y, sobre todo, lo que significa: es amor cuando un ser humano manifiesta una querencia muy especial por otro y lo demuestra (mejor que lo demuestre a que lo guarde para sí); es amor cuando se es capaz de perdonar cuando se nos ha ofendido; es amor, en fin, cuando sabemos que somos amados por otros hermanos nuestros.

 

Pero el amor también es servicio.  Y Jesús bien que lo demostró en un momento fundamental de la historia de la salvación.

 

Digamos, antes de continuar, que llamamos amor fraterno porque es el que se manifiesta entre hermanos. El caso es que, como todos somos hijos de Dios hay algo que nos une con un lazo muy fuerte y es un algo que se llama “filiación divina”: todos somos hermanos, pues; todos somos hijos del Padre. Y por eso el amor llamado fraterno quiere decir el amor en sentido extenso y no limitado a los nuestros (¿qué mérito tenéis si hacéis eso?, podría decirnos Cristo y, de hecho, lo dice en una ocasión en Lc 6, 32 o Mt 5, 46)

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27.03.15

¿Y los demás, qué somos?

Es bien cierto que no se puede negar que en el seno de la Iglesia católica hay de todo. Así, desde creyentes que creen mucho hasta los que creen que se puede, por ejemplo, ser hijo de Dios sin amar a la Iglesia de Dios que es, a saber, la católica.

 

Pues bien, entre nosotros hay algunos (seguramente pocos pero muy ruidosos) que tienen ideas muy peregrinas. Y lo son porque se avienen a lo que el mundo dice que es bueno y mejor y, claro, unas veces puede ser blanco, otras negro u otras, en fin, gris. Olvidan, por eso mismo, muchos aspectos de la doctrina católica que, es de suponer, deben aceptar de buen grado.

 

Esta cosa surgió, al parecer, en Austria, allá por 1995.

 

Dicen, de ellos mismos, que son "una red de grupos, trabajando en diferentes partes del mundo para crear el diálogo que lleve a la renovación y reforma de la Iglesia Católica Romana”. Y, en efecto, una red en la que atrapan a todo aquel que, desavisado, se deja caer en ella.

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20.03.15

La Iglesia católica adoctrina: ¡Pues claro!

“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15)

 

“El contenido de la clase de Religión es que el ser humano aprenda que hay que dar de comer al hambriento, que hay que vestir al desnudo, visitar al que está enfermo, que el que esté en la cárcel no esté solo. Si eso es adoctrinamiento, que venga Dios y lo vea’”.

Estas palabras las ha dejado dichas el Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, cuando se le ha preguntado si es que la asignatura de Religión católica se utiliza para adoctrinar al alumnado.

Empecemos por decir qué es eso de “adoctrinar”. Lo dice el Diccionario de la Real Academia Española. Y es esto:

“Instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, inculcarle determinadas ideas o creencias.”

Por otra parte, la palabra “inculcar”, en su tercera acepción, dice esto otro:

“Infundir con ahínco en el ánimo de alguien una idea, un concepto”.

Entonces, estamos de acuerdo en definir, así dicho, la palabra “adoctrinar” de la siguiente manera:

“Instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, e infundir con ahínco determinadas ideas o creencias.”

Bien. Parece claro lo que se quiere decir o, al menos, lo que se presume que se quiere decir cuando a alguien se le califica como “adoctrinador”.

Al parecer, la asignatura de Religión católica no debe adoctrinar porque eso es lo que se deduce claramente de las palabras aquí traídas y dichas por Monseñor Osoro.

Pero esto… ¿Ha de ser así?

Digamos, para empezar, que en el artículo I de lo referido a los Acuerdos Iglesia-Estado vigentes entre la que lo es católica y el Estado español, en lo tocante a la “Enseñanza y Asuntos Culturales” se dice esto que sigue:

“En todo caso, la educación que se imparta en los centros docentes públicos será respetuosa con los valores de la ética cristiana.”

Es de suponer, por tanto, que los valores de la ética cristiana tendrán que verse reflejados en aquello que se enseñe en los citados centros públicos y, ni qué decir tiene, en aquellos que sean de titularidad eclesial (concertados o privados) Y otra cosa no puede ni debe esperarse.

Algunos han querido interpretar, de las palabras del Arzobispo de Madrid, que la Iglesia no debe adoctrinar; es más que no se adoctrina.

Eso, para seguir, es algo raro y extraño.

Sabemos que adoctrinar quiere decir, en términos generales, transmitir doctrina que viene a significar “Enseñanza que se da para instrucción de alguien”.

Todo, pues, está bastante claro: ¿Cómo no va a enseñar la Iglesia católica en la asignatura “Religión católica” lo que es su doctrina? Y ¿Eso es adoctrinar?: ¡Pues claro que sí!

En realidad, sostener otra cosa es no entender, para nada, lo que ha de ser y significar tal asignatura: ha de adoctrinar, en lo que eso significa y si, además, se enseña a rezar, mucho mejor. Y es que el que esto escribe no ha entendido nunca que siempre se sostenga que en Religión católica no se pueden dar contenido de catequesis: ¿por qué eso? En tal asignatura se ha de enseñar lo que la Iglesia católica, siempre de acuerdo con la legalidad, crea y sepa que es su doctrina. Y punto.

Y eso es un derecho de los padres pero, sobre todo, de los alumnos: que se les enseña la doctrina católica. Y es más, deben estar más que contentos en ser adoctrinados en esta materia y no en otras que tienden a la perversión de las criaturas aunque eso, al parecer, está más que bien visto y es la mar de moderno. ¡Ahí no se adoctrina sino que se enseña!

Como diría aquel: ¡Vaya fauna!

El caso es que  esto es lo mismo que si de dijera que en la asignatura, pongamos, de Matemáticas, se enseñan operaciones aritméticas. ¿Es que se podría esperar otra cosa?

Pero lo peor de esto no es lo que pretendan los poderes mundanos sino lo que, desde ciertos círculos católicos, se dice y se hace. Eso sí que es malo porque confunde a las ovejas y a los sencillos nos deja patidifusos. Pero del todo.

De todas formas, la cita de arriba del evangelio de san Marcos lo dice todo. Es una pena que haya muchos que lo la entiendan con lo fácil que es entenderla. 

 

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

Ser adoctrinado es un derecho. Su dejación, una vergüenza.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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