InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

19.08.12

La Palabra del Domingo .- 19 de agosto de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Jn 6, 51-58

Biblia

51Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» 52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»

COMENTARIO

Cuerpo y Sangre de Cristo

Jesús continúa, digamos, avisando acerca de la llamada promesa escatológica. Muchas veces vemos que el Mesías insiste en determinadas cosas para que fuesen comprendidas por unos corazones algo duros y un entendimiento tardo en entender lo que les decía; muchas veces el Enviado ilumina la vida de sus contemporáneos diciendo lo mismo repetidamente porque sabía y conocía la dificultad que tenían de comprender su doctrina y el mensaje que traía de parte de Dios.

Concreta, ahora mismo sobre el pan vivo en un momento inmediatamente anterior y que, seguramente, había dejado perplejo a más de uno de los que le escuchaban.

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12.08.12

La Palabra del Domingo .- 12 de agosto de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Jn 6, 41-51

Biblia

41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44 «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: = Serán todos enseñados por Dios. =Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»

COMENTARIO

Alimento para la vida eterna

Jesús tenía que cumplir la misión para la que el Padre le había enviado. Ni podía callar acerca de lo que debía hacer ni podía escudarse en ningún tipo de respeto humano para salir bien parado ante el mundo.

El Hijo de Dios dice cosas muy importantes en este diálogo que mantiene con otros judíos que no le querían bien y que pretendían menospreciarlo. Dicen, por eso mismo, como haciéndolo de menos, que conocían a sus padres y era de esperar, eso creían ellos, que del Mesías no se conocería más que era el enviado de Dios pero no su, digamos, familia. Pero en eso estaban bastante equivocados.

Jesús era Quien era y, si se daba el caso, no lo ocultada. Como ahora era una ocasión muy buena para dejar claro qué había venido a hacer, no la pierde y hace lo único que podía hacer: decir la verdad.

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5.08.12

La Palabra del Domingo .- 5 de agosto de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Jn 6, 24-35

Biblia

24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» 26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.» 28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» 29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.»30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: = Pan del cielo les dio a comer.» = 32Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» 34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» 35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

COMENTARIO

El pan para la vida eterna

Este texto del Evangelio del discípulo amado y querido de una forma profunda por Jesús es muy especial. Profundidad y necesidad de comprenderlo se dan la mano y hacen, del mismo, una realidad imprescindible de comprender y de llevar a nuestras vidas de peregrinos hacia el definitivo Reino de Dios.

Muchos seguían a Jesús y muchos querían seguir viéndole y teniéndolo en sus vidas. Pero el Hijo de Dios, como suele decirse, los había calado y sabía, a la perfección, que no habían entendido la razón de su venida y, es más, que no comprendían que Él era el Mesías tan esperado por el pueblo de Israel desde hacía muchos, muchos siglos y que en Él debían refugiarse y buscar la salvación.

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29.07.12

La Palabra del Domingo .- 29 de julio de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Jn 6, 1-15

Biblia

1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos.3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» 6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.» 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» 10 Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000.11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. 12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.» 13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.» 15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

COMENTARIO

Saciarse de Cristo

Es de suponer que por aquellos días en los que Jesús ya llevaba predicando un tiempo relativamente largo era conocido por muchas personas. Era seguido unas veces por fe y otras, simplemente, porque lo novedoso no es buscado sólo en la actualidad sino que en el tiempo del Hijo de Dios también muchos iban tras lo nuevo para ver si era cierto lo que, por ejemplo, se decía del hijo del carpintero.

Jesús sabe, sin embargo, que necesita un tiempo para estar con sus discípulos más allegados porque tiene mucho que enseñarles. Se aparta, pues, de la gente pero ni con eso puede evitar que le sigan. Y Él, seguramente, como en otras ocasiones diría y pensaría, sabían que estaban como ovejas sin pastor y, ahora, además, con hambre.

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22.07.12

La Palabra del Domingo .- 22 de julio de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Mc 6, 30-34

Biblia

30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. 31 El, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. 32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. 33 Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

COMENTARIO

La bondad y misericordia de Cristo

A Jesús lo seguían muchas personas porque muchos creían en lo que hacía y porque, sobre todo, les maravillaba lo que les decía y llevaba a sus corazones. Podríamos decir que estaban seguros de que seguirle era garantía de algo muy bueno.

Jesús, sin embargo, necesitaba enseñar a sus discípulos más allegados, a sus apóstoles, porque sabía que ellos serían los que continuarían, como cada cual pudiera, con la labor que el Padre le había indicado llevar a cabo y que consistía, en general, en predicar la conversión de los corazones y en establecer un reino de paz, de misericordia y de amor en un mundo donde no abundaba nada de eso o, en todo caso, en escasa medida.

Se apartaba de los grandes grupos porque era la única forma de poder transmitir cercanamente lo que quería y debía llevar al corazón de aquellos que, desde el principio, decidieron dejarlo todo para no tener donde recostar la cabeza pero hacerlo con el gozo de saberse en compañía del Maestro.

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