InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien

3.01.20

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien – Un año del Maestro Tolkien

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Como diría Scarlett O’Hara en “Lo que el viento se llevó”, “A Dios pongo por testigo”. Y esto lo digo porque sí, a Dios pongo por testigo de que cuando empecé a escribir sobre J.R.R. Tolkien, allá por el 12 de enero del año pasado, el 2019, no sabía que sería capaz de llegar al año siguiente y ocupar cada una de las semanas que contienen tales 12 meses escribiendo del Maestro Tolkien menos alguna que otra por causa de fuerza espiritual mayor… 

Que nadie crea que la cosa es fácil porque no lo es, para nada lo es. Y no lo es porque hay que sacar, del corazón, de la memoria o de donde sea, legítimamente, temas sobre los que ocuparse. Y eso es algo harto dificultoso. 

Es cierto y verdad que quien sabe mucho de lo hecho y dicho por aquel hombre que fue a la I Guerra Mundial porque creía que debía ir (y allí perdió a muchos de sus amigos) puede escribir bien y bastante de tales temas. Y en la casa de la Sociedad Tolkien Española seguro estoy de que hay muchas personas que reúnen tales características. Sin embargo, como creo haber reconocido en otras ocasiones, ni conozco en profundidad a nuestro autor ni sé más allá, digamos, de lo elemental. Vamos, que en esto soy un novato más que novato, un recién llegado, un don nadie… 

Que nadie crea que esto que hago ahora es, digamos, un ejercicio de falsa humildad. Y no lo es porque, ciertamente, desconozco tanto y tanto desconozco… en fin. 

De todas formas, no puedo negar que la figura de aquel hombre que había nacido en Sudáfrica y, luego, emigró a la Metrópoli, es algo más que interesante y, se mire por donde se mire su biografía, siempre hay por dónde obtener ayuda para echar unas letras sobre tal o cual tema. 

Ni qué decir tiene que, aparte la biografía citada supra, sus obras son una fuente inagotable de sabiduría lingüística, un pozo inagotable de imaginación puesta a favor de quien se las lleve al corazón. 

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Gracias, sobre todo, se han de dar, al menos, he de dar porque soy deudor de un acreedor tan maravilloso como es J.R.R. Tolkien. 

Gracias, maestro:

 

-Por haber hecho posible que el mundo se agrandase en tu/nuestra Tierra Media. 

-Por hacer posible que vivamos allí sin estar allí. 

-Por permitirnos gozar de tus palabras entregadas con caridad de hermano. 

-Por haber sabido (y saber) llevarnos por caminos hacia destinos de los que pocas veces sabemos el final pero nos esperanzamos con los mismos, cuales héroes a espada y mithril. 

-Por habernos procurado unos personajes con los que identificarnos. 

-Por conseguir que queramos ser mejores según ciertas actitudes propias de sus buenos y mejores personajes. 

-Por haber hecho valer unos valores que unos llamamos católicos y otros, simplemente, humanos. 

-Por hacer que naciera en nosotros en ansia por el “más allá” de tu obra, por querer conocer, por tus Apéndices que son un alimento que sacia, en bastante, nuestro querer.

-Por, por, por… 

Esto lo digo, con franqueza, porque estoy muy especialmente agradecido al descubrimiento de un mundo, sí, mejor que el nos ha tocado vivir, se diga lo que se diga. Y allí, al menos, podemos refugiarnos de las asechanzas de los dragones que abundan en nuestro ahora. Y sí, estos es posible que no echen fuego por la boca pero lo echan por el corazón que es, seguro, mucho peor… Y lo es porque arrebatan la esperanza a los sencillos y hacen de la existencia un continuo camino pedregoso donde podemos tropezar… y tropezamos. 

(Por cierto, lo último sí es alegoría…

De todas formas, hay artículos que se escriben solos. Y uno de ellos ha sido este en el que, no sabiendo qué decir, ha salido algo. Y será, claro, por influencia de nuestro hermano en literatura (aparte de en la fe católica, a quien corresponda) Ronald porque faltando aún dos meses para su publicación (hoy es 1 de noviembre de 2019, digámoslo todo con franqueza) se me hacen los dedos culebrillas (como diría alguno) de poder escribir aún más. Y eso es gracias, sin duda, al espíritu y obra del maestro Tolkien.

