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22.12.20

Recensión: Salmos del siglo XXI. La sombra de tu luz me repara

 

                                     Salmos del siglo XXI: La sombra de tu luz me repara de [Eleuterio Fernández Guzmán]

Título: Salmos del siglo XXI – La sombra de tu luz me repara.

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán.

Editoriales:  CreateSpace (Amazon)

Páginas: 201.

Precio aprox. Amazon:  6, 24€ en papel – 1€ formato electrónico (Kindle)

ISBN Amazon (papel):  979-8579918871.

ASIN (electrónico-Amazon): B08QCNR9S5.

Año edición: 2020. 

Lo puedes adquirir en Amazon

  

Salmos del siglo XXI – La sombra de tu luz me repara, de Eleuterio Fernández Guzmán

 

Reconocemos que este libro es uno que lo es muy anhelado desde hace muchos años. Es decir, de la intención de escribir sobre los Salmos a la escritura, directamente, de unas obras espirituales tan decisivas en la historia de la salvación como son los mismos, ha habido un paso que no deja pocas cosas atrás.

El Salmo, como es bien sabido, es como una forma de dirigirse a Dios, digamos, “especializada”.

Es decir, trátase la cosa de un decir al Todopoderoso cómo se sabe un hijo suyo y, por extensión, el pueblo que ha escogido para que sea, precisamente, el Suyo, no de una forma, por decirlo así, general, sino concreta y refiriéndose a un determinado tema. Por eso hay salmos de acción de gracias, de alabanza, en los que se pide perdón, etc.

Es evidente que los Salmos que contiene la Biblia fueron escritos hace muchos siglos y que lo fueron por quien pertenecía al pueblo judío que fue el que el Creador escogió, de entre los que entonces poblaban la Tierra conocida. Ahora, tantos siglos después, es también más que sabido que eso ha cambiado.

Desde que Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salvase, se procuró un nuevo pueblo. Y no queremos decir que haya olvidado al que quiso muy especialmente durante tantos siglos. No.

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19.12.20

La Palabra para el Domingo - 19 de diciembre de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 20 sino sábado, 19 de diciembre de 2020. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

 

Lc 1, 26-38

  

“26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.28 Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.’ 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.30    El ángel le dijo: ’No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.’ 34 María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’ 35  El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por  eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36   Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37   = porque ninguna cosa es imposible para Dios.’ = 38   Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.’ Y el ángel dejándola se fue.

      

 

COMENTARIO

 

¡Hágase, Padre, Hágase!

 

Lo que escribe aquel médico llamado Lucas en su evangelio nos muestra hasta dónde puede llegar la confianza, la fe, de alguien que cree en Dios Todopoderoso y sabe que, como es bien cierto, es poco frente a Quien todo lo es y todo lo puede y se sabe, pues, humilde. 

Él Ángel Gabriel tuvo mucho trabajo que llevar a cabo, muchas misiones que cumplir en poco tiempo. Ya se había aparecido a Zacarías, esposo de Isabel y padre de Juan el Bautista, para decirle lo que iba a pasar con aquella que llamaban estéril y para demostrar que, para Dios, nada hay imposible. Primero, pues, se debía sembrar para que naciera el Precursor y, luego, tendría que acudir a la casa de una joven virgen para anunciarle, entre otras cosas, que era la “llena de gracia”. 

No podemos negar, a nadie se le ocurriría pensar otra cosa, que María, aquella joven a la que se dirigió el Ángel del Señor, estaba turbada. No es fácil saber qué es lo que le estaba pasando cuando le dice aquel enviado de Dios lo que le dice y que pensara, por ejemplo, que aquello no lo comprendía.  

María, sin embargo, no hizo como hiciera meses antes (por lo menos seis) su pariente Zacarías. Él dudó de lo que le decía el Ángel y por eso, por su falta de confianza en Dios, quedó mudo hasta que nació quien llamaría Juan. No. María no duda ante lo que le dice Gabriel. María se extraña, eso sí, de que ella vaya a quedar embarazada sin haber conocido varón pues aún desposada con José no se había ido a vivir con quien se había prometido para ser su marido. Y aquella joven, entregada a Dios, en su virginidad, desde bien pequeña, sabía que no había conocido varón. 

Pero María, pues, no duda. Decimos que ante lo que le dice Gabriel, ante aquel “llena de gracia” (liberada, por tanto, del pecado original por Dios Creador) podía haberse dicho, por ejemplo, “bien, creo en lo que dice el Ángel pero no me siento digna de cumplir con tal misión. Le diré que no puedo aceptar tal honor”. 

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17.12.20

J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 3: Empieza a revelarse todo

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“En aquel tiempo, el joven Tolkien, Ronald, acaba haciendo que el director de la escuela (a la sazón Robert Cray Gilson que era, además, inventor y especialista en filología clásica) citada arriba se fije en él. Por eso le anima a estudiar otras lenguas pero, en el fondo, a ahondar en las mismas yendo más allá del simple conocimiento superficial de una forma de comunicarse entre personas.”

Así terminamos el capítulo anterior (el 2) y tenemos a nuestro autor a punto de que todo empezara a revelársele.

También dijimos en el capítulo anterior que el P. Francis se ocupó, económica y espiritualmente, de los hermanos Tolkien. Por eso, acuerda con el matrimonio Faulkner (1908) alojar en su casa (algo así como una hospedería) a Ronald y a Hilary. Y allí fue donde el primero conoció a Edith Bratt, también huérfana y hospedada en la misma casa.

Esta circunstancia, conocer y enamorarse de Edith (se declararon su amor en 1909) no iba a ser nada fácil para nuestro autor. Y es que, no sólo por el cotilleo que abundaba en aquel tiempo (qué decir de ahora mismo…) sino por lo que, según podía entender el P. Francis, aquella situación no iba a ser buena para Ronald, tan enfrascado en sus estudios como estaba. Y entonces se lo dijo.

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15.12.20

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- Seguir el ejemplo de Cristo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Seguir el ejemplo de Cristo

 

“Cada uno tiene que arrimar su china al bien de todos y, si lo que se hace no brilla, va uno y se acuerda de Ti, que todo lo hiciste a la chita callando y ya trabaja con razón, a gusto, con provecho, hasta con una taranta en la boca pensando que Tú se lo ves. Es canela eso de que fueras un obrero y arrimaras el hombro por todos. “ (Mesa redonda con Dios, p. 57)

No podemos negar que todo lo que nos dice aquí el Beato Manuel Lozano Garrido nos viene la mar de bien para centrar en el centro que corresponde lo que es nuestra labor diaria e, incluso, diríamos que también la de aquellas personas que, por las más diversas causas no pueden aportar su granito de arena a la causa del trabajo. Y es que también tales personas y sus propias circunstancias están aptas para tomar estas palabras en buen provecho espiritual.

Lo que nos dice Lolo es, en esencia, que siempre debemos tener en cuenta a nuestro hermano Cristo, a la labor que llevó a cabo cuando vino al mundo en su primera venida y lo que supuso que viniera en materia, digamos, laboral…

Lo que hacemos, ciertamente, no lo hacemos sólo por nosotros porque, por decirlo así, está puesto al servicio, sí, general. Por eso es tan importante que la labor diaria lo sea eficaz pero con una eficacia no egoísta sino pensando en lo que eso supone para el bien de la humanidad de la que formamos parte. Y esto no es una pretensión excesiva sino que entra de forma total y absoluta en el hacer que Dios quiere para su descendencia. Y por eso nos dice nuestro el Beato de Linares (Jaén, España) que, a veces, es posible que lo que hagamos no brille pues ni todos estamos preparados para que siempre brille lo que hacemos ni lo que hacemos ha de brillar a la fuerza. Es más, seguramente, el trabajo que no brilla pero es eficaz cumple con aquello que dijo Cristo acerca de que Dios, que ve en lo obscuro, ha de recompensarnos por eso que hacemos sin que, en principio, brille nada de nada…

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12.12.20

La Palabra para el Domingo - 12 de diciembre de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 13 sino sábado, 12 de diciembre de 2020. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 6-8. 19-28

 

 

“6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 19      Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’ 20 El confesó, y no negó; confesó: ‘Yo no soy el Cristo.’ 21 Y le preguntaron: ‘¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?’ El dijo: ‘No lo soy.’ – ‘¿Eres tú el profeta?’ Respondió: ‘No.’ 22   Entonces le dijeron: ‘¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?’ 23 Dijo él: ‘Yo soy = voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, =  como dijo el profeta Isaías.’ 24 Los enviados eran fariseos.25 Y le preguntaron: ‘¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?’ 26 Juan les respondió: ‘Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, 27      que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.’ 28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

      

 

COMENTARIO

 

El que ha de venir y ya viene

  

No hay nada mejor que servirse de aquellos hermanos nuestros que han visto y gozado ciertas cosas de nuestra fe. 

Seguramente Juan, quien escribe este evangelio, era discípulo el Bautista. Habría sido bautizado por el primo de Jesús en las aguas del Jordán y sabía, perfectamente, de qué estaba escribiendo cuando hace lo propio para empezar su texto sagrado. Es decir, no hablaba de oídas sino que era testigo directo de lo que entonces aconteció y, luego, de lo que acabaría pasando.  

Lo que aquí pasa, lo que escribe Juan que fue testigo de todo aquello, es muy importante porque nos pone sobre la pista de la voluntad de Dios, sobre lo que quiere para el hombre y, sobre todo, lo que está pensado para cada uno de nosotros. 

Es cierto que el Bautista no era el Mesías pero también tenía una misión muy importante que cumplir: ser el precursor del Enviado de Dios. Y la cumplió a la perfección dando señal de Quien iba a venir y clarificando quien no era él. 

Lo bien cierto es que el Bautista era tenido por profeta. Nosotros, ahora mismo, sabemos que fue el último de la Antigua Alianza pero aquellos que vivieron en su tiempo, siendo poderosos, pensaban que había aparecido otro que les iba a molestar más de la cuenta como lo habían hecho antes otros muchos profetas con los que habían terminado por la vía rápida del asesinato. 

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