InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien

13.03.20

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Los “Apéndices” son, en realidad, una gran pena

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Hace muy poco tiempo escribimos sobre lo que podía suponer el final de El Señor de los Anillos. Sí, cuando Sam Sagaz dice eso de “Bueno, ya estoy aquí”. Y, como lo que creemos (al menos algo) sobre tal momento ha sido dicho hace muy pocos días, no vamos a abundar sobre eso. Causa, de todas formas, gran tristeza pero, como se dice hoy en día, lo de hoy no es triste sino… lo siguiente. 

Sabemos que Tolkien tuvo no pocos problemas para poner los Apéndices donde debía hacerlo. Sin embargo, sea como fuere que fue la cosa… en fin, que el resultado de estos, en sí mismos considerados, es más bien terrible. 

Es bien cierto que en los Apéndices se nos dicen cosas que no están contenidas en el libro al que hacen referencia. Es decir, amplían el contenido de este porque o no le dio tiempo a ponerlo todo en su sitio o, simplemente, no quiso ponerlo todo en su sitio. Y por eso están, para que sepamos algo más de lo mucho que quisiéramos saber. 

Pero, en sí mismos considerados, los Apéndices sientan una base y algunas que otras consecuencias. 

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Así, como base suponen un “hasta aquí se ha llegado”. Pero no lo hace como lo hiciera Sam refiriéndose a sí mismo sino que se refieren a todo, en general: a un mundo, a una Tierra Media que, así, llega a su fin en cuanto algo que se ha contado a lo largo de muchas (pero, en el fondo, pocas…) páginas. 

Y, por otro lado, en cuanto a las consecuencias de las que hablamos arriba, estos Apéndices, nos dicen, por ejemplo, que 

-El ánimo del autor… pues sí, también tiene un final, ha de seguir adelante con su vida, digamos, de escritor. 

-No volveremos a saber nada más, por ejemplo, de 

       Lo que fue de los reyes de Núménor, algo más …, 

       Lo que fue de los reinos en el exilio,

       Lo que fue de los herederos de Isildur, 

       Lo que fue de Gondor, 

Lo que fue de Arwen tras la muerte de Aragorn, 

Lo que fue de los linajes de los Reyes de la Marca, 

Etc., etc., y etc. 

Todo esto es, verdadera, gigantesca y francamente triste. Y la desazón puede alcanzar cimas más elevadas que las más elevadas montañas de la Tierra Media. Y tal es así porque nosotros, aquellos que queremos saber más y vemos, sin embargo, que nada más vamos a saber pues ha sido establecido por Ilúvatar, nos preguntamos si es que el autor de este maremagnum y tormenta del corazón quería eso o, a lo mejor, sólo pretendía que nos adentrásemos en los Apéndices y allí nos quedáramos. Sería, algo así, como esperar que fuera de todo orden lógico o real, se ensanchara la narración y lo que ahora nos parece imposible se hiciera posible y todo lo que ahora es inalcanzable lo tuviésemos al alcance de un “gracias por haber querido llenar nuestros corazones con más aventuras inesperadas o, en fin, con más caminos que recorrer y metas imposibles de alcanzar.”

Al fin y al cabo, todo esto no es más, ni menos, que el simple porvenir de una ilusión.

 

Eleuterio Fernández Guzmán Erkenbrand de Edhellond

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

…………………………….
Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

6.03.20

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien – “Bueno. Estoy de vuelta”

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Resulta curioso que unas obras como son El Quijote y El Señor de los Anillos tengan un final tan parecido pero, en el fondo, tan distinto. 

Lo primero lo decimos porque la obra del genial Cervantes termina con un “Vale” y la otra, la de nuestro maestro Tolkien, con un “Bueno, ya estoy aquí”. Y podemos decir que sí, que en esto son más que parecidas porque lo hacen de una forma un tanto sorprendente. 

Sin embargo, son, como decimos arriba, muy distintas en el fondo porque suponen todo lo contrario. Y queremos decir con esto que mientras que El Quijote parece decir, la obra en sí, con el “Vale” que hasta aquí se ha llegado, que no se puede continuar o, en fin, que ya es suficiente, con el “Bueno, ya estoy aquí” no es la misma sensación la que tenemos sino que da la impresión de que sí, que Sam ha vuelto y que, en efecto, está ya en su pueblo de La Comarca pero eso no quiere decir que todo se haya terminado sino que queda mucho más por vivir, hacer y ver. 

El caso es que el “Ya estoy aquí”  supone mucho. 