 

Gracias, pues, hermano Ronald, por haber sido tan hermano y tan gozosamente caritativo con tus palabras. Y allí donde estés (quiero creer que en el Cielo) brindo por ti con una buena jarra de hidromiel, sea lo que sea eso.

  

Eleuterio Fernández Guzmán Erkenbrand de Edhellond

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

 

20.12.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Algunos, seguramente buenos, caídos en el Mal

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Desde mucho más que antiguo, allí donde se pierde la memoria de los que fueron y murieron; allí donde todo es pasado y ha quedado para cuentos o fantasías; allí donde se pudo haber perdido algo bueno… en fin, allí mismo ya hubo quien prefirió lo malo a lo bueno y lo que nunca se debe tener en cuenta a lo que sí.

Es bien cierto que, a lo largo de la obra más conocida de J.R.R. Tolkien (digamos, como podemos imaginar, El Hobbit y El Señor de los Anillos) muchos de los personajes creados por el profesor de Oxford, sencillamente, cambiaron de bando. Y sí, algunos de ellos se pasaron al de los malos porque aquí, como sabe cualquiera, hay buenos y malos… como en la vida misma, la de la Tierra Media y la de aquí, la de ahora mismo.

Sobre esto, al menos de forma muy escueta, ya se ha escrito en este blog. Es decir, sobre algunos de los personajes creados por Tolkien padre que han preferido el lado sombrío de la realidad algo ya se ha dicho. Pero ha sido, eso, algo muy escueto, poca cosa. Y lo ha sido porque donde fue esto escrito bastaba y sobraba mencionar brevemente a los que se perdieron para el bien y se aliaron con lo que creían sería “su” bien que es siempre, claro está, algo demasiado subjetivo y, por tanto, egoísta.

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13.12.19

J.R.R. Tolkien – Ventana a la Tierra Media – Lo que deja ver un título en la obra de Tolkien

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AINULINDALË

VALAQUENTA

QUENTA SILMARILLION

AKALLABÊTH

DE LOS ANILLOS DE PODER Y LA TERCERA EDAD

Hasta aquí el origen de todo esto, la causa y motivo que hace que sea posible, tan sencillo resulta que es gracias a eso, decir lo que sigue y hacerlo con gratitud hacia quien todo lo ha provocado. Y trátase, como sabe cualquier lector de Tolkien padre, del contenido de su obra, seguramente primera pero no publicada en vida, origen de todo lo que debía venir, principio de los tiempos primeros y subcreados. Vamos, de El Silmarillion que es una obra literaria de tanta altura que la miramos como si nosotros estuviéramos en la base del Everest y viéramos allá, más que lejos y a una altura inalcanzable, una tan elevada meta.

En nuestros pequeños reinos donde sólo la palabra ocupa el lugar de gloria que legítimamente le corresponde, nos apiñamos ante unas palabras que, una a una, dan forma al texto que tenemos entre manos. Nosotros, por eso, preferimos poder tocar el papel antes que deslizar los ojos y el dedo por la fría piel de una pantalla. Aunque, claro está, hay de todo en la viña de Eru… 

Cuando hay emociones que, estando contenidas en las páginas de un libro, quedan ahí, digamos que como huérfanas de alguien que se las lleve al corazón, resulta de lo más triste un devenir, así, dejado como si no existiera la emoción, la audacia del símbolo… en fin, la gracia contenida allí que magnifica lo que somos como seres humanos. 

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6.12.19

Serie J.R.R. Tolkien – Una ventana a la Tierra Media – En el principio estaba Melkor

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En el principio, en aquellos inicios de todo lo luego sucedido en el mundo de J.R.R. Tolkien, fue Eru quien todo lo creó o subcreó. Y la Tierra Media estuvo allí porque fue su voluntad.

Sabemos que en aquel principio aparecieron los espíritus que podríamos denominar “primeros”. Y, entre ellos había uno que fue origen de todo lo malo que podía pensar Elfo, Hombre o Mediano. Y sí, nos referimos a Melkor, luego llamado Morgoth.

Desde el mismo momento que Eru propone a los Valar elaborar música hay uno de ellos, el citado arriba, que no gusta de la misma, la de los demás, digamos, pares suyos. Y hace la suya propia.

