InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: General

13.07.08

Juan Pablo II Magno - Jesucristo

Juan Pablo II Magno

Era de esperar que, al igual que le ha sucedido a Benedicto XVI (y como prueba de esto ahí está su “Jesús de Nazaret”), la persona de Jesucristo fuera muy importante en la vida de Juan Pablo II Magno. Por eso en muchos de los documentos que escribió el Papa polaco aparece Cristo en su plenitud de Dios y en su plenitud de hombre, pues ambas realidades son la misma realidad.

Dice en la Exhortación Apostólica Christifideles Laici (34) que “Sólo Él tiene palabras, ¡Sí! de vida eterna”.

La eternidad prometida lo fue en boca de un hombre. “En cuanto hombre se ha convertido en sujeto suyo, uno de millones y millones, y al mismo tiempo Único”. Dice esto en la Encíclica Redemptor hominis (RH desde ahora), la primera de las suyas. Era, por tanto, Jesucristo, hombre como los demás pero Dios mismo.

Lo que Cristo ha sido, y es, para la humanidad, no dejó de ser contemplado por Juan Pablo II Magno. Así, “Es el cumplimiento del anhelo de todas las religiones del mundo y, por ello, su única y definitiva culminación” (Carta Apostólica Tertio millenium adveniente, de 1994)

No cabe, por tanto, buscar a nadie más, ni en otra religión ni en cualquier otra supuesta espiritualidad, pues Jesucristo es el ser divino esperado por la humanidad desde el principio de los tiempos, desde que el Génesis mostró la Creación y, en ella, al ser humano hecho vida y semejanza de Dios hasta nuestro mismo presente, tan atribulado para la fe.

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12.07.08

Embriones, laicismo y dignidad humana

Como el laicismo no deja ningún ámbito de la vida de las personas sin tocar y sin, por eso, estropear lo que toca y convertirlo en sujeto de sus caprichos, hay algo a lo que no podía resistirse porque, en verdad, es el origen de todo lo demás.

Como el laicismo no tiene ningún apego a lo que se pueda denominar vida ajena porque, entre sus postulados, se acomoda el nihilismo, el relativismo y todo lo que pueda ser o sonar a contrario al ser humano, era evidente que no podía evitar (ni quería, tampoco) algo tan fundamental para la humanidad al ser, por decirlo así, el sustrato sobre lo que se construye el resto de la existencia.

Como el laicismo no es, digamos, defensor de lo bueno, ni de lo admirable, ni de lo que vale la pena apoyar, ni de lo que es, ciertamente, fuente de esperanza para la humanidad, ni de lo que puede ser luz para el mundo, ni de lo que a cualquier persona puede ilusionar, ni de lo que se basa en el ser frente al tener, ni de lo que es, en fin, bueno y positivo, era de esperar que, cuando cayera en sus manos la posibilidad de manipular al ser humano desde su más tierno comienzo, iba a poner su ponzoñosa ideología a funcionar y, efectivamente, a matar.

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11.07.08

Principios laicistas.- y III.-Crucifijos y símbolos

El arzobispo de Valladolid, don Braulio Rodríguez Plaza, tras la inauguración, el pasado martes 8 de julio, de la XVIII Aula de Verano de la Diócesis de Valladolid en el Centro Diocesano de Espiritualidad manifestó, sobre la voluntad de retirada de los crucifijos de lugares públicos, que “Sólo demuestra la ignorancia de Zapatero

Y es que es difícil decir tanto y tan cierto en tan pocas palabras porque, en realidad, ser ignorante en determinado tema o asunto es manifestar un desconocimiento total sobre tal tema o tal asunto. Y tal es el caso.

Pero quizá será suficiente con mostrar un caso que, aunque de carácter particular, puede ser el modelo a seguir por quienes pretenden que la situación llegue a tal extremo; poner un ejemplo de lo que ni puede producirse ni es recomendable que se produzca.

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10.07.08

Educación para la Ciudadanía o el totalitarismo legal

El obispo de Sigüenza-Guadalajara, Monseñor José Sánchez González puso, como se suele decir, el dedo en la llaga, en lo tocante a la malhadada Educación para la Ciudadanía.

Algunas de las verdades que ha dicho el pastor que conduce la diócesis castellana, en una carta que dirigió a los medios de comunicación, han sido:

1.-No estamos de acuerdo con el método ni con determinados objetivos, ni con algunos criterios de evaluación. Menos aún, con su filosofía y la concepción, por ejemplo, de horizonte cerrado a la trascendencia, de relativismo y de ideología de género, que subyacen a esta ley

Es cierto lo que dice el obispo de Sigüenza-Guadalajara. Tampoco podemos, los cristianos y católicos, con el sentido primero y básico que tiene EpC. Para las personas que creemos en el Reino de Dios es muy importante reconocer que nuestras vidas tienen un sentido que va más allá de lo material que hay en la que vivimos en esta tierra.

Por eso no es posible entender admisible que se pueda negar la misma realidad de la trascendencia porque se impone el más terrible relativismo que no concede el beneficio, siquiera de la duda, a nuestra fe y a nuestra creencia en Dios ya que, cuando todo es aceptado nada, en realidad, se acepta sino que, utilizando tal argumento se le quita importancia a la fe.

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Principios laicistas.- II.- La eutanasia

El Obispo de Santander, Monseñor Vicente Jiménez Zamora, ha dicho, sobre la eutanasia, que “cualquiera que sean los motivos y los medios, es moralmente inaceptable“.

Parece que lo dicho por don Vicente queda meridianamente claro.
Además, ha insistido en que “el derecho a la vida es un derecho fundamental de carácter pre-político, en el que se basa todo el sistema de defensa y de tutela de los derechos humanos“.

Pero, ¿Qué se pretende con la eutanasia?

Dicen, aquellos que la defienden, que se trata de proporcionar un morir adecuado a las personas que se encuentran en una situación tal que les impide, es posible, decidir sobre la misma y, sobre todo, ser conscientes de que pueden acabar, rápidamente con tal sufrimiento. La solución es radical, pronta, poco valiente: se les mata y a otra cosa.

Eso sí, con todas las aceptaciones y acuerdos de la ley que para eso estamos en un sistema democrático y todo se soluciona echando mano al poder legislativo.

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