InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Sujetos activos contra la fe

18.05.11

Los antisistema están en el sistema

Resulta, a veces, bastante curioso que se intente utilizar un lenguaje que, en realidad, oculta la verdad de las cosas. No se trata, siquiera, de uno que lo sea políticamente correcto (muy común entre izquierdas, derechas y cristianos mundanizados) sino, simplemente, del uso de las palabras para decir algo despistando al personal.

Por ejemplo, cuando alguien utiliza la palabra “antisistema” refiriéndose a ciertos grupos de, por lo general, jóvenes, lo que quiere decir es que se dicen así las personas que no están de acuerdo con el sistema capitalista y con lo que el mismo representa. Tampoco lo está, por cierto, la Iglesia católica cuando el que lo es así, se ejercita de forma salvaje (”dentro de esta práctica de por sí aceptable se producen abusos -diferentes formas de injusticia, de explotación, de violencia y de prepotencia-, y entonces se llega a las formas del capitalismo salvaje. Son los abusos del capitalismo lo que hay que condenar", dijo, en una ocasión, el beato Juan Pablo II).

Sin embargo, a veces, se utiliza tal término cuando, en realidad, se está ocultando lo que, en verdad, pasa.

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17.05.11

El castigo de Dios según algunos

Cuando sucede una tragedia como la que aconteció recientemente en Lorca (Murcia, España) es más que probable que algunas personas quieran aprovechar los acontecimientos para medrar a su favor. Así, por ejemplo, se ha detectado que algunas personas han acudido a los campamentos situados para atender a las personas afectadas para aprovecharse de los bienes (materiales como, por ejemplo, comida) y pescar en río revuelto.

Eso es cosa, seguramente, de la picaresca que aprovecha la más mínima ocasión para hacer de las suyas.

Pero hay otro tipo de actuaciones que no son admisibles porque están tratando de hacer daño al concepto que se tiene de Dios (con mayúscula porque se trata del Creador) y hay que desenmascararlas pronto.

Así, por ejemplo, están las personas que quieren hacer uso de su particular visión de lo religioso para decir cosas que no tienen que ver con la realidad y, también, están los medios de comunicación que aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para sembrar doctrina acerca de lo religioso.

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11.05.11

Lo que un ignorante puede llegar a decir

Alguno puede estar pensando que el que esto escribe está volviendo a faltar a la caridad cristiana y no ha atendido a lo que dijo el beato Juan XXIII en el Discurso de inauguración del Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962 acerca de que “la Esposa de Cristo prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad. Piensa que hay que remediar a los necesitados mostrándoles la validez de su doctrina sagrada más que condenándolos”.

Pues no, no se trata de eso sino de hacer patente que hay ocasiones en los que una persona manifiesta un desconocimiento total de lo que dice. De ahí lo de la ignorancia de ciertas personas.

Cuando el que esto escribe estudió su carrera de Derecho aprendió a distinguir entre lo que es el “error” y lo que es la “ignorancia”. Así, en el primero incurre quien tiene un desconocimiento, digamos, salvable de una determinada realidad; en la segunda quien manifiesta un total desconocimiento de lo que se esté tratando. Y eso, como es obvio, lo incapacita para, siquiera, plantear algo que pueda parecerse a una idea.

Entonces se cae en el lugar común que es lo mismo que decir que se refrenda la ignorancia con un exceso de labia y de sacar a pasear a la sinhueso, vulgo lengua.

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4.05.11

!El que faltaba¡: ahora Hans Küng

Da la impresión de que la beatificación ha sido lo mejor que ha podido hacer Benedicto XVI y, también, lo mejor que le ha podido suceder a la Iglesia católica.

Cualquiera diría que esto lo diga alguien como el que esto escribe no es nada nuevo. Y así es.

Esto lo digo porque si han sido algunos los que han despotricado en contra de la beatificación del Papa polaco y estos son los que se dicen católicos siéndolo, tan sólo, por haber recibido algún que otro Sacramento pero demostrando que están muy lejos de poder ser considerados de tal forma, que ahora salga el díscolo Hans Küng confirma, por si no era ya suficiente que, como dijo Pilato, lo hecho, hecho está. Y requetebién hecho.

¡Esto es una fiesta! Los anfitriones de la misma son individuos que se caracterizan por meter el dedo en el ojo de la Iglesia católica y hacer todo lo posible para sembrar cizaña y, si eso es posible, recoger alguna nuez después de haber sido ellos mismos los que han movido el árbol, zarandeándolo pero apartándose para que no les caiga ningún fruto en su dura cabeza.

Por otra parte, ni es pesado ni duro ni nada que se le parezca estar ojo avizor para ver quién mete la extremidad hasta el corbejón sin intención de sacarla y disimular mirando para otro lado como si la cosa no hubiera sido con ellos. Tiran la piedra pero, para su desgracia, no esconden la mano. Esto no lo hacen por valentía sino porque saben que poco pueden hacer con su actitud sino, en todo caso, que alguna vez se les devuelva la pedrada en forma de amonestación y, ¡Quién sabe!, de excomunión.

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3.05.11

¡Tamayazo!

En su nido preferido donde lo acogen (“El País”) como a un hijo, el pseudocatólico y supuestamente creyente Juan José Tamayo ha tenido que volver a meter la extremidad el día más inoportuno: el de la celebración de la Vigilia de la Beatificación de Juan Pablo II. Y esto es lógico, porque lo odia a muerte y así realizaba su particular vigilia negra.

Hay que reconocer que la disidencia en la Iglesia católica es, además de patética y quiero-pero-no-puedo, poco graciosa. Dan pena porque, al fin y al cabo, son como los que saben que nada pueden hacer para imponer lo que creen pero hay están, dando sosa al mundo.

Da la impresión de que no son capaces de entender las señales que los creyentes les enviamos. Cuando en el funeral por el ya beato Juan Pablo II Papa se mostraron pancartas con aquel “Santo Súbito” quedaba meridianamente claro lo que querían los allí presentes y, con ellos, muchos millones de católicos que en el mundo somos. No había duda alguna.

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