Eso, así dicho, no estaba mal porque Eru les dice que creen su música y Melkor lo hace. Sin embargo, lo hace no porque pueda amar más la suya que la de los demás sino porque quiere estropear lo hecho por los demás. Y ahí está el origen de su voluntad contraria a todo lo que no sea él mismo.

Aquel ser, que tanto haría edades después en el vivir y coexistir de la Tierra Media, tenía, por así decirlo, sus propias razones para hacer eso. Pero ninguna de ella es válida ni se puede entender como aceptable. No. Todas tienen que ver con el egoísmo, el querer todo para sí y, en fin, con el hecho incontrovertible de que Melkor era, en el fondo, un pobre Valar… 

Recordemos que Eru había dado muchos dones a tal ser y que lo había hecho, por decirlo así, de tal forma que era el más poderoso de entre los suyos junto con algún otro. Y eso se notó más que mucho en todo lo que tenía que suceder.

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De todo lo que se podría decir de Melkor, luego Morgoth, nosotros atendemos a lo siguiente:

 

-Melkor no quiso estar sometido en exceso a Eru/Ilúvatar y entretejió su propia música que discordaba con la de los demás…

-Melkor tuvo pensamientos “propios”…

-Melkor no quiso que su música tuviera origen en Eru sino que quería crear por sí mismo…

-Melkor se opone a la música que crea Eru… la primera guerra… de sonidos.

-Melkor quiso ir más allá…

-Melkor confundió a muchos de los Ainur con su música y más de uno se puso a su lado, lo apoyó o, lo que es lo mismo,

Melkor consiguió que algunos Ainur le siguieran: comenzó la separación, el disenso entre hermanos…

-Melkor crea música sin armonía, caótica…

-Melkor comenzó a odiar a Eru al darse cuenta de que no quería la obra musical del Ainur… Y, desde ahí, hasta el final del Monte del destino…

Es fácil comprobar, con lo apenas aquí dicho, que el personaje que subcrea J.R.R. Tolkien tiene todo que ver con lo que supone estar en el mundo, después de haber sido puesto en el mismo por Quien puede hacerlo, pero no darse cuenta de lo que eso es y representa. También tiene que ver con la distorsión que puede producirse cuando se tiene un poder tan alto que no se acepta que pueda haber una voluntad superior que dicte aquello que está bien y que está mal.

Melkor, alguno pudiera pensar que tan sólo tiene una forma de pensar distinta a los demás y que, incluso siendo así al respecto de Eru, también tenía derecho a hacer lo que hacía…

Eso, sin embargo, supone dar alas al Mal como si sólo se tratase de una opción que se puede escoger cuando no es más que la perversión de todo lo bueno y el engendro elaborado por una mente perdida y hundida en el abismo y en la oscuridad.

Con esto queremos decir que nuestro autor, el profesor de Oxford J.R.R. Tolkien, quiso que se viese con toda claridad en qué parte de su obra el Mal mostraba hasta dónde se puede ser malo y hacer del Mal la causa de una forma de ser que, al parecer, no tiene más remedio que el triunfo del Bien a manos de la humildad y la sencillez.

Melkor, de todas formas, queremos creer que quedó olvidado después de que llegara lo que llegó. Y a nosotros nos parece la mar de bien que venciera el Bien y que el Mal, aquel Melkor/Morgoth tan maligno fuera olvidado y echado de la lista de los Valar. Y de nuestra memoria… también.

 

Eleuterio Fernández Guzmán Erkenbrand de Edhellond

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

 

 

29.11.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Estudiosos de Tolkien: Helios De Rosario, Imrahil

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Como es fácil imaginar, hay muchas personas que han dedicado su tiempo (y dedican) a la obra de JRR Tolkien. Por eso vamos a dedicar, en lo sucesivo, un apartado muy especial, precisamente, a tales estudiosos.

Entre ellos, el que hoy traemos al blog a Helios De Rosario, a la sazón Imrahil en la Tierra Media.

Es bien sabido, a este respecto, que la lengua, las lenguas, cuando alguien es filólogo, son algo importante. Y eso es más que conocido en el caso de nuestro autor, J.R.R. Tolkien. Y sobre eso ya hemos escrito en este mismo blog hace unas semanas.

Pues bien, Imrahil es un conocedor más que avezado de este tema que no dejamos de reconocer y confesar, nos resulta algo inalcanzable por nuestra parte. Y hemos creído importante que nos hable de eso y de otras cosas porque es más que probable que podamos aprender de lo que nos pueda decir.