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28.02.20

J.R.R. Tolkien – Una ventana a la Tierra Media – Carta a Tolkien

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Es más que conocido que nuestro autor, J.R.R. Tolkien o, simplemente, conocido como Tolkien, escribió muchas cartas a lo largo de su vida. Su lectura es verdaderamente crucial para quien quiere conocer más de cerca muchos de los acontecimientos de su vida, el devenir exacto y circunstancial de lo que estaba escribiendo y, en fin, muchos de sus pensamientos más íntimos.

El que esto escribe ha creído que también se le puede enviar una carta a nuestro querido profesor de Oxford. Y sabemos que la recibirá porque allí donde esté (nosotros creemos que en Cielo, si Dios ha querido que así sea) todo puede verse.

Y eso es, pues, lo que hacemos ahora mismo.

Muy estimado profesor Tolkien,

El que esto escribe ha recibido sus Cartas o, al menos, ha podido leerlas que, en un sentido más que cierto, puede considerarse la misma cosa. Y espera que reciba estas cuatro letras con gozo porque sabe, a ciencia y corazón ciertos, que hay muchas personas que pueden pensar, a lo mejor, lo mismo.

No puedo negar que cuando uno se acerca a su obra lo hace con cierta precaución. Y no se trata de que sea algo imposible de llevarse al corazón sino que supone acercarse a lo que es considerado como lo mejor en el tipo de literatura de que se trata que se haya escrito. Y bien sabemos que imitadores de su obra hay más que muchos e, incluso, los hay que se han visto beneficiados con pingües beneficios por la adaptación de otros libros que, en cierta forma, vienen a decir cosas muy similares a las que usted dejó dichas y siendo, así y por tanto, el primero en decirlas también ha de ser el primero en ser felicitado.

Muy querido profesor Tolkien. Debo darle las gracias por haber hecho posible que la imaginación de millones de seres humanos haya dado un salto más que grande hacia un mundo o, mejor, una Tierra, la Media, en la que toda virtud tiene su asiento y donde, ¡Ay!, toda maldad se arremolina alrededor del Bien para causar daño porque eso ha sido, es y será, el papel que desempeña todo lo malo que hay en el mundo y, también, en su/nuestra Tierra Media.

Muy querido profesor Tolkien. También debo agradecer que su obra haya sido escrita de tal forma que puede unir, en ella misma, a personas de muy distinta índole. Y quiero decir con esto que no hay acepción de religión, pensamiento o idea que, en sí mismas, puedan alejar de apreciar en mucho lo bueno que tienen las páginas escritas por usted. Y eso, es cierto, es algo más que bueno y mejor y es algo que le apuntamos en su haber porque supone la conformación de un grupo muy heterogéneo de personas unidas por un vínculo común de ríos, paisajes, personajes, acciones, batallas, perdones y demás realidades que usted supo construir.

Muy querido profesor Tolkien. No pueden menos que agradecerle, también, que haya ensanchado el corazón para que quepa en él todo lo que es posible cuando se quiere que lo sea. Y eso es una verdad que no deberíamos olvidar nunca. Y es que ¿No es posible la existencia de una Tierra, llamada por usted Media, donde pueda triunfar el Bien sobre el Mal y donde lo virtuoso prevalezca sobre lo corrupto y corrompido?

A esto, me gustaría responder que sí aunque enseguida sería rebatido por la realidad en la que vivimos ahora y, seguramente, en la que usted mismo vivió en aquellos años en los que concibió, escribió y dio a luz su nunca demasiado bien ponderada obra literaria.

Muy estimado profesor Tolkien. Aunque es más que posible que pudiera decir más cosas sobre usted, también es seguro que podría ser calificado de pedante o de pesado y eso, que son adjetivos muy alejados, alejadísimos, de su obra, no puede caber aquí.

Es por eso por lo que se despide quien tanto tiene que agradecer a quien tanto le ha dado y le deseo una vida eterna donde, algún día, podamos encontrarnos,

 

Eleuterio Fernández Guzmán Erkenbrand de Edhellond

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

21.02.20

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien – Microrrelatos V

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Como es bueno ser perseverante  en lo que consideramos bueno y mejor, estamos aquí de nuevo para aportar una nueva serie de microrrelatos después de que, como es fácil deducir del número del título del artículo, lo hayamos hecho en cuatro ocasiones. Y es que la cosa da para esto y para mucho más.

