InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Abril 2022

14.04.22

Triduo Pascual: Jueves Santo

Jueves Santo: Qué y cómo se conmemora este día

Durante este mismo jueves, mañana viernes y el próximo sábado vamos a procurar vivir el Triduo Pascual como lo que es: una unidad. Es decir, no hablamos de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo sino de Jueves Santo-Viernes Santo-Sábado Santo porque uno es el camino que lleva a Cristo a morir y a resucitar y uno ha de ser el camino que nosotros sigamos para lo mismo y por lo mismo.

Para eso, vamos a tomar el mismo como un camino en el que damos pasos, tres en concreto: el primero lo daremos hoy jueves, Santo a más señas; el segundo, mañana viernes, Santo día en el que Jesús entrega su vida; por fin, el tercero, lo daremos el sábado, Santo día de espera de la Iglesia de Cristo.

En realidad, lo que hacemos en el Triduo Pascual es dejar que el Creador pase por nuestra vida lo mismo que pasó por la vida del pueblo elegido (Ex 12,1-8.11-14) para poder ser salvados, para ser liberados de la esclavitud del mundo, del demonio y de la carne. Es decir, lo que hacemos es algo así como manifestar a Dios que queremos que pase por nuestra vida porque queremos que cambie, que nos ayude a cambiar, lo malo que hay en nosotros, la tendencia al pecado de la que parece no podemos librarnos.

El primero de estos días es hoy mismo, Jueves Santo, primer paso de este nuestro camino.

¿Qué debemos tener en cuenta de este día?

Semana Santa – Triduo Pascual: Jueves Santo de fraternidad y de servicio

Las Sagradas Escrituras nos hablan de lo mucho que pasó en la Última Cena. De todas formas, algo nos queda meridianamente claro: Jesús se puso a lavar los pies a sus discípulos porque quería servirles. Era, además, un ejemplo de cómo ellos debían actuar. Así lo dice en un momento determinado después de haberles lavado los pies y decir, casi sin palabras, lo que era más importante: entregarse por el prójimo, echar una mano al prójimo, ser hermano del prójimo. Por eso a este jueves, Santo, se le llama del “amor fraterno” porque nada hay de más amoroso que dar la vida por amigos y aquella Cena, la Última era el principio de la entrega máxima, extrema, de parte del Hijo de  Dios.

Pero otras cosas debemos tener en cuenta en este primer paso. Y es que Cristo constituye sacerdotes a los apóstoles que cenaban con Él. Luego, como sabemos, el sacerdocio ha ido aumentando según las necesidades de la Esposa de Cristo. Por eso debemos tener a los que deciden entregarse  a Dios y a los hombres de una manera tan sagrada y especial como hermanos nuestros que nos hacen múltiples favores espirituales (nos llevan por el camino, nos perdonan los pecados en nombre de Jesucristo, nos administran los Sacramentos, etc.)

De todas formas, aquel jueves, Santo, Cristo perpetuó su memoria para siempre, siempre, siempre. Y es que constituyó la forma de recordarlo y que tal forma pasara de generación en generación. Constituyó, así, la Santa Misa, aquella Acción de Gracias con la cual Él mismo nos entregaba su Cuerpo y su Sangre para que lo trajéramos a la memoria, para que hiciéramos memoria suya. Y es que, eran, en verdad, su Cuerpo y su Sangre cuando bendijo aquellas especies de pan y de vino y las transformó, ya para toda la eternidad, en instrumento espiritual de salvación y de vida eterna. Y lo hizo porque quiso y porque podía hacerlo, con el poder de Dios, Él mismo hecho hombre pero, entonces, en cuerpo de ser humano mortal, se entregó en aquella misa a modo de altar sagrado donde se iba a inmolar el Cordero de Dios. Y se inmolaría, y moriría y nos salvaría.

 La Pasión de Cristo, de Mel Gibson – Jóvenes Católicos

Servicio, pues; sacerdocio, pues y, por fin, Santa Misa. Estas tres formas de manifestar la gloria de Dios en el Amor del Padre, son las que Jesucristo proclamó en aquella Última Cena.