Digamos, antes que nada, que Helios De Rosario es, en cuanto a la Sociedad Tolkien Española, colaborador más que importante de la revista ESTEL que es, como sabemos y por decirlo así, el medio de comunicación de la Sociedad Tolkien Española a la que dedicamos, también, atención en su día. Y, a lo largo de su historia ha tenido un papel algo más que importante.

A continuación reproducimos las respuestas que nos ha ofrecido a lo que le hemos preguntado donde nos dice más cosas sobre él mismo y, sobre todo, sobre aquello de lo que es más que conocedor. 

 

Infocatólica - Para empezar, ¿Quién es Helios De Rosario con relación al mundo de Tolkien? 

Helios De Rosario - Soy un lector de J. R. R. Tolkien que se sintió apasionado por su mundo desde la primera vez que leyó El Hobbit, y que ha dedicado a él la mayor parte de su tiempo de ocio desde entonces, haciendo que sea una parte muy importante de su vida. Además, la obra de Tolkien ha sido para mí la mayor motivación para desarrollar mi interés amateur (interpretando la palabra en su sentido más literal) por la lingüística, que es el terreno en el que he centrado gran parte de mis trabajos relacionados con la obra de Tolkien.

Mi interés por la obra de Tolkien me ha hecho participar muy activamente en la Sociedad Tolkien Española (STE) desde hace veinte años, y el sentimiento de que debía aportar algo a este mundillo me ha llevado a adoptar varias responsabilidades en la misma, incluyendo la presidencia de la asociación entre 2001 y 2003, y posteriormente la del “smial” de Edhellond (Valencia). Mi especial pasión por los aspectos lingüísticos la he proyectado en la Comisión de Lenguas de la STE, que también presidí durante muchos años en su etapa anterior, así como en publicaciones y eventos internacionales dedicados a este pequeño nicho.

 

IC- Para continuar, ¿qué es el quenya? 

HDR - Lo más sencillo es definirlo como una lengua inventada por J. R. R. Tolkien para los elfos de su mundo inventado. Pero también es bastante más que lo que esa definición básica deja ver. Yo diría que es, en el ámbito lingüístico, lo que El Señor de los Anillos es para la literatura. Una obra de arte en sí misma, pero para su autor una sola pieza — aunque quizá la más importante de una urdimbre tan vasta como puede permitir la imaginación. 

Es sabido que detrás de cada personaje, cada lugar y cada acontecimiento en la aventura de la Compañía del Anillo hay toda una historia que da profundidad a la invención narrativa de Tolkien. Las lenguas que inventó para los elfos, hobbits, enanos y otros pueblos también se consideran como uno de esos elementos que ayudan a crear la “consistencia interna de la realidad”, como él la llamaba. Pero se trata de un elemento especial, porque a él dedicó mucho más tiempo e ingenio que a otras cuestiones como los mapas, genealogías, etc. 

De hecho, el quenya es solo una de las lenguas que inventó, aunque se trata claramente de su “favorita”, si tomamos como rasero para medir su interés la cantidad y volumen de textos, vocabularios y descripciones gramaticales que escribió sobre cada una de ellas. El quenya era la lengua hablada en Valinor, la tierra bendecida en la que vivían la mayor parte de los elfos en los tiempos anteriores al nacimiento del hombre, y aunque no se hablaba como lengua “nativa” en la Tierra Media (en las tierras mortales los elfos principalmente hablaban otros idiomas como sindarin y distintos dialectos silvanos), llegó con los noldor como lengua de sabiduría, y se usaba como una especie de “latín élfico”. 

Pero como he dicho antes de los personajes, lugares y acontecimientos de la narración, los sonidos, palabras y estructuras gramaticales del quenya también tienen su propia historia. Tolkien inventó no solo una lengua o un conjunto de lenguas inconexas. Él construyó toda una familia de lenguas élficas, con sus leyes de evolución fonológica que imitan las de las lenguas indoeuropeas, de tal modo que cada palabra tiene su etimología en una raíz “eldarin común” (de los eldar, que es el nombre que se da al tronco genealógico del que surgen las distintas familias élficas), y sus derivados en las demás lenguas, que siguen reglas complejas y fascinantes. 

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