De nuevo, rogamos sepan disculpar los amables lectores los fallos que pudiera haber en ellos porque, al fin y al cabo, cada cual da lo que puede y sabe…

 

Eru estaba al Principio. Y lo creó todo porque quería una continuación de aquella primera forma de ser las cosas. Y todo lo hizo como quiso hacerlo.

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Hubo quien, entonces, quiso hacer disonancia a través de la música. Y es que el Mal había empezado a dar dolores de cabeza al Subcreador.

 

Melko era, en definitiva, un pobre Valar. Quiso destruir todo lo bueno y quiso imponer su negrura de corazón a sus hermanos y hermanas subcreados. Y ya sabemos como todo terminó, luego, mucho después.

 

Fëanor creó y Fëanor perdió su creación. Hubo, entonces, mucha ira y mucha rabia encendida en su corazón. Incluso los cuentos dicen que huyó para no tener que volver a hacer lo que hizo.

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14.02.20

J.R.R. Tolkien – Un amor propio de este día: Carta de Beren a Lúthien

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Antes de la carta, supuesta, que J.R.R. Tolkien (aquí Beren) escribe a su amada Edith, conocida como Lúthien, esto sobre el santo de hoy, el verdadero San Valentín, el de verdad y no el manipulado que tantos negocios, al parecer, ampara y cobija.

Valentín, sacerdote que vivía en Roma, tuvo que sufrir, también, aquella persecución.

Claudio II, emperador que, por entonces, gobernaba el Imperio, no gustaba de los matrimonios porque entendía que un hombre soltero era mejor soldado. Eso le llevó a prohibirlos con el consiguiente malestar, es de suponer, entre aquellos que ponían por encima de tan noble labor de soldado una vida familiar que, además, podían compatibilizar con tal trabajo.

Valentín no estaba de acuerdo con tal medida y seguía celebrando matrimonios aunque es de entender que en secreto. Eso era un desafío en toda regla a las órdenes del emperador y tal forma de actuar no iba a tardar en acarrearle malas consecuencias porque, además, el sacerdote díscolo a las normas imperiales gozaba de una muy reconocida fama en toda Roma.

Claudio II llamó a Valentín a que se presentase ante él y Dios, como suele suceder en muchos casos, le tenía reservada una sorpresa bastante grande.

Como es de creer que Valentín no diera a entender al emperador que haría lo que quería, el poderoso romano hizo que encarcelasen al sacerdote.

Interrogado por Asterio, teniente del prefecto de Roma (Calfurnio), Valentín afirmo que Jesucristo era “la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” lo que supuso, además, un gran desafío a los dioses paganos.

Y, entonces, aquel oficial quiso poner en ridículo a Valentín (a lo mejor como siglos antes hicieran aquellos romanos que pusieron un manto harapiento a Jesús y lo saludaran como rey de los gusanos) y le pidió que si tan grande era su poder (por haber estado predicando el cristianismo) que le ofrecía una gran posibilidad de demostrar lo que decía acerca de aquel Jesucristo.

¿Qué era lo que le proponía?

Algo tan difícil, según entendía Asterio, que devolver la vista a una hija suya. Así, le espetó “devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano”.

Y Valentín, como era de esperar, hizo lo que tenía que hacer un discípulo de Cristo e invocando a Dios dijo “Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva”. La hija de Asterio recobró, de inmediato, la vista y tanto el propio oficial como su esposa, conmovidos por lo que habían visto, le pidieron el Bautismo a Valentín y, con su familia, se convirtieron a la fe católica.

¿Qué haría el Claudio II ante esto?

Aquel hombre pagano y dado en sacrificar a sus dioses no podía negar lo que acababa de ver y, al igual que hiciera Pilato con Jesús quiso salvar a Valentín. Y, sin embargo, el mismo miedo que cayó sobre el Gobernador romano que hiciera azotar a Cristo hizo lo propio con el emperador y, no queriendo aparecer como sospechoso de ser amigo de cristianos se vio en la obligación maléfica de enviar a la muerte a Valentín.

Ordenó que fuera encarcelado y, cargado de cadenas, fue apaleado hasta que sus huesos se quebraron. Y, como solía suceder por aquel entonces y ya hemos visto en muchos mártires cristianos, fue la degollación lo que le llevó, de forma definitiva, a la Casa del Padre donde, con justicia, es tenido como patrón de los enamorados.

En fin… ya sabemos algo de la vida de aquel sacerdote santo tan nombrado en un día como hoy.

 

Y, ahora, como hemos dicho arriba, la carta, sin presuponer nada… sólo gozo y ansia de que así sea.

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