Y nosotros, que tantos siglos después recordamos aquello en un momento en el que el mundo quiere olvidarse de Dios, no podemos, ¡qué menos!, que agradecer a Dios por haber hecho, con su descendencia, una merced tan grande como aquella. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

11.04.22

De Ramos a Resurrección

Semana Santa 2022: 9 datos sobre el Domingo de Ramos

En el Plan de Dios existía un tiempo en el que su más perfecta creación iba a pasar por un mal momento. Y no es que el creador dispusiera que así sucediera sino que el don de la libertad podría conllevar la toma de decisiones en un sentido equivocado. Y, ciertamente, así aconteció. La buena voluntad de Dios se había manifestado con un hombre como abrám. Entre ídolos paganos vivía aquel que iba a ser amigo del creador. Y no vivió en malas condiciones: ni era pobre ni estaba en vías de serlo. Al contrario: disponía de muchos bienes y bien podemos decir que era un hombre de ciertos poderes económicos.

Decimos que era buena la voluntad de Dios porque cuando le propuso a abrám que lo dejase todo (incluso su propio nombre) y fuese allí donde le dijera, quería que el ser humano (con aquel pequeño grupo) iniciase el camino de salvación. Es fácil imaginar que muchos de los que vivían con abrahám (ya abrahám) no estaban de acuerdo con aquello de seguir lo dicho por un Dios al que no conocían, del que no tenían noticia y, por último, del que no sabían siquiera el nombre. Por eso algunos de ellos prefirieron seguir en aquel mundo de seguridad personal (con sus bienes a buen recaudo) y no andar por el desierto hacia no sabían dónde. Tal hizo, en aquel momento, su hermano Nacor. Otros, sin embargo, aceptaron el reto que no era otro que iniciar una existencia tan nueva como suponía dejarlo todo a cambio de una promesa. 

Aquellos hombres, mujeres y niños, de más o menos edad, fueron los primeros que siguieron, conscientemente, la voluntad de Dios. Quisieron hacer lo propio con abrahám, en quien confiaron para ser su pastor por aquellos lugares ciertamente inhóspitos. Y se propusieron ser fieles a la palabra de Quien, con él, había hablado como si de un amigo se tratase.

Tendrían, sin embargo, que pasar muchos siglos para que aquella historia de salvación llegara a su culminación. Y es que hubo un tiempo en el que Dios quiso enmendar los muchos errores en los que los hombres habíamos incurrido y optó por enviar a su Hijo al mundo. Y entonces, conforme estaba escrito, el cordero de Dios iba a ser llevado al matadero.

Jesús era consciente de que los últimos días de su vida, de su primera venida al mundo, no iban a ser muy agradables. Es decir, humanamente hablando lo iba a pasar muy mal: iba a ver, los demás también, cómo culminaba la persecución que había recaído sobre su persona desde que empezara a predicar tras su venida del desierto y haber vencido las tentaciones del maligno; se iba a comprobar cómo era posible torcer las cosas de tal forma que se le inculpara de lo que no tenía culpa y se le acusara, con falsedad, sobre lo que no era cierto. Muy a pesar de lo que cualquiera podría haber hecho en tales circunstancias (conocimiento de todo lo que tenía que pasar) el Hijo de Dios no se arredró ni quiso que pasara aquel cáliz que debía beber. Al contrario fue lo que hizo: entró en Jerusalén en loor de multitudes. Y aquella semana, que empezó el domingo que entrara en gloria en la ciudad santa, iba a tener un recorrido que culminaría con un humano fracaso pero con un espiritual triunfo.

De todas formas, la mayor victoria estaba aún por llegar. Vendría de su voluntad de cumplir la de Dios. Y sería como un espejo donde, en lo sucesivo, todo discípulo suyo debería mirarse para no errar en la forma de caminar hacia el definitivo Reino de Dios. El caso es que todo el recorrido espiritual que se había iniciado con su bautismo en el Jordán por parte de Juan el Bautista, debía tener un final. Los últimos tiempos, inaugurados con su nacimiento en Belén, iban a tener una rúbrica, un final, ciertamente glorioso. E iban a ser recordados como unos que lo serían de sangre y luz: de sangre por la que vertería el Hijo engendrado de Dios y con la que regaría, abundantemente, la tierra desde entonces santa; de luz porque iluminaría la vida del ser humano hasta la segunda venida de aquel que, en aquel escaso tiempo, iba a demostrar hasta dónde puede llegar alguien que ama a Dios Padre. En un modo más que cierto, si miramos con atención aquellos días nos daremos cuenta de que fueron muy pocos. En apenas una semana lo malo culminó su malicia y lo bueno, su bondad. Todo sucedió, digamos, de domingo a domingo, de Ramos a Resurrección.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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9.04.22

La Palabra para el Domingo – 10 de abril de 2022

Resultado de imagen de SAnta Biblia

 

Como es obvio, hoy no es  domingo 10 sino sábado 9 de abril de 2022.  Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  

Lc 23, 1-49

  

“Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: ‘Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.’ Pilato le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ El le respondió: ‘Sí, tú lo dices.’ Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: ‘Ningún delito encuentro en este hombre.’ Pero ellos insistían diciendo: ‘Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.’ Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y les dijo: ‘Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.’ Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: ‘¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!’ Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato. Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús, pero ellos seguían gritando: ‘¡Crucifícale, crucifícale!’ Por tercera vez les dijo: ‘Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.’ Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes. Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

 

Jesús, volviéndose a ellas, dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?’ Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: ‘Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.’ Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: ‘A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.’ También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: ‘Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!’ Había encima de él una inscripción: ‘Este es el Rey de los judíos.’ Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’ Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.’ Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.’ Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.’ Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre,’ en tus manos pongo mi espíritu y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: ‘Ciertamente este hombre era justo.’ Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.”

 

 

COMENTARIO

 

Pasión de Cristo; una eterna Pasión

 

Es evidente que, aunque sea con humildad, corresponde, al que esto escribe, hacer, siquiera, mención de lo que al fin y al cabo supone esta semana que hoy, por decirlo así, comienza. La llamamos grande porque, para el cristiano, el tiempo que discurre entre la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén, hoy mismo, hasta que fuera encausado de forma inicua, acusado, cumplida la sentencia de muerte en cruz y ocurrida su Resurrección es, en esencia, lo más importante que nos ha ocurrido como creyentes. Es más, somos creyentes al aceptar todo eso…

Es, por eso mismo, una Pasión eterna, una Eterna Pasión.

Muy a pesar de lo que pueda pensarse, Jesús no encuentra en Dios a un Padre que lo abandonaDecía el, entonces, Cardenal Joseph Ratzinger (1) que “Jesús no constata la ausencia de Dios, sino que la transforma en oración”. Y aquí radica la fuerza que podemos obtener también nosotros para cargar con nuestra cruz. Él lo hizo, el primero, con la suya.

Entonces bien podemos preguntarnos por qué hablamos de una Pasión que es eterna, la razón por la cual el camino que recorrió Jesucristo en aquellos escasos días es, exactamente, la misma senda que cada cual caminamos hasta que, en el Reino de su Padre, podamos reencontrarnos con el Amor de forma definitiva y, claro, eterna.

¿Cuántas veces no entramos triunfales por los quehaceres de nuestra vida y, a pesar de lo malo que pueda sucedernos nos sentimos algo más felices? Sin embargo, como dice S. Josemaría (2): “El cristiano no debe esperar, para iniciar o sostener esta contienda, manifestaciones exteriores o sentimientos favorables”. Por tanto, la interioridad de nuestra fe, muy a pesar del decir y entender del mundo ha de prevalecer por sobre el siglo.

Por tal causa padecemos, como lo hizo Cristo. Sin embargo, bien sabemos, como dijo el naví Ezequiel (3) (y bien podemos poner estas palabras en la boca santa de Cristo) “Yo mismo apacentará mis ovejas. Yo mismo las llevaré a la majada. Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré a la que esté herida, curaré a las enfermas… Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yavé, cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron”

He aquí, pues, remedio a nuestra pasión (pequeña frente a la Pasión de Cristo) porque ¿Cuántas veces no nos extraviamos por el mundo y sus llamadas y nos alejamos de Dios? Entonces enfermamos de fe, perdemos la savia que antes nos vivificaba, somos ovejas sin pastor, extraviados del redil del Padre.

Sin embargo, a sabiendas de ser atacados por causa de nuestra fe (hemos de ser, por eso, dichosos por bienaventurados), acusados de ser lo más retrógrado que en el mundo hay; habiendo visto zaherido a Dios, insultado a Cristo, hermano nuestro y Dios mismo; rememoradas las persecuciones antiguas con los métodos modernos; poniendo en lugar inmerecido al sucesor del depositario de las llaves de la Iglesia y viéndonos, esto hay que decirlo, caricaturizados como algo risible cuando no deplorable, “hoy, como ayer, del cristiano se espera heroísmo /…/ Cuando se pelea de continuo, con Amor y de este modo que parece insignificante, el Señor está siempre al lado de sus hijos, como pastor amoroso” (4).

Por eso, el hoy que vivimos, también es (aunque no sólo) semana de Pasión.

Sin embargo, al igual que siguieron a las palabras de Jesús en la cruz (últimos momentos de su vida de hombre) a aquel “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (5) Lo que, al fin y al cabo, siguió lo que tenía el destino mismo de su decir y sentir:

“Los confines de la tierra lo recordarán, y volverán al Señor” Contará su justicia al pueblo que ha de nacer: ¡Todo lo que hizo el Señor!” (6)

Imágenes de Domingo de RamosY, como muy bien dice José Bortolini “la imagen más hermosa de Dios en este Salmo es, por tanto, la de Dios que escucha el clamor del pobre que padece injusticia y lo libera, haciéndole cantar himnos de alabanza…”(7).

De aquí que en la pasión nuestra, también eterna porque va con el ser humano, hemos de buscar consuelo en Dios, en la oración, en su cercanía; pensar, al fin y al cabo, “El Señor, en su misericordia, nos ha elegido, nos ha perdonado, nos ha abrazado una y otra vez. Ha cargado con todos nuestros pecados, hemos sido ya perdonados” (8). Con estas palabras, Luigi Guissani, quien fuera fundador de Comunión y Liberación, consuela nuestro corazón.

Vivimos, pues, en una eterna pasión pero, en consonancia con ella, tenemos una esperanza que nos vivifica. Cristo dará, dio, su vida por nosotros y gracias a él estamos, somos, salvados.

Y el Domingo de Resurrección también nosotros, en cierto modo, volvemos a la vida; dentro de una semana, pues.

Nunca hemos de olvidar la causa de tal realidad espiritual ni lo que supone que Cristo hoy entre en gloria y bendiciones en Jerusalém y en una semana cambien tanto las cosas y las circunstancias como para que acabe como acabó…

Tampoco el para qué debemos olvidar.

Notas:

1. En “Via Crucis”, de Editorial Encuentro. Introducción
2. En “Es Cristo que pasa”. Concretamente, en la homilía titulada “La lucha interior”, del Domingo de Ramos de 1971. Editorial Rialp, p. 176.
3. Ez. XXXIV, 15-17; 27.
4. S. Josemaría, ob.cit., p. 191.
5. Salmo 22.
6. Ídem anterior.
7. En “Conocer y rezar los Salmos” (Comentario popular para nuestros días). Editorial San Pablo, p. 120.
8. “Via Crucis”, ob.cit., p. 58.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

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6.04.22

Lo que está por venir

Semana Santa

Ahora, que estamos apenas a unos días de que, tras el domingo llamado de Ramos, empiece lo que, verdaderamente, es la Semana Santa (hasta el domingo llamado de Resurrección) es conveniente recapitular. 

Sí, ciertamente, se recapitula cuando se ha terminado algo. Sin embargo, nosotros tenemos muchas Semanas Santas a nuestras espirituales espaldas y no es, ésta, aquella primera en la que aún muchas cosas no se sabían y lo que sabía iba a quedar obsoleto en pocos días… Es decir, que ya sabemos el qué y el cómo y eso nos hace la labor más fácil pues no tenemos que tratar de comprender las razones por las cuales a nuestro Maestro lo pusieron en una cruz de madera, lo clavaron a ella y allí lo dejaron morir. No. Nosotros ya sabemos mucho acerca de eso o, al menos, eso es lo que creemos. 

El caso es que lo que está por venir es algo muy importante en la historia de la humanidad que acabó siendo la de salvación de la misma previa muerte del Hijo de Dios. 

¡En efecto! Todo lo que sucederá a partir de la triunfal entrada de Jesucristo en Jerusalén tiene todo que ver con la incontrovertible verdad según la cual Dios quería que su descendencia se salvara. Y por eso envió al Mesías al mundo. Y lo envió por eso y no para instaurar un Reino que sostuviera su poder en las armas del momento como algunos de sus contemporáneos esperaban… 

Por eso, desde el día siguiente al de Ramos, aquel primer domingo de Ramos, se van a ir sucediendo circunstancias que entonces sucedieron pues nosotros nos limitamos a repetir gozosamente lo que los pies de Jesucristo recorrieron, lo que su Palabra dijo y, en fin, lo que acabó siendo su victoria sobre la muerte (¿Dónde está muerte tu victoria?) 

Nada de lo que pasará la semana que viene, después de Ramos, tendrá poca importancia sino que, al contrario, todo ira in crescendo desde el segundo día, el lunes, hasta que el jueves se lleve a cabo la Última Cena y luego… y luego venga todo lo que vino. 

¿Qué significa o, mejor, qué sentido tiene para nosotros la llamada Semana Santa? 

En primer lugar, un momento en el que Dios salva al hombre en el que debemos agradecer un hacer sí y un actuar así pues es muy desprendido con Quien más quiere, su Hijo engendrado y no creado. Y lo hace en bien de cada uno de sus hijos, creados y no engendrados. 

En segundo lugar, un momento en el que podemos ver y admirar hasta dónde es capaz de llegar un hombre para cumplir la Voluntad de Dios. Y no nos vale con decir que sí, que era un hombre, pero que era Dios hecho hombre pues murió como hombre y como hombre entregó su Espíritu a su Padre del Cielo. Y eso debería decirnos algo tan importante como que no es imposible hacer lo que Dios quiere para nosotros y en nuestra vida. 

Y, ya, en tercer lugar, la Semana Santa tiene para nosotros un sentido profundo que llena los recovecos más recónditos de nuestro corazón. Y es así porque nos damos cuenta de algo fundamental: Jesucristo pudo haber hecho otra cosa aunque, en verdad, ni podía ni quería: primero, porque todo aquello ya estaba escrito pero, sobre todo, sobre todo, porque era lo que Dios quería. Y ya está. 

En resumidas cuentas: lo que está por venir es cosa tan nuestra como nuestra propia vida; es más, es, exactamente nuestra vida… eterna.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Está por venir la misma historia de la salvación.

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4.04.22

A menos de una semana de Ramos

Semana Santa 2021: Domingo de Ramos: ¿Cuál es el origen y significado de  esta celebración? | MARCA Claro Colombia

“Al día siguiente, al enterarse la numerosa muchedumbre

que había llegado para la fiesta, de que Jesús se
dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera
y salieron a su encuentro gritando:
‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del señor,
y el Rey de Israel!’ Jesús, habiendo encontrado
un borriquillo, se montó en él, según está escrito:
‘no temas, hija de Sión; mira que viene tu
Rey montado en un pollino de asna’.
esto no lo comprendieron sus discípulos
de momento; pero cuando Jesús fue glorificado,
cayeron en la cuenta de que esto
estaba escrito sobre él,
y que era lo que le habían hecho”
(Jn 12, 12-16)


Todo estaba escrito. Esto se dice muchas veces cuando nos queremos referir a lo que estaba pasando con Jesús. Es más, desde el propio nacimiento del Mesías (se decía en las sagradas escrituras que sería en Belén y así fue como se recoge en Mt 5, 1-3) hasta lo que estaba a punto de pasar, todo, en verdad, estaba escrito. El caso es que el pueblo elegido por Dios llevaba muchos siglos esperando que el mesías fuese enviado por el creador. Muchos habían sido los que habían dejado dicho, por inspiración divina, que en un momento determinado de la historia de la humanidad, llamado los “últimos tiempos”, el Todopoderoso enviaría a Quien salvaría a la humanidad de la dejación y el olvido al que habían sometido a Quien los había creado. Era, así, un intento de salvar lo que estaba perdido.

Y es que Zacarías ya había escrito cómo entraría en Jerusalén el rey de Sión. Entonces dijo que lo haría montado en un asno, “en una cría de asna” (Za 9, 9) y que no sería un rey inactivo sino que, por ejemplo, “proclamará la paz a las naciones” (Za 9, 10). Aquellos que, entonces, proclamaban su júbilo lo hacían de una forma muy concreta: gozaban de aquel momento diciendo “¡Hosanna!”. Además, acompañaban con ramas de palmera aquella expresión de alegría. En realidad, como hemos dicho arriba, todo lo que estaba pasando respondía a la expresión de la voluntad de Dios. Así, por ejemplo, lo expresa el salmo 118, 26 cuando dice “¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la casa de Yahveh os bendecimos”. Aquel salmo se recitaba durante la fiesta de los tabernáculos y se sostenía sobre connotaciones mesiánicas que es, según puede apreciarse, el significado que quiso dar el autor del evangelio aquí traído y, también, el que escribiera el de San marcos (11,9-10).

Y, en cuanto al uso de las palmeras para tal menester se suele sostener, porque seguramente será verdad, que era lo que entonces tenían a mano aquellos que aclamaban a Jesús por ser la vegetación de la zona. Pero hay algo más que no debe concurrir aquí por casualidad:

“Entraron en ella el día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno con aclamaciones y ramos de palma, con liras, címbalos y arpas, porque un gran enemigo había sido vencido y expulsado de Israel”.

El Libro Primero de los Macabeos (13, 51) recoge, en un momento determinado, la victoria de Simón Macabeo sobre sus enemigos. Eso posibilitó la reconquista de la ciudadela de Jerusalén. Y, entonces, como dice el texto, se sirvieron de “ramos de palmera”. Y es por eso que, recordando aquella victoria y la entrada del Rey de Sión recogida en Zacarías, los entonces allí presentes hicieron patente lo que ya se había dicho.


Y sobre aquel “Hosanna” que se incorporó a la liturgia, ya, de los primeros cristianos, es palabra hebrea que quiere decir “salva, te suplicamos” y expresaba muy bien el sentir de aquellos que, dándose cuenta de que había llegado el Mesías a la vida del pueblo de Israel, no podían sino festejarlo diciendo aquello que, en palabra tan escasa, tanto quería decir. 

Todo esto dicho arriba ocurrió y ha de ocurrir el domingo que viene, 10 de abril, que será el llamado “De Ramos”. Y es que, como es verdad, todo estaba escrito y debía cumplirse palabra por palabra que es, como bien sabemos, lo que ocurrirá desde tal domingo al siguiente, en el que recordaremos y celebraremos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. 

En realidad, todo esto ya lo vivimos cada año. Y lo hacemos porque el mismo Cristo nos dijo, en lo que sería su Última Cena, que lo recordáramos y que lo hiciéramos según Él lo estaba haciendo. Sin embargo, eso quería decir (a nuestro modesto entender) que también recordáramos todo lo que había pasado antes o, lo que es lo mismo, que no olvidáramos su triunfal entrada en Jerusalén y, luego, lo que fue pasando día a día pues todo forma parte de los Últimos Tiempos en los que se iba a constatar el triunfo de la Vida sobre la muerte.  

Y nosotros, como fieles discípulos suyos, no olvidamos ni olvidaremos que menos de una semana después de hoy (de aquel “hoy” de entonces) seguramente Jesucristo andaba por los caminos aleccionando a sus Apóstoles sobre lo que pronto iba a pasar. Y estamos seguros de que alguno de ellos no acabó de entender casi nada o, al menos, aún le faltaba mucho (en tan poco tiempo) para entender. Vamos, como a nosotros hoy mismo…

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

A menos de una semana de la Semana más crucial de la historia de la salvación deberíamos tener en cuenta qué significa eso para nosotros